Sobre la lucha del pueblo kurdo
El mundo se conmovió con la lucha de los combatientes kurdos de la ciudad de Kobane, ubicada en Rojava (nombre con que este pueblo llama a la región del Kurdistán sirio). Incluso en inferioridad militar, y con una gran participación de jóvenes milicianas, derrotaron dos veces a las tropas del Ejército Islámico (EI) y recuperaron el control de la ciudad.
Por Alejandro Iturbe
Por un lado, esta victoria trajo al primer plano de la política mundial la histórica lucha de los kurdos por tener su propio estado. Por el otro, diversas corrientes internacionales presentan el estado que está siendo construido en Rojava como una especie de “socialismo de base”, y otras como la concreción de los principios anarquistas (un país gobernado por un no-estado).
En este artículo, intentamos abordar de modo sintético la historia moderna del pueblo kurdo y sus luchas, su situación general en los países en que está dividido, comenzar un análisis sobre el carácter de clase del estado de Rojava y también un breve análisis de los partidos y organizaciones políticas que actúan en cada una de esas regiones, especialmente el llamado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), con fuerte peso entre las poblaciones kurdas de Turquía y Siria.
Origen y división del pueblo kurdo
La historia de los kurdos en la región que hoy ocupan se inicia en la Antigüedad: se asentaron en el Asia Menor cerca de mil años a. C. Durante la Edad Media, la región fue dominada por el imperio árabe y, más tarde, por el Imperio Otomano-Turco. De este período, si bien conservaron su propio idioma, la mayoría de los kurdos adoptó la rama suní de la religión musulmana, aunque una importante minoría siguió con su religión tradicional (pre-cristiana): el yazidismo.
Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el Imperio Otomano se alió con las llamadas Potencias Centrales (Alemania y Austria-Hungría) y fue derrotado. Después de esa derrota, las potencias imperialistas triunfantes (Inglaterra y Francia) desintegraron ese imperio y lo dividieron en áreas bajo su influencia.
En las décadas siguientes, en varias de esas áreas, otorgaron la independencia a nuevos países. Pero lo hicieron con criterios arbitrarios, buscando mantener un mejor control sobre una región muy rica en petróleo. En algunos casos, “dividieron para reinar” separando territorios que naturalmente debían estar unidos, como en el caso de Siria y El Líbano, o la creación de Kuwait (históricamente pertenenciente a Irak). En otros, crearon fronteras que contenían nacionalidades menores (a las que no les reconocieron el derecho a tener su propio estado).
En el caso de los kurdos, el Tratado de Sèvres (1920) reconocía su derecho a la autodeterminación e, incluso, proponía la creación de un Estado kurdo (aunque sólo en un tercio de los territorios reivindicados por este pueblo y donde son absoluta mayoría). Pero ese tratado nunca entró en vigencia y fue reemplazado por el Tratado de Lausana (1923) por el cual el pueblo kurdo quedó dividido entre cuatro países (Turquía, Irán, Irak y Siria), más un pequeño sector en Armenia y Azerbaiján (entonces integrantes de la ex URSS).
Desde entonces, los kurdos han luchado, por un lado, contra la opresión que sufren en esos países y, por el otro, por conquistar su propio estado unificado.
Territorio y población del Kurdistán
El territorio del Kurdistán histórico abarca unos 400.000 km2 (190.000 en Turquía, 125.000 en Irán, 65.000 en Irak y 15.000 en Siria). En estos territorios, se encuentra una parte importante de las reservas petrolíferas iraquíes e iraníes, y casi la totalidad del petróleo sirio.
Aunque no existen censos rigurosos, se estima que hay entre 30 y 40 millones de kurdos: 16 millones en Turquía (12 en el Kurdistán turco y 4 en otras regiones del país), más de 8 millones en Irán, 7 millones en Irak y 2 millones en Siria. Hay además, una diáspora establecida en otros países de cerca de 2.000.000 (mayormente en Europa, de los que 700.000 están en Alemania).
Los kurdos son actualmente una de las mayores nacionalidades del mundo sin Estado propio y, seguramente la mayor en Medio Oriente. En los países en que fueron divididos, son oprimidos y discriminados, y cuando luchan por sus reivindicaciones históricas son duramente reprimidos.
Las luchas de los kurdos y la represión contra ellos
Algunas de las luchas libradas por los kurdos han sido:
- En el siglo XIX hubo varias insurrecciones contra el imperio otomano, pero todas ellas fueron derrotadas.
- En 1925, una insurrección fue derrotada por las tropas turcas, ya en la época de la República liderada por Kemal Ataturk.
- En 1946, en Irán, una lucha encabezada por Mustafá Barzani (padre del actual líder de los kurdos iraquíes) logró la creación de la República de Mahabad que duró menos de un año. Fue derrotada por el ejército iraní, y sus líderes, ejecutados.
- En la década de 1970, hubo un aumento de la lucha armada en el Kurdistán iraquí y Saddam Hussein aprovechó la guerra con Irán para hacer ataques con armas químicas contra la población kurda.
- En la década de 1990, como parte de la represión contra la lucha de los kurdos, el ejército turco destruyó 3.000 aldeas de esta población.
Los procesos más recientes, los veremos en los puntos siguientes.
¿Por qué defendemos el derecho de los kurdos a tener su propio Estado unificado?
Históricamente, la política del marxismo revolucionario ante la cuestión de las nacionalidades oprimidas (es decir, aquellas que sufren opresión dentro de un Estado dominado por una nacionalidad opresora, como ocurre dentro del Estado español o con los chechenos en Rusia) se basó en dos premisas. La primera es apoyar su lucha concreta contra la opresión que sufren. La segunda y central es la defensa incondicional de su derecho de autodeterminación. Es decir, defender que puedan decidir qué quieren hacer: si permanecer con plenos derechos en el Estado que hoy integran (muchas veces de modo compulsivo) o independizarse y crear su propio Estado.
Como marxistas revolucionarios, no estamos a favor de la atomización de los Estados existentes. Por el contrario, luchamos por la integración de Estados plurinacionales y federativos, libremente constituidos, cada vez mayores. Pero si una nacionalidad oprimida define que quiere su independencia, apoyamos y defendemos incondicionalmente esta decisión. No se trata de un programa teórico, lo aplicamos también cuando estamos en el poder y nos afecta directamente. Por ejemplo, en 1917, el gobierno bolchevique encabezado por Lenin y Trotsky aceptó y respetó la decisión del pueblo finlandés de crear su propio estado y no integrarse a la naciente URSS.
El caso kurdo es especial: es evidente que se trata de una nación oprimida, pero no lo es en un solo país sino que está dividida y oprimida en cuatro países. Por eso, la única forma de ejercer su autodeterminación es romper esa división y reunificarse. Así, como punto de partida, reconocemos y defendemos su derecho de separar sus territorios históricos de los Estados que integran y constituir su propio Estado independiente (y apoyamos plenamente su lucha en este sentido). Creemos que, en este caso, no se trataría de una atomización de los estados sino, por el contrario, de una reunificación de carácter progresivo.
Esta posición no es nueva para la LIT-CI ni para su organización turca: ya fue expresada en varias ediciones de la revista Correo Internacional, en la década de 1990, en el marco de la lucha de este pueblo contra los ataques del régimen de Saddam Hussein, en Irak, y la feroz represión de los diferentes gobiernos turcos.
Un debate sobre la “cuestión kurda” en Siria
En el marco de este análisis y de la posición que exponemos, existe un debate sobre la “cuestión kurda” en Siria. En un trabajo publicado hace algunos años, Salameh Kaileh (un conocido intelectual marxista sirio, hoy residente en Egipto) sostiene que la “cuestión kurda en Siria” es totalmente diferente que en Irak (el autor no analiza lo que sucede en Irán ni en Turquía): mientras en Irak sí existen territorios kurdos históricos, este no sería el caso de Siria.
