Níger: independencia de clase y lucha antiimperialista para detener el golpe
Por: Wilson Honorio da Silva, de la Secretaría de Formación del PSTU Brasil
A finales de julio, Níger, el segundo país más grande de África Occidental y uno de los más pobres del mundo, se vio sacudido por un golpe militar que depuso a Mohamed Bazoum, elegido en 2021. Asumió el poder el general Abdourahmane Tchiani, conocido como Omar Tchiani, apoyado, irónicamente, por la guardia presidencial, que encabezaba desde 2011 y se suponía que debía proteger a Bazoum, ahora mantenido bajo arresto domiciliario.
Tchiani y sus aliados del golpe alegaron la creciente inseguridad en el país y los muchos problemas en el gobierno como las principales motivaciones del golpe. Sin embargo, la situación es mucho más compleja, lo que incluso dificulta trazar hipótesis sobre el desarrollo del proceso.
El caso es que, desde entonces, la Constitución fue suspendida, los militares controlan todas las instituciones, y las protestas (a favor y en contra del golpe) han tomado las calles a diario. Y, por si fuera poco, el país se transformó en escenario de disputas entre distintas potencias capitalistas.
Por un lado, Francia (que colonizó Níger entre finales de 1800 y 1960), el conjunto de los países de la Unión Europea, Estados Unidos y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) ejercen presión (e incluso amenazan con intervenir militarmente en el país) para volver a llevar a Bazoum a la presidencia. Por otro lado, Rusia ha actuado directamente o a través del infame Grupo Wagner en apoyo de los golpistas.
Evidentemente, ninguno de estos sectores burgueses y capitalistas, dentro o fuera del país, puede ofrecer una salida favorable al sufrido pueblo nigerense. Al contrario. Todos quieren exactamente lo mismo: asegurarse de que el poder permanezca en manos de quienes mejor representen sus intereses, principalmente cuando se trata de extraer y comercializar los ricos recursos minerales de Níger.
Ante esto, aunque la tarea inmediata sea detener y derrotar a los golpistas, los trabajadores, trabajadoras, campesinos y jóvenes nigerenses no pueden confiar en las potencias extranjeras y ni siquiera en el presidente depuesto.
Por ello, la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional (LIT-CI) defiende que la necesaria y urgente lucha por las libertades democráticas confiscadas y pisoteadas por el golpe de Estado debe ubicarse dentro de la única perspectiva que puede garantizar la libertad, la justicia, la seguridad y, sobre todo, las condiciones dignas de vida para el pueblo trabajador, oprimido y explotado de Níger: la lucha por el socialismo.
De la prosperidad precolonial a la miseria impuesta por la explotación imperialista y sus cómplices
Níger tiene una población de alrededor de 25 millones de habitantes (la mayoría de ella islámica), que vive en un país que tiene más de 80% de su territorio cubierto por el desierto del Sáhara y donde dos de cada cinco personas viven, según el criterio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en condiciones de extrema pobreza; o sea, con un ingreso inferior a U$ 2,15/día.
La mayor parte de la población apenas sobrevive gracias a la agricultura de subsistencia en las escasas áreas fértiles del país; algo que no ha hecho más que empeorar en los últimos años, debido a otra tragedia provocada por la codicia capitalista: los brutales cambios climáticos que han asolado el planeta están acelerando el proceso de desertificación de la región, haciendo aún más escasas las zonas cultivables.
Pero, mientras la mayoría de los trabajadores y del pueblo padecen miseria y hambre, una pequeña elite burguesa, fuertemente ligada a los intereses imperialistas, se enriquece con la extracción y exportación de recursos minerales, como el oro, el petróleo y, en particular, el uranio, principal recurso natural del país (leer más abajo).
Sin embargo, la historia no siempre fue así. En el período precolonial, la región fue cuna de sucesivos imperios y civilizaciones que, a pesar de sus contradicciones, garantizaron enormes grados de prosperidad.
