Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Un voto contra la austeridad, la UE y el euro, capitalizado por la derecha

Además de grandes abstenciones, que en algunos países llegó a más de 80%, el resultado de las elecciones europeas es considerado por algunos medios de la prensa imperialista como un verdadero terremoto político.


La victoria del ultraderechista Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia (25% de los votos) y del populista de derecha UKIP, de Nigel Farage, en Inglaterra (29%), y en otro sentido la victoria electoral de Syriza en Grecia expresa el cuadro de polarización social creciente en el continente. Y lo profundiza.

A estos dos elementos se agrega un tercero: la debacle de los partidos oriundos de la socialdemocracia, cuya tendencia general fue de profundización de su crisis y, salvo excepciones, la derrota de la mayoría de los partidos gobernantes.

Todos dan cuenta de un hecho incuestionable: el resultado más general de estas elecciones indica, pese a las desigualdades nacionales y las contradicciones, un voto contra la austeridad, contra la UE y el euro capitalizado por la derecha, a excepción de Grecia y del Estado Español, como veremos más adelante.

Un voto contra los gobiernos
 
Con excepción de Alemania e Italia, en que los partidos gobernantes fueron los más votados en estas elecciones (ponemos España como un caso aparte, pues a pesar de que el PP fue el partido más votado, cayó de 42,23% en 2009 a 24% en 2014, perdiendo dos millones y medio de votos), los partidos gobernantes que aplican los planes de ajuste, sean ellos de la derecha tradicional o de la socialdemocracia, sufrieron un profunda derrota. Fue claramente un voto contra los recortes y el desempleo que alcanza nada más y nada menos que a 26 millones de trabajadores(as), siendo que en el caso de la juventud la tasa de desempleo en Grecia llega a 60% y en el Estado Español, a 55%.

El voto del CDU de Merkel en relación con 2009 aumenta de 30 a 35,30% y el del SPD de 20 a 27% (en Alemania hay un gobierno de coalición de los dos partidos), y, en el mismo sentido, Italia (en 2009 el PD tuvo 26,13% y ahora 40%). No obstante, tomando la votación de conjunto en Europa, el grupo parlamentario de la Democracia Cristiana (PPE – Partido Popular Europeo) cae de 35,72 a 28,5%. El mismo castigo sufrieron los partidos del gobierno en Portugal, el PSD y CDS caen de 31,71 en 2009 a 27,7%, sin embargo, capitalizado por el PS que se recupera pasando de 26,53 en 2009 a 31,5%.

El alto índice de abstención en las elecciones no se condice con la gran propaganda sobre que se mantuvo el índice de 2009. En países como Eslovaquia, la abstención fue de 87%; en la República Checa, 80,5%; Polonia, próxima a 80%. O sea, en todo el Este europeo sometido al saqueo y la explotación de los países imperialistas europeos y, particularmente, de Alemania, el índice de abstención fue muy superior a los números globales alardeados por la prensa.

En el Occidente, Portugal con 66% de abstención e Inglaterra con 64% expresan también el mismo fenómeno, con profundas diferencias en el interior de cada país. En las regiones y barrios obreros de las grandes ciudades la abstención es superior, indicando que amplios sectores del proletariado directamente se negaron a votar.

A partir de allí, entramos en la zona del propagado “terremoto político”. El PASOK griego cayó de 36,65 en 2009 a 8%, quedando en cuarto lugar. La crisis se profundiza con votaciones adjetivadas de históricas en la trayectoria electoral de estas organizaciones que fueron el sustento de los regímenes de la democracia burguesa europea y se confundían con el Estado de Bienestar que ellas mismas están destruyendo como ariete del capital financiero.