En ese trabajo, el autor señala que, al producirse la independencia de Siria (en 1946) “no había una zona propia de los kurdos y su número era muy limitado”, además de estar distribuidos en zonas distantes y aisladas. Por esta razón, “cuando los líderes kurdos plantearon la cuestión kurda en las Naciones Unidas, en 1947, no hicieron mención a Siria…”.
Kaileh considera que la “cuestión kurda” en Siria se conformó “en un momento posterior, sobre todo a finales de los años cincuenta del siglo XX, y aún más a partir de los sesenta, que fue cuando la inmigración kurda hacia Siria aumentó”. Aunque él no lo indique en este trabajo, eso fue consecuencia de la brutal persecución que sufrían en Turquía. A raíz de esa inmigración “el número de kurdos aumenta cada vez más, ahora hay ciudades kurdas en su totalidad y el pueblo de los kurdos sirios se concentra en una parte de los territorios de Siria”.
Esta realidad “plantea la cuestión acerca de cómo se puede solucionar el tema: ¿ignoramos la historia y partimos de la situación actual presente?”. A esta contradicción, Kaileh responde: “se requiere tomar en consideración la historia. […] Por esta razón, [Rojava] no se puede considerar como si fuera una región kurda (o tierra kurda)”. A partir de ese criterio central, él se ubica en la reivindicación de la unidad del estado-territorio sirio y, por ello, se opone al derecho de autodeterminación de los kurdos de Siria.
Con este enfoque, no se deben alentar “los conflictos nacionales que lo único que hacen es aumentar la intolerancia mutua”. Intolerancia que también fue fogoneada por la política del régimen de los Assad y el partido Baath (a los que denuncia, especialmente por haberles quitado la ciudadanía siria a los kurdos en 1962).
Consecuente con ello, su propuesta para resolver la “cuestión kurda” en Siria pasa por “el establecimiento de un estado civil [en Siria] que se ejecute desde la consagración del principio de ciudadanía para todos los sirios, árabes, kurdos, turcomanos, chechenos, armenios, etc.”. Es decir, el derrocamiento del régimen de los Assad y el establecimiento de plenos derechos democráticos para todos los habitantes y nacionalidades del actual territorio sirio. En ese marco, además de la plena ciudadanía siria, los kurdos tendrían “el derecho de hablar su lengua y a la expresión de su cultura popular, abrir escuelas y enseñar la lengua a nivel sirio en general”.
En ese mismo artículo, Kaileh reivindica el derecho de los kurdos a constituir su propio estado-nación en sus territorios históricos. Pero ese derecho no se aplica en Siria porque no existen tales “territorios históricos”.
No coincido con la propuesta de Kaileh, que considero políticamente equivocada. Creo que esa posición equivocada es el resultado del error de método con el que enfoca el problema kurdo en Siria. Él limita este tema al análisis dentro de la nación-estado-territorio sirio y no lo plantea en su verdadera dimensión: una lucha internacional de un pueblo dividido y oprimido en cuatro países árabes y musulmanes. En este sentido, es una lucha que cruza toda la situación regional e internacional, enfrentando a los regímenes que gobiernan esos países y también al imperialismo.
Es a partir de esta cuestión global que debe analizarse el tema de su situación en Siria. ¿Es una situación excepcional en la que, como se dio un proceso tardío de población, predominaría el derecho de la nación-estado-territorio sirio por sobre el de los kurdos? Creo que no. En primer lugar, ese poblamiento fue un subproducto de la situación de los kurdos en Turquía. En segundo lugar, porque, como el mismo SK reconoce, existen ciudades y regiones totalmente kurdas que tienen continuidad geográfica con el Kurdistán turco (en las que, por otro lado, vive sin ninguna discriminación ni persecución una minoría árabe siria, incluyendo sectores que huyeron de la guerra civil). Es decir, incluso si no existieron esos “territorios históricos”, durante el siglo XX, han surgido territorios puramente kurdos en Siria, cuya separación se puede dar sin perjudicar al resto de la nación-estado-territorio sirio.
Al enfocar el tema sólo desde el punto de vista sirio, la “cuestión kurda” queda reducida a la de una nacionalidad oprimida “interior” a la que SK le ofrece un programa de amplios derechos civiles: ciudadanía siria, uso de su lengua, derecho a tener sus propias escuelas y desarrollar su cultura, etc. Pero este programa democrático ni siquiera se eleva a incorporar el derecho de autodeterminación de los kurdos de la región [Rojava] en la que son abrumadora mayoría.
El debate, además, debe responder a un problema muy concreto sobre el que hay que fijar posición: en Rojava ha surgido en los hechos un estado kurdo autónomo. ¿Le damos nuestro respaldo y planteamos que sea un punto de apoyo para la reunificación del Kurdistán? ¿O, por el contrario, les planteamos que retrocedan, se integren como provincias sirias y dejen para un futuro indefinido la lucha por un Kurdistán unificado? Tal como hemos señalado, tenemos una respuesta muy clara y definida en este sentido.
Rojava (Kurdistán sirio)
Los kurdos ocupan una pequeña parte del norte de Siria (15.000 km2, 7% del territorio del país) y son aproximadamente 2 millones de personas (10% de la población). Están distribuidos en tres cantones o provincias, alrededor de las tres ciudades principales: Afrin o Efrin (900.000), Jazira o Cezire (650.000) y Kobane (450.000). Estos cantones no tienen continuidad geográfica dentro del territorio sirio (Efrin está separado de los otros dos por territorio no kurdo). La continuidad se establece a partir del Kurdistán turco.
Los kurdos siempre fueron muy perseguidos y discriminados en Siria. A punto tal que, además de no reconocerse su idioma, desde 1962 y hasta hace poco tiempo, ni siquiera tenían derecho a la ciudadanía siria.
En 2012, en el marco de la guerra civil entre los rebeldes y el régimen de Bashar al Assad, se produjo un levantamiento armado contra el régimen. Con grandes dificultades para enfrentarlo directamente, Assad hizo un acuerdo de hecho con la dirección kurda: los reconoció como ciudadanos sirios y les otorgó autonomía de hecho, a cambio de que no se separasen del país y no se unieran a los “rebeldes”. En ese momento, empieza el proceso que vamos a analizar.
La economía de Rojava no estaba demasiado desarrollada bajo dominio sirio. La tierra era propiedad del Estado sirio y se daba en concesión para un virtual monocultivo de trigo y la posibilidad de la cría de algún ganado de subsistencia. También había extracción de petróleo (de propiedad estatal siria), si bien los principales yacimientos están fuera de los cantones kurdos (aunque en su área de influencia). Esto se completaba con el comercio y algunas pequeñas industrias manufactureras. Los bancos eran estatales y lo mismo los principales edificios y servicios. Sectores de la población se veían obligados a emigrar a las ciudades del sur de Siria para transformarse en trabajadores con bajos salarios.
Cuando la nueva administración kurda se hizo cargo de todas estas propiedades, distribuyó parte de la tierra a cooperativas autoorganizadas que están trabajando para expandir la ganadería y para aumentar y diversificar los cultivos. Continuó extrayéndose algo de petróleo (los principales yacimientos y refinerías actualmente están en manos del Estado Islámico, aunque con muchas dificultades para operar por los bombardeos imperialistas), que se refina en un diésel de baja calidad, se vende en el cantón respectivo o se distribuye a las cooperativas y otras instituciones. La producción de las cooperativas se vende en forma minorista o lo compra la Administración (que controla todo el proceso y los precios). La Administración proporciona a cada hogar una ración de pan y de alimentos básicos (tomado de “Rojava: una revolución en la vida diaria”, Rebecca Coles).
