Dom May 19, 2024
19 mayo, 2024

La grandeza de Nahuel Moreno

Por Alicia Sagra

Se están cumpliendo 100 años del nacimiento de Nahuel Moreno y son muchos los que reivindicándonos “morenistas”, desde diferentes ángulos, estamos rindiéndole homenajes en esta fecha.

Al cumplirse 30 años de su muerte, Ricardo Napurí manifestó: El hecho de que miles y miles activistas y militantes se reclaman aún del “morenismo”, es el aviso de su vitalidad política.[1]

Habría que agregar que otra indicación de la vitalidad de su pensamiento, son los ataques que continúan hasta hoy, de organizaciones como PO y PTS de Argentina.

Ernest Mandel dijo sobre él: «Fue uno de los últimos representantes del puñado de cuadros dirigentes trotskistas que, después de la II Guerra Mundial, mantuvo la continuidad de la lucha de León Trotsky, en circunstancias muy difíciles»[2]. Y somos muchos los que opinamos que fue Moreno quien mejor cumplió esa tarea.

¿Quién fue Nahuel Moreno y qué es lo que lo diferenció de los trotskistas de su época y explica su permanencia?

Moreno fue una personalidad multifacética, por lo que para homenajearlo podemos hablar del extraordinario constructor en la clase obrera quien, “sacando agua a las piedras” construyó, en pleno auge del peronismo y de guerrillerismo foquista, el PST argentino, el mayor partido trotskista de Latinoamérica, con gran peso obrero. El constructor de la corriente internacional que dio origen a la LIT-CI. Podemos referirnos a su rol en la construcción de los partidos en Brasil, Perú, Bolivia, Colombia…

Se puede destacar su papel como formador de cuadros y de la importancia que daba a la formación de cuadros mujeres. Podemos contar como nos encantaban sus cursos, sus charlas informales, en donde, sin usar ningún tono profesoral, nos hacía avanzar en la comprensión del marxismo y en el conocimiento de la cultura general.

Para los que tuvimos el privilegio de militar con él, es imposible dejar de  recordar sus aspectos humanos, su gran capacidad de escucha, su comprensión de los diferentes problemas por los que pasaban los camaradas. Características que hicieron que fuera no solo muy respetado sino también querido y muchas veces era buscado como confidente por diferentes compañeros y compañeras. Todos recordamos su gran sentido del humor, la capacidad para reírse de si mismo. Sus chistes que hacían que reuniones, que a veces habían sido muy tensas por las discusiones políticas, terminaran en forma fraternal, entre carcajadas.

El optimismo revolucionario, hacía parte de su personalidad, sin embargo, nunca le hizo perder de vista nuestra marginalidad, la debilidad que eso implicaba y la necesidad de salir de ella, no buscando atajos, sino llevando el programa revolucionario a la clase obrera.

Podríamos desarrollar la revolución campesina- indígena del Perú de los años 60 y el rol de Hugo Blanco que siempre lo reivindicó como su gran maestro y dirigente. O podríamos hablar de Moreno y la Brigada Simón Bolívar. O de la Guerra de Malvinas y la gran campaña internacional por la derrota de Inglaterra y el triunfo de Argentina, de la elaboración de la consigna del No pago de la Deuda Externa, que hoy es patrimonio de la vanguardia antiimperialista mundial.

Probablemente otros camaradas, se referirán al hecho de que fue el PST argentino, el primero que defendió públicamente la legalización del aborto en la década del 70 y al público reconocimiento de los fundadores del Movimiento de Liberación Homosexual de que fue el partido de Moreno, el único que le dio su apoyo, en los mismos años 70.

También se podría desarrollar su permanente defensa de la moral revolucionaria y de la democracia partidaria en el marco del centralismo democrático. Y de cómo esa moral se puso trágicamente de manifiesto con los más de 200 militantes presos, desaparecidos y asesinados del PST argentino, que soportaron las más terribles torturas sin que el resto de la organización fuera perjudicado.

