Las protestas en Hong Kong y la masacre de la Plaza Tiananmen
El 4 de junio se recuerda en todo el mundo, y en Hong Kong con mucha fuerza, lo que se dio en llamar “Masacre de la Plaza Tiananmen”, la Plaza de la Paz Celestial en el corazón de Beijing, capital de China, en 1989. Este año no fue diferente.
Por: Marcos Margarido
Incluso bajo una legislación de seguridad nacional y la amenaza de intervención militar por parte del gobierno chino, millares de habitantes de Hong Kong fueron al Victoria Park para hacer la vigilia que se extendió hasta el 5 de junio, por lo menos.
Como el gobierno local, sin éxito, prohibió las manifestaciones debido a la pandemia de Covid-19, muchos habitantes encendieron sus velas por toda la ciudad, manteniendo y ampliando la tradición que ya dura treinta años.
¿Por qué es posible hacer tales manifestaciones en Hong Kong, que es considerado un territorio semiautónomo de China, mientras en el continente estas son prohibidas y cualquier discusión sobre el tema es censurada? Para entender esta situación es necesario volver al tiempo en que Deng Xiaoping inicia el proyecto de restauración de China, es decir, la destrucción de las conquistas de la revolución socialista de 1949 y el retorno del país al sistema capitalista.
Las cuatro modernizaciones
La muerte de Mao Zedong en 1976, dirigente de la revolución de 1949 y jefe del país desde entonces, abre una lucha interburocrática feroz y muchas veces mortal entre el ala “reformista” dirigida por Deng Xiaoping y el ala maoísta del Partido Comunista de China (PCC), la llamada “Banda de los Cuatro”.
Deng sube al poder e inicia sus “cambios históricos para la China socialista” con una nueva teoría, que pasaría a ser considerada por el PCC una continuidad del pensamiento maoísta. Se trata, en resumen, de la condena de la lucha de clases como el motor de la historia y la superación del primer estadio del socialismo por medio del desarrollo de las fuerzas productivas, en una sociedad armoniosa donde todos –obreros, campesinos y “emprendedores”– forman parte de la clase trabajadora.
En términos prácticos, fueron aplicadas medidas conocidas como las “cuatro modernizaciones” –de la agricultura, de la industria, de las Fuerzas Armadas, de la ciencia y la tecnología–. El objetivo oficial era fortalecer el socialismo a través de algunos mecanismos de mercado para dinamizar la economía, instituyendo el llamado “socialismo de mercado”.
Estas medidas fueron comparadas, por el gobierno, con la Nueva Política Económica (NEP) implementada por los bolcheviques en la URSS, en 1921, cuando fueron adoptadas medidas de carácter capitalista en la esfera de la distribución, principalmente el pago a los campesinos por los alimentos y materias primas para la industria en sustitución de la requisición forzada del período de “comunismo de guerra”. Pero, las bases fundamentales del Estado obrero –propiedad colectiva de los medios de producción, planificación centralizada y control estatal del comercio exterior– fueron mantenidas en aquel país.
En China, por el contrario, las medidas adoptadas en 1978 tuvieron como objetivo fortalecer la economía capitalista a costa de las bases socialistas del Estado. Se crearon cuatro Zonas Económicas Especiales en la región costera del sur del país, con el permiso de inversiones extranjeras y la eliminación del control estatal del comercio exterior. Las comunas rurales fueron disueltas con la introducción del sistema de responsabilidad familiar y el establecimiento de un mercado agrícola. Junto con la disolución de las comunas, se aprueba la creación de las Empresas Municipales Rurales, las EMR, ya bajo las leyes de mercado, que empleaban a más de cien millones de asalariados rurales en el inicio de los años 1990.
