Sáb May 11, 2024
11 mayo, 2024

«Racismo estructural”: reconociendo el racismo, ¡sin identificar a los racistas!

Por: Hertz Dias, Vera Lúcia y Wagner Miquéias, de la Secretaría de Negras y Negros del PSTU Brasil

Días después de la rebelión antirracista en EE. UU., en respuesta al brutal asesinato de George Floyd, el expresidente Donald Trump declaró que lo que estaba sucediendo sería resultado del racismo estructural. Días antes, Barack Obama había dicho lo mismo. El alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, hizo una declaración similar.

En el Brasil, los principales medios pronto adoptaron el mismo discurso: el racismo estructural era el culpable. Poco después, la multimillonaria Luiza Trajano dijo que lloró cuando entendió lo que era el racismo estructural. Y tras el igualmente brutal asesinato de João Alberto, en el Carrefour de Porto Alegre, el 19 de noviembre, la dirección de la empresa declaró que eso también era consecuencia del racismo estructural.

Sonaba como un afinado coro contra el racismo estructural. Después de todo, ¿estaría la burguesía vaciando el contenido del concepto o el concepto estaría vaciando el sentido concreto de la lucha contra el racismo?

Racismo estructural: la “coartada perfecta” y una ventana abierta para los racistas

Decir que el racismo en Brasil es estructural suena muy radical. Pero, desafortunadamente, la verdad es opuesta a esto. Para usar una expresión del coordinador del Programa de Derecho y Relaciones Raciales de la Universidad Federal de Bahia (UFBA), Samuel Vida, en una entrevista con la Folha de S. Paulo el 04/02/2021, el concepto de racismo estructural se ha convertido en una “verdadera coartada” para absolver de responsabilidad a individuos e instituciones que cometen actos racistas, ya que el racismo sería algo mayor, presente en la estructura (indeterminada) de una sociedad (también indeterminada).

Una idea que recuerda una encuesta realizada por la Universidad de São Paulo (USP) en 1988, que reveló que 97% de los encuestados afirmaba no tener prejuicios; pero 98% dijo conocer a personas que manifestaban algún tipo de discriminación racial. Es decir: no hay racistas en el país, pero hay racismo en el Brasil.

En otras palabras, el racismo estructural sería una especie de “mano invisible racista” que practica el racismo, sin responsabilidad sobre individuos, empresas ni clases sociales.

Con razón la burguesía vio en él una boya a la que aferrarse: el burgués explota hasta la médula a los trabajadores negros, financia a políticos racistas, privatiza los servicios públicos a los que tienen acceso los negros, roba tierras quilombolas, exige más represión para proteger sus propiedades y, cuando es acusado de cualquiera de estos delitos, ese mismo burgués dice que no es racista porque el racismo es estructural.

Así, la burguesía se saca de encima la responsabilidad por el racismo y lo socializa con la clase trabajadora, con los propios negros y demás sectores marginalizados.

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El racismo, hijo del capitalismo

Sílvio Almeida, teórico que popularizó el concepto en el libro Racismo estrutural (Editora Pólen, 2019), pone el mundo patas arriba cuando afirma que “la historia de la raza o de las razas es la historia de la constitución política y económica de las sociedades contemporáneas” (pp. 24-25); porque no fue el racismo el que creó la sociedad contemporánea (capitalista), fue el capitalismo el que creó el racismo.

Esto se debe a que, como defendía Marx, el racismo fue una ideología que la burguesía europea utilizó para disimular la esclavitud en sus propios países, mientras la llevaba, sin disfraz alguno, a sus colonias. Es decir, el despojo de África no fue una consecuencia del racismo, fue el racismo la justificación ideológica para la esclavitud negra, una de las dominaciones más odiosas de la historia.

Racismo y lucha de clases

Almeida habla muy poco sobre las clases sociales y esto tiene una explicación: para él, además de ser una originalidad del capitalismo, el Estado no sería controlado por una clase social, siendo casi una institución hueca. Así, no correspondería a los trabajadores negros y pobres organizarse para derrocar al Estado y controlar la economía del país, sino ocupar un lugar en el Estado burgués.

Por eso, el jurista concluyó, en entrevista para “Roda Viva”, de la TV Cultura, el 22/06/2020, que, en la medida en que se combata el racismo, la economía (capitalista) se desarrollaría en ambientes más saludables para que los empresarios realizasen sus negocios. Como si el racismo fuese una anomalía del capitalismo y perjudicial para la burguesía.

Pero, además de ser bueno para los negocios de la burguesía, el racismo es utilizado para tratar de dividir a los trabajadores en dos campos hostiles. Por esta razón, también es fundamental luchar contra todas las manifestaciones de racismo, incluso dentro de la clase trabajadora, para que podamos unir a la clase, para derrocar del poder a los de arriba y construir una sociedad socialista libre de explotación y opresión.

Artículo publicado en www.pstu.org.br, 10/11/2021.-

Traducción: Natalia Estrada.

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