Otro aspecto central en la vida de Moreno es la batalla por la construcción de la dirección internacional, por la reconstrucción de la IV Internacional, defendiendo el “trotskismo ortodoxo” y dando un permanente combate contra el revisionismo que se expresó en: su lucha contra el “pablismo” y su capitulación al estalinismo[3];   su enfrentamiento con Lora y su apoyo crítico al gobierno del MNR, verdadera traición a  la revolución boliviana de 1952, y su planteo frentepopulista del FRA en los años 70; el combate  a la desviación guerrillerista y vanguardista de Mandel  en la década del 70, así como a su capitulación al eurocomunismo; el enfrentamiento al SU de conjunto y su prohibición de construir partidos trotskistas en Cuba y Nicaragua, que lo llevó a romper  con esa organización; la lucha contra la capitulación al Frente Popular de Lambert y contra su metodología de excluir a los que cuestionaban su política.

Esa identificación con el “trotskismo ortodoxo” de Moreno no implicaba dogmatismo, ni idolatría. Por lo que no dudó en marcar los errores que veía en sus maestros, como lo hizo en relación a las Tesis de Oriente[4] votadas por el IV Congreso de la Tercera Internacional y a las Tesis de la Revolución Permanente.[5]

De la misma manera en que no dudó en combatir la posición el SWP norteamericano en relación a la cuestión de la mujer y su llamado a la construcción de un movimiento autónomo de mujeres.[6]

Todos estos aspectos identifican a Moreno, y hacen que lo reivindiquemos como un gran dirigente. Pero yo quiero destacar otra característica de su personalidad que, para mí, es el aspecto central de su grandeza, y que lo diferencia y lo hace superior a los dirigentes trotskistas de su época y también los posteriores.

Un permanente reconocimiento y corrección de los errores

Moreno era un hombre apasionado. Se apasionaba por la construcción en la clase obrera, por las luchas, por las revoluciones, por el estudio del marxismo, por los avances de la ciencia, por las competencias deportivas. Pero nunca se enamoraba de sus ideas, nunca consideraba que un documento era el definitivo. Por el contrario, era común escucharlo decir: No soy un genio; he vivido toda mi vida equivocándome[7].

En enero de 1982, cuando se fundaba la LIT-CI, decía: “….Los dirigentes del movimiento trotskista se consideraban colosos que no se equivocaban nunca. Mientras tanto, el trotskismo dirigido por ellos era lamentable…” “…Esa experiencia de andar siempre entre “genios” nos llevó a hacer indirectamente propaganda sobre nuestra base para convencerla de que nos equivocamos mucho, que deben pensar por su cuenta, ya que nuestra dirección no es garantía de genialidades. Queremos por todos los medios inculcar un espíritu autocrítico, marxista, y no una fe religiosa en una modesta dirección, provinciana por su formación y bárbara por su cultura. Por eso, creemos en la democracia interna y la vemos como una necesidad imprescindible. … Avanzamos a través de errores y golpes y no tenemos vergüenza de decirlo»

No era solo una declaración, sino que tenían que ver con acciones, en las que no sólo reconocía y corregía los errores que veía, sino que los hacía públicos. Quiero poner algunos ejemplos.

Autocrítica en relación a la política para Palestina

En Avanzada Socialista 79, del 10-10-73, se plantea que en la Guerra de los 6 días (1967), la posición del nuestro partido había sido reconocer el derecho de autodeterminación del pueblo judío en el marco de una Federación Socialistas del Medio Oriente, pero que La dirección de nuestro partido ha rediscutido y revisado esa posición en lo referente al derecho de los judíos a la autodeterminación y a tener su propio estado en Palestina.

Entendemos que lo más correcto es apoyar la creación -en el territorio que hoy ocupa

el Estado sionista- de un único Estado Palestino, laico, no racista y con amplios derechos democráticos para todos sus habitantes”[8].