Las medidas de desarrollo industrial visaron atraer la inversión extranjera, ampliando los lazos con el imperialismo, iniciados con la visita de Nixon en 1972, cuando este concedió el estatus de “nación más favorecida” a China y suspendió el embargo comercial. Pero, la restauración capitalista comenzó por el campo, por ser el sector preponderante desde el punto de vista económico y poblacional. El aumento y la liberación de los precios agrícolas y la creación de las EMR fueron fundamentales para el surgimiento de una nueva burguesía a partir de los campesinos ricos y de la burocracia del partido convertida al capitalismo. La famosa consigna “enriquecerse es glorioso” lanzada por Deng en 1978, imitando la frase de Bujarin en 1925, en la Unión Soviética (“Campesinos, enriqueceos”), era la principal guía para la acción de estos sectores.
Las medidas capitalistas fueron extendidas al sector urbano en 1985, con el corte de los gastos públicos y la descentralización de las decisiones, obligando a los gobiernos locales a atraer inversiones privadas a través del establecimiento de asociaciones, fusiones, cierre de empresas estatales y de la transferencia de activos al capital privado. En 1987, se adopta el sistema de “contratos”, que permitió a las empresas estatales negociar directamente con el extranjero. Al mismo tiempo, se aprueba el fin de las restricciones al tamaño de las empresas privadas y la Ley de Quiebra en 1988, que ponía fin a la garantía de empleo vitalicio para la clase obrera china. El conjunto de estas acciones amplía la participación del sector privado en la producción industrial.
En el campo ocurre lo mismo. Aunque la tierra continuase siendo de propiedad estatal, en 1986 fue aprobada la Ley de Gestión del Suelo, autorizándose el arrendamiento de tierras por treinta años, y ampliándola a sesenta en 1988. Finalmente, la transferencia de arrendamiento es legalizada en 1991, configurándose un mercado privado de compra y venta de concesiones. Eso llevó a la expulsión de millones de campesinos de sus tierras, que fueron a los centros urbanos en busca de empleo en las nuevas empresas privadas que comenzaban a surgir. Se estima que en 1988 había en Beijing cerca de 650.000 campesinos trabajando en industrias textiles, en la construcción civil, y en el servicio doméstico. Este flujo a las ciudades hizo que la población urbana aumentase de 20% en 1982 a 40% en 1987. Una población pobre, habitante de villas de emergencia, que se transformó en el ejército industrial de reserva para enriquecimiento de la nueva burguesía china y, principalmente, de las empresas extranjeras que se establecieron en China.
Todos estos ataques fueron respondidos solo con acciones esporádicas por la clase obrera china, en primer lugar porque la población rural aprobó la vuelta de la actividad económica en el campo y, en segundo lugar porque Deng Xiaoping afirmó el respeto absoluto a lo que fue llamado de cuatro principios: a) seguir el camino del socialismo, pero aprendiendo con la experiencia de los países capitalistas; b) mantener la “dictadura democrática del pueblo”; c) mantener el liderazgo del Partido Comunista; y d) preservar los pensamientos de Marx, Lenin y Mao. La restauración capitalista estaba haciéndose en nombre del marxismo.
Sin embargo, las leyes de mercado llevaron a la inflación galopante, al desempleo en las ciudades, y a la desigualdad social que alcanzaba niveles inimaginables. El precio de una refección en los nuevos restaurantes privados era equivalente al salario anual de un obrero chino. Para enfrentar las dificultades económicas, que llevarían a la reducción del crecimiento del PIB de 12% en 1988 a 4% en 1989 y 1990, el gobierno anunció en mayo de 1988 la liberación general de precios. Esto provocó pánico e importantes tumultos sociales, debido al aumento de la inflación y de la carestía, que culminaron con la revuelta en la Plaza Tiananmen, iniciada por los estudiantes.
La Masacre de la Plaza Tiananmen
Los estudiantes chinos pasaban por las mismas dificultades que el resto de la población. Sus familias, la mayoría campesinas, no conseguían más enviar ayuda financiera para mantenerlos en las ciudades. Según un estudiante de la Universidad Fundan, en Shanghái, entrevistado en la época, el corte de presupuesto para la educación llevó a dificultades extremas de sobrevivencia. En los dormitorios de 15 metros cuadrados se amontonaban hasta 7 estudiantes, no había dinero para alimentación. “Algunos comen arroz, verduras enlatadas o solo fideos. La calidad de la comida es tan mala que los estudiantes hambrientos tienen que escupir la comida, pues encuentran arena, piedras y otros objetos al masticar. Algunos economizan el dinero de la comida para comprar cigarros”.
