Trabajo, pan y libertad

Editorial de Kirzimi Gazzete
El 19 de marzo, con una tremenda movilización, el pueblo se opuso al golpe judicial contra el municipio de Estambul y los municipios distritales. Aunque la esperanza ha resurgido inesperadamente, esta vez Erdoğan se ha golpeado con una piedra dura. Desde la barricada en la Universidad de Estambul, gente de todo el país invadió las plazas.
Sin embargo, Erdoğan no había calculado esto en absoluto. La usurpación de la voluntad sacó a las calles a millones de jóvenes furiosos y los hizo levantarse contra el palacio. Le asustaban las campañas de boicot y las protestas inesperadas y generalizadas. Las multitudes, por otro lado, ganaban más moral con cada acción. Aquellos que decían tener miedo de las calles estaban equivocados. La calle nuevamente organizó la operación…

Para los jóvenes, una chispa era suficiente. Un joven estudiante dijo: “Por primera vez me siento libre”. No tenían futuro, no tenían dinero, les habían arrebatado su libertad, pero la confiscación de las urnas fue el robo de sus esperanzas. Marcharon con rabia contra el opresor. La movilización que fluyó desde las escuelas hasta Şişli y Saraçhane, en el lado europeo de Estambul, fue la protesta estudiantil más importante de la historia reciente.
Erdoğan fortaleció aún más a su mayor rival, el CHP (Partido Republicano del Pueblo, oposición burguesa, ndt.), uniéndolo al pueblo. La candidatura de Imamoğlu (actual alcalde de Estambul, que fue preso) no podría impedirse por el momento. Además, era importante que 15 millones de personas acudieran a las elecciones primarias del CHP el 23 de marzo. Erdoğan se vio obligado a detenerse mientras planeaba nombrar administradores para el IBB (Municipalidad de Estambul, ndt.) y para el congreso del CHP. El hecho de que el dirigente del CHP, Özel, vinculara el golpe del 19 de marzo a potencias extranjeras dejó al AKP (Partido de la Justicia y Desarrollo, el partido burgués en el poder, ndt.) sin argumentos.
¿El régimen dará marcha atrás a partir de ahora?
El AKP es un partido que fue liquidado por su líder Erdoğan. Una minoría designada gobierna a Turquía desde el palacio por medios no políticos. El Parlamento es ineficaz y el poder judicial está vinculado al palacio. La creciente pobreza, el aumento de los precios, el desempleo, la inseguridad y la injusticia aprietan las gargantas del pueblo. El AKP no consigue convencer ni siquiera a su propia base sobre esta opresión. Además, por primera vez, hay una masa muy grande de personas en su contra. No puede refugiarse ni en “potencias extranjeras” ni en el “terrorismo”. La consolidación de la alianza ideológica de derecha, que se consideraba inmutable, por ahora se ha visto sacudida.

A pesar de este movimiento de masas, ni las elecciones ni los límites de la democracia burguesa existente están garantizados. Erdoğan y el Palacio aún no han sido derrotados. El gobierno no puede abandonar su estrategia agresiva. Es necesario evitar esperanzas innecesarias y nuevamente el pesimismo.
Por otro lado, debemos seguir en las calles. Debemos solidarizarnos con nuestros amigos presos. Debemos desarrollar todo tipo de organizaciones de base a nivel local. Debemos organizarnos y solidaridarizarnos en todas partes, desde el lugar de trabajo hasta la escuela, pasando por los barrios y las organizaciones ambientalistas. También debemos estar preparados para la posibilidad de un ataque de los reaccionarios. Y, por supuesto, debemos revivir la tradición de la clase trabajadora de huelgas políticas para sacudir al régimen. ¡Unamos nuestra lucha por trabajo, pan y libertad!
Traducción: Natalia Estrada.