Hay una gran coincidencia entre los ataques xenofóbicos en África del Sur. En 2008, en el auge de la crisis económica mundial hubo una ola de xenofobia que mató a 42 personas, con centenas de heridos y 25.000 personas tuvieron que abandonar sus casas. En 2019, cuando el nuevo ciclo de la crisis económica mundial se aproxima y la economía sudafricana está muy mal de las piernas, hay una nueva ola xenofóbica. Oficialmente, son 12 muertos, de los cuales 10 son sudafricanos y 2 extranjeros. Entre los refugiados, sin embargo, nadie cree en esos números.
Por: Cesar Neto
Después de 25 años en el poder, la alianza CNA-COSATU-PCdeAS [Congreso Nacional Africano-Congreso Sindical Sudafricano-Partido Comunista Sudafricano] no alteró el cuadro de pobreza y miseria en el país. El desempleo ya llegó a 35%, según datos oficiales. La desnutrición ya afecta a uno de cada cuatro sudafricanos, y otros 28% están en el límite entre el estar y no estar desnutrido. En otras palabras, más de 50% de la población pasa necesidades. El retraso en el desarrollo infantil está alrededor de 30%, y las mujeres, extremadamente afectadas por la pobreza, tienen sus cuerpos deformados por la mala e incorrecta alimentación. En la clase trabajadora, según los datos gubernamentales, 70% de las mujeres presentan sobrepeso en función de los disturbios alimentarios.
Contradictoriamente, África del Sur posee la mayor reserva mineral del mundo. Según el banco de inversiones Citigroup, las reservas están evaluadas en 2,5 billones de dólares. El mismo banco considera que el país posee la más amplia y diversa riqueza en commodities.

La recesión se aproxima
En la primera semana de setiembre, el gobernador presentó con toda pompa un crecimiento económico de 3,1%. Los datos levantaron sospechas en la medida en que todos los sectores habían retrocedido y la minería había crecido 13%. ¿Por qué son las mineras las que crecieron? Y la pregunta parece obvia para muchos: el actual presidente fue director ejecutivo de una de las principales empresas de minería del país. Para él no es difícil conseguir datos maquillados.
Más realista es el análisis del economista italiano Alberto Madoglio, cuando afirma que “Japón y Europa están próximos a una probable recesión, así como algunas economías emergentes del tamaño del Brasil y del África del Sur; mientras tanto, Turquía, Argentina y Pakistán ya están en recesión”.
Aunque sean un poco abusivas las comparaciones, vamos a tomar datos de la crisis de 2008-2009 para proyectar los probables impactos de una nueva ola de crisis capitalista mundial para la economía y las masas sudafricanas.
En las convulsiones de esa crisis, en 2009, se cerraron un millón de empleos; caída de 3% del PIB entre 2008 y 2009; caída de 33% de la producción mineral; reducción de 50% de la producción en la industria automotriz; caída de 21,6% de producción industrial; caída de las exportaciones en 24% en 2009.
La principal fuente de renta del país, la minería, cayó 33%; la industria automotriz redujo 50% la producción; de conjunto, la producción industrial cayó 21,6% en 2009 y en el mismo año las exportaciones se redujeron 24%. Como consecuencia, un millón de empleos fueron cortados, o sea, 7% del total de la fuerza de trabajo.
La burguesía teme frente a la crisis y se prepara para enfrentar al movimiento de masas
África del Sur se caracteriza por ser el quinto país con más muertes en el mundo. El sistema represivo es extremadamente violento contra las manifestaciones, y los órganos de seguridad monitorean toda y cualquier reunión conforme los datos presentados por la organización Right2Know[1].
El gran miedo es su enorme masa de desempleados y la situación explosiva en las llamadas townships (algo como favelas o villas de emergencia). Buena parte de la población vive en casas improvisadas o directamente dentro de contenedores. Sin agua corriente y sin espacio para construir baños, ellos son obligados a realizar homéricas luchas por baños químicos.
Entre los habitantes de las townships hay millones de refugiados económicos, huyendo de la pobreza de toda África. Los emigrantes suman 7% de la población.