En Kobane, y también en Jazira, el ataque del EI puso este sistema bajo una “economía de guerra”, pero en Efrin (no afectada por estos enfrentamientos) se continuó desarrollando. En una entrevista sobre la economía de Rojava (1), Amaad Yousef, ministro de Economía del cantón de Efrin explica que la región siempre estuvo caracterizada por la pobreza porque, desde el gobierno central, “no permitieron abrir fábricas, o el desarrollo o cualquier forma de enriquecimiento de la región”. En esos años, incluso, se cerraron varias productoras pequeñas y medianas de aceitunas y de aceite de oliva.
A partir de la existencia del gobierno autónomo, además del impulso a las cooperativas agropecuarias y de la pequeña producción de diésel, en el cantón ya funcionan “50 fábricas de jabón, 20 envasadoras de aceitunas, 250 plantas de procesado de aceite, 70 fábricas de fabricación de material de construcción, 400 talleres textiles, 8 fábricas de calzado, 5 fábricas de producción de nylon, 15 fábricas de procesado de mármol”, a lo que se suman dos molinos (para procesar trigo) y dos hoteles. Además, “se construyó una presa para proporcionar agua para beber”.
En ese proceso, la población del cantón se duplicó, con kurdos que venían de Kobane o que retornaban de las ciudades sirias, así como un sector de árabes no kurdos (se estima esta población en 200.000). Según Yousef, ahora hay pleno empleo en el cantón.
Sobre el funcionamiento financiero, explica que todavía utilizan la moneda siria (libra), pero los bancos estatales sirios ya no operan y fueron fundadas entidades bancarias kurdas en los cantones. El cobro de interés está muy controlado, aunque dice que “la gente ahorra guardando su dinero bajo la almohada”.
Finalmente, explica que “el capital privado no está prohibido pero está de acuerdo con nuestras ideas y sistema. Estamos desarrollando un sistema en torno a las cooperativas y las comunas. Sin embargo, esto no prueba que estemos en contra del capital privado. Se complementarán entre sí. Creemos que cuando el sistema de cooperativas esté desarrollado, se puede añadir capital privado moral a ciertas partes de la economía”.
La constitución y las comunas de Rojava
En el marco de su autonomía, la población de Rojava aprobó su Contrato Social (Constitución). Vamos a analizarla en dos aspectos: el económico y el sistema político.
Con respecto a la economía y la propiedad, se establece que “los recursos naturales, situados por encima y por debajo de la tierra, son la riqueza pública de la sociedad. Los procesos de extracción, gestión, licencias y otros acuerdos contractuales relacionados con dichos recursos serán regulados por la ley”. Además, que “los edificios y terrenos son propiedad de la sociedad” y “administrados por el gobierno”. Expresa también que todos los pobladores tienen “derecho al uso y goce de sus bienes privados”.
Afirma que “el sistema económico, debe orientarse a proporcionar bienestar general y, en particular, la financiación se concede a la ciencia y la tecnología. Tendrá por objeto garantizar las necesidades diarias de las personas y para garantizar una vida digna. El monopolio está prohibido por ley. Los derechos laborales y el desarrollo sostenible están garantizados”. Finalmente, como ya vimos en el reportaje al ministro de Economía de Efrin, “el capital privado no está prohibido pero está de acuerdo con nuestras ideas y sistema”.
En relación con el sistema político, parte del supuesto principio de no construir “un Estado” sino una “democracia de base” (a la que llaman “confederalismo democrático), estructurada en forma piramidal.
En la base, se ubican las “comunas”. Cada comuna representa 300 personas con criterio de vecindad. Tiene un copresidente y varios comités que intervienen desde la resolución de problemas concretos hasta la definición de problemas políticos más generales. De allí para arriba, hay “coordinadoras de comunas” hasta llegar a las coordinadoras de cada cantón, que también tienen copresidentes y varios comités. En todos los niveles, hay comités de mujeres.
Finalmente, se llega al nivel de Rojava en su conjunto, que cuenta con un Parlamento y 22 ministerios. Hasta ahora, esos cargos han sido designados por acuerdo de varios partidos y organizaciones, pero, en el futuro, deben ser elegidos por el voto popular. Los comandantes de la fuerza militar (YPG) son designados por el comité militar cantonal con acuerdo de los comités de base.
La corriente mayoritaria en la estructura política es el PKK, que aquí adopta el nombre de PYD (Partido de la Unión Democrática). Este partido creó dos instancias de coalición para gobernar: el TEV-DEM (Movimiento por una Sociedad Democrática) y el KCK (grupos de comunidades del Kurdistán). Además del PYD, existe una organización llamada DAF (Acción Revolucionaria Anarquista) y expresiones más directas de la base, sin carácter de partido.
¿Cuál es el carácter de clase del Estado de Rojava?
En este punto tan importante, quiero ser especialmente cuidadoso porque estoy trabajando solo con información periodística y “desde afuera”, sin un conocimiento directo de la situación. Es una discusión recién abierta en la que trabajaré con hipótesis y alternativas posibles.
Durante el dominio sirio, no existía una burguesía kurda en Rojava en el sentido más estricto de la palabra. Para ser más exacto, diré que era de una gran debilidad: casi una proto-burguesía o pequeña burguesía agraria, comercial y artesanal. Este aspecto es muy importante en el análisis de la situación actual.
A partir de 2012 surge, en los hechos, un Estado kurdo en Rojava. Lo defino como “Estado” porque (si bien no se reivindica independiente de Siria ni es reconocido internacionalmente como tal) posee su propio gobierno autónomo y, centralmente, sus propias fuerzas armadas (las milicias del YPD). Este Estado hereda la tierra y los servicios públicos que antes eran propiedad del Estado sirio. Es decir, pasa a ser propietario de los principales recursos económicos y, al mismo tiempo, se asienta sobre una estructura económica atrasada, casi sin burguesía. Esta es para mí la base objetiva de la actual situación.
Es una situación muy especial, casi excepcional en la historia moderna. Podemos caracterizar al PYD como una dirección no obrera o pequeñoburguesa que tomó el poder y ahora controla un Estado. Un hecho de estas características no es nuevo: ya se dio en el pasado en países como la ex Yugoslavia, China, Cuba, Nicaragua… En esas situaciones, se daba una contradicción aguda entre la superestructura (régimen y gobierno), que no era controlada por la burguesía, y la estructura económica del país (que seguía siendo capitalista).
Una contradicción que podía resolverse a través de dos alternativas. En la primera, esa dirección avanzaba más allá de sus intenciones originales en su ruptura con la burguesía y el imperialismo y los expropiaba, comenzando así la construcción de nuevo Estado obrero (fue lo que sucedió en la ex Yugoslavia, China y Cuba); en la segunda, la dirección no avanzaba en la ruptura ni en la expropiación y reconstruía un Estado burgués “normal” (lo que sucedió con el sandinismo en Nicaragua). No existen alternativas “intermedias”.
La situación de Rojava presenta una diferencia con la de los países a que nos hemos referido. Mientras que en ellos existía un cierto grado de desarrollo capitalista y, por lo tanto, burgueses nacionales e imperialistas a los que había que expropiar, en Rojava, por el desarrollo histórico anterior, las principales palancas de la economía quedaron en manos del nuevo Estado, que planifica de modo central las actividades económicas. Pero se llega a esta situación sin que la dirección haya tenido que impulsar una política de expropiación.
Como elemento muy importante, debemos considerar que se trata de un Estado muy pequeño y asentado sobre una base económica debilísima. Lo que está planteado, entonces, es un desarrollo casi inicial, diríamos una “acumulación primitiva” (en el caso de Kobane, incluso de reconstrucción de esa base debilísima) para garantizar un funcionamiento económico elemental.
