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Brasil

Segunda vuelta: victoria de un «Centrão» más a la derecha y derrota del PT y del PSOL

noviembre 3, 2024

Tras la segunda vuelta de las elecciones municipales, ya es posible hacer un balance más completo de este proceso. Primero, se reafirmó la victoria del Centrão y de la derecha. El Partido Social Democrático (PSD) y el Movimiento Democrático Brasileño (MDB) ganaron cada uno cinco capitales, repitiendo numéricamente la hazaña de 2020. Sin embargo, el PSD superó al MDB, alcanzando un total de 885 alcaldías en todo el país.

Por: Júlio Anselmo

Otras siglas, como União Brasil y Republicanos, también obtuvieron importantes victorias, conquistando 583 y 433 alcaldías, respectivamente. El bolsonarista Progresistas (PP) eligió 746 alcaldías. El Partido Liberal (PL), que es categóricamente una oposición de derecha al gobierno, obtuvo 516.

El partido de Bolsonaro capturó cuatro capitales, un resultado sin precedentes para el expresidente y su partido. También tuvo el mayor número de municipios en ciudades de más de 200 mil habitantes. Pero, en la segunda ronda, perdió ante el Centrão en varias capitales que disputaron. En otras palabras, aunque obtuvieron victorias, fueron menos de las esperadas por Bolsonaro y la cúpula del PL.

Victorias y derrotas

Si en la primera vuelta el PL fue el partido que más creció en número de votos, y también el que garantizó pasar a la segunda vuelta en el mayor número de ciudades (entre ellas, nueve capitales), en el segundo turno el partido ganó sólo en dos (Aracaju/SE y Cuiabá/MT), perdiendo, en general, ante candidaturas del Centrão o de la derecha que hacen una oposición más dura al gobierno, pero aún institucional, como en Goiânia, donde Bolsonaro estuvo personalmente involucrado en el enfrentamiento contra Ronaldo Caiado (União Brasil).

También hubo un aumento de votos nulos y abstenciones, que expresan desde un desgaste del régimen hasta cierta apatía e indiferencia.

El PT y el PSOL, por otro lado, sufrieron una gran derrota, aunque el PT ganó más alcaldías que en 2020. En la segunda vuelta, el PT disputó directamente tres capitales: Cuiabá (MT), Porto Alegre (RS) y Fortaleza. (CE). Sólo ganó en Fortaleza, a los 45’ en el segundo tiempo, por una diferencia de apenas 10.000 votos.

A esto se suma la derrota de Boulos, en São Paulo, quien, a pesar de ser del PSOL, era candidato de Lula y del propio PT en la ciudad. Para un sector al frente del Gobierno Federal, es una derrota importante.

El Centrão y la derecha

El Centrão que sale victorioso en esta elección no es el viejo Centrão del último período. Lo que llamamos Centrão fue, en su conjunto, más hacia la derecha. Están estructurando y consolidando una extrema derecha ideológica, dentro de los límites de la institucionalidad, y una ultraderecha que desafía y va más allá de los límites de la democracia burguesa, como el “bolsonarismo” en sus diversas variantes.

Desde la redemocratización, el Centrão ayudó a formar todos los gobiernos, desde el PSDB hasta el PT. Hoy, 70% del espectro partidario está a la derecha del PSDB. De ellos, alrededor de 30% son fuerzas de ultraderecha, capaces de movilizarse y también de llegar a la segunda vuelta y casi ganar.

PSD y MDB son partidos típicamente del Centrão. Al igual que União Brasil y Republicanos, y aunque siguen siendo pragmáticos y fisiológicos, hoy están ideológicamente mucho más a la derecha e incluso albergan algunos tipos diferentes de bolsonaristas, como Tarcísio, Damares y Mourão.

Un pie en cada canoa

Al mismo tiempo que siguen este giro hacia la derecha, el PSD, el MDB, los Republicanos e incluso el PP forman ministerios en el gobierno de Lula. Y, aún así, son parte del gobierno de Tarcísio, en São Paulo, tal como lo fueron del gobierno de Bolsonaro. Esto muestra cuán falso es el discurso del PT sobre combatir a la derecha.

Esto también se refleja en las elecciones municipales. Eduardo Paes (RJ) y Fuad (MG), del PSD, están más cerca de Lula, mientras Topázio Neto (SC) y Eduardo Pimentel (PR), del mismo partido, son partidarios de Bolsonaro, con los vicepresidentes del PL.

Esto también se expresa en el MDB con Ricardo Nunes, en São Paulo, y con Sebastião Melo, en Porto Alegre, con vices del PL y apoyados por Bolsonaro. Mientras, en Belém, el alcalde electo, Igor Normando (MDB), es aliado del presidente Lula y fue apoyado por el PT en la segunda vuelta.

Mucho se ha dicho sobre cómo la victoria de Centrão muestra que la polarización en el país ha quedado atrás. Es cierto que la polarización fue menor y el papel de las figuras de Lula y Bolsonaro no tuvo tanto peso. Pero el significado de esto ha sido la creciente estructuración y consolidación, cada vez más grandes, de la derecha y también de la ultraderecha.

Las divisiones en el bolsonarismo

El signo de la campaña fue la demostración de un mayor arraigo de la derecha y de la ultraderecha. Ellos guiaron el debate y mostraron varios enfoques nuevos. El bolsonarismo viene de una gran derrota, con los castigos tras el intento de golpe de Estado.

