Otros junios vendrán: ¡es necesario explotar el “armario” y también el capitalismo!
El 28 de junio de 1969, travestis, transexuales, gays, lesbianas y bisexuales hicieron sonar un grito de «basta» que se propagó por el mundo y aún hoy resuena, cuando transformaron el Bar Stonewall, en Nueva York (EE.UU.), en escenario de un protesta contra la represión y la falta de derechos.
Por: Secretaría Nacional LGBT, PSTU Brasil
La Rebelión de Stonewall se convirtió en un hito de la revuelta contra la opresión histórica, hipócrita y moralista que pretende condenarnos a la oscuridad o, en el mejor de los casos, a la existencia en espacios restringidos, los llamados “guetos”.
Desde entonces, a costa de intensas y constantes luchas, mucho ha cambiado, pero la LGTBIfobia todavía persigue y castiga a millones.
Todavía lejos de la libertad, la igualdad y los derechos que necesitamos
Durante décadas, Brasil ha sido el país que más personas LGBTI mata. El hecho es que vamos por la vida como si tuviéramos un punto permanentemente impreso en nuestros cuerpos, enfrentando violencia emocional, psicológica y física.
Esto se intensifica entre las personas LGBTI de clase trabajadora, más vulnerables en una sociedad que nos explota, nos segrega en las periferias y restringe nuestro acceso a servicios públicos, donde somos objeto de amenazas y perversidades.
La Revuelta de Stonewall no fue “solo” por libertad y respeto en los marcos de la sociedad capitalista. Cualquier conquista es importante, pero en la “democracia de los ricos”, todas ellas serán parciales y estarán amenazadas. Por lo tanto, es necesario explotar “los armarios” de la opresión y del capitalismo para tener plenos derechos, justicia y libertad.
Opresión sin límites alimentada por la crisis
La ultraderecha es la expresión más nefasta de la barbarie capitalista. Aquí, Bolsonaro libró un combate ideológico contra LGBTI+. No destinó fondos para combatir la LGTBIfobia; criminalizó el debate de Educación Sexual en las escuelas; recortar los fondos del SUS [Sistema Único de Salud] y el subsidio para el tratamiento del VIH.
Pero las LGBTI respondieron a la misma altura, ocupando las calles en los actos del “Fuera Bolsonaro” con banderas arco iris. No en vano la derrota electoral de Bolsonaro fue como un soplo de aire fresco en nuestras vidas.
Sin embargo, la ultraderecha no fue derrotada y sigue actuando en grupos organizados. Por eso, enfrentarla, organizar la autodefensa y bloquear cualquier amenaza a las libertades democráticas son tareas fundamentales. Algo que sólo puede ser hecho con independencia de clase.
Lula-Alckmin-Centrão: obstáculos en la lucha contra la LGBTIfobia
El Frente Amplio de Lula es una reedición agudizada de las viejas alianzas de gobiernos anteriores, en los cuales, en nombre de la «gobernabilidad», se concertaban acuerdos con conservadores y reaccionarios. Dilma rifó nuestros derechos, a través del veto al “kit-antihomofobia” en las escuelas y el “cajoneo” del PLC 122, que criminalizaría la homofobia.
El resultado no podía haber sido otro. La encuesta del Grupo Gay de Bahia muestra que la media anual de asesinatos LGBTI casi se triplicó entre el primer mandato de Lula (163) y el final del mandato de Dilma (445).
Hoy, aun con las diferencias en relación con Bolsonaro, creer que el gobierno será un aliado efectivo en la lucha contra las opresiones es pura ilusión. Declaraciones de buenas intenciones, Ministerios y Consejos específicos no traerán cambios reales, puesto que hay una sumisión a los intereses de banqueros, empresarios, sectores del agro.
Y Lula, en particular, ya ha dado señales de que la LGTBIfobia no está en el centro de sus preocupaciones. Durante la campaña e incluso durante la posesión del cargo, simplemente nos hizo invisibles. En Bahia, posó abrazado con el pastor y diputado Isidório, de Avante, enemigo de las LGBTI, que se considera un “ex-gay”, y es un defensor de la “cura gay”. Su principal proyecto en el Congreso fue la creación del «Día del Hétero».
Lula solo puede ofrecernos migajas
Este año, el lema de la Marcha LGBTI de São Paulo es una exigencia a Lula: “¡Queremos políticas sociales para LGBT+, en su totalidad y no por la mitad!” .
Un reclamo justo, pero que tiende a caer en el vacío, a pesar de las reconocidas diferencias entre este gobierno y el de Bolsonaro, e incluso con el nombramiento de la activista trans Symmy Larrat para la Secretaría Nacional LGBTQIA+ del Ministerio de Derechos Humanos, que, dígase de paso, tiene el presupuesto federal más pequeño.
Está claro que no tendremos las barbaridades de Bolsonaro. Pero lo que tendremos por delante es lo mismo que ocurrió con los pueblos indígenas con Marco Temporal y con los defensores del medio ambiente, con el vaciamiento de su Ministerio. Todo justificado por la “unidad de las fuerzas progresistas” contra la ultraderecha, pero que en realidad enmascara el sometimiento a la burguesía y el capital.
Para combatir la violencia es necesario sacar del papel la criminalización de la LGTBIfobia, derogar las reformas laboral y previsional, garantizar empleos con derechos y servicios públicos específicos y de calidad para nuestra comunidad.
Es necesario “rescatar el espíritu de Stonewall”
En las celebraciones del Orgullo LGBTI+ levantaremos nuestras banderas con orgullo, pero también conscientes de que la lucha contra los prejuicios y la discriminación tiene un lado: el de los más oprimidos y explotados.
Lamentablemente, esta tradición fue abandonada por las Marchas, que cedieron a la “domesticación” impuesta por sus financiadores, quienes se presentan como “aliados”, pero quieren lucrar con el “mercado rosa”.
El PSTU participará de los actos con total independencia de los gobiernos, como sucederá en São Paulo con el Bloco de Esquerda, dentro del cual orgullosamente levantaremos las banderas del arco iris junto a las que esgrimen los movimientos sindicales, populares, de negros y negras, y de mujeres de clase trabajadora.
Artículo publicado en www.pstu.org.br
Traducción: Natalia Estrada.