Así, el discurso populista, racista y anti EU de Nigel Farage, del UKIP, en Inglaterra, obtuvo el primer lugar, dejando a Laboristas y Tories en segundo y tercer lugar, lo que no ocurría desde 1910. Debe considerarse el hecho de que los Laboristas en Inglaterra están en la oposición. Lo mismo ocurre con el PSOE en España, que aun en la oposición baja de 38% en 2009 a 23%, pierde tres millones de votos, y el resultado de las elecciones lleva a la renuncia del secretario general y a la convocatoria a un congreso extraordinario. Esta misma crisis es aún más profunda en Francia, donde el PS tuvo el peor resultado electoral de su historia, fue a parar al tercer lugar con 14% de los votos.

Los partidos con origen en la vieja socialdemocracia, convertidos en social-liberales, presentan a la UE como un modelo de integración que acabaría con las desigualdades en el continente. Pero fueron sus gobiernos los que impusieron “los criterios de Maastricht” y aprobaron la “estrategia de Lisboa”, dando inicio, en los ’90, al ajuste estructural y la destrucción de conquistas históricas de la clase trabajadora. La alternancia en los gobiernos con la Democracia Cristiana, que marcó a la mayoría de los gobiernos europeos después de la Segunda Guerra, llega a su fin; ese es el hecho más relevante de estas elecciones.

Pero este proceso no se da sin contradicciones; no libera sólo fuerzas a la izquierda. El crecimiento de la ultraderecha y de organizaciones fascistas como Aurora Dorada es ya parte de la realidad política de Europa.

La ultraderecha capitaliza el descontento social

La prensa presenta la victoria electoral de Nigel Farage (UKIP) en Inglaterra y de Marine Le Pen (Frente Nacional) en Francia como un terremoto ultraderechista. El profundo significado político del resultado electoral no está concentrado solamente en el peso adquirido por estos partidos en el parlamento europeo sino en el hecho de que no se puede concebir la UE sin el acuerdo entre el imperialismo alemán y el francés. Y por más distorsionado que sea el resultado electoral, hubo un profundo rechazo a la UE en Francia, capitalizado por el Frente Nacional [FN].

El partido del Frente Nacional es más conocido por sus posiciones racistas, xenófobas, acusando a los inmigrantes por el desempleo y por la reducción del valor de las jubilaciones de los franceses ocasionado, según Le Pen, por las ayudas sociales a los trabajadores inmigrantes. Pero este discurso es sólo una parte de su agitación. En estas elecciones el FN fue a las calles a defender algo más que su racismo habitual; en el programa pusieron claramente: La salida del euro y de la UE. Necesitamos recuperar nuestra moneda nacional y las prerrogativas del Banco de Francia para dinamizar nuestras exportaciones, nuestra industria y el empleo.
 
Sobre el acuerdo de libre comercio entre la UE y Estados Unidos, defendieron: No al tratado de libre comercio con los Estados Unidos. Afirmando que este es una “máquina de guerra ultraliberal, antidemocrática, antieconómica y antisocial”. Y en caso de que sea adoptado significaría que “todas las normas medio-ambientales, agrícolas y alimentarias serán modificadas en beneficio de las grandes multinacionales.
 
El hecho es que uno entre cuatro electores franceses votaron por estas posiciones. En otras palabras, votaron claramente por la salida del euro. Según un periodista, el programa del FN es una defensa nostálgica de los viejos Estados-nación.

En realidad, la nostalgia es por el papel que ocupó el imperialismo francés como jefe de Europa. Siendo la UE un instrumento del imperialismo francés, no es ella quien dicta la política de los gobiernos franceses; es el capital financiero francés junto con el alemán quienes dictan la pauta del ajuste estructural europeo; la UE es tan sólo un instrumento de su aplicación en la mayoría de los países dominados.

Ocurre que la decadencia de Francia no es sólo resultado de la crisis iniciada en 2007. Esta sólo exacerba la caída de las exportaciones, el cierre de fábricas, el desplazamiento de empresas y el aumento del desempleo. Para el capital financiero francés no hay otra salida que avanzar en las reformas, o sea, en el ataque a los trabajadores y sus conquistas históricas.