Los estallidos autoritarios disminuyeron, pero adquirieron nuevos contornos, que pasan por el bolsonarismo considerado más domesticado, con Tarcísio, incluida la capacidad de influir sobre el Centrão. Y hay alas que tienen un proyecto más abiertamente autoritario, en fenómenos con características diferentes, como Marçal (SP) y Nikolas Ferreira (MG), así como bolsonaristas “de raíz” más tradicionales, como el alcalde electo de Cuiabá, o Ratinho Jr., en Paraná.

Si bien son sectores con diferencias entre sí, son parte de un mismo fenómeno de ultraderecha. Y todos ellos con importantes acuerdos programáticos entre sí. En este sentido, las divisiones en la ultraderecha son una derrota para Bolsonaro, pero también son un síntoma de que esta corriente política tiene una base social e ideológica, y no es sólo una expresión de “voto de castigo” o de simpatía episódica por una figura populista.

Divididos, pero con victorias importantes

Si, por un lado, hubo un desgaste de Bolsonaro, no se puede decir que el bolsonaroísmo o la extrema derecha sufrieron una derrota como la del PT. La derecha se fortaleció con el Centrão y con figuras de derecha categóricas y extremas, como Tarcísio de Freitas, en São Paulo.

La propia extrema derecha salió ganando de las elecciones de conjunto e, incluso donde perdió, obtuvo importantes victorias políticas, como en Belo Horizonte, con Engler (PL); en Fortaleza, con André Fernandes (PL); en Curitiba, con Cristina Graeml (PMB); sin olvidar a Marçal (PRTB), que a pesar de no pasar a la segunda vuelta en São Paulo se convirtió en una figura nacional.

La pulverización de la ultraderecha puede significar su fortalecimiento o debilitamiento. Esto aún no está dado. Hay mucha agua por correr. Pero hoy, el resultado electoral mostró que a pesar de esta dispersión, estos sectores tuvieron logros políticos y electorales en 2024, a pesar de la derrota después del 8 de enero y de los mayores cuestionamientos contra Bolsonaro.

Las varias derrotas del PT y del PSOL

Las candidaturas del PT y del PSOL no entusiasmaron en estas elecciones. Como supuesta solución, buscaron aún más alianzas con sectores de la derecha y multimillonarios capitalistas. La tarea que se propusieron fue presentarse como los mejores nombres para salvar el sistema.

Llegó al colmo, por ejemplo, en Cuiabá (MT), Lúdio Cabral, el candidato del PT, haciéndose eco de las agendas conservadoras defendidas por los bolsonaristas, sobre la cuestión del aborto y de las opresiones, poniéndose enteramente al servicio del fundamentalismo religioso.

O, incluso, el escandaloso gesto de Boulos, al aceptar la “live” con Marçal, diciendo que incorporaría sus propuestas, tal como lo hizo con Tabata Amaral, una reconocida liberal y privatista, que votó a favor de la Reforma de las Pensiones de Bolsonaro.

El fracaso del intento de servir a dos amos

En general, estas candidaturas defendieron el mismo modelo que la presidencia de Lula. Dijeron que gobernarían para todos, pero el programa presentado estaba enteramente al servicio de los multimillonarios capitalistas.

Un programa que mantenga la política fiscal que exige el mercado y el mantenimiento del Marco Fiscal, con recorte de fondos en las áreas sociales, ataques a empleados públicos, privatizaciones y Parcerías [Asociaciones] Público-Privadas (PPP’s), así como la entrega del país a las multinacionales, la depredación ambiental y los beneficios al gran agronegocio.

El problema del PT no es sólo el rejuvenecimiento y los medios de comunicación. Es de contenido. En otras palabras, tiene que ver con responder a una cuestión fundamental: ¿A qué clase social representa su proyecto, su programa y su política? Algo cuya respuesta radica en el hecho de que son cada vez más vistos como parte del sistema capitalista y de la institucionalidad burguesa.

Ese proyecto social liberal, aplicado en aquel entonces, de distribuir dinero público a sectores de la burguesía y, a partir del crecimiento económico, ejecutar políticas sociales compensatorias, generando ascenso social de las clases bajas a través del consumo, está agotado.

La expectativa de que un crecimiento económico inducido por el Estado se traducirá en más consumo y mejoras para los trabajadores, hoy choca con la realidad del propio capitalismo brasileño y mundiala, que se debate, de crisis en crisis, con sectores de la burguesía exigiendo más expoliación y mayores ganancias. En la práctica, el proyecto del PT no sólo es (como siempre ha sido) parte de este engranaje, sino que ahora también es visto de esta manera.

Pagando el precio por la propuesta de gestionar el capitalismo en crisis

La derrota electoral del PT en estas elecciones muestra que el gobierno de Lula ni siquiera es capaz de derrotar a la ultraderecha. Ya que, contrariamente a lo que dice el ministro del PT, Paulo Pimenta, la ultraderecha no fue derrotada ni aislada. Y, mucho menos, el gobierno de Lula salió victorioso de estas elecciones municipales.

No es ninguna sorpresa. Después de todo, el gobierno del PT es el principal apoyo de Centrão y de la derecha, lanzando enmiendas parlamentarias, no castigando a los golpistas, distribuyendo cargos y ministerios para la derecha, y haciendo todo tipo de acuerdos de financiación con bolsonaristas como Tarcísio.

En resumen, el PT se dirige hacia el centroderecha, transformándose en un partido cada vez más igualado a todo lo que existe. Defensor de la desgastada institucionalidad burguesa, del “statu quo” (del orden vigente o del mantenimiento de las cosas como están) del capitalismo que él ayudó a administrar durante cinco mandatos.

Artículo publicado en www.opiniaosocialista.com.br, 31/10/2024.-

Traducción: Natalia Estrada.

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