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26 julio, 2024

Primeras conclusiones sobre el motín del Grupo Wagner en Rusia

Los acontecimientos del fin de semana pasado en torno al motín de los mercenarios del Grupo Wagner, encabezados por el “empresario” Evgeniy Prigozhin, contra el Alto Mando de las Fuerzas Armadas rusas, son de gran trascendencia. Obviamente, la información aún es escasa y no podemos verificar su autenticidad, pero creemos que ya son posibles algunas conclusiones.

Por Diego Ruso, 26/06/2023

Las derrotas sufridas por Putin desde el inicio de su criminal guerra contra Ucrania lo obligaron a apelar a su protegido Prigozhin, dueño de un ejército privado con gran experiencia militar en países de África, en Siria y en Ucrania, defendiendo siempre las dictaduras aliadas de Putin. El Grupo Wagner de Prigozhin se convirtió así en la punta de lanza de la ofensiva de invierno rusa en la guerra, utilizando para eso a miles de prisioneros reclutados a cambio de indultos por sus crímenes y utilizados a gran escala como carne de cañón. La única victoria de la ofensiva de invierno rusa la obtuvo precisamente el Grupo Wagner en la ciudad de Bajmut. La táctica del Wagner para ganar el combate se reducía al uso masivo de la artillería, en cantidades muy superiores a las disponibles para las tropas regulares, y el envío al frente de soldados recién movilizados y presidiarios, como carne de cañón. Detrás de estos, que morían por millares, avanzaban entonces los mercenarios del Wagner, llevándose los laureles de las victorias. El Alto Mando del Ejército Ruso estaba muy descontento con esta situación, obviamente humillante para ellos.

Prigozhin, apoyado en sus victorias militares (pequeñas victorias, pero que, frente al fracaso de las tropas regulares rusas, llamaban la atención), se encontraba en un enfrentamiento verbal con el Alto Mando de las Fuerzas Armadas rusas. Denunció al Alto Mando por incompetencia, corrupción y boicot al Grupo Wagner. Exigía más armas y municiones para la guerra contra Ucrania, exigía la movilización general, una declaración de guerra abierta (hasta ahora Rusia no considera la guerra contra Ucrania una guerra, sino solo una “operación militar especial”) y el establecimiento de una economía de guerra, con estatización de sectores estratégicos. En una palabra, exigía la guerra total. Putin, hasta entonces mediaba en el conflicto entre las partes.

Esta campaña de denuncias ha aumentado la popularidad de Prigozhin dentro de Rusia, e incluso él ha hecho recientemente una gira de conferencias por las principales ciudades rusas. Se especulaba que Prigozhin podría estar preparándose para una carrera política, como un candidato del ala más a la derecha dentro del régimen. Macron incluso dijo, hace unas semanas, que no le interesaba sacar a Putin del poder, ya que Prigozhin vendría en su lugar.

La situación dio un salto hace dos semanas, cuando el Alto Mando exigió la subordinación del Grupo Wagner y de Prigozhin, mediante la firma de un contrato con las Fuerzas Armadas. Prigozhin no lo aceptó, y mantuvo las acusaciones contra el Alto Mando, en particular contra el ministro de Defensa, Serguey Shoygu, y el Jefe de Estado Mayor, Valery Gerasimov, pidiendo las cabezas de ambos, calificándolos de incompetentes, corruptos y asesinos de jóvenes y niños, en discursos siempre cargados de blasfemias y fuertes insultos.

Putin, al final, a pesar del descontento con Shoygu por el curso de la campaña militar en Ucrania, se inclinó para su lado, confirmando la necesidad de que el Grupo Wagner se subordine. Prigozhin vio así el riesgo de perder toda su maquinaria de guerra, su ejército particular y sus lucrativos negocios sucios en los conflictos armados en África y Siria. E incluso un serio riesgo para su vida, al perder su única defensa: su ejército privado.