Por eso, el 22 de abril de 1989, cerca de 70.000 estudiantes aprovechan los funerales del líder Hu Yaobang en la Plaza Tiananmen para una manifestación “legal”, transformando las celebraciones en protestas contra el gobierno. Lanzan un manifiesto con reivindicaciones democráticas; por el fin de la represión, por libertad de expresión y de prensa; y denuncian la corrupción y el enriquecimiento ilícito de los miembros del partido. Uno de los blancos era Deng Pufang, hijo de Deng Xiaoping, acusado de realizar centenas de negocios ilícitos, una práctica muy común entre los principales dirigentes del PCC hasta hoy.
El 26 de abril, el Diario del Pueblo (periódico del PCC) publica un editorial en el cual acusa a los estudiantes de rechazar al apartido. En este punto, estaban cubiertos de razón. La restauración capitalista de China, llevada a cabo por un partido dicho “comunista”, que pasaría a aceptar millonarios capitalistas como miembros, había llevado a las masas al hambre y a la miseria para propiciar el enriquecimiento de unos pocos.
Pero, al contrario de las organizaciones vinculadas al estalinismo, las manifestación no quedó relegada a los estudiantes, que pasaron a reunirse en la plaza llegando a cerca de un millón por día en su apogeo. Además de reunir trabajadores de todos los sectores, las protestas se extendieron por el país.
Shanghái, la ciudad más populosa en la época, también fue uno de los centros de las protestas.
Cuando en mayo hubo una manifestación de un millón en Beijing, cerca de 500.000 personas protestaban en las calles de Shanghái y en por lo menos 21 ciudades más, entre ellas las capitales provinciales del país. Fue un movimiento nacional, aunque descentralizado, en primer lugar debido a la brutal represión; en segundo lugar, por la falta de una dirección consciente de que era necesario derrocar el gobierno del PCC para conquistar cualquier tipo de democracia. Esto se debió a que, en la época, aún consideraban a China un país socialista y al PCC un partido revolucionario, aunque con desvíos burocráticos. La tarea era convencerlos de cambiar de rumbo; no derrocarlo fue un error que costó caro a los manifestantes.
Pero eso no quiere decir que no había organización local. En la Universidad de Beijing, por ejemplo, el comité de organización tenía 63 miembros, y más de la mitad de los departamentos de la universidad eligieron representantes. Existía también un “comité ejecutivo” de cinco miembros, encargado de la tareas diarias.
Y en la plaza, el 3 de mayo de reunió un cuerpo de delegados con 47 representantes de instituciones de enseñanza de todo el país para organizar las manifestaciones del día siguiente, en conmemoración al movimiento de 1919. La organización dio un paso más con la huelga de hambre declarada por los estudiantes el 13 de mayo. Se montó un campamento con dirección propia, encargado de las carpas, los baños, la comida (donada por la población en grandes cantidades), y del sistema de altoparlantes utilizado por el gobierno en actos oficiales.
Los trabajadores se organizan
Los trabajadores comenzaron su participación dando su solidaridad al movimiento, con la donación de alimentos, aplausos desde las ventanas de sus casas durante las marchas, y muchas veces con acciones más fuertes. Muchas veces, millares de trabajadores protegían a los estudiantes impidiendo que fuerzas policiales los atacasen durante las manifestaciones, lo que comenzó a preocupar al gobierno. Otra preocupación constante era el rechazo de algunos cuerpos policiales y de las fuerzas armadas a reprimir a los manifestantes, señalando el inicio de la división de las fuerzas armadas.
La solidaridad inicial se transformaba en participación en las acciones, venciendo el miedo a las amenazas de despido hechas por sus supervisores. Ya se podían distinguir grupos de profesores, trabajadores de museos, obreros, escritores, empleados de oficina y hasta periodistas del Diario del Pueblo, donde el presidente Yang Shangkun ofrecía un banquete a Gorbachov, el artífice de la restauración capitalista de la Unión Soviética. Frente al salón, cantaron el himno de la “Internacional” y gritaron consignas contra el gobierno.
