La juventud en las calles de Madagascar derriba al Gobierno de Rajoelina

Por: Cesar Neto
África está viviendo un período de muchas luchas. Kenia, Nigeria, Ghana, Mozambique, Angola, Madagascar, Marruecos, Costa de Marfil. En el continente con 54 países, hemos visto ocho grandes olas de movilizaciones en los últimos meses, lo que muestra los impactos de la crisis mundial del capitalismo. La crisis comenzó el 25 de septiembre, cuando los jóvenes de la capital, Antananarivo, salieron a las calles contra los sucesivos cortes de agua y luz. Fueron las mayores manifestaciones desde la crisis de 2009. La fuerza del movimiento, su expansión a la periferia de la capital y a otras ciudades, y su persistencia resultaron en la caída del gobierno de Andry Rajoelina.
Las movilizaciones
Las movilizaciones crecieron muy rápido. Ya en el tercer día de protestas, se habían producido numerosos enfrentamientos con la policía, saqueos de supermercados, vehículos incendiados y, obviamente, una represión violenta que resultó en la muerte de al menos 22 manifestantes. A pesar de la enorme violencia, el movimiento no retrocedió.
La crisis derriba a los ministros de Rajoelina
En un intento por salvar su gobierno, Andry Rajoelina destituyó a todo su gabinete y trató de formar un nuevo gobierno con algunos de sus opositores. El plan podría haber sido factible si no fuera por el mensaje que venía de las calles. Después de las 22 muertes, las manifestaciones comenzaron a gritar: ¡Fuera Rajoelina!
Otro intento de salida de la crisis fue la convocatoria a un diálogo nacional, en el que participaron líderes religiosos, asociaciones de empresarios, entre otros. Correctamente, el movimiento Generación Z afirmó en sus redes que ese diálogo era una farsa y que no participarían. En el impulso de las movilizaciones, esa misma semana comenzó la huelga de los médicos residentes.
Los métodos de la democracia burguesa no servían. Rajoelina intenta imponer el bonapartismo
El gobierno tuvo dos planes fallidos ante la ira de la juventud. Primero destituyó a sus ministros, luego llamó al diálogo nacional, y aun así la juventud seguía en las calles, extendiéndose a otras ciudades.
El tercer plan fue imponer una salida bonapartista, enfrentando al movimiento con más fuerza y, quizás, con la ayuda del propio ejército.
Así, el gobierno nombró como primer ministro al general Ruphin Zafisambo, un oficial entrenado en Argelia y en Montpellier, Francia.
Al designar al general Ruphin, el presidente Rajoelina fue claro: “restablecer el orden y la confianza de la población”.
Sin embargo, los manifestantes volvieron a salir a las calles incluso después de esta designación, agregando la consigna de ¡Fuera Rajoelina!
Sindicatos y sectores populares entran en la lucha
A medida que las movilizaciones se extendían a los barrios periféricos de la capital y a las ciudades del interior, aumentó el impacto social de la lucha. Algunos sindicatos y diversas organizaciones populares comenzaron a participar activamente en los enfrentamientos callejeros, dándole un carácter más clasista a la lucha. Así, se incorporaron al programa reivindicaciones relacionadas con el desempleo y el costo de los alimentos.
El ejército se divide, se enfrenta con la Gendarmería y apoya las movilizaciones
El sábado 11 de octubre, después de tres semanas de movilizaciones, saqueos, incendios de vehículos y 22 muertos, las fuerzas represivas se dividieron.
Leal al presidente, la Gendarmería Nacional salió a las calles a reprimir, como de costumbre. Un sector del ejército, específicamente su área de inteligencia y control de armas, el Cuerpo de Personal y Servicios Administrativos y Técnicos del Ejército (CAPSAT), se rebeló contra la jerarquía militar, salió a las calles en solidaridad con los manifestantes y se enfrentó a tiros con la Gendarmería. Este breve enfrentamiento armado provocó la muerte de un soldado del CAPSAT y la retirada de la Gendarmería a sus cuarteles.
Recibido con aplausos por los manifestantes, el coronel del ejército Michael Randrianirina habló y mostró el grado de ruptura en la jerarquía militar. Dijo: “Hacemos un llamado a todos los soldados dispuestos a asumir responsabilidades, únanse a nosotros. Dejen de obedecer las órdenes de sus superiores”.