Por las condiciones objetivas actuales, la dirección del PYD podría avanzar en esta acumulación primitiva a través de la construcción de un pequeño estado obrero. Estaríamos entonces en presencia de una variante muy particular de la “hipótesis altamente improbable” planteada por Trotsky en el Programa de Transición. Incluso en ese caso, no coincidiríamos con la definición de “socialismo de base” que utilizan algunas corrientes. Esencialmente porque, tal como nos enseñaron nuestros maestros del marxismo, solo se puede hablar realmente de “socialismo” si se parte, como mínimo, del nivel más alto de desarrollo económico alcanzado por el capitalismo. En todo caso, estaríamos ante un estadio muy inicial de una economía de transición.
Sin embargo, con el extremo cuidado al que me referí al inicio de este punto, creo que no es este el proyecto del PKK-PYD ni es lo que está haciendo. Me parece que, detrás de la ideología y el lenguaje “ecosocialista” y del “confederalismo democrático”, lo que está en proceso es la construcción de un Estado burgués “atípico”, un poco diferente que los que conocemos habitualmente, tanto por las bases objetivas de las que parte como por la expresión parcial de esta propia ideología. A mi modo de ver, la Constitución de Rojava y la política del PYD no sientan las bases de un Estado obrero (ver lo referente a la aceptación del capital privado) sino de un estado capitalista con mucha intervención del Estado.
Esta realidad se explica tanto por el carácter de clase pequeñoburguesa de la dirección del PYD como por el de su base social (también pequeñoburguesa) sin que exista la presión o la acción de un proletariado por sus propias reivindicaciones y programa. Tampoco la necesidad de actuar de “contragolpe” contra una burguesía nacional y un imperialismo que dominen la economía nacional y ataquen el proceso (como definió el Che Guevara el proceso cubano entre 1959 y 1961).
Una cuestión central a considerar en las dinámicas posibles es el contexto regional. Rojava es un Estado pequeñísimo con una base económica muy débil. Ese contexto es de una gran inestabilidad y de profundo riesgo. Por un lado, es agredido por el EI y aislado por Turquía. Un recrudecimiento de esta situación puede empujar todo el proceso hacia una “economía de guerra” (como sucedió en Kobane). Por el otro, contradictoriamente, otros elementos de esa situación regional (como la guerra civil en Siria) “protegen” su aislamiento.
Como economía pequeña y poco desarrollada, Rojava puede sobrevivir cierto tiempo (y hasta alcanzar un cierto desarrollo) de modo aislado. Pero, en una perspectiva más estratégica, un pequeño estado, ese pequeño estado, no tiene futuro. ¿Qué ocurrirá por ejemplo si el EI es derrotado en Siria y Assad (con el apoyo de Rusia y del propio imperialismo) sale fortalecido? Es una ilusión pensar que el dictador sirio va a mantener la tregua de hecho que hoy mantiene con los kurdos y no quiera avanzar a recuperar Rojava y reunificar todo el territorio actual de Siria.
En este sentido, la política internacional que viene impulsando la dirección de PYD es equivocada y peligrosísima. Un ala mayoritaria propone una alianza con Putin y Rusia (cuyo eje real hoy es atacar a los rebeldes anti Assad). Otro sector propone profundizar una alianza con el imperialismo yanqui (según el modelo del líder kurdo iraquí, Barzani). Son políticas que coyunturalmente pueden ofrecer alguna ventaja pero que no consideran que en el futuro, los kurdos de Rojava volverán a ser “moneda de cambio” para estos “aliados” en el juego mayor de sus intereses en Siria y en Medio Oriente.
El terreno conquistado en Rojava por los kurdos solo podrá ser defendido realmente si, por un lado, se profundiza la alianza con los rebeldes sirios (que ayudó a derrotar al EI en Kobane) y se extiende a la lucha por derrocar a Assad y, por el otro, se utiliza como plataforma para avanzar en la lucha por un estado kurdo unificado. Rojava sobrevivirá como parte de esta lucha regional (y más en general, como parte de la revolución en Medio Oriente) o, lamentablemente, está condenada a perecer.
Las razones de la victoria en Kobane
El mundo quedó impactado cuando las milicias kurdas de Kobane derrotaron a las fuerzas del EI y las expulsaron de la ciudad. Hasta ahora (a pesar de toda la tecnología militar usada por el imperialismo y Putin en la región, y la que también posee el régimen de Assad) ha sido la única victoria real sobre el EI en Siria. El impacto aumentaba al ver las imágenes de los batallones de muchas jóvenes mujeres kurdas combatientes y comandando los batallones.
Sin embargo, la defensa de Kobane siempre estuvo en inferioridad militar. Las fuerzas de EI contaban con armamento mucho más moderno y pesado, tomado del ejército iraquí o comprado con los ingresos por la venta del petróleo de las zonas que controlan. Además, volcaron en esas batalla a muchos de sus mejores combatientes, gran parte muy experimentados y provenientes del exterior (la comandancia kurda informó que, entre las bajas de EI, identificaron hombres provenientes de 27 países).
Pero la historia ya ha demostrado en muchas ocasiones que la superioridad militar no basta para garantizar el triunfo y que los factores políticos, como la moral y la convicción de quienes combaten, pueden ser tanto o más importantes que la cuestión militar “pura”. Basta ver, por ejemplo, la lucha entre el Estado de Israel y el pueblo palestino.
¿Cuáles fueron, entonces, los “factores políticos” que permitieron este triunfo del pueblo kurdo en Kobane? En primer lugar, los kurdos (un pueblo muy oprimido e históricamente combativo) luchaban por su liberación nacional, por su derecho a la autodeterminación y, en el caso de Kobane, por su propia supervivencia. Tenían entonces una moral revolucionaria.
Las fuerzas del EI venían de una sucesión de triunfos fáciles en Irak: muchos de los batallones del ejército de este país huían sin dar batalla y dejaban en el campo grandes cantidades de armamento. Pero en Kobane se encontraron con una resistencia feroz que le disputaba casa por casa el dominio de la ciudad y que golpeaba de modo efectivo con tácticas de guerrilla.
En estas condiciones, las propias fuerzas del EI (muchos de cuyos combatientes también tienen convicciones ideológicas) comenzaron a desmoralizarse. Un periodista extranjero en la región informaba que “El aura de invencibilidad de la que gozaba el EI se ha diluido e incluso hay informaciones que hablan de decenas de yihadistas abandonando la organización de Abu Bakr al Baghdadi” (2). Para agravar aún más la desmoralización de las tropas del EI, los derrotaba no solo una milicia más pequeña y peor armada, sino compuesta en gran parte por mujeres, lo que golpeaba su ideología reaccionaria.
Las mujeres kurdas (en especial, las jóvenes) fueron las grandes protagonistas de este triunfo. ¿Por qué? Un factor, sin dudas, fue su propio destino personal si el EI triunfaba y tomaba la ciudad. En el mejor de los casos, les esperaba la muerte, antecedida con seguridad por la violación. En el peor, ser transformadas en esclavas y mercadería sexual, como ya había acontecido en Irak con las jóvenes de la minoría yazidista. La historia de la comandante Arin Mirkan, inmolándose en un atentado en el que murieron numerosos combatientes del EI, fue una muestra del heroísmo a que estaban dispuestas estas mujeres en su lucha.
En los grandes hechos de la lucha de clases del siglo XX, como las revoluciones y las guerras, cuando los parámetros culturales cotidianos son rápidamente demolidos, las mujeres jugaron un papel importante y decisivo. Así fue en las revoluciones rusa y china, en las revoluciones y guerras civiles en México y España, en la resistencia contra el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, etc. En poco tiempo, se ganan espacios y roles que antes parecían imposibles.