Y, en el mismo artículo se aclara que la posición anterior fue un importante error, ya que el derecho de autodeterminación se aplica para las naciones oprimidas y no para las opresoras.

Autocrítica en relación a la revolución cubana y su dirección

Ninguna corriente del movimiento trotskista supo responder con una posición principista al nuevo y complejo fenómeno [la revolución cubana]. Nadie fue capaz de hacer el siguiente análisis global y principista: al expropiarse a la burguesía, Cuba se transformó en un estado obrero; pero al hacerse esta revolución bajo una dirección pequeñoburguesa, profundamente nacionalista (aunque su nacionalismo tuviera aspectos progresivos en ese momento por ser latinoamericanista), el nuevo estado obrero era burocrático desde su nacimiento y, por lo tanto, era necesaria una revolución política y la construcción de un partido trotskista, ya que el Movimiento 26 de Julio primero, y el PC cubano después, eran partidos pequeñoburgueses o burocráticos. Dicho de otro modo, una dirección pequeñoburguesa no deja de serlo porque no sea stalinista o, más aún, aunque sea antistalinista. [9]

Autocrítica sobre la reunificación de la IV Internacional de 1963

Moreno ingresó críticamente la reunificación que dio origen al SU en 1964. Su crítica tenía que ver con que no se hubiera realizado previamente un balance. En 1980 plantea lo siguiente:

Para el pablismo y el mandelismo la revolución cubana fue una magnífica oportunidad de fortalecer y revivir su revisionismo, su negación de la necesidad de construir partidos trotskistas. El revisionismo encontró la oportunidad de traspasarle al castrismo la tarea de dirigir la revolución socialista que antes había dejado en manos del stalinismo. (…) El rompimiento entre la URSS y China lleva al SI[10] durante un tiempo a plantear algo parecido con respecto al maoísmo. Lo grave es que el SWP acepta totalmente esta revisión del programa y análisis trotskista en lo que se refiere al castrismo, aunque sigue oponiéndose al maoísmo, con justa razón, como una variante stalinista nacional.

Es así como el SWP va a la unificación con el SI.

Sobre la base de muchas afirmaciones programáticas correctas y principistas, como el correcto reconocimiento de Cuba como estado obrero, se esconde una profunda capitulación al castrismo y el abandono de la razón de ser del trotskismo: la imperiosa necesidad de construir un partido trotskista en Cuba y el resto de América Latina para combatir esa corriente pequeñoburguesa al frente de un nuevo estado obrero, la castrista, hasta lograr una revolución política de los obreros cubanos contra ella. La base política de la reunificación pasaba por un acuerdo revisionista: no combatir como enemiga del trotskismo y del movimiento obrero a la dirección castrista[11]

Autocrítica en relación al sujeto social de la revolución

A esta altura de mi vida estoy convencido de que nuestro “sectarismo”, en el sentido de permanecer junto al movimiento obrero, es enteramente correcto. No hay forma de engañar al proceso histórico y de clase. Si yo dirijo al movimiento campesino a la conquista del poder, no puedo construir una democracia obrera. Es imposible llegar al socialismo con democracia basándose en el campesinado, es algo que va contra las leyes descubiertas por el marxismo y confirmadas por la historia. La superestructura política que surja será acorde con la clase que toma el poder (...) A lo largo de mi vida política, después, por ejemplo, de mirar con simpatía al régimen que surgió de la Revolución Cubana, he llegado a la conclusión de que es necesario continuar con la política revolucionaria de clase, aunque postergue la llegada al poder para nosotros en veinte o treinta años, o lo que sea. Nosotros aspiramos a que sea la clase obrera la que verdaderamente llegue al poder, por eso queremos dirigirla.”[12]

Estos son solo unos pocos ejemplos de la gran cantidad de errores que Moreno vio, reconoció públicamente y corrigió. Otros no los vio, y la realidad los puso en evidencia después de su muerte, como su pronóstico equivocado sobre la revolución política, el no haber visto el proceso de restauración en China que se dio en la década del 70, o el inicio de ese mismo proceso en Rusia.