En la época de la colonización, alrededor de 1500, por ejemplo, el territorio de Níger pertenecía al Imperio Songhai, que se extendía desde el Atlántico hasta el Sáhara, con comunidades alfabetizadas (la región albergaba una de las universidades más antiguas del mundo, en la Mezquita de Sankoré, fundada en el año 989 d.C.) y bastante prósperas, principalmente debido a que Gao (hasta hoy la capital del país) es un importante cruce de caminos de las rutas comerciales que cortaban el desierto.
Todo esto cambió radicalmente con la llegada de los europeos, la esclavitud y, particularmente, a partir de 1896, cuando, en el marco de la infame Partición de África (concretada en la Conferencia de Berlín, en 1884/85), Níger fue incorporado al Imperio Francés, hasta que conquistó su independencia en 1960. Hoy, además de ser uno de los países más pobres del mundo, Níger tiene una de los peores índices de alfabetización del planeta.
Francia nunca sacó sus garras de Níger
Justo después del golpe, las escenas que se vieron en el mundo mostraban a cientos de personas rompiendo las ventanas de la Embajada de Francia e incendiando sus alrededores, gritando “Abajo Francia”. Y hay muchas razones para esto. El profundo odio de los nigerenses hacia el país europeo tiene tanto que ver con el pasado imperialista como con el presente. Y que el depuesto presidente se identifique con todo esto tampoco es casualidad.
Francia, de hecho, nunca ha sacado sus garras de Níger, y Bazoum es solo el último de una larga serie de gobernantes que han estado a la cabeza del país sirviendo como marionetas en manos de la burguesía francesa.
En suma, Níger es un lamentable ejemplo más de lo que sucedió en varios otros países africanos en el período poscolonial, marcado por intervenciones militares o eventuales gobiernos “democráticos” siempre apoyados por diferentes sectores de las potencias imperialistas modernas, con el objetivo de preservar sus intereses o conquistar nuevas áreas de influencia.
Desde la década de 1960, Francia ha intervenido sistemáticamente en los escasos procesos electorales y/o apoyado, de forma más o menos explícita, los diferentes regímenes autoritarios que gobernaron el país, manteniendo siempre una fuerte presencia militar. Hasta el golpe, había 1.500 soldados franceses estacionados en el país, así como una base aérea francesa para aviones de ataque y drones.
Además, la injerencia económica en el país, más allá de los negocios relacionados con los recursos minerales, puede ejemplificarse en el simple hecho de que, al igual que otros 14 países de África Occidental (que integran un bloque llamado cínicamente por el imperialismo “Françafrique”), la moneda oficial de Níger es el Franco CFA (acrónimo de African Financial Community – Comunidad Financiera Africana). Con un detalle: todos estos países están obligados a depositar 50% de sus reservas de divisas en el “Banque de France” (el Banco Central francés) y la moneda está vinculada al euro, lo que, evidentemente, permite a Francia ejercer control sobre la economía de los países que lo utilizan.
La descarada arrogancia imperialista del gobierno de Emmanuel Macron fue evidente en su primer discurso posterior al golpe, cuando afirmó que no “toleraría ningún ataque contra Francia y sus intereses” en Níger. Intereses que el depuesto presidente venía defendiendo con servilismo canino, al punto que la mayoría de la población lo identificaba fuertemente con los antiguos colonizadores e, incluso, exploradores. Y no sin razones.
“Es verdad que la política francesa en África no está siendo un gran éxito en este momento (…). ¿Pero tiene Francia la culpa? Pienso que no. Francia es un blanco fácil para el discurso populista (…), especialmente en las redes sociales entre los jóvenes africanos (…). Sus adversarios quieren proyectar una imagen de Francia como una potencia neocolonialista. Hay quienes se aferran a este cliché, que no es verdadero, pero que es muy útil para la propaganda”, declaró el expresidente al Financial Times, el 21 de mayo pasado, negando no solo el pasado, sino principalmente la realidad actual del país.
Desde que fue electo en 2021, en la primera transición de poder por vía electoral desde 1960, por el Partido por la Democracia y el Socialismo (PNDS, por su sigla en francés), nombre que en nada se corresponde con sus posiciones político-programáticas, Bazoum ha no solo fue un socio leal del imperialismo, sino también un ferviente defensor de aumentar la presencia militar francesa en el país, utilizando un argumento descarado muy a gusto de las potencias imperialistas: la “guerra al terror” contra grupos islámicos radicales y Al-Qaeda.