A esto, debemos agregar que la ideología del PYD-PKK es muy progresiva sobre las mujeres y eso se expresa en la organización civil y militar. En una entrevista, Çınar Salih, representante del llamado Tev-dem (Movimiento por una Sociedad Democrática) explicaba que “nuestra revolución es una revolución de las mujeres. En Rojava no existe ningún lugar en la vida en el cual las mujeres no tomen un papel activo… Creemos que una revolución que no abre caminos para la liberación de las mujeres no es una revolución” (3).
De este modo, la lucha de las mujeres kurdas de Rojava se transformó en una luz brillante en la región de Medio Oriente, donde diversas fuerzas reaccionarias quieren mantener a la mujer en un papel de atraso y opresión. Se transformó también en un hermoso símbolo para la lucha de las mujeres en todo el mundo.
Tal como hemos dicho, los bombardeos imperialistas sobre el EI fueron un factor totalmente secundario: de los 1.200 muertos que se estimó tuvo el EI en esa guerra, casi 1.000 lo fueron en combates con las milicias del YPG (que sufrió más de 3.000 muertos, entre combatientes y civiles).
El propio portavoz del Pentágono, el vicealmirante John Kirby, reconoció que “la victoria no hubiera sido posible” sin la participación de las milicias kurdas. Mientras que un especialista estadounidense sobre el tema kurdo en Turquía y Siria analizaba: “Ninguno de estos elementos [los bombardeos aéreos de fuerzas imperialistas, AI] cambia el hecho de que el ‘corazón’ de este logro pertenece a los combatientes del YPG quienes opusieron una resistencia muy fuerte en el terreno, que ha impresionado al mundo entero” (4).
Finalmente, como otro factor muy importante, las milicias de Kobane fueron apoyadas por los peshmergas, los milicianos provenientes del Kurdistán iraquí (que aportaron las pocas armas pesadas con que se contaba para la defensa de la ciudad), y por batallones de combatientes “rebeldes” sirios. Realidad que refuerza nuestras propuestas de profundizar la alianza con los “rebeldes”, por un lado, y de avanzar en lucha por un estado kurdo unificado.
Un debate con los anarquistas
Antes de avanzar en el análisis de la situación de los kurdos en otros países, queremos detenernos un poco en la caracterización de organizaciones e intelectuales anarquistas de Rojava y otras partes del mundo. Con ellos, estamos en el mismo “lado” de defensa del pueblo kurdo y de apoyo a su lucha. Pero su concepción y sus propuestas políticas no responden a las necesidades actuales ni a las futuras de esta región y, de ser aplicadas, lleva por un camino peligrosísimo hacia la derrota.
Para esta corriente, en Rojava se están aplicando las concepciones anarquistas: gobernar y defender un país desde la base de la población sin que exista un estado. Creemos que esta definición está equivocada.
Por un lado, reflota el viejo debate entre marxistas y anarquistas en el que reafirmamos la posición de nuestros maestros: en las actuales condiciones de desarrollo de la humanidad no se puede gobernar y defender un país sin un estado y sus instituciones.
Pero, además de este debate teórico, esta definición no refleja la realidad. Afirmamos que en Rojava sí existe un estado y que, en realidad, es muy fuerte con relación al tamaño del país. En primer lugar, existe una fuerza armada con comando centralizado (la YPG), columna principal de cualquier tipo de estado. En segundo lugar, existen instituciones políticas que también se centralizan en un Parlamento y un gobierno. Finalmente, ese estado y ese gobierno juegan un papel determinante en la planificación y el impulso de la economía.
Definido que sí hay un estado, hay que definir el carácter de ese estado. En primer lugar, su carácter de clase (un problema conceptual que los anarquistas no consideran). Para nosotros, como hemos ya hemos analizado, se trata de un “estado burgués atípico”. En segundo lugar, sus mecanismos de funcionamiento y el de sus instituciones.
Las definiciones de esta corriente parten de una premisa falsa: todo estado (independientemente de su carácter de clase) es el instrumento central de la explotación y, por lo tanto, es antidemocrático. Como consecuencia, toda estructura democrática construida de abajo hacia arriba aplica los principios anarquistas.
Esta premisa falsa se basa en una doble contraposición. Por un lado, con las democracias burguesas en la que efectivamente la democracia es de forma y no de contenido ya que, como definía Marx, son una forma disfrazada de dictadura de la burguesía. Por el otro, con el de la URSS burocratizada por el estalinismo, en la que no existía democracia política para los trabajadores y las masas, y que fue presentada como el “modelo de socialismo”. Pero esta URSS burocratizada era en realidad (en el terreno de las instituciones políticas) una caricatura profundamente desfigurada del verdadero modelo de instituciones y de funcionamiento de un estado obrero que proponemos para la transición al socialismo.
Un modelo que se llevó a la práctica entre 1917 y 1919, hasta que una durísima guerra civil (provocada por el ataque conjunto de varios ejércitos imperialistas y de los contrarrevolucionarios rusos contra el joven estado obrero) obligó a dejarlo coyunturalmente de lado. Este modelo soviético se basaba precisamente en los soviets (consejos de diputados obreros y campesinos) como institución central.
Constituye una democracia construida desde la base: los obreros votaban a sus representantes en las fábricas y lugares de trabajo, y los campesinos en sus asambleas (es decir, millones intervenían de modo directo en la vida política). De allí para arriba, se elegían los representantes a los soviets distritales, provinciales y nacional. Los representantes y diputados soviéticos podían ser revocados y reemplazados por su base si no cumplían el mandato votado en las reuniones y asambleas. El gobierno central era elegido por el soviet nacional que (al igual que los niveles menores) actuaba a la vez como organismo legislativo y ejecutivo (era el responsable de la aplicación de las resoluciones aprobadas). Era un estado basado en una democracia construida de abajo hacia arriba y, el mismo tiempo tenía un contenido de clase: obrero en alianza con los los campesinos pobres. No podían votar ni ser elegidos a los soviets los burgueses o todo aquel que explotara trabajadores y al mismo tiempo estaba destinado a reprimir a los burgueses y a eliminarlos como clase.
Como elemento complementario, digamos que la mayoría de las corrientes anarquistas rusas de la época se opuso a esta construcción por la premisa de luchar contra toda forma de estado (aunque algunos dirigentes obreros anarquistas lo apoyaron de modo individual). De hecho, se aliaron con la oposición contrarrevolucionaria e incluso los sectores más extremos realizaron un atentado contra Lenin, en 1918.
Tal como hemos dicho, el gobierno de Lenin y Trotsky tuvo necesidad de dejar de lado coyunturalmente esta plena democracia por la guerra civil. Pero el proyecto era retomarlo completamente cuando esta terminase. El estalinismo transformó la “necesidad en virtud” y avanzó cualitativamente en la burocratización del estado y de sus instituciones diciendo que este era “el verdadero modelo”. Pero, Trotsky y los trotskistas rusos combatieron al estalinismo y la burocratización de la URSS (e intentaron defender la democracia soviética); como trotskistas, no nos consideramos responsables de la caricatura construida y defendida por el estalinismo ni tampoco de su fracaso.
Queremos terminar este debate con los anarquistas, refiriéndonos a dos cuestiones por las que consideramos que sus propuestas (además de utópicas) son muy peligrosas. La primera se refiere a la indefinición del carácter de clase de las instituciones políticas de Rojava. Aceptemos que hoy existe en Rojava una “democracia de abajo hacia arriba”. Pero, en la medida en que se trata de un estado burgués, qué va a suceder con ella en la medida que se desarrolle una burguesía en la región y también aumenten las presiones del imperialismo, Putin y la burguesía kurda iraquí a cambio de su “ayuda”. Para nosotros, se va a una contradicción aguda entre la política que posiblemente tenga la dirección del PYD (vaciar de contenido ese funcionamiento o eliminarlo abiertamente) y su funcionamiento actual. En cualquier caso, la perspectiva será la necesidad de luchar para defenderlas. La política de los anarquistas desarma frente a esta posible lucha y, por eso, lleva a la derrota.