Con el objetivo de ganar el apoyo de Generación Z, afirmó: “Esto no es un golpe. El ejército respondió al llamado incesante del pueblo malgache. El poder pertenece al pueblo, no a mí”.
Los militares asumen el poder
Un día después del levantamiento del CAPSAT y la consecuente ruptura en el ejército, el presidente Rajoelina huyó del país a bordo de un avión militar francés. La fuga del presidente fue celebrada en las calles, y los oficiales del CAPSAT trataron de capitalizar la ira de los manifestantes.
Para el miércoles, las movilizaciones se habían reducido notablemente, mostrando el apoyo que los militares estaban recibiendo.
Así, el comandante del CAPSAT, coronel Michael Randrianirina, tras la destitución de Rajoelina, fue confirmado por el Tribunal Superior. En su primera declaración después del fallo, Randrianirina dijo que los militares habían tomado el poder y disuelto todas las instituciones, excepto la cámara baja del parlamento, o Asamblea Nacional. Afirmó también que la transición hacia la convocatoria de elecciones llevaría menos de dos años e incluiría la reestructuración de las principales instituciones.
“No fue un golpe, fue una cuestión de asumir la responsabilidad porque el país estaba al borde del colapso”, dijo, prometiendo elecciones en 18 a 24 meses y declarando a los medios locales que se estaban llevando a cabo consultas para nombrar a un primer ministro y formar un nuevo gobierno. La supervisión del proceso será totalmente militarizada, reforzando la naturaleza bonapartista del nuevo gobierno, y estará compuesta por un comité de oficiales del ejército, la gendarmería y la policía.
Es necesario dotar a la juventud de un programa revolucionario y socialista
“Solo el entusiasmo fresco y el espíritu ofensivo de la juventud pueden ofrecer los primeros éxitos en la lucha; solo esos éxitos pueden hacer que los mejores elementos de la vieja generación vuelvan al camino de la revolución. Siempre ha sido así. Continuará siendo así.” (León Trotsky – Programa de Transición).
Los primeros éxitos la juventud malgache ya los ha vivido con la caída de su presidente. Pero las cosas no pueden quedarse ahí. Para los compañeros de Generación Z, el centro siempre ha sido las políticas públicas (la falta de agua y luz) y, en última instancia, la destitución de autoridades, incluido el propio presidente de la República.
Reivindicamos las movilizaciones convocadas por Generación Z, pero es necesario decir que programáticamente son oportunistas. El principal enemigo dentro de las filas del proletariado y de la juventud es, obviamente, el oportunismo.
La heroica juventud de Madagascar, que supo movilizarse durante tres semanas, dar su sangre y su vida, se quedó a mitad de camino al limitarse al “Fuera Rajoelina” y omitir que solo es posible un cambio real con la caída del gobierno, la expulsión de las transnacionales, la suspensión del pago de la deuda externa, y avanzar hacia la construcción de una sociedad de trabajadores (empleados y desempleados) y de la juventud, bajo la bandera de la IV Internacional.
La juventud de Madagascar es el espejo de la juventud africana
Un hecho importante del proceso malgache es el papel de la juventud. En países semicoloniales y de baja industrialización, la presencia y la rebeldía de la juventud juegan un papel decisivo. Esta rebeldía debe ser estudiada. En el caso de Marruecos, por ejemplo: a) el 30% de los estudiantes abandonan la escuela para realizar trabajos mal remunerados, emigrar o caer en el delito; b) hay huérfanos debido a la falta de atención en salud; y c) jóvenes con títulos universitarios están desempleados pese al sacrificio de sus familias. En Angola, la juventud se rebela contra la dictadura del MPLA y contra la cruel combinación de desempleo e inflación. En Mozambique, después de dos meses de movilización, las principales reivindicaciones eran el fraude electoral y el desempleo ligado a la inflación.
Cuando hablamos de la juventud de Madagascar, hablamos de una síntesis de las juventudes en lucha en el último período del continente africano. En Antananarivo, un club de música juvenil se transformó en punto de encuentro para los manifestantes. Son artistas, vendedores, freelancers e innumerables desempleados. Entre la juventud, el desempleo alcanza el 40%. Las reivindicaciones principales eran: fin de los cortes de energía y agua, libertades democráticas, y luego evolucionaron hacia el “¡Fuera Rajoelina!”.