En sus últimas elaboraciones, Moreno llegó a la conclusión que “la esencia del trotskismo es la revolución socialista internacionalque va acompañada de otras dos categorías: “la democracia obrera (…) queremos que la clase obrera se exprese democráticamente a través de sus organismos y tome el poder ejerciendo esa democracia (…) Y un subproducto de eso es que queremos que el partido que dirija y acaudille las organizaciones democráticas de la clase obrera, también sea democrático (…) Digo esto porque toda esta teoría que yo estoy diciendo lleva a la LIT a una cuestión muy importante: somos defensores incondicionales del régimen de la dictadura del proletariado que está por la democracia obrera (…) Y lo tercero es un fenómeno social: nosotros creemos que es la clase obrera la que tiene que volver a tomar, ser la vanguardia del proceso”.[13]

Partiendo de esa definición y con esa perspectiva, es que los que nos proponemos continuar con la lucha de Moreno, debemos encarar la necesaria tarea de actualización programática. Y lo debemos hacer con este método que nos dejó nuestro maestro, que yo considero es uno de sus más grandes legados: Estudiar en profundidad, con espíritu crítico, sin ningún tipo de idolatría, las elaboraciones de nuestros maestros y las nuestras, contrastarlas con la realidad y, a partir de ahí, realizar los cambios y actualizaciones que sean necesarias.


[1] Testimonio de Ricardo Napurí, en la edición de homenaje del libro Conversaciones con Nahuel Moreno, pag 195. Editora Lorca, Ediciones Marxismo Vivo.

[2] Declaración de Mandel al saber de la muerte de Moreno, el 25 de enero de 1987

[3] Pablo y Mandel defendieron el entrismo “suigéneris”, a largo plazo, sosteniendo que una tercera guerra mundial contra la URSS los llevaría a desarrollar procesos revolucionarios.

[4] Moreno sostuvo que la Tesis de Oriente que planteaban el Frente Antiimperialista con la burguesía en los países coloniales y semicoloniales, estaban equivocadas, y que eran la expresión del Frente Popular en esos países.

[5] Moreno planteó la necesidad de actualizar esas Tesis, ya que ellas no reflejaban las revoluciones pos segunda guerra mundial.  Pero aclaraba, que seguía defendiendo la Teoría de l Revolución e incluso la Tesis, ya que estas “sólo se equivocaron en para algunos países en el punto de la estación donde se paraba el proceso de la revolución permanente conducida por los partidos pequeño burgueses- o estalinistas- pero acertaba que el proceso se detenía totalmente si estos partidos no eran sustituidos por un partido leninista. (Actualización P. de T, Tesis XXXIX)

[6] Moreno sostenía que ese movimiento no sólo era frentepopulista, sino que el planteo general implica una revisión de la Teoría de la Revolución Permanente por el tema de los múltiples sujetos de la revolución.

[7] Escuela de cuadros de Venezuela 1982, pag 16, Crux Ediciones

[8] Avanzada Socialista, periódico del PST argentino. Destacados míos.

[9] Actualización del Programa de Transición, Tesis XI. 1980. Destacado mío.

[10] En 1953, la IV se rompió dando origen al SI, dirigido por Pablo y Mandel, que defendían el entrismo “sui géneris” en los partidos comunistas. Y el CI, encabezado por el SWP de EE.UU, donde participaban las secciones francesas, inglesas, la organización de Moreno, que enfrentaban esa política del pablismo.

[11] Actualización del Programa de Transición, Tesis XI. Destacados míos.

[12] Conversaciones con Nahuel Moreno. Capítulo 2. Destacados míos

[13] Escuela de cuadros de Argentina-1984. Pag 82. Ediciones Crux

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