La segunda se refiere a la cuestión militar, actualmente basada en grupos de milicias populares. Tanto la estructura de milicias como las tácticas guerrilleras propias de esta modalidad (más aún si existe una moral revolucionaria y apoyo de masas) pueden ser muy efectivas si se trata de una lucha defensiva contra un enemigo que, aunque superior militarmente, no tiene base popular.
Pero si la tarea planteada es superior y ofensiva, las milicias no pueden ser la herramienta militar central (sí pueden serlo como elemento complementario). Las milicias kurdas pueden defender Kobane de las fuerzas del EI pero si se trata de derrotarlo de modo definitivo, se necesita una herramienta militar superior: un ejército completo, con sus divisiones, y un comando estratégico centralizado. Esto que decimos para el EI se potencia si nos referimos a la tarea de derrocar a Assad (apoyado por Putin y Hezbollah) y, más aún, si se trata de luchar por un estado kurdo unificado que deberá enfrentar, por ejemplo, al ejército turco y al iraní.
Proponer las milicias populares como una forma eterna (porque eso es adecuado a un no-estado) es idealismo utópico que no prepara la construcción de la herramienta militar necesaria para las tareas políticas que están planteadas en la realidad.
En Irak hay una burguesía kurda privilegiada
Actualmente, en Irak, los kurdos viven una situación especial. En este país, ocupan la porción norte del país, lo que se llama el Kurdistán iraquí o, según la denominación de este pueblo, “Kurdistán del sur”, cuya principal ciudad es Mosul. Es una de las zonas más ricas en petróleo de la región.
En la década de 1980, durante la guerra Irak-Irán, una ofensiva del régimen de Saddam Hussein ocasionó el “genocidio de Anfal”, con duras consecuencias para la población, parte de la cual debió huir del país. Después de la primera guerra del Golfo (1991), muchos refugiados comenzaron a volver y la región fue ganando autonomía. Entre 1994 y 1997, se desarrolló una guerra civil en la que se enfrentaron las milicias del PDK (Partido Democrático del Kurdistán) y las de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK, una escisión del anterior), con el triunfo del PDK.
Cuando se produce la invasión imperialista, en 2003, la dirección del PDK, encabezada por Masud Barzani (hijo del fundador del partido, uno de los líderes de la efímera República de Mahabad, en Irán), a cambio de promesas de mayor autonomía se une a la coalición de fuerzas liderada por el imperialismo, que invade Irak y derroca el régimen de Saddam Hussein.
A partir de este acuerdo, la Constitución de 2005 otorga al Kurdistán iraquí el carácter de “entidad federativa autónoma”, con derecho a elegir su propio gobierno y su parlamento, y también a tener sus propias relaciones exteriores. Siempre hubo representantes kurdos en los gobiernos proimperialistas de todo el período de ocupación. Incluso un kurdo, Jalal Talabani, llegó a ser presidente del país.
Actualmente, en los hechos, el PDK ha pasado a administrar su propio Estado, aunque formalmente siga integrando Irak. Hasta los recientes triunfos de las fuerzas chiitas apoyadas por Irán (que recuperaron la región de Tikrit), las milicias kurdas de Irak eran las únicas que habían combatido efectivamente y que lograban frenar al EI en ese país, mientras el ejército iraquí huía vergonzosamente.
La burguesía kurda mejoró notoriamente su situación: pasó de recibir 13% a 30% del valor del petróleo extraído y exportado. Lo que, sumado a una buena producción agraria, la ha transformado en una de las más ricas de Irak, con una economía muy sólida. Esta es la base sobre la que se asienta el PDK que, además de su carácter burgués, se ha transformado en una organización claramente ligada al imperialismo. Un dato importante caracteriza a este partido y a su gobierno: el Kurdistán iraquí es el principal exportador de petróleo hacia Turquía, donde el gobierno de Erdogan oprime y reprime a sus hermanos.
Sin embargo, si bien el PDK y la burguesía que representa están satisfechos con su situación actual, la situación de esta región presenta aristas más complejas. Porque, además de su alianza política, económica y militar con el imperialismo yanqui, y las relaciones comerciales con el gobierno turco, el gobierno de Barzani y la burguesía kurda de Irak también están sometidos a la presión de su pueblo. Por eso, Barzani se vio obligado a enviar armas a Kobane (aunque a través de los aviones imperialistas) y a permitir que batallones de milicianos peshmergas fueran a combatir junto con sus hermanos de Siria.
Pero lo que menos quiere Barzani es “patear el tablero” e irritar al imperialismo yanqui (o a su aliado turco). Por eso, ahora solo se limita a reclamar la independencia del Kurdistán iraquí (aunque sin forzar la situación). Este objetivo sería, en sí mismo, progresivo, un avance en la lucha de este pueblo, porque daría un punto de apoyo si fuera puesto al servicio de la lucha kurda de conjunto. Pero en manos de Barzani y el PDK significa dejar de lado la lucha por la construcción de un Estado kurdo unificado y abandonar a su suerte a los kurdos de Turquía, Irán y Siria.
Irán
En Irán, los kurdos son cerca de ocho millones (10% de la población del país). Habitan fundamentalmente en el noroeste del país, en la zona fronteriza con Irak. Es una de las regiones menos desarrolladas de Irán, dedicada a la agricultura y a la ganadería y con pocas industrias. La principal ciudad es Mahabad, con cerca de 300.000 habitantes. En términos generales, se encuentran poco integrados en la sociedad iraní.
En este país, en 1946, se cumplió por primera vez el sueño de una región kurda independiente (la República de Mahabad), derrotada en menos de un año. Tras la revolución de 1979, la proclamación de la República islámica chiita y la instalación del régimen de los ayatolás, la situación de los kurdos se agravó por la cuestión religiosa, ya que la mayoría son musulmanes suníes. La Guerra Irán-Irak (1980-1988) fue utilizada por el régimen para aumentar los ataques a este pueblo.
Los kurdos enfrentan una clara discriminación para acceder a los empleos públicos, por un método de selección conocido como “gozinesh”. También sufren persecución por razones estrictamente políticas y, con la llegada al poder de Ahmadineyad, en 2005, el combate a la oposición se acentuó y los partidos políticos kurdos la sufren, al igual que otros movimientos nacionales, opositores políticos y defensores de los derechos humanos.
Recientemente (en mayo de 2015), los kurdos se levantaron como consecuencia de la muerte de una joven kurda mientras trataba de escapar de un intento de violación por parte de algunos de los hombres de seguridad del régimen, en un hotel de Mahabad. Las protestas se extendieron a otras ciudades kurdas en cuestión de horas, y condujeron a la detención de cientos de kurdos.
En este país actúa el Partido por una Vida Libre en el Kurdistán (PJAK), fundado en 2004. El ala militar de este partido es conocida como Unidades de Defensa del Kurdistán Este (YRK), que periódicamente tiene enfrentamientos con los “guardias islámicos”. El PJAK mantiene relaciones políticas con el PKK y con los restos de la UPK.
Turquía: el centro de la situación del pueblo kurdo
En Turquía vive casi la mitad del pueblo kurdo (16.000.000, un 20% de la población total del país) y son clara mayoría en cerca de un tercio del territorio turco (casi 200.000 km2). La principal ciudad de esta región es Diyarbakir (en turco), llamada Amed o Amet por los kurdos, con casi un millón de habitantes. Según los datos que he podido investigar, unos 12 millones están en las áreas kurdas y unos 4 millones han migrado hacia las principales ciudades del país, como Estambul.
