La gloriosa Revolución de octubre
Por Alicia Sagra
El 7 de noviembre (25 de octubre del viejo calendario), se cumplen 107 años de esa gran revolución. 107 años desde que, como dijo Rosa Luxemburgo, “ellos osaron”. La revolucionaria alemana, presa desde hacía un año, escribió “Lenin, Trotsky y sus amigos fueron los primeros, los que fueron a la cabeza como ejemplo para el proletariado mundial; son todavía los únicos, hasta ahora, que pueden clamar con Hutten: ‘¡Yo osé![1]”.
Como dice Rosa, la revolución de octubre sirvió de ejemplo, de faro, a todos los revolucionarios del mundo y dividió aguas entre esos revolucionarios y los “socialistas” que, como Kautsky, pasaron a atacarla, confirmando su ida sin retorno hacia el reformismo.
La realidad confirmó la visión de Lenin de que la guerra imperialista engendraría la revolución socialista, justificando así su política de “derrotismo revolucionario”. En marzo de 1917 escribía:
La guerra imperialista, es decir, la guerra por el reparto del botín entre los capitalistas y por la estrangulación de los pueblos débiles, ha comenzado a transformarse en guerra civil, es decir, en guerra de los obreros contra los capitalistas, en guerra de los trabajadores y los oprimidos contra sus opresores, contra zares y reyes, contra terratenientes y capitalistas, ¡en una guerra para liberar completamente a la humanidad de las guerras, de la miseria de las masas y de la opresión del hombre por el hombre! A los obreros rusos les ha tocado el honor y la suerte de ser los primeros en empezar la revolución, es decir, la única justa y legítima gran guerra, la guerra de los oprimidos contra los opresores.[2]
La Revolución de febrero
El 8 de marzo de 1917 (23 de febrero del antiguo calendario), detonada por una gran movilización de mujeres obreras, estalla la que es conocida como la revolución de febrero. Una gran ola de huelgas, movilizaciones, grandes enfrentamientos con la represión, que terminan con una gran victoria democrática al obligar a la renuncia del Zar.
Las bases objetivas de esta revolución estaban en el hambre de la familia obrera y de los campesinos pobres, aumentada cualitativamente por los horrores de la guerra la que, además, arrebataba la vida de sus hijos. Esa realidad se expresaba en la bandera que unificaba la lucha: Paz, Pan y Tierra.
Partidos de la burguesía que aspiraban conseguir una república democrática burguesa, participaron de la revolución. Pero la base movilizada era centralmente obrera, y fueron los obreros, en especial las mujeres, quienes ganaron a los soldados. Trotsky describe así ese proceso crucial para la revolución:
“La Infantería está allí mismo, al lado, en el arroyo, más cercana y accesible. Las masas se esfuerzan en aproximarse a ella, en mirarle a los ojos, en envolverla con su aliento inflamado. La mujer obrera representa un gran papel en el acercamiento entre los obreros y los soldados. Más audazmente que el hombre, penetra en las filas de los soldados, coge con sus manos los fusiles, implora, casi ordena: ‘Desviad las bayonetas y venid con nosotros’. Los soldados se conmueven, se avergüenzan, se miran inquietos, vacilan; uno de ellos se decide: las bayonetas desaparecen, las filas se abren, estremece el aire un hurra entusiasta y agradecido; los soldados se ven rodeados de gente que discute, increpa e incita: la revolución ha dado otro paso hacia adelante”[3]
La clase obrera movilizada logra maravillas, pero como dice Lenin, su conciencia no había avanzado lo suficiente[4] y no logra responder a la cuestión del poder. Es la burguesía, a través de la Duma, quien responde a esa cuestión al elegir un gobierno provisional encabezado por un príncipe y que contaba con la presencia del principal partido burgués.
Junto a ese gobierno surge una gran institución obrera: los soviets de obreros y soldados, que al poco tiempo se van transformando en un organismo de doble poder.
El gobierno provisional, que surge como producto de la revolución, despierta gran expectativa en la masa obrera y popular, y también en los partidos obreros, incluido el partido bolchevique que, bajo la conducción de Stalin y Kamenev, da el apoyo crítico al gobierno.
Todo cambia con la llegada de Lenin
Desde 1914, la política de Lenin, en el exilio, estaba centrada en la batalla contra la guerra imperialista, en el llamado al derrotismo revolucionario[5], y en la denuncia de los “socialistas” que se habían convertido en “social chovinistas” al apoyar cada uno a sus imperialismos, rompiendo así con el principio del internacionalismo proletario. Toda esa política iba acompañada con la definición de que, después de esa ruptura de principios, la Segunda Internacional estaba muerta, por lo que la gran tarea era fundar la Tercera Internacional. La guerra, decía Lenin, había desenmascarado totalmente al oportunismo que se había convertido en defensor de su burguesía, por lo que se hacía necesario un nuevo tipo de partido que correspondiese a la época imperialista. Un partido con separación, no sólo política sino también orgánica, del oportunismo.