El viernes 23 de junio, Prigozhin lanzó un video-bomba en internet, diciendo que el Alto Mando ruso había bombardeado un campamento del Grupo Wagner, causando decenas de muertos. Dijo que el ataque no quedaría sin respuesta y que él, acompañado por 25.000 hombres armados, se dirigiría a Moscú en la “Marcha por la Justicia”, a exigir las cabezas de Shoygu y Gerasimov. Denunció que la guerra contra Ucrania se inició sobre la base de una mentira, ya que Ucrania y la OTAN nunca habían amenazado con un ataque contra Rusia, y que toda la guerra fue un negocio sucio de Shoygu y Gerasimov, quienes tenían intereses particulares en la guerra, usándolo. como una forma de enriquecerse al asumir negocios en la región, y con mucha corrupción gracias a los fondos masivos destinados a las Fuerzas Armadas y desviados durante la guerra. Que ambos habían mentido al pueblo y al presidente Putin. También dijo que Ucrania avanzaba en todos los frentes de batalla en su contraofensiva y recuperaba territorios.

A partir de ese video, las cosas se desarrollaron con una velocidad inusitada. En pocas horas, la columna de la Marcha por la Justicia tomó la región de Rostov, el cuartel general del Distrito Militar del Sur, ubicado en la región y responsable por la ocupación de Ucrania, tomó el aeropuerto local, pasó por las regiones de Voronezh y Lipetzk, llegando a poco más de 200 km de Moscú, ¡prácticamente sin ninguna resistencia! En el camino, derribó un avión, 6 helicópteros y mató a 20 militares. Los videos muestran a los lugareños con Prigozhin en la Rostov tomada, haciéndose selfies y sonriendo. Otros videos muestran el descontento de los moradores locales con el motín. Y otros muestran a los habitantes huyendo de la ciudad.

El Ayuntamiento de Moscú declaró un régimen de “operación antiterrorista” en la capital (lo mismo hicieron las regiones de la Gran Moscú y de Voronezh), restringiendo el movimiento y los eventos, y poniendo en alerta a las fuerzas de seguridad. La Plaza Roja fue cerrada. Este lunes 26/06 se declaró feriado en Moscú. Se cavaron zanjas con retroexcavadoras en la carretera M4, que conecta Rostov con Moscú, y a la altura de Lipetzk, para detener el avance de la columna de Prigozhin. Las tropas de Kadyrov fueron enviadas a Rostov para enfrentarse a los mercenarios del Grupo Wagner, con órdenes personales de Kadyrov de masacrar a cualquier miembro del Grupo Wagner que encontrasen.

El motín fue llamado marcha, levantamiento armado, golpe de Estado y hasta revolución. Diferentes analistas compararon la marcha de Prigozhin con la del general Kornilov en 1917 y, sorprendentemente, incluso con la revolución rusa, ¡comparando a Prigozhin con Lenin!

Las instituciones del régimen comenzaron a hacer declaraciones de apoyo a Putin, como la FSB (la poderosa policía política, heredera de la KGB), gobernadores, policías, la Iglesia ortodoxa, pidiendo a Prigozhin que detuviera su marcha y comenzara una negociación. Durante todo este período, Putin, Shoygu y Gerasimov no dieron señales de vida. Se quedaron en silencio. Incluso el avión presidencial de Putin despegó de Moscú rumbo a Tver, siendo el vuelo más seguido por FlightRadar24, con 48.000 seguidores. El Kremlin afirma que Putin no dejó Moscú. Más tarde se supo que los dos aviones presidenciales dejaron de Moscú en dirección a Tver.

Las declaraciones de apoyo llegaron al ridículo de que las escuelas primarias y los museos de arte publicaran declaraciones como “en estos tiempos difíciles, estamos con nuestro presidente”. Los outdoors [afiches publicitarios] del Grupo Wagner, pegados por todo Moscú,y que mostraban a los mercenarios como héroes, fueron retirados rápidamente, incluso el sábado, por el gobierno. Además de las grandes tiendas físicas y online, el propio sábado se retiraron de los escaparates y catálogos las prendas de vestir y otros objetos con la simbología del Grupo Wagner.