Como si no bastase, con el mismo objetivo, Bazoum dio pleno apoyo al incremento de la presencia militar de Estados Unidos, que también mantiene cuatro bases militares. Dos permanentes y dos “provisorias” (que llevan años ahí), y una de ellas de muy alta tecnología, incluso utilizada como plataforma para drones.
Además, entre mediados de mayo de 2021 y finales de 2022, el mandatario recibió parte de una dotación de cerca de 13.000 soldados de la llamada Misión Multidimensional Integrada de las Naciones Unidas para la Estabilización de Malí (MINUSMA), obligados a abandonar el país vecino, también tras un golpe militar, y de 3.000 soldados franceses de la llamada Operación Barkhane, un batallón “antiinsurgente”, destinado a controlar los conflictos en la región del Sáhara.
La disputa por el uranio y el control del Norte de África
“Guerra al terror”, “ayuda humanitaria” o “defensa de la democracia” son todos ellos argumentos falsos e hipócritas para justificar lo que realmente se esconde por detrás de la lucha por el poder y la intervención de las potencias internacionales (y sus distintos socios nigerenses) en el país: la disputa, en primer lugar, por el control de la extracción y exportación de uranio y, también, la importancia geopolítica de Níger.
Níger es el séptimo mayor productor de uranio del mundo. Y, según la Agencia de Suministro de Energía Atómica de la Comunidad Europea, en 2021 el país fue el principal proveedor de mineral para la Unión Europea, seguido de Kazajistán y Rusia. Hoy, el mineral extraído de Níger representa una quinta parte del total de las importaciones de uranio de la UE, donde es utilizado fundamentalmente para generar energía eléctrica.
En Francia, donde 45 % de la electricidad se genera con energía nuclear, 15 % del uranio se importa de Níger. Lo que hace que, como recordaron los compañeros de la Unión del Proletariado Revolucionario de Guinea Bissau, la UPRG Cassacá-64 (un grupo de jóvenes trabajadores simpatizantes de la LIT), en un post en Facebook, mientras “Níger ilumina la Torre Eiffel, y da electricidad a los franceses, 85% de su población vive sin energía eléctrica”.
Realizada con el sudor y la sangre de los trabajadores nigerenses, la extracción de uranio, además de los enormes riesgos para la salud y su impacto extremadamente destructivo (con la contaminación del suelo, del agua, de la fauna y de la flora, que termina introduciendo la sustancia en la cadena alimentaria ), beneficia única y exclusivamente al imperialismo internacional y a la burguesía del país.
Para tener una idea, sólo el Grupo Orano, una multinacional francesa, constantemente denunciada por los altos índices de radiactividad en las comunidades donde están instaladas sus minas, tiene un capital tres veces superior a toda la economía del país africano.
Además, Níger se encuentra en el corazón de una región estratégica del continente africano, el Sahel, una franja de tierra de unos 700 km de ancho, que se extiende desde el océano Atlántico hasta el Mar Rojo, sirviendo como región de transición entre el clima desértico del Sáhara, al norte y las sabanas del Sudán.
Precisamente por eso, no es casualidad que Níger haya sido el tercer país de la región, en los últimos años, en enfrentar golpes de Estado, convirtiéndose en epicentro de disputas entre potencias capitalistas. Lo mismo sucedió en Malí (en 2020 y 2021) y en Burkina Faso (dos golpes, solo en 2022).
Tampoco es casualidad que, en todos ellos, Rusia esté en el centro de estas disputas.
Los tentáculos rusos en África
Las escenas de nigerenses portando (o, literalmente, vistiendo) banderas rusas en manifestaciones golpistas han dado la vuelta al mundo, causando sorpresa y cuestionamientos. Después de todo, ¿qué llevaría al pueblo de Níger a apoyar el régimen capitalista y autoritario de Putin, o viéndolo como una alternativa al imperialismo francés?