El nacional imperialismo de Le Pen niega la UE reafirmando el imperialismo francés –ahora el segundo de la fila en la UE–; por eso, es profundamente reaccionario. Expresa la crisis de los pequeños y medianos empresarios arruinados por la crisis y por la libre circulación de capitales. Estos encuentran en el Frente Nacional y su discurso anti UE una explicación para su ruina, así como los trabajadores desempleados y la pequeña producción agrícola.

La estafa electoral que representó la elección de Hollande, haciendo lo opuesto de lo que prometió, iniciando un programa de cortes de 50.000 millones de euros del presupuesto justo después de las elecciones municipales abrió el camino para el Frente Nacional. Lamentablemente, en Francia no hubo ningún sector de la izquierda que, desde una perspectiva anticapitalista y antiimperialista, levantase la necesidad de destruir la UE, este instrumento al servicio del capital financiero europeo, particularmente, el francés.

Aunque no sea la opción prioritaria del capital financiero francés, los procesos políticos marcan su propio ritmo. El aumento de la polarización social y el discurso populista de Le Pen abrieron el camino electoral entre sectores del proletariado. La victoria de Le Pen no cuestiona la política de ataque a los trabajadores. Pero el resultado de las elecciones, como se puede ver en el debate sobre la indicación del presidente para la CE [Comisión Europea], actuará en el sentido de renovar la agenda de la socialdemocracia francesa, tanto en lo que concierne a la profundización del ataque a los trabajadores inmigrantes como en el sentido de presionar a Alemania para que afloje el torniquete.

Aunque incomparablemente distinto de Francia e Inglaterra, tampoco Alemania quedó afuera del fenómeno político que arremetió contra la UE y el euro. Alternative für Deutschland (AfD), partido que surge como ruptura de la CDU meses antes de las elecciones de Alemania de 2013, y que defiende abiertamente la ruptura con la UE, tuvo 7% de los votos. Y en Italia, pese a la victoria del PD, el segundo lugar (21,2% de los votos) fue de Beppe Grillo, un movimiento populista y reaccionario contra la UE, mientras la Liga Norte -un partido que debido a la crisis de su dirección histórica (Bossi) estuvo a punto de desaparecer después de las elecciones legislativas del año pasado– se recupera. Sosteniendo, claramente, desde la defensa del imperialismo italiano, la salida del euro (junto a una política contra los inmigrantes), alcanzó 6,16%.

Lo más preocupante para los trabajadores griegos y europeos es el resultado de dos formaciones que se reivindican claramente fascistas, como Aurora Dorada en Grecia, con 9,4% de los votos y 3 diputados electos, y el nazista Partido Nacionademócrata de Alemania, con 1% de los votos y un diputado. A diferencia de la ultraderecha parlamentaria, estos partidos claramente fascistas aún no lo consiguieron, aunque hayan intentado, utilizar métodos de guerra civil contra el proletariado. Reflejan un grado superior de polarización social.

La izquierda reformista
 
A diferencia de Francia e Inglaterra, tanto en Grecia como en el Estado Español las elecciones reflejaron un giro electoral a la izquierda, donde el neo-reformismo consigue ocupar [el espacio que deja] la crisis abierta por los partidos social-liberales. En Grecia, la victoria electoral de Syriza, con 26,60% (y 6% del KKE; 0,75% Antarsya) la refuerza como una alternativa electoral en las próximas elecciones generales. A pesar de su programa de reestructurar la deuda y no enfrentar la necesidad de una ruptura con la semicolonización de Grecia, la mayoría de los trabajadores consideran este partido un instrumento para cambiar sus vidas.

En el Estado Español el fenómeno electoral de Podemos (7,97%), que consiguió ser la expresión política del 15M y del movimiento Indignados, es el hecho nuevo más importante de las elecciones. Centrado en la figura de Pablo Iglesias (comentarista político en programas televisivos y profesor universitario), elige cinco eurodiputados. Aunque su programa se sitúe en muchos elementos a la derecha de Izquierda Unida, Podemos aparece no sólo como la expresión de la crisis social, también expresa la bronca con los partidos del régimen, el “no nos representan” gritado en las manifestaciones, el desgaste de la democracia burguesa y el bipartidismo, lo que difícilmente Izquierda Unida, que gobierna con el PSOE en Andalucía, podría expresar.