Cuando Putin finalmente apareció en público con una declaración en cadena nacional, acusó (sin nombrar a Prigozhin) de traición a la patria, de ser apuñalado por la espalda, de hacerle el juego al enemigo, de intentar un golpe de estado, y dijo que las medidas más duras serían tomadas contra el motín. Prigozhin respondió que “El presidente está profundamente engañado. Nadie se entregará a petición suya”. La FSB y la Fiscalía abrieron un proceso penal contra Prigozhin por traición a la patria y organización de motín armado, con pena de 20 años de prisión. Hubo orden del Kremlin de eliminar físicamente a Prigozhin en su camino a Moscú. El choque militar entre Progozhin y las FFAA parecía inevitable.

Pero poco después, Prigozhin anunció su retirada. Declaró que regresaba a Rostov, luego de una negociación mediada por Alexandr Lukashenko, el dictador de Belarus, a pedido de Putin. La seguridad de Prigozhin estaba asegurada y que él se dirigiría a Belarus. Los mercenarios del Grupo Wagner no serían procesados ​​ni juzgados y, si lo deseasen, pueden incorporarse a las Fuerzas Armadas rusas.

El motín terminó tan inesperadamente como comenzó. Ya se han cerrado las fosas abiertas en la carretera M4, aún se mantiene el feriado en Moscú este lunes, se ha revocado el régimen de “operación antiterrorista”. Las tiendas volvieron a poner a la venta camisetas del Grupo Wagner. Los medios oficiales de comunicación hablan de que la situación es absolutamente normal. Y los aviones presidenciales retornaron a Moscú…

¿Qué conclusiones podemos sacar de todo este proceso?

Primero, que el motín de Prigozhin fue exactamente eso, un motín. No fue un intento de golpe de Estado, ya que nunca tuvo como objetivo derrocar el gobierno. Por el contrario, Prigozhin evitaba a Putin en sus declaraciones, atacando solo al Alto Mando. Posiblemente tratase de convencer a Putin de que reorganizara el Alto Mando, destituyendo a Shoigu y Gerasimov. Y como Putin, tras un largo silencio, se inclinó hacia Shoygu, cuando ya no le fue posible a Prigozhin dar marcha atrás, la crisis se precipitó. Chantajes de este tipo por parte de Prigozhin ya habían ocurrido antes, por ejemplo, cuando amenazó con abandonar el campo de batalla en Bakhmut en medio de la batalla decisiva y en vísperas de la celebración del Día de la Victoria, el 9 de mayo, si Shoygu y Gerasimov no le enviaban el armamento solicitado, en la cantidad pedida. Al principio, los dos se negaron, diciendo que tanto armamento en manos de Prigozhin era peligroso y que el resto de las tropas también necesitaba armas. Putin intervino directamente, con órdenes de enviar todo lo que había pedido Prigozhin. Quizás esta vez Prigozhin haya preparado un chantaje similar, pero se le fue de las manos cuando Putin no lo aceptó.

Tampoco fue un levantamiento popular y mucho menos una revolución, por una razón fundamental. No hubo participación activa de las masas en el proceso, ni en apoyo al gobierno ni en apoyo a Prigozhin. Fue una acción restringida al Grupo Wagner. Las masas en Rusia se han mantenido pasivas. Por lo tanto, cualquier comparación con 1917 es equivocada. Entonces, con Lenin, totalmente absurda. Pero esto no quiere decir que las masas no desempeñaron allí ningún papel. Si una acción como la de Prigozhin fue posible, es fruto del profundo descontento de las masas y en la base de las Fuerzas Armadas con la guerra. Es revelador que Prigozhin no organizó su motín sobre la base de sus demandas tradicionales, como “más armamento”, “declarar guerra total”, “movilización general de la población”, lo que habría sido bastante impopular. Por el contrario, Prigozhin se ganó la simpatía al denunciar que el Alto Mando era perezoso, incompetente, corrupto y que no se preocupaba por la vida de los soldados. Denunció que la guerra no tenía sentido, ya que Ucrania y la OTAN no habían amenazado a Rusia. Exigió la cabeza de Shoygu y Gerasimov. No hay forma de que estas denuncias no calen hondo en la conciencia de la gente, y en especial de los soldados. Es muy posible que una parte de la población, y quizás el propio régimen y la oligarquía, viera a Prigozhin, por contradictorio que parezca, como un posible vector para el fin de la guerra. No es casualidad que el oligarca, opositor liberal y exiliado Mikhail Khodorkovsky haya declarado su apoyo a Prigozhin.

