Palestina Libre: “Resistimos, existimos, no seremos borrados del mapa”
Un año de genocidio en Gaza. Un año más de resistencia del pueblo palestino. A partir de su falsa propaganda, Israel se sintió apoyado, como base militar del imperialismo en la región de Medio Oriente y el Norte de África, para buscar su “solución final” en la continua Nakba (la catástrofe palestina cuya piedra angular es la formación de este Estado racista el 15 de mayo de 1948).
Por: Soraya Misleh
Según un estudio de investigadora de la Universidad de Edimburgo, si el genocidio continúa, para finales de 2024 habrá alrededor de 335.500 palestinos muertos en Gaza, 14% de la población de la estrecha franja. Y hay experimentos de reproducción del genocidio en Cisjordania y el Líbano. Pero lo decimos alto y claro: resistimos, existimos, no seremos borrados del mapa.
El pueblo palestino ha enfrentado esta amenaza durante más de 76 años, en la continua Nakba. En 1948, sobre sus cuerpos y los escombros de sus aldeas, se creó Israel sobre 78% de la Palestina histórica. Desde entonces, la sociedad palestina ha estado completamente fragmentada: la mitad de los 13 millones se encuentran en refugio/diáspora y la otra mitad bajo colonización violenta, apartheid, limpieza étnica y genocidio.
En 1948, dos tercios fueron expulsados violentamente en una limpieza étnica que incluyó genocidios en decenas de aldeas en las que las violaciones fueron instrumentales para aterrorizar a la población y obligarla a abandonar las tierras que siempre habían sido suyas. Alrededor de 800.000 palestinos se convirtieron en refugiados de la noche a la mañana y alrededor de 530 aldeas fueron destruidas para dar paso a los kibutzim (asentamientos que proliferan cada día, construidos, por lo tanto, en tierras palestinas). Kibutzim como los ubicados alrededor de la Franja de Gaza, que fue ocupada militarmente, junto con Cisjordania y la Ciudad Vieja de Jerusalén, en 1967.
Gaza y Cisjordania
Gaza ya se enfrentaba a una situación dramática, después de 17 años de criminal cerco sionista y una serie de masacres. Naciones Unidas (ONU), en 2015, incluso llegó a afirmar que la estrecha franja se volvería inhabitable en cinco años. No empezó ahora, cuando todo está destruido y la carnicería continúa, además de la imposición israelí al hambre, la sed, la falta de condiciones sanitarias y de tratamiento médico a los ahora más de 2 millones de palestinos (aparte de los que fueron asesinados).
En Cisjordania y la Ciudad Vieja de Jerusalén, el apartheid, la agresiva expansión colonial y la limpieza étnica son la norma a la que la ocupación sionista somete a unos 3,2 millones de palestinos. En esta nueva fase de la Nakba, más de 700 personas han muerto y miles han resultado heridas, con decenas de ciudades sitiadas y aldeas despobladas, en medio de ataques de las fuerzas de ocupación y pogromos de colonos racistas y violentos. Israel ha autorizado nueve mil nuevos asentamientos en medio del genocidio actual. El robo de tierras palestinas se acelera. Además, se ha más que duplicado el número de presos políticos, que son sometidos a torturas indescriptibles, incluida la violación.
La responsabilidad del Brasil: el gobierno de Lula necesita romper relaciones con Israel de inmediato
A diferencia de lo que presenta el oligopolio mediático en manos de los grandes capitalistas, lo que vemos hoy no es una guerra entre iguales, sino, vale reafirmarlo, un genocidio –conforme se describe incluso en la Convención para la Prevención y la Represión del Crimen de Genocidio, ratificado por Brasil el 15 de abril de 1952.
Según esta Convención, que irónicamente se remonta al 9 de diciembre de 1948 –cuando los palestinos se encontraban ante la piedra fundamental de la Nakba–, “se entiende por genocidio cualesquiera de los siguientes actos, cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente:, un grupo nacional, étnico, racial o religioso, tales como: asesinato de miembros del grupo; daño grave a la integridad física o psíquica de los miembros del grupo; sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que le causen destrucción física total o parcial; medidas para prevenir nacimientos en el seno del grupo; traslado forzoso de menores de un grupo a otro”.
En otras palabras, todo lo que Israel hace contra el pueblo palestino está ampliamente documentado y es transmitido en vivo. Los signatarios de esta Convención tienen la obligación de no permitir el genocidio y pueden ser considerados responsables por inacción u omisión. Entre ellas, “establecer sanciones penales efectivas” para quienes cometan este crimen de lesa humanidad.
El gobierno habla de genocidio, pero no rompe relaciones
Lula reconoció, allá por febrero, durante su participación en la 37ª Cumbre de la Unión Africana en Etiopía, el genocidio cometido por Israel contra el pueblo palestino en Gaza, y lo reiteró en otras ocasiones.
Sin embargo, un año después –y con el genocidio tocando a las puertas del Líbano y con más intensidad en Cisjordania–, Brasil no sólo mantiene acuerdos y relaciones con Israel, sino que, a través de su Ministerio de Relaciones Exteriores, difundió el 7 de octubre de 2024 una nota de prensa digna de repudio.
En el comunicado, el gobierno de Lula insiste en clasificar erróneamente a la resistencia palestina como “ataques terroristas”, lo que ignora el reconocimiento del derecho de los pueblos colonizados a resistir por todos los medios, y se hace eco de la propaganda de guerra contra todo el pueblo palestino. La nota es tan lamentable que los palestinos no existen en ella. El genocidio que reconoció Lula está ausente.
Con motivo del primer aniversario del genocidio y de la heroica e histórica resistencia palestina, que no disminuye, en las calles y en todas partes se alzan voces que exigen la ruptura inmediata de las relaciones económicas, académicas y diplomáticas con el Estado genocida de Israel. Esta es la solidaridad que necesitamos y queremos. Seguiremos en marcha hasta la Palestina libre del río al mar.
Traducción: Natalia Estrada.