Incluso desde los tiempos de Kemal Ataturk (después de una promesa no cumplida de autonomía) los kurdos han sido muy oprimidos, discriminados y reprimidos en este país. El Estado turco no reconoce la existencia de una zona kurda y la considera parte de las regiones de la Anatolia Oriental y Sudoriental, no permite el uso del kurdo como idioma oficial o como segundo idioma. Además, los discrimina económicamente: la desocupación allí es cinco veces la media nacional.
Las principales actividades económicas son la agricultura (trigo) y la ganadería (cabras y ovejas), además del comercio, minería (cobre), la poca producción turca de petróleo y el transporte de petróleo desde Irak. También hay algunas actividades industriales, especialmente en Diyarbakir y su área de influencia, ligadas a la lana, el tabaco y otras manufacturas (licores).
En este marco, existe una burguesía kurda ligada a estas actividades económicas. Una de sus expresiones políticas es el Partido Popular Democrático o por la Paz y la Democracia (HDP), organización legal que acaba de elegir 80 diputados al parlamento turco.
Sin embargo, la organización política de mayor influencia “por abajo” es el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán, liderado por Abdulah Ocalam), declarado ilegal y considerado “terrorista” (analizaremos el PKK por separado).
Para el Estado y la burguesía turca, la separación del llamado Kurdistán del Norte sería un golpe muy duro por la reducción territorial y poblacional que significaría. Incluso, hasta ahora, se han negado a cualquier discusión sobre autonomía (ni que decir de una posible independencia).
El proceso del Kurdistán iraquí (controlado por Barzani y el PDK) no ha afectado al gobierno de Erdogan y la situación en Turquía. Incluso, como vimos, esta región le suministra petróleo. Por el contrario, el proceso de Rojava sí es un factor desestabilizante de la situación, tanto por su dinámica (aún más después de la victoria en Kobane) como por las relaciones entre ambas poblaciones y la influencia del PKK en ambos lados de la frontera. Por eso, la política de Erdogan fue apoyar al EI en Siria.
En este marco, desde 2012 se abrieron negociaciones entre el gobierno de Erdogan y el PKK, en parte presionadas por la Unión Europea, que pide una resolución del “tema kurdo” como condición para el ingreso de Turquía a la UE. En 2013, el PKK declaró un alto el fuego unilateral de sus milicias. Las negociaciones no han avanzado demasiado o, mejor dicho, avanzan y retroceden periódicamente.
Una contradicción central es que el PKK aspira a un grado importante de autonomía del Kurdistán turco mientras que el gobierno de Erdogan presenta un plan de “tipo colombiano”: abandono de las armas e integración en la vida política: que el PKK, sumado al HDP, obtuviera alcaldías y administraciones regionales. Esta propuesta tiene también un aspecto económico: la oferta a la burguesía kurda de intermediar en el suministro de petróleo desde Irak y así ampliar su base de negocios.
Esta política de Erdogan y su partido se daba en una coyuntura en que el AKP se debilitaba electoralmente. Incluso en las elecciones de junio pasado, este partido perdió la mayoría parlamentaria y existía la posibilidad de la formación de una coalición parlamentaria de los partidos laicos (Partido Republicano del Pueblo del kemalismo histórico, y el Partido de Acción Nacionalista) con el HDP, que hubiera podido conformar un nuevo gobierno. Esta coyuntura se cerró: en las elecciones de noviembre pasado, el AKP obtuvo la mayoría y Erdogan se ha fortalecido, por lo que seguramente endurecerá su posición con los kurdos.
Además de este aspecto coyuntural, las relaciones con las organizaciones kurdas de Turquía se ven permanentemente envenenadas e interrumpidas por la política del gobierno del AKP hacia Rojava: su apoyo al EI, el cierre armado de la frontera con esa región y su hostilidad hacia los refugiados (ahora se habla de la posible creación de un “cordón sanitario” que separe herméticamente el Kurdistán turco de Rojava).
Otro hecho en este sentido fue la llamada “masacre de Suruç”, en la que terroristas del Estado Islámico atacaron un campamento de jóvenes turcos solidarios con Kobane (expresión de un movimiento muy amplio existente en el país) y mataron a 30 de ellos (con la connivencia del gobierno o de parte de él). De esta forma, la tregua declarada por el PKK fue quebrada varias veces y se produjeron enfrentamientos entre sus milicias y las fuerzas militares turcas.
Por todo lo anterior, las negociaciones que se venían manteniendo entre el gobierno de Erdogan y el PKK (incluyendo visitas de representantes del gobierno a Ocalam, en su prisión) están hoy interrumpidas, sin que resulte claro si van a reanudarse y en qué plazo.
Esta realidad le plantea fortísimas contradicciones al proyecto del HDP de fortalecimiento electoral y parlamentario, y de acuerdo con el gobierno. Y mucho más aún al PKK, que, desde la izquierda, acompañaba cada vez más la política del HDP.
El PKK, su cambio de ideología y su proyecto actual
Alrededor del proceso de Rojava y el PKK-PYD (más aún después del triunfo en Kobane) comienza a construirse una corriente internacional que reivindica este proceso, impulsada por sectores que provienen del castro-chavismo y anarquistas, que presentan el proceso como “un nuevo socialismo”. Se trataría de una referencia de la realidad mucho más atractiva que Cuba o Venezuela en la actualidad. Es importante, entonces, abordar el análisis y la caracterización de esta organización.
El PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) fue fundado en Turquía, en 1978, por activistas estudiantiles kurdos. A partir de 1984, inicia la lucha armada contra el Estado turco. Su principal dirigente es Abdulah Ocalam (llamado “Apo”), actualmente con 66 años. En 1999, Apo es detenido por las fuerzas de seguridad turcas y condenado a muerte, pero en 2002 esa condena fue cambiada por la de prisión perpetua.
La ideología original del PKK combinaba la adhesión a los conceptos políticos y organizativos del maoísmo con el nacionalismo kurdo. Del maoísmo tomó la concepción de la revolución por etapas, la alianza de clases con sectores burgueses en la primera etapa y la construcción del socialismo en un solo país. Nunca tuvo una concepción de revolución internacional pero en su programa original reivindicaba la construcción de un estado kurdo unificado.
Su estructura organizativa adoptó las formas de las corrientes maoístas más extremas: una cerrada disciplina burocrática, el “culto a la personalidad” del dirigente (Apo); y de su estructura guerrillera, el método de dirimir las diferencias políticas con el asesinato de los opositores (una parte del CC original fue eliminado por Apo).
En la prisión, Ocalam entabla relación con un dirigente anarquista que lo gana para algunas ideas de esta teoría. A partir de allí, comienza un giro ideológico hacia una concepción que denomina “confederalismo democrático” (CD). Veamos algunos conceptos centrales de esta ideología (5):
- Se opone al Estado-Nación clásico, al que considera “una entidad militarmente estructurada de modo central” y que, por ello, siempre se origina en hechos militares y conduce a la “militarización” y al “centralismo” de la sociedad.
- A ello contrapone la “autodefensa” de la sociedad, que considera no solo un tema militar sino que “también presupone la preservación de su identidad, de su propia conciencia política y de un proceso de democratización”.
- Esto se expresa en la “autoadministración” política, en la que los “grupos centrales, regionales y locales” se equilibran, representado la composición contradictoria de la sociedad (con sus diferencias de género, etnia, edad, etc.). Considera que todo centralismo estatal no solo acaba controlado por los monopolios sino que entra en contradicción con la estructura heterogénea de la sociedad.
- Expresa que “bajo ciertas circunstancias, la coexistencia pacífica (del CD) es posible siempre y cuando el Estado-Nación no interfiera con los asuntos centrales de la autoadministración”.
- En el terreno económico, habla de una “economía alternativa” y “antimonopólica” con “base ecológica”, que incremente los recursos naturales y no los destruya, y que satisfaga las necesidades de la sociedad.