Cuando estalla la revolución de febrero, desde el exilio, envía varias cartas en dónde enfatiza que no se puede confiar en el gobierno provisional, que es un gobierno burgués, que mantiene la alianza con su sector imperialista en la guerra. E insiste que la caída del Zar y la existencia del nuevo gobierno, no cambian el carácter de la guerra que sigue siendo imperialista.
El 3 de abril llega a Rusia y desde que baja del tren plantea su política, que causa gran impacto en la delegación del soviet que lo fue a recibir: Ninguna confianza en el gobierno provisional, la única forma de conseguir paz, pan y tierra es con la toma del poder por el Soviet.
Desarrolla un fuerte combate político en su propio partido, planteando que no hay que temer a un momentáneo aislamiento y que la gran tarea, mientras sean una minoría[6], debe ser explicar pacientemente que la única salida para salvar la revolución es la toma del poder por el Soviet.
Lenin está en total minoría dentro del Comité Central, el único apoyo lo tiene en la barriada obrera de Viborg, que se venía oponiendo a la política del partido en relación al gobierno. Después de una larga e intensa discusión, que se resuelve hacer en forma pública a través del periódico, la política de Lenin se impone en el CC y después en el Congreso, por lo que el partido cambia radicalmente su posición.
Surge el primer gobierno de Frente Popular
Las posiciones de Lenin, eran ridiculizadas por los dirigentes e intelectuales de izquierda (mencheviques y SR), decían que era absurdo oponerse al gobierno revolucionario y que eso lo iba llevar al aislamiento total.
Pero las cosas fueron diferentes. Si bien había expectativas en el gobierno provisional, el hambre no espera y los sufrimientos de la guerra se intensificaban. Eso provocó importantes movilizaciones obreras y de soldados, ya en el mes de abril, que obligan a un cambio del gobierno. La burguesía recurre al método de la cooptación y los partidos dirigentes del soviet, mencheviques y SR, pasan a participar del gobierno.
En mayo, Trotsky regresa del exilio. A propuesta de los bolcheviques, es integrado a la dirección del soviet de Petrogado. Al poco tiempo ingresa al partido bolchevique, junto con la mayor parte de los cuadros de la organización que él influenciaba (los Interdistritales).
Ahí nace el gran equipo, Lenin-Trotsky, que dirigirá la revolución.
En julio se da una gran movilización de soldados y obreros que entre sus consignas revindican que los soviets tomen el poder. Los bolcheviques habían estado en contra de esa movilización que consideraban apresurada, pero al no conseguir impedirla se ponen a su cabeza. La movilización es violentamente reprimida por el gobierno. Los bolcheviques son responsabilizados y perseguidos, varios dirigentes son presos, entre ellos Trotsky, mientras que Lenin se ve obligado a salir disfrazado del país. Por parte del gobierno y de los reformistas se lanza una gran campaña contra los bolcheviques, que esta vez sí quedan muy aislados.
El golpe de Kornilov
La situación vuelve a cambiar en agosto con el intento de golpe del general Kornilov. Los bolcheviques plantean que ese golpe es centralmente contra la revolución, para acabar con el doble poder y lanzan la política de, sin ningún apoyo al gobierno, enfrentar el golpe: “sobre el hombro de Kerensky[7], disparar contra Kornilov”. La importante movilización hace retroceder el golpe y los bolcheviques ganan un gran prestigio.
La Revolución de octubre
La política del gobierno y los reformistas es la del Pre-Parlamento, una especie de Asamblea permanente que debería legislar hasta tanto se convoque a la Asamblea Constituyente. Los bolcheviques, que ya tenían la mayoría en los soviets más importantes (Petrogrado y Moscú), habían entrado al pre parlamento, pero rediscuten, se retiran del mismo y pasan a centrar su política en el llamado al Segundo Congreso de los Soviets de toda Rusia.[8] Y comienzan a organizar, a través del Comité Militar Revolucionario del Soviet, las tareas concretas, sobre los regimientos, que tienen que ver con la insurrección.
Así se llega, el 7 de noviembre (25 de octubre del antiguo calendario), en momentos en que estaba reunido el Segundo Congreso de los Soviets de toda Rusia, a la toma del Palacio de Invierno, al apresamiento del gobierno provisional, y a la toma del poder que se entrega al congreso de los soviets.