El caso es que el gobierno de Putin lleva mucho tiempo intentando aumentar su influencia en el continente africano. Y ha tenido éxito. En entrevista publicada en el portal de la CNN, el 06/08/2023 (https://www.cnnbrasil.com.br/internacional/analise-golpe-no-niger-e-dor-de-cabeca-do-ocidente- e-oportunidad-da-russia/), habló sobre el tema Remi Adekoya, profesor asociado de política en la Universidad de York, en el Reino Unido.
“Cuando las personas hablaban sobre potenciales rivales de la influencia occidental en África, siempre era China. En los últimos dos años, esencialmente desde la guerra con Ucrania, Rusia ha intensificado sus esfuerzos y, de repente, Rusia vuelve casi como un actor geopolítico en el continente africano”, destacó el profesor, recordando, incluso, cómo los rusos han intentado utilizar el muy justificado odio africano a sus antiguas exmetrópolis imperialistas para ampliar su influencia.
A finales de julio, por ejemplo, el dirigente ruso promovió, en San Petersburgo, una Cumbre Rusia-África, con la participación de 49 países africanos, cuyo principal objetivo fue negociar apoyo político y mejores relaciones económicas (para Rusia, obviamente ), a cambio de acuerdos sobre suministro de granos (algo dificultado por la guerra con Ucrania) y, principalmente, de “cooperación militar”.
«Para fortalecer las capacidades de defensa de los países del continente, estamos desarrollando la cooperación en las esferas militar y técnico-militar«, dijo Putin durante la Cumbre, ofreciendo además «una amplia gama de armas y equipos de defensa» e invitando a los países para ejercicios militares en territorio ruso, para familiarizarse con las armas de nueva generación.
Durante el evento, los representantes de Burkina Faso y de Malí, cuyos golpes se produjeron meses después de la última Cumbre Rusia-África en 2019 (cuando los contratos de cooperación militar alcanzaron el valor de US$ 10.000 millones), reafirmaron su apoyo a la invasión genocida de Ucrania.
La reunión también estuvo marcada por la presencia del célebre Yevgeny Prigojin, líder del Grupo Wagner, que ha operado sistemáticamente en África. Además de explotar directamente recursos minerales en varios países del continente para financiar sus operaciones mercenarias, el Grupo se ha involucrado militarmente en procesos golpistas, como el de Malí, donde hay numerosos relatos de tortura y de masacre de cientos de personas a manos de los mercenarios neofascistas.
Algo que, con seguridad, puede repetirse en apoyo a los golpistas de Níger, a los que Prigojin ya ha ofrecido sus servicios, siempre escudado en un supuesto y absurdo discurso “antiimperialista”, como se hizo evidente en un audio filtrado recientemente (cuya autenticidad no se confirmó, pero el discurso es típico del discurso del líder del Grupo Wagner).
“Lo que pasó en Níger no es otra cosa que la lucha del pueblo de Níger contra sus colonizadores (…). Para controlarlos, los excolonizadores llenan estos países de terroristas y grupos armados, creando ellos mismos una gran crisis en temas de seguridad”, dijo Prigojin.
Por razones obvias, este discurso evidentemente resuena en el pueblo nigerense. En una entrevista con el portal de la BBC News, el 1 de agosto (https://www.bbc.com/news/world-africa-66365376), por ejemplo, un comerciante de la ciudad de Zinder, quien mantuvo su anonimato por razones de seguridad, vestido íntegramente con la bandera rusa, justificó su simpatía por Rusia de la siguiente manera:
“Soy pro Rusia y no me gusta Francia. Desde que era niño, me opongo a Francia. Ellos explotaron todas las riquezas de mi país, como el uranio, el petróleo y el oro. Los nigerenses más pobres no pueden comer tres veces al día por culpa de Francia (…) Quiero que Rusia nos ayude con seguridad y comida (…) Rusia puede ofrecer tecnología para mejorar nuestra agricultura”.
Lamentablemente, e incluso considerando los niveles absurdos de explotación y opresión en la propia tierra de Putin, además del genocidio en curso en Ucrania, sabemos muy bien que esto no es más que una ilusión. Los intereses de Rusia son los mismos que los de la Unión Europea y los de Estados Unidos: explotar al pueblo africano para satisfacer los intereses y las ganancias de su propia burguesía y sus proyectos políticos.
