Dom May 26, 2024
26 mayo, 2024

Lecciones de la lucha medioambiental en Panamá

Por Christine Marie

El movimiento ambientalista dominante en Estados Unidos, aunque lleno de activistas comprometidos, demuestra como un reloj su falta de voluntad para adoptar una estrategia ganadora. Este verano no será diferente, ya que las grandes organizaciones sin ánimo de lucro instan a los jóvenes a participar en El Verano del Calor en Wall Street. Este último consistirá en tres meses de acciones directas de tamaño modesto pero fotogénicas en objetivos del distrito financiero de la ciudad de Nueva York. Pequeños grupos de afinidad de todo el país se comprometerán con una o varias de estas actividades, arriesgándose a ser detenidos para demostrar su seriedad, mientras intentan captar la atención de la prensa de las grandes empresas y, a través de ese vehículo, convencer de alguna manera a los políticos que están hasta arriba de contribuciones basadas en los combustibles fósiles para que legislen una transición energética.

La insensatez de esta perspectiva, marcada en el crecimiento de las emisiones de CO2 hasta máximos históricos, debería estar clara; pero no se produce ningún cambio de rumbo. Afortunadamente, no debería ser difícil para quienes están abiertos a perspectivas más ganadoras ver que en Panamá está surgiendo un nuevo modelo más exitoso.

Panamá es el cuarto país más pobre del mundo y vive con el legado de la dominación directa por los Estados Unidos. Sin embargo, dentro del país existe una poderosa historia de lucha social y medioambiental que recientemente condujo a una victoria decisiva contra la gran minería. José Cambra, activista socialista revolucionario, miembro de la Asociación de Profesores de Panamá (ASOPROF) y dirigente de la Alianza de Pueblos Unidos por la Vida (APUV), de iniciativa sindical, que intervino en un foro celebrado el 25 de marzo y patrocinado por un capítulo de 350.org en Connecticut, afirma que esta victoria demuestra que el movimiento construido en Panamá contra una mina de cobre de First Quantum Minerals es hoy el movimiento ambientalista más importante del mundo. Demuestra, dijo, que si unimos a todos los sindicatos y movimientos sociales en las calles, “podemos ganar contra estas gigantescas empresas internacionales.”

En una América Latina polarizada y susceptible al populismo de derechas del tipo ejemplificado por Javier Milei de Argentina, los activistas han visto con razón las próximas elecciones de mayo de 2024 como un vehículo que podría poner viento en las ventas de la élite nacional e internacional empeñada en renegociar un contrato con First Quantum. Sin embargo, los analistas financieros internacionales se muestran pesimistas ante esta perspectiva. “Tan agitadas fueron las protestas”, han comentado varios, que “las perspectivas de que alguno de los candidatos reabra la mina en medio de la presión social parecen escasas” (Bloomberg, Vincius Andrade, 12 de abril de 2024).

¿Cómo ha manifestado el movimiento el nivel de presión social que ha dejado paralizada, al menos por el momento, a la élite nacional, que también esta sometida a la presión de los inversores internacionales para que restablezca el proyecto de la mina de 10.000 millones de dólares y aplique nuevos y profundos recortes en los servicios sociales? La respuesta corta es un liderazgo del movimiento dispuesto a apoyar la creación de espacios que permitieran a las víctimas de los fracasos del gobierno en todas las esferas de la vida aprender cómo la subordinación de la nación a la depredación imperialista, los recortes en los servicios sociales básicos, los ataques a los trabajadores organizados, la negación de la soberanía indígena y las crisis medioambientales están todos conectados.

El proceso que condujo a esta toma de conciencia sobre la relación de la degradación medioambiental con la degradación de toda la vida de la clase trabajadora dio un salto en 2022, cuando unas manifestaciones de un tamaño ya sin precedentes obligaron al gobierno a negociar abiertamente con las organizaciones del movimiento en la televisión pública. En esas discusiones, el gobierno se puso de parte de la oligarquía, que estaba permitiendo aumentos en el coste de las medicinas, una creciente falta de seguridad social y acuerdos corruptos con codiciosas empresas extranjeras. Las organizaciones del movimiento defendían, por principios, una política económica y medioambiental al servicio de la mayoría. Este espectáculo ampliamente visto construyó la autoridad de un movimiento independiente de la política y de los partidos de los patrones.

En octubre de 2023, cuando el gobierno de la oligarquía intentó firmar un nuevo contrato de 20 años con First Quantum Minerals, una empresa cuya gigantesca mina de cobre había sido declarada ilegal anterior por la legislación panameña, las sospechas y frustraciones de todos los sectores de las clases trabajadoras y las comunidades indígenas confluyeron en un gigantesco movimiento social que -aunque anclado en el paciente trabajo de militantes sindicales, organizadores comunitarios y redes indígenas durante décadas- desencadenó una nueva actividad creativa que no se podía prever. Las manifestaciones duraron más que dos meses, y trajeron una cuarta parte de la población del país en total a tomar las calles. Los pescadores utilizaron sus embarcaciones para bloquear los envíos marítimos de carbón a la mina y cerrar la central eléctrica. Otros activistas impidieron que se utilizaran rutas terrestres en su lugar. Las comunidades indígenas bloquearon la principal autopista costera del país, clave para el funcionamiento económico, y empezaron a utilizar los lugares de los bloqueos para celebrar asambleas políticas abiertas en las que se analizaba la crisis política. Los militantes de base desbordaron a la burocracia sindical, que no quería que la lucha fuera demasiado lejos. Se desplegaron para hablar a los trabajadores -pueblo por pueblo, centro de trabajo por centro de trabajo- y la respuesta fue tan espectacular que los líderes sindicales se callaron ante las movilizaciones de sus afiliados.

Quizá lo más útil para los activistas que buscan un camino a seguir en Estados Unidos sea ver cómo esta lucha combinada en torno a la austeridad y a una mina contaminante elevó la conciencia de los militantes obreros. Según Cambra, los sindicalistas movilizados primero por el sentimiento antiimperialista y los recortes del salario social se encontraron en las calles con jóvenes y activistas indígenas que explicaban cómo el extractivismo extremo y la crisis ambiental estaban relacionados con la crisis económica y la corrupción de la oligarquía.

Los activistas panameños nos han proporcionado un modelo, basado en la acción de masas, independiente de los partidos patronales, una acción que reúne a todas las víctimas de la explotación y la opresión capitalistas, para hacer frente a la crisis ambiental y a la crisis económica. Los activistas estadounidenses deben aprender y avanzar.

Publicado originalmente en La Voz de los Trabajadores https://workersvoiceus.org/es/2024/04/20/lessons-from-panamas-environmental-struggle/

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