Surgen también las primeras organizaciones independientes de trabajadores, las “gongzilian”. El 21 de mayo, la Federación Autónoma Obrera de Beijing divulga un comunicado exigiendo libertad de organización, participación en las decisiones políticas y económicas, control de los obreros sobre el Partido Comunista, y control obrero de las empresas estatales. Organizaciones semejantes aparecieron en Shanghái y Hunan.
En el auge del movimiento, entre el 17 y el 22 de mayo, metalúrgicos de la siderúrgica de Beijing, carteros, conductores y otros gremios entraron en huelga. Por la Plaza Tiananmen, centro político y organizativo del movimiento, pasaban diariamente de uno a dos millones de personas. La reacción de la dictadura ante el avance del movimiento obrero es inmediata. El 21 de mayo es decretada la Ley Marcial, solo utilizada en época de guerra, y el 4 de junio ocurre la invasión de los tanques a la Plaza y la muerte de un número incierto de manifestantes, que puede haber llegado a millares en todo el país. ¡El gobierno informa la muerte de 300 personas, la mayoría soldados!
La resistencia se mantuvo por algunos días. Aunque la masacre de la Plaza Tiananmen haya destruido la organización en Beijing, hasta el 9 de junio las manifestaciones continuaron en Shanghái y otras ciudades. Pero no fue posible revertir el cuadro. Los estudiantes, la vanguardia del movimiento, no consiguieron combinar sus exigencias por democracia con las reivindicaciones obreras y campesinas, como el fin del desempleo, aumento de salarios y el fin de la carestía y, principalmente, la caída del gobierno. Las masas campesinas, en particular, no se envolvieron en las protestas. Deng Xiaoping, que desde la visita de Kissinger en 1971 colaboraba con el imperialismo, acusó a los estudiantes… de ser herramientas del imperialismo norteamericano y de la CIA.
La consolidación de la restauración
Con la derrota de la resistencia al proyecto restauracionista, la burocracia pudo avanzar de manera decisiva. En setiembre de 1989 aplica la liberación de precios que había intentado antes. En octubre de 1992, el 14° Congreso del PCC elimina los sectores prohibidos para la inversión privada, dejando claro la necesidad de “desarrollar las diversas formas de propiedad (estatal y privada) lado a lado”. Las burocracias locales pasan a hacer todo tipo de concesiones al capital, y aprovechan para tornarse socios de los nuevos negocios. Las empresas estatales reducen su participación en la economía, de 73% en 1988 a 35% hacia finales de la década de 1990.
Pero, el principal motor de la recuperación económica fue el ataque a la clase obrera. En 1994, se aprobó la Ley Laboral que implanta el trabajo asalariado, el fin del control del régimen de empleo, y desvincula la seguridad social del Estado, acabando con las conquistas obreras de la revolución –el sistema conocido como “tazón de hierro”–: empleo vitalicio, seguridad social y alquiler subsidiado. La Educación y la Salud son privatizadas.
La clase obrera de las empresas estatales es duramente atacada con las privatizaciones y los despedidos y pasan a ser sustituidos por las masas campesinas hambrientas, con salarios mucho más bajos. La sobreexplotación pasa a ser la regla, hasta que una nueva onda de huelgas vuelve a mediados de los años 1990. Una nueva clase obrera estaba en formación, compuesta por una nueva generación formada durante los años de restauración capitalista, cuya tarea histórica es una nueva revolución socialista en China, lo que incluye a Hong Kong.
Por eso es tan importante para el gobierno chino la prohibición de manifestaciones en esta ciudad y la prohibición de cualquier mención a la masacre. Ellas pueden ser el ejemplo para una nueva onda de protestas que amenace el poder de una dictadura que hace 40 años defiende la explotación capitalista en el país.
Temen que las protestas de hoy en Hong Kong puedan tornarse la chispa que nuevamente encienda el país y derribe la dictadura capitalista en toda China.
Artículo publicado en www.pstu.org.br
Traducción: Natalia Estrada.