La independencia de clase y la lucha antiimperialista son las únicas salidas
En el mismo reportaje, sin embargo, la BBC News cita a un pequeño productor agrícola, también de la ciudad de Zinder, que tiene una posición diferente. “No apoyo la llegada de rusos a este país, porque son todos europeos y nadie nos va a ayudar”, dice el hombre, que agrega que su único deseo es ver a su pueblo viviendo en paz.
No podemos estar en desacuerdo con él. Con un “sin embargo”. El problema no es que “todos sean europeos”. Sino, sí, que todos son capitalistas. Y tienen el mismo objetivo: explotar la sufrida mano de obra africana y saquear hasta el último grano de sus recursos naturales.
Por eso, no hay salida que pueda garantizar a los trabajadores, a los campesinos y al pueblo de Níger la seguridad, la paz y las condiciones de vida que merecen mientras están amurallados por las presiones de la Unión Europea (particularmente, Francia), de Estados Unidos, de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental, de Rusia o de cualquier otra potencia capitalista y/o imperialista.
Es necesario que se autoorganicen, con independencia de clase, y luchen, ellos mismos, por el control del Estado y, en consecuencia, de sus vidas. E incluso, pese a la escasa información, se sabe que hay sectores movilizados contra el depuesto presidente que, en principio, no se alinean con las potencias en disputa.
Por ejemplo, en agosto de 2022, cuando Bazoum abrió las puertas del país a los soldados franceses de la Operación Barkhane, se formó una coalición, denominada Movimiento M62, integrada por activistas sociales, organizaciones civiles y sindicatos, que inició una campaña por la retirada de las tropas, contra el aumento del costo de la vida y los desmanes del presidente. Las protestas, sin embargo, fueron duramente reprimidas y algunos de sus principales líderes fueron detenidos en abril de 2023.
En el momento en que escribíamos este artículo, el espacio aéreo de Níger estaba cerrado, ante la amenaza de una intervención militar de sus vecinos africanos, con el objetivo de devolver el poder a Bazoum, a instancias, evidentemente, de las potencias europeas. Mientras tanto, Omar Tchiani y sus golpistas avanzaban en la consolidación del golpe, y Putin y el Grupo Wagner seguían tratando de estrechar sus alianzas con ellos.
Todos estos escenarios son pésimas noticias para el pueblo nigerense. Empezando, por supuesto, por la dictadura militar que, como lamentablemente conocen muy bien en el pasado reciente, significa, además de la violencia generalizada, la eliminación de las ya frágiles libertades democráticas sin las cuales es imposible siquiera organizarse para luchar.
Pero, además, no será a través de la reelección de un burgués imperialista pro-francés, como Bazoum, que los nigerenses podrán salir de la miseria e inseguridad en que viven. Mucho menos, confiando en un genocida autoritario como Putin y sus mercenarios neofascistas.
Por eso, creemos que el único camino a seguir es la lucha, en primer lugar, para bloquear y derrotar el golpe, pero con una perspectiva completamente distinta a las planteadas: con independencia de clase, en una lucha abiertamente anticapitalista y antiimperialista, con el fin de conquistar el poder.
Incluso por los crímenes de lesa humanidad que se cometieron en África, ya sea a través de la esclavitud o en el período neocolonial, las luchas en el continente necesitan, obligatoriamente, de una perspectiva antiimperialista, que implica exigir una reparación histórica (económica y social) por esos crímenes. Sin esto, no hay futuro posible.
Y más: estamos seguros de que los trabajadores, campesinos y jóvenes de Níger solo tendrán paz, justicia, libertad y condiciones dignas de vida cuando, junto con sus hermanos y hermanas de todo el continente africano, reunifiquen el continente, pero bajo la bandera de una África socialista, en la que sus enormes riquezas naturales y el producto del trabajo de sus pueblos sean apropiados y administrados por ellos mismos.
Traducción: Natalia Estrada.