Mar Mar 19, 2024
19 marzo, 2024

¿Quién precisa de patrones?

Parece una pregunta anticuada o utópica, pero hace no muchos años esta era una pregunta muy presente en las calles y empresas de Portugal.

Por: Joana Salay

“El trabajo no es una mercadería, es un derecho. Queremos trabajar para vivir, y no vivir para trabajar. Para el capitalista, el obrero es una máquina. Los capitalistas solo se interesan por los obreros cuando estos dan ganancia (…) ¡Contra la explotación, derecho al trabajo!”.

Era lo que decía un cartel en la puerta de la Fábrica de Tejidos de Lana Souza Abreu, en autogestión a partir de setiembre de 1974 para que el patrón no cerrase la fábrica y se llevase las máquinas. Fueron centenas de empresas que estuvieron en autogestión o control obrero, toda vez que los patrones tendían a huir del país debido al proceso revolucionario o no garantizaban las condiciones de vida para los trabajadores debido a la crisis económica.

La revolución era fuerte y los trabajadores se encontraban frente a situaciones antes impensables. Era preciso cuestionar, revolucionar también las ideas que estaban impregnadas en las cabezas de todos: los patrones son necesarios para la economía del país, y la propiedad privada de los medios de producción es inviolable. Pero, al final, ¿quién precisa de patrones? Las empresas nacionalizadas empleaban 8% de la población económicamente activa.

Esfuerzo para desviar el proceso

El proceso revolucionario era tan intenso que fueron necesarias diversas medidas del Estado para conseguir controlar el ímpetu de la revolución y contener el avance del control obrero. Desde limitar las acciones del control obrero hasta desviar el proceso hacia las nacionalizaciones institucionalizadas y controladas por el Estado.

Contribuyeron a eso los dos principales partidos obreros de la época: PS y PCP. Al punto que el PCP [Partido Comunista] se opuso a la centralización nacional de las Comisiones de Trabajadores que brotaban por el país y que era condición fundamental para garantizar el mantenimiento del control obrero. Era innegable que, con la fuerza del movimiento obrero y el doble poder que se desarrollaba, era posible ir más allá del cuestionamiento al régimen y cuestionar las amarras capitalistas que trababan el desarrollo del país, condición necesaria para sostener los avances del control obrero, pues dentro del capitalismo también la autogestión es limitada si no es parte de un cambio en las relaciones generales de propiedad. No obstante, PCP y PS consiguieron derrotar la última revolución europea y, diez años después, la mayor parte de las empresas estarían nuevamente en el sector privado.

La necesidad de la gestión obrera hoy

La fuerte crisis sanitaria y social que vivimos hoy nos hace cuestionar aún más el sistema capitalista, que, por existir para garantizar la ganancia y no las necesidades sociales, impide que sean implementadas medidas mínimas que permitirían controlar con mucha mayor eficacia la pandemia y, principalmente, la crisis social que vivimos.

¿Qué ocurriría si los trabajadores de la Groundforce, que hicieron una fuerte movilización por la garantía de pago de los salarios, decidiesen que serían ellos a controlar la empresa, para garantizar su funcionamiento normal y los derechos de quien trabaja?

Ganaríamos nosotros, la población portuguesa, porque tendríamos el funcionamiento de una empresa importante para Portugal; y ganarían los trabajadores, pues tendrían la garantía de pago de los salarios y la mantención de sus empleos. Perderían solo Alfredo Casimiro y los accionistas de la Groundforce, pero, al final, ¿quién precisa de patrones?

Como dijimos, para sostener esa conquista sería preciso ir más allá y cuestionar el capitalismo como un todo, pero la Groundforce es un buen ejemplo de cómo solo en el capitalismo tiene sentido anteponer los intereses privados de unos pocos frente a la vida y la garantía de sustento de millones. En tiempos de crisis, como fue en la revolución del 25 de Abril, es preciso cuestionar las ideas que nos parecen más elementales.

Ya decía el poeta alemán Bertolt Brecht, “En tiempo de desorden sangriento, de confusión organizada, de arbitrariedad consciente, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural, nada debe parecer imposible de cambiar”.

Fuente: los datos y citas de este artículo fueron tomados del libro Historia del Pueblo en la Revolución Portuguesa 1974-75, de Raquel Varela.

Artículo publicado en https://emluta.net, 24/4/2021.-
Traducción: Natalia Estrada.

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