En segundo lugar, el motín expuso no solo el descontento por abajo de la sociedad rusa, sino también en su cúpula. Reveló la profunda división existente dentro del régimen de Putin, del cual Prigozhin y su Grupo Wagner son parte integrante. La línea divisoria entre las instituciones nos permite sacar varias conclusiones.

El Alto Mando de las Fuerzas Armadas no se dividió. Incluso el comandante más cercano a Prigozhin, el general Surovikin, pidió a Prigozhin que detuviera su marcha y aceptara la autoridad de Putin. Pero hay muchos relatos de que en las bases de las Fuerzas Armadas las cosas son muy diferentes y que hay mucho apoyo para Prigozhin. El hecho de que la marcha fuese interrumpida no permitió ver en la práctica esta división, pero el nerviosismo del Alto Mando demuestra la seriedad de la situación. Además, Prigozhin tomó, sin ninguna resistencia y sin disparar un solo tiro, el cuartel general del Distrito Militar del Sur, que es responsable por la dirección operativa de la guerra contra Ucrania. A partir de ahí, grabó videos para todo el país, mostrando cómo funcionaba con normalidad el cuartel general bajo su control, denunciando que el número de víctimas rusas era cuatro veces mayor al anunciado, y que el número de víctimas ucranianas era diez veces menor de lo que la televisión rusa decía. Sostuvo conversaciones presenciales con el teniente general del Ejército, Vladimir Alexeyev, y con el viceministro de Defensa de Rusia, Yunus-Bek Evkurov. Al pasar por Voronezh, Prigozhin también afirmó haber tomado todas las instalaciones militares claves de la región sin resistencia. Según Prigozhin, los pilotos se habrían negado a bombardear su “Marcha por la Justicia”. Shoygu y Gerasimov, de quienes Prigozhin pidió sus cabezas, hasta el momento en que terminamos este texto no han dado absolutamente ninguna declaración sobre lo sucedido. Entraron en la crisis mudos y salieron callados. Ni siquiera se sabe dónde están. Todo esto es seguido en tiempo real a través de Telegram por los soldados rusos en las trincheras.

Aunque los gobernadores declararon su apoyo al poder establecido, al orden constitucional y al presidente Putin, ninguno de ellos dirigió crítica alguna a Prigozhin, y mucho menos lo llamó traidor, bandido o quintacolumnista. El gobernador de Sebastopol, Crimea, simplemente dijo que no tenía suficiente información para emitir un juicio. Los gobernadores de Rostov, Voronezh y Lipetzk, por donde pasó la columna de Prigozhin, declararon formalmente su apoyo al presidente, pero no opusieron resistencia al paso de Prigozhin, no se disparó un solo tiro. Dieron declaraciones genéricas de que “todo está bajo control” y pidieron a la población quedarse en casa, y que estarían prestando todos los servicios necesarios, de salud y abastecimiento a la población, para que la Marcha Prigozhin no les causara ningún perjuicio.

Los oligarcas, la gran burguesía rusa, han permanecido en completo silencio. La única empresa importante que habló, X5 Group, propiedad del oligarca Mikhail Fridman, el sexto hombre más rico de Rusia y sancionado por EE. UU. y la UE, dijo que estaba asegurando el suministro de alimentos a través de sus supermercados en las regiones de Rostov y Voronezh, que la gente no tenía por qué preocuparse.

