Se avecina un nueva crisis económica, pero los trabajadores del mundo entero se deparan, hoy, con las consecuencias de la crisis anterior.
Por: Em Luta, Portugal
Las rebeliones en Chile, Ecuador, Cataluña, Hong Kong, Líbano e Irak muestran que millares de trabajadores, jóvenes y jubilados luchan contra esta guerra social de los capitalistas contra los derechos más básicos de la mayoría de la población, sea el aumento de servicios esenciales como transportes públicos o combustibles, producto de las intervenciones del FMI, o la violación del derecho de decidir, el derecho a la democracia. La respuesta de los gobiernos –de los dichos democráticos a los dictatoriales– fue la misma: reprimir a los luchadores e imponer por la fuerza el orden de la minoría. Los trabajadores no se intimidaron y han conseguido victorias, pero en todos encontramos en común la brutal desigualdad del capitalismo: una minoría todo bien, la amplia mayoría vive en la miseria. Y después de la crisis, la situación empeora cada día.
Los partidos que defienden la humanización del capitalismo demuestran cada vez más el fracaso de su proyecto: son incapaces de llevar hasta el fin la lucha contra los gobiernos capitalistas y no responden a los anhelos de los trabajadores, cuya solución pasa por destruir este sistema de opresión y explotación.
En Portugal, tenemos un nuevo gobierno del PS pero los problemas se arrastran. También aquí enfrentamos las consecuencias de las medidas para salir de la crisis de la mano de los burgueses: bajos salarios, rentas exorbitantes, precariedad, ritmos y turnos de trabajo alucinantes, deterioro de la salud y de la educación, el racismo que divide a los trabajadores, etc. También aquí la respuesta fue la represión contra los luchadores y huelguistas. Una nueva crisis encontrará a la clase trabajadora más pobre y más explotada.
En cuatro años, la Geringonça sirvió a los patrones y las multinacionales manteniendo la austeridad; el apoyo del Bloco de Esquerda (BE) y del Partido Comunista Portugués (PCP) solo sirvió para salvar al Partido Socialista (PS). También aquí BE, PCP y sindicatos burocráticos se muestran incapaces de responder a los trabajadores. Y, por eso, la extrema derecha quiere ocupar el espacio antisistema, cuando su salida es dividir a los trabajadores a través de la xenofobia y atacar las condiciones de vida de quien trabaja, salvando una vez más a los Ricardos Salgados[1] del país.
Por eso, no debemos tener ninguna confianza en el nuevo gobierno. Por el contrario, debemos prepararnos para continuar luchando por nuestros derechos. Frente a la austeridad y el fracaso del capitalismo, es preciso unir las luchas contra la explotación y la opresión, sin dar tregua al nuevo gobierno y a los patrones. Es preciso avanzar en la construcción de un sindicalismo y movimientos sociales independientes, democráticos y combativos, pues solo enfrentando el gobierno de la austeridad defenderemos nuestros derechos y combatiremos a la extrema derecha. Pero es preciso también construir una verdadera salida antisistema, que no tenga miedo de poner el dedo en la herida y llamar a las cosas por su nombre, incluso cuando se trate “de la izquierda”. Y esa solo puede ser una alternativa revolucionaria de los trabajadores.
[1] Ricardo Salgado es un economista portugués, fue presidente del Banco Espírito Santo. Una investigación del diario Correio da Manhã (CM) revela documentos que muestran la fortuna escondida del ex banquero y su mujer en cuentas offshore en Panamá, por valor de más de 1.200 millones de euros, ndt.
Artículo publicado en: https://emluta.net
Traducción: Natalia Estrada.