- Impulsa un papel destacado para las mujeres. En una entrevista, Çınar Salih, representante del llamado Tev-Dem (Movimiento por una Sociedad Democrática) de Rojava explicaba: “nuestra revolución es una revolución de las mujeres. En Rojava no existe ningún lugar en la vida en el cual las mujeres no tomen un papel activo… Creemos que una revolución que no abre caminos para la liberación de las mujeres no es una revolución” (“As Comunas e Conselhos de Rojava”, reportaje de Janet Biehl).
Sobre la cuestión kurda en nivel internacional (6)
- El derecho de autodeterminación de las naciones era interpretado como el derecho a establecer una Nación-Estado.
- El sistema de Naciones-Estados, sin embargo, se ha transformado en una seria barrera para el desarrollo de la sociedad, la democracia y la libertad desde finales del siglo XX.
- La única manera de salir de esta situación es establecer un sistema democrático confederal cuyo desarrollo está directamente relacionado con el pueblo y no con la globalización basada en las Naciones-Estado.
- Para el Kurdistán, el confederalismo democrático es un movimiento que no interpreta el derecho de autodeterminación como el establecimiento de una Nación-Estado sino como el desarrollo de su propia democracia, más allá de las fronteras políticas. Una estructura kurda se desarrollará a través de la creación de una federación de kurdos en Irán, Turquía, Siria e Irak. Más tarde, por la unión en un nivel más alto, se formará un sistema confederal.
No podemos abordar en este material el debate con los diferentes aspectos teóricos, históricos y políticos de estas concepciones de Ocalam y el PKK. Queremos centrarnos en dos aspectos político-programáticos centrales.
El primero: con este giro ideológico, Ocalam y el PKK abandonan la lucha por la dictadura del proletariado y la construcción de un estado obrero (aunque fuera para una segunda etapa de la revolución. Tal como ya he señalado, opino que, detrás de la ideología y el lenguaje “ecosocialista” y del “confederalismo democrático”, se oculta un proyecto de construcción de un Estado burgués “atípico”.
En segundo lugar, una cuestión central para el análisis y la propuesta abordada en este material: Ocalam y el PKK abandonan la lucha por lograr un Estado kurdo unificado. En su reemplazo, se levanta la reivindicación de autonomías federativas en los cuatro países ya citados (sin romper las fronteras actuales) y una propuesta simbólica de integración futura.
Esta posición expresa, por un lado, una adaptación a una realidad que ya es aceptada por el imperialismo: la autonomía existente en Irak y la más reciente lograda en Rojava. Por el otro (aunque ahora las negociaciones estén interrumpidas), tengo la impresión de que el principal mensaje está dirigido a la burguesía y al gobierno de Turquía (y al propio imperialismo), ya que allí está la población kurda más numerosa y la base principal del PKK. Sería algo así como: “pueden encuadrarnos si nos dan un espacio propio y, en ese caso, no patearemos el tablero”.
Este es el resultado inevitable del giro a la derecha de una dirección pequeñoburguesa y burocrática que (como una expresión kurda del vendaval oportunista) abandonó cualquier perspectiva de lucha por el socialismo. La “salida” entonces solo puede darse dentro de los “marcos posibles” que existirían bajo el capitalismo.
La consigna de construcción de un Estado kurdo unificado no es una consigna socialista sino democrático-burguesa. Pero que se transforma en una fabulosa propuesta transicional de movilización porque, por un lado, es una aspiración profundamente sentida por los millones de kurdos y, por el otro, solo podrá concretarse con una durísima lucha internacional contra las burguesías nacionales de los países que los oprimen y contra el propio imperialismo que, desde hace décadas, les niega ese derecho.
Con respecto a esta consigna, se produce una situación similar que con la de “Palestina laica, democrática y no racista en todo su territorio histórico”, abandonada por la casi totalidad de las direcciones palestinas. También las direcciones kurdas (como el PKK-PYD, el HDP y PDK) abandonan la lucha por el Estado kurdo unificado. Por el contrario, nosotros debemos mantenerla a fondo, como propuesta programática y como llamado de lucha.
Es cierto que ya existen dos autonomías kurdas, en Irak y en Siria: debemos reivindicarlas como conquistas del pueblo kurdo. Pero no pueden transformarse en un objetivo en sí mismo sino que deben ser puestas al servicio de la continuidad de la lucha por el Estado kurdo unificado.
Un breve esbozo de nuestro programa para el Kurdistán
Con el mismo cuidado con que debe ser considerado el conjunto de esta elaboración (hecha sobre la base de informaciones y materiales y no con el conocimiento directo de la realidad), quiero concluir con un breve esbozo de programa para el Kurdistán.
Este programa debe partir, en primer lugar, de la defensa del pueblo kurdo frente a la opresión, la represión y las agresiones militares que sufren en diversos países. Esto incluye la solidaridad y el apoyo incondicional a su lucha.
En segundo lugar, tal como ya señalamos, defendemos el derecho a construir su propio estado unificado (y a independizarse de los territorios de los estados que los oprimen) como una forma de conseguir su autodeterminación.
En este sentido, consideramos que las autonomías logradas en Irak y en Rojava son un avance en esta dirección y, por eso, deben ser defendidas. Pero que no tienen ser consideradas como el “objetivo final” sino que deben ser puestas al servicio de la lucha por lograr el estado kurdo unificado.
En el caso de Siria, debemos impulsar la profundización de la alianza con los rebeldes para avanzar en la lucha por el derrocamiento de la dictadura de Assad.
Por todo ello, no damos ningún apoyo ni llamamos a confiar en las actuales direcciones kurdas, tanto por su carácter de clase (burgués o pequeñoburgués) como por la política que llevan adelante (como el abandono de la lucha por el estado kurdo unificado). Esto significa que, siendo parte del campo de la lucha del pueblo kurdo, las combatimos políticamente, llamamos a luchar contras sus políticas que van contra la lucha unitaria de los kurdos (como los acuerdos con el imperialismo y Putin) y les exigimos que apliquen políticas que impulsen esta lucha. En el caso de la autonomía en Irak, está planteada además, de modo inmediato, la lucha de clases del proletariado kurdo contra la burguesía kurda expresada por Barzani.
En el marco de este proceso de lucha, llamamos a ir construyendo nuevas direcciones kurdas que estén dispuestas a llevar ese combate hasta el final. De modo específico, creemos que está planteada la necesidad urgente de construir un partido obrero, revolucionario y socialista kurdo que, además de impulsar e intervenir activamente en esas luchas, ubique la construcción del estado kurdo unificado como parte de la tarea de avanzar hacia una federación de repúblicas socialistas de Medio Oriente.
(1) Publicada originalmente en Özgür Günden y reproducida parcialmente en el artículo de Leandro Albani, que integra una edición especial del boletín Resumen Latinoamericano “Incógnitas, desafíos y realidades – La economía en Rojava, territorio liberado kurdo”).
(2) Las milicias kurdas echan al Estado Islámico de Kobane, Andrés Mourenza, Estambul, 28/1/2015, Agencia CET.
(3) “As Comunas e Conselhos de Rojava”, reportaje de Janet Biehl (tomado de Resumen Latinoamericano y del Tercer Mundo, envío del 20/12/2014).
(4) “Kobani: How strategy, sacrifice and heroism of kurdish female fighters beat ISIS”, Mutlu Civiroglu (KurdishQuestion.com)
(5) Extraído del texto “Confederalismo Democrático” de Abdulah Ocalam, tomado de la traducción en español del material ya citado de Resumen Latinoamericano.
(6) Extraído de: To the kurdish people and the international community- Declaración del Confederalismo Democrático en Kurdistán, 20/03/2005.