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Perú

¡Paro Nacional para que se vayan todos!

diciembre 9, 2022

La experiencia del gobierno “popular” acabó 17 meses después, y lo hizo en el mejor escenario para la burguesía, que hoy celebra en todos los tonos: con la vacancia resuelta por el Congreso con amplitud de votos, y con Castillo defenestrado y preso por intentar un torpe autogolpe de Estado.

Ahora, la burguesía pretende volver a la “normalidad” con un gobierno que garantice el funcionamiento de las instituciones y la operatividad de las políticas que hacen funcionar y crecer los negocios. Pero este plan, si bien ha logrado un gran paso, está lejos de ser alcanzado. Primero, porque apenas se ha establecido un gobierno transitorio y precario. Y segundo, porque el movimiento obrero y popular — que colocó y sostuvo a Castillo con la expectativa de ver atendidas sus aspiraciones–, no ha dicho su última palabra.

El intento de vacancia cocinada por la derecha desde el primer día, no podía concretarse, además de por la falta de suficientes votos en el Congreso, porque temía la reacción de las masas obreras y populares que, aun en el eclipse de Castillo, puedan responder en las calles, identificando con claridad a sus enemigos en el otro bando de la contienda.

En la hora crítica –y desnudando todas las falencias de su gobierno como han sido la improvisación y sus formas políticas autoritarias–, Castillo pretendió un golpe decretando el cierre del Congreso y la convocatoria a una Constituyente. Esta ruptura del “orden constitucional” bastó para que la mayoría de la bancada de “izquierda” sumara sus votos a los de la derecha, pensando más en la defensa de sus curules que en la defensa de la democracia, mientras por su lado las direcciones renunciaban a movilizarse en defensa de dichas medidas, después de haberlas reclamado, mostrando que solo hacían demagogia.

Así, la política de esa izquierda (Perú Libre y JP, seguida por la CGTP), consumó el fracaso estrepitoso de la corta experiencia del gobierno de Pedro Castillo; gobierno no solo continuista en lo esencial de las políticas de siempre, sino además manchado de corrupción y de autoritarismo, dejando en manos de la burguesía corrupta y golpista las banderas de la lucha contra la corrupción y de defensa de la democracia. Así, con toda esa “izquierda” colocada a la cola y votando juntos a la reacción burguesa, dejaron sin respuestas a amplios sectores de los trabajadores y el pueblo.

Con la vacancia la burguesía buscaba un nuevo gobierno suyo, pero se ha tenido que contentar con la sucesión de Dina Boluarte. Ella no es la continuidad de Castillo sino es un nuevo gobierno impuesto y sostenido por la mayoría reaccionaria del Congreso, que es la que orientará y dirigirá sus políticas de gobierno contrarias a las mayorías obreras y populares. No obstante, esa “izquierda” no aprende de los golpes y ahora se reacomoda bajo sus faldas pretendiendo mantener una cuota de poder.

Lo importantes es que los sectores obreros y populares no ven con buenos ojos la salida producida. Y aunque no piensan reclamar la vuelta de Castillo convertido en un fraude, ahora quieren ir por lo suyo reclamando que se vayan los verdaderos responsables de la crisis, el Congreso entre ellos.

Así, mientras la burguesía y sus instituciones pretenden haber resuelto la crisis, ingresamos a un nuevo momento de ella, en la que las masas, liberadas de la falsa expectativas en el gobierno de Castillo, pueden desplegar todas sus fuerzas para derrotar a los que hoy cantan victoria y que en realidad son los verdaderos detentores del poder político y económico en el país, colocando en primer plano lo que fue desplazado todo este tiempo: las demandas obreras y populares.

En esta nueva situación está planteada hacer lo que no se hizo en todo este periodo: organizar un plan de lucha unitario y preparar ya un paro nacional combativo, para volcar todas las fuerzas a la acción directa, para que se vayan todos y se convoque a una Asamblea Constituyente que realice los cambios de fondo y se atienda las demandas urgentes del pueblo pobre y trabajador.

La principal lección de todo este periodo fue la renuncia de las direcciones de izquierda a llevar a cabo este plan de lucha, para apoyar la conciliación del gobierno de Castillo con la burguesía y su Congreso corrupto, política que ha producido la actual situación y que ha fortalecido a la derecha golpista revestida ahora de democrática, al costo de postergar la lucha por las demandas obreras y populares. 

La recuperación de la independencia del movimiento de masas y de su vuelta a las calles, no puede ser esta vez para que simplemente haya nuevas elecciones, es decir para repetir la historia. Las conquistas las vamos a lograr en las calles. Y los cambios de fondo solo van a venir con la conquista de un gobierno de las organizaciones obreras y populares que, para que sea posible, deberá derrotar a toda la actual institucionalidad burguesa que ha mostrado que impide toda posibilidad de cambio, incluso de reformas tibias, y que ha mostrado en la actual crisis la manera como se une para defender sus privilegios.

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