En el caso de la FSB, la situación es confusa. Oficialmente, declaró su apoyo al presidente Putin y abrió un proceso criminal contra Prigozhin por motín armado. Posteriormente, retiró el proceso. Ahora dice que no fue retirado. La FSB realizó búsquedas el sábado en las oficinas del Grupo Wagner por todo el país y mostró en la televisión que había encontrado cajas de cartón en la oficina central del Wagner con millones de rublos en efectivo, así como lingotes de oro. Pero este lunes se permitió la reapertura de las oficinas del Grupo Wagner. El presidente de la FSB y secretario del Consejo de Seguridad del País, Nikolai Patrushev, después de que Putin declarara que el motín era una traición a la patria, fue a negociar con Prigozhin y se puso en contacto con Lukashenko para que asumiera la primera línea de la negociación. El servicio de seguridad estadounidense dijo que sabía con dos días de anticipación que Prigozhin preparaba un motín armado. ¿Y la todopoderosa FSB no sabía nada? ¿Y no informó a Putin? Es casi imposible creer esto. Por cierto, el día del motín, Patrushev ni siquiera estaba en Rusia, estaba en Kazajistán. Según la BBC rusa, en el momento en que Prigozhin estaba a solo 400 km de Moscú, sus fuentes dentro de la FSB dijeron que todavía no había un plan elaborado para detener el motín de Prigozhin.

Kadyrov, el comandante checheno, que normalmente se ponía del lado de Prigozhin contra Shoygu y Gerasimov, esta vez se puso claramente del lado del Alto Mando y envió a sus hombres a detener la marcha de Prigozhin.

La Iglesia Ortodoxa declaró su apoyo a Putin

La Fiscalía General abrió un caso penal contra Prigozhin y luego dio marcha atrás y canceló el proceso. Este lunes declaró que el proceso no ha sido cerrado y que las investigaciones continúan.

Los medios de comunicación oficiales adoptaron un tono inusual. En términos generales, repitiendo lo dicho por el gobierno, pero llamando la atención sobre contradicciones, como el largo silencio de Putin, o sobre dar la orden de eliminar a Prigozhin y luego llamar a Lukashenko a construir un acuerdo, otorgando salvoconducto a Prigozhin tras acusarlo de traición. En algunos casos, parecían mostrar la ridiculez de la posición de Putin.

Todo esto apunta a una profunda división en el régimen. Esta división impregna a todas las instituciones, especialmente a las FFAA.

En tercer lugar, esta crisis de ninguna manera ha terminado. Aunque al final se llegó a un acuerdo, sin un enfrentamiento abierto entre fuerzas militares, el acuerdo es muy frágil. La división en las instituciones permanece. Tras el acuerdo, el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitriy Medvedev, afirmó que el motín tenía el dedo de potencias extranjeras detrás. El presidente serbio, Aleksandar Vučić, dijo lo mismo. Si eso fuera cierto, ¿cómo Putin concedió salvoconducto a Prigozhin y perdón a todos los miembros del Grupo Wagner? En el informativo dominical de mayor audiencia (Vesti Nedeli), totalmente alineado con el Kremlin, se afirmó: “Putin dijo hace unos años que la traición no se puede perdonar. Y fue exactamente una traición lo que sucedió ahora. En tiempos de guerra, es un crimen muy grave”. El otro noticiero dominical (Itogui Nedeli) afirmó que “Lo ocurrido fue una verdadera puñalada por la espalda… En tiempos de guerra, los motines son siempre obra de inteligencia extranjera… Fue una traición”.

Por otro lado, el jefe del Comité de Defensa de la Duma de Estado, el diputado Andrei Kartapolov, afirmó que los miembros del Grupo Wagner “no hicieron nada reprobable”, “no hicieron mal a nadie ni destruyeron nada”, que nadie puede reprocharles por nada, «ni los residentes de Rostov ni los militares del Comando Sur ni a los cuerpos de seguridad«. ¡Y esto después de que el Grupo Wagner derribara siete aeronaves rusas y matara a 20 militares!!! Kartapalov dijo incluso que no hay razón para prohibir el Grupo Wagner, ya que es el mejor regimiento listo para el combate de Rusia, y que disolverlo sería un regalo para Ucrania y la OTAN. Y ahí hay un problema grave, que es qué fuerza militar sustituirá al Grupo Wagner en la guerra contra Ucrania. Al fin y al cabo, hay 30.000 combatientes menos, exactamente los mejor preparados. Estas fisuras no serán fáciles de soldar, más aún en el marco de una guerra muy difícil para Putin.