Xenofobia, una política de Estado
La primera cosa que salta a la vista es la política migratoria del CNA-COSATU-PCdeAS. No difiere en nada de la política migratoria de los Estados Unidos. Niños, hijos de refugiados económicos que nacen en el África del Sur, no tienen certificado de nacimiento pues es hijo de ilegal. Debe esperar de 10 a 15 años para conseguir el Certificado de Nacimiento. Los padres deben viajar cada tres meses a la frontera para renovar la entrada, caso contrario, si fueran encontrados por la policía, serán presos y muchas veces extraditados.
Los trenes que llevan trabajadores de los suburbios hacia el centro de las grandes ciudades, frecuentemente son revisados por la policía en busca de personas “sin papeles”.
En la última campaña electoral para presidente, en mayo de este año, los tres principales partidos (CNA, DA y EFF) hicieron campaña contra los inmigrantes.
En los ataques xenofóbicos de las últimas semanas, salta a la vista que había muy bien entrenados francotiradores (cosa de parapoliciales) y la pasividad de la policía frente a los tiroteos. Ni se parecía a la policía, tan acostumbrada a reprimir pequeñas manifestaciones.
Xenofobia: política de Estado e implementada por el gobierno del CNA-COSATU-PCdeAS
El actual presidente de la República, Cyril Ramaphosa, tiene un sucio prontuario con innumerables casos de represión a los trabajadores. Antes de ser presidente, había sido presidente del Congreso Nacional y, antes, había sido director de la empresa de minería inglesa LONMIM. Documentos revelados por una Comisión Especial de Investigación, que investigó la masacre de Marikana, muestran que la orden para reprimir a los mineros en huelga partió de Ramaphosa. El resultado fue el asesinato frío e impune de 34 trabajadores. La represión con uso de carros de asalto, hombres fuertemente armados, helicópteros, oficiales militares comandando la operación, fue promovida y financiada por el Estado sudafricano conforme se lee en los e-mails intercambiados entre el entonces director de la LONMIM, Ramaphosa, y las autoridades policiales del país. El asesinato de esos 34 trabajadores no fue un hecho que escapó de control, fue premeditado en la medida en que fueron enviados para el lugar cuatro carros para transportar los muertos recogidos por el IML local.

Xenofobia: una política preventiva
El mandato presidencial de Jacob Zuma fue interrumpido por el Congreso Nacional presidido por Ramaphosa, que es del mismo partido que Zuma. El presidente del Congreso asumió la presidencia y en mayo de este año, en las elecciones presidenciales, fue electo presidente. A pesar de todo el desgaste del CNA-COSATU-PCdeAS, ellos vencieron las elecciones con 57,5% de los voto. El gobierno electo construyó un gran acuerdo envolviendo a los distintos sectores.
El acuerdo se hizo por encima, involucrando sindicatos y partidos dichos progresistas. Pero eso, ellos saben, no es suficiente. Es preciso minimizar los efectos de la crisis, y la fórmula escogida fue crear un clima que trate de reducir por el miedo, la violencia y la muerte el 7% de refugiados que vive en el país. Esa es la explicación para la política xenofóbica que viene siendo aplicada desde hace muchos años y que gana un nuevo impulso con la anunciada recesión económica en África del Sur, combinada con la crisis económica mundial.
La reacción en los países originarios
En diversos países hubieron grandes manifestaciones, ataques a propiedades y vehículos sudafricanos en los países originarios. En Mozambique, 300 camiones quedaron parados en la frontera causando un perjuicio estimado en más de un millón de dólares por día. En la República Democrática del Congo, instalaciones de la red de tiendas de ropas de capital sudafricano fue saqueada. En Ghana, Zimbabue y Zambia hubieron ataques a empresas de África del Sur.
La respuesta más contundente vino de Nigeria, donde la población fue a las calles y en las entrevistas a los medios de comunicación decían claramente que destruirían las instalaciones de la redes de supermercados Shoprite e Pink’n Pay, además de la empresa telefónica MTN, todas de capital sudafricano. Incluso hasta la Embajada del país en Abuja, Nigeria, fue cerrada por miedo a que fuese atacada.
Nota:
[1] BIG BROTHER EXPOSED – Stories of South Africa’s intelligence structures, monitoring and harassing activists movements.
Traducción: Natalia Estrada.