Si al resultado de Podemos agregamos la votación de IU (9,99%), la votación histórica de Esquerra Republicana, el partido más votado en Cataluña, y el de Bildu en el País Vasco, estas organizaciones expresaron el rechazo a las medidas de Rajoy y de la UE y profundizan la crisis del régimen.

Entre los partidos más importantes del PIE (Partido de la Izquierda Europea que congrega a los partidos reformistas y neo-reformistas), aparte de los que mencionamos arriba, a pesar de que tuvieron votaciones importantes, no llegaron a capitalizar la bronca y la polarización social.

Die Link, en Alemania, tuvo 7,40% de los votos; El Front de Gauche de Mélenchon, en Francia (6,34%); en Italia, la lista conformada por SEL (Izquierda y Libertad) y Refundación (L’Altra Europa [La Otra Europa]– Con Tsipras) llegaron a 4,3%, un resultado bien por debajo de las elecciones de 2009 (6%, y menor en términos absolutos). En Portugal, el Bloque de Izquierda [BE] bajó de 10,72% en 2009 a 4,56% (pierde 250.000 votos). En contraste, el PCP aumenta de 10,64% obtenidos en 2009 a 12,67%, un crecimiento menor que la pérdida de votos del BE. Los partidos a la izquierda de Front de Gauche en Francia, NPA (0,3%) y Lutte Ouvrière (1%) no obtuvieron resultados similares en elecciones anteriores.

La campaña de las secciones de la LIT-CI


Estamos profundamente orgullosos de la campaña electoral de las secciones de la LIT que participaron de las europeas por primera vez. Siendo modestos nuestros resultados electorales, reafirmaron la batalla política por un programa y la necesidad de construir una alternativa de la clase trabajadora. Tanto el MAS en Portugal como la Corriente Roja en el Estado Español abrieron sus listas a los activistas de las luchas. En Portugal, con la incorporación de compañeros de la lucha de los transportes de la ciudad de Oporto y activistas de los call centers, y la denuncia de que el euro hunde el país; la reivindicación de las grandes manifestaciones contra la Troika en los programas de TV y la defensa de la lucha de los trabajadores como única alternativa en esta campaña electoral. El MAS tuvo 0,38% de los votos (12.440).

Corriente Roja tuvo cinco mil votos, y también abrió su lista a activistas independientes, incorporando a trabajadores de la limpieza de Madrid, que recientemente realizaron una importante huelga que polarizó la ciudad; también la integraban dos mineros de Asturias, y encabezaba la lista un trabajador de UPS, símbolo de la lucha contra los despidos en Madrid. En los programas para la TV estuvo presente la huelga de más de siete meses de los trabajadores de Panrico, en Cataluña, contra los cortes en los salarios y los despidos.

La inestabilidad en el continente continúa

Por fin, los cuatro elementos que describimos a lo largo de este artículo, combinados de formas diferentes y reflejando la crisis y el grado de ajuste estructural en cada uno de los países, definen el resultado de estas elecciones: se mantiene una gran abstención siguiendo una tendencia decreciente del voto en las elecciones  europeas y alcanza niveles superiores en el Este; los partidos de la Democracia Cristiana (PPE) y los social-liberales (PSE) que gobiernan la mayoría de los países de Europa pierden votos, con raras excepciones contrarias (Alemania e Italia); con excepción de Grecia y el Estado Español, el neo-reformismo europeísta capitaliza solamente una parte de la crisis. Y el crecimiento de la ultraderecha, en los países centrales, incluyendo sectores claramente fascistas, fue el hecho político central. Pero independientemente de la forma y del peso como se combinen los elementos dados arriba, en ningún caso estos resultados apuntan hacia un período de estabilidad política.


Traducción: Natalia Estrada.

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