Como dijimos anteriormente, los servicios de inteligencia estadounidenses afirmaron saber con dos días de anticipación sobre el posible motín de Prigozhin. Dicen que no alertaron al gobierno ruso, ya que tenían una posición de no tomar partido en el conflicto. Por la misma razón, congelaron un nuevo paquete de sanciones contra el Grupo Wagner, que debía entrar en vigencia esta semana, para que no parezca, nuevamente, que tomaba uno de los lados. Hubo conversaciones entre los servicios de seguridad de las principales potencias de la OTAN, con la conclusión de que no sería deseable una desestabilización aún mayor de Rusia, de forma que su arsenal atómico cayese en manos de señores de la guerra, como Prigozhin. El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que estaba preocupado por los acontecimientos en Rusia y pidió a todas las partes involucradas que asuman la responsabilidad para evitar más tensiones. Llama la atención esta postura cuidadosa del imperialismo, preocupado en primer lugar con una crisis grave del gobierno de Putin.

El gobierno ucraniano ha hecho declaraciones en el sentido de que toda la inestabilidad dentro de Rusia es bienvenida y que Putin cosecha lo que siembra. Pero llama la atención que en los dos días de profunda inestabilidad, Ucrania no aprovechó el momento para dar un golpe más contundente en el terreno militar.

China, a pesar de las declaraciones formales de apoyo al orden institucional en Rusia y al presidente Putin, publicó en su prensa que la sociedad rusa estaría “ansiosa por el fin de la guerra”, y que es crucial para Putin realizar testes con la población. Los comentaristas chinos dijeron que la guerra de Ucrania es «uno de los mayores obstáculos para la normalización de las relaciones de China con los países occidentales».

La confianza en Putin está profundamente afectada. Todo el discurso oficial de que está ganando la guerra y de que todo está bajo el control de Putin se viene abajo. Ya nadie cree en el discurso de que “La Gran Rusia se está reirguiendo”. Putin tuvo que retirar sus acusaciones contra Prigozhin. ¿Qué hará con los sectores del régimen que vacilaron ante el motín de Prigozhin? ¿Una purga general? ¿Y con las miles de personas que publicaron mensajes de apoyo a Prigozhin en las redes? ¿Perseguir a uno por uno? ¿Nadie investigará los siete aviones rusos derribados y los veinte militares rusos muertos por Prigozhin?

El Alto Mando está profundamente cuestionado, ¡y esto en medio de una guerra! La baja moral de las tropas rusas sufre un nuevo golpe. Si Putin mantiene a Shoygu y Gerasimov, que hasta el momento no han dado la cara, el cuestionamiento se profundizará. Si los reemplaza, le dará una victoria a Prigozhin. Lukashenko recupera algo de autoridad, después de dos años bajando la cabeza ante el Kremlin. Y ahora tiene control sobre lo que dice o hace Prigozhin. China empieza a tener cada vez más dudas sobre su “aliado”. Y Prigozhin definitivamente se convirtió en la segunda persona en el país en popularidad, una posición que ya Shoygu ocupaba en un pasado reciente.

Todo esto refuerza que la resistencia ucraniana, incluso con todas las dificultades de enfrentarse a Fuerzas Armadas más poderosas, sigue creando profundos obstáculos a Putin. ¡Existe una posibilidad real de una victoria ucraniana en la guerra, que entierre el régimen contrarrevolucionario de Putin y abra así toda una nueva etapa en la lucha de clases en todos los países de la antigua URSS y en los países del Medio Oriente!

Traducción: Natalia Estrada.

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