Los representantes reformistas defienden que se vuelva atrás, que se respete al gobierno provisional, pero por amplia mayoría el Congreso del Soviet aprueba la toma del poder y elige un gobierno revolucionario, responsable ante el soviet, encabezado por Lenin y con Trotsky como ministro de guerra, encargado de la fundamental tarea de firmar un tratado de paz.
El único partido, por fuera del bolchevique, que apoyo al nuevo gobierno fue el de los Socialistas Revolucionarios de Izquierda, una ruptura de los Socialistas Revolucionarios.
El soviet pasa a ser la institución central del nuevo estado. Y a partir de ese momento se acaba con la dictadura de la burguesía y se implanta la dictadura de a clase obrera, la que como plantea Lenin, es más democrática que todas las democracias burguesas existentes.
Ese poder soviético es el que garantizó la total igualdad, frente a la ley, de las mujeres con los hombres; el derecho al aborto; el derecho al divorcio; la descriminalización de la homosexualidad; el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades oprimidas; el derecho a la tierra; la total libertad de expresión y de reunión …
Desde ese poder soviético se impulso la creación de escuelas, de bibliotecas; de lavanderías y comedores estatales para ayudar a las mujeres a liberarse de las cadenas domésticas.
Y fue desde ese poder soviético que se consiguió la gran conquista organizativa del proletariado mundial: la fundación de la Tercera Internacional para impulsar la derrota del imperialismo a través de la revolución socialista mundial.
La libertad que transmitía la revolución rusa trascendía las fronteras y atraía a artistas de todo el mundo, como fue el caso de la gran bailarina Isadora Duncan quien en 1921 se trasladó a Rusia, invitada por el gobierno soviético, para construir una Academia Nacional de Danza.
Con la dirección del partido bolchevique, la revolución impidió la trampa que la burguesía intentó hacer con la Asamblea Constituyente y después consiguió derrotar el ataque físico de la guerra civil y la invasión de 14 ejércitos imperialistas.
El Estado obrero soviético es el vencedor de la guerra civil, pero la situación en la que sale de ella es calamitosa. Millones de muertos; 7 millones de niños huérfanos y abandonados que vagaban por las calles buscando comida; hombres que no encontraban inserción laboral; surgimiento de múltiples casos de bandidaje.[9]
Lenin consideraba que la rusa era sólo una acción adelantada de la revolución mundial engendrada por la guerra imperialista. Ese pronóstico de Lenin se cumplió, después de la revolución rusa estalló la revolución en Finlandia, en Hungría, en Alemania. Pero todas ellas fueron derrotadas. También se cumplió, a nivel histórico, el segundo pronóstico de Lenin: sin el triunfo de la revolución mundial, el Estado soviético estaba condenado. La derrota de la revolución alemana, combinada con la difícil situación creada por la guerra civil, fue una de las bases objetivas del triunfo de la contrarrevolución estalinista que se impuso en la URSS y que como dijo Trotsky, fue la primera fase de la restauración capitalista. Restauración que se concretó décadas después, con la conducción de la burocracia gobernante.
La gloriosa revolución de octubre tuvo una conducción revolucionaria por seis años. Después vino la degeneración burocrática. Pero ese resultado de la lucha de clases mundial no disminuye en nada la importancia de ese hecho histórico. La revolución de octubre mostró que la toma del poder por los obreros no era una utopía. Mostró que los obreros en el poder, expropiando a la burguesía, pueden generar grandes saltos a nivel de la economía, del nivel de vida de las masas y de la cultura. Por eso, la revolución de octubre es el modelo de revolución que reivindicamos y parte esencial de nuestro programa.
[1] Frase de Ulrich von Hutten filósofo y poeta alemán, que adhirió a Martín Lutero
[2] LENIN, V. I. La revolución en Rusia y las tareas de los obreros de todos los países.
[3] León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa, Tomo 1, Cinco días, pag.111, Editorial Pluma
[4] Lo que se expresaba en la falta de un partido revolucionario con peso de masas.
[5] Lenin toma con fuerza la consigna de Karl Liebknecht: Volver las armas contra el enemigo interno.
[6] Los Bolcheviques estaban en minoría en el soviet.
[7] Desde julio, Kerensky encabezaba el gobierno provisional
[8] El primer congreso se había realizado en junio, de donde surgió un Comité Ejecutivo con mayoría menchevique y SR.
[9] Datos de Jean-Jacques Marie, História da Guerra Civil Russa, pp. 13-14, Editora Contexto.