Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

La conferencia sobre el clima es un mostrador de negocios para las empresas petroleras y mineras 

Por: Jeferson Choma

Dos mil veintitrés fue el año en el que los efectos del calentamiento global quedaron claros. El mundo fue testigo de terribles olas de calor en el verano del hemisferio norte y, ahora, en el hemisferio sur, que produjeron incendios forestales. En la Amazonía, la sequía secó ríos y los terratenientes aprovecharon para incendiar el bosque. Las sequías también produjeron pérdidas en las cosechas agrícolas, además de fuertes lluvias y grandes inundaciones, como las que devastaron Rio Grande do Sul. 

El fracaso de todos los acuerdos climáticos muestra que el capitalismo no puede resolver la crisis climática que el sistema provocó. 

Pero la falta de vergüenza de los capitalistas es tal que la COP-28, Conferencia de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Clima, celebrada en Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos, fue un mostrador de negocios de las grandes petroleras, mineras y empresas que destruyen el medio ambiente. 

Incluso la Braskem (responsable por el mayor desastre urbano en curso en el mundo, en Maceió) y la Vale (responsable por las tragedias de Mariana y Brumadinho) estuvieron en la COP-28, compartiendo su “éxito” en la gestión socioambiental y climática. 

En manos de las petroleras

La COP-28 fue presidida por uno de los principales hombres del petróleo en el mundo, el ejecutivo Sultan al-Jaber, CEO de la ADNOC, petrolera estatal de los Emiratos. Antes de la apertura de la COP-28, la BBC y el Centre for Climate Reporting, del Reino Unido, presentaron documentos que muestran que Al-Jaber aprovechó las negociaciones climáticas para defender los intereses de la petrolera ADNOC y cerrar posibles acuerdos con otras empresas.

En la COP del petróleo, Al-Jaber también se reveló como un negacionista. Dijo que “no hay ciencia, ningún escenario que diga que la eliminación progresiva de los fósiles es lo que llegará a 1,5º C”. Para el presidente de la COP, la eliminación progresiva de los combustibles fósiles llevaría el mundo “de vuelta a las cavernas”.

El petróleo, al igual que el gas y el carbón, es un combustible fósil. Ellos son las principales causas de las alteraciones climáticas porque liberan gases de efecto invernadero que calientan el planeta, como el dióxido de carbono (CO2), cuando se queman para obtener energía.

El fracaso de las COP

Colocar al presidente de una petrolera (negacionista) para liderar una conferencia sobre el clima es la desmoralización completa de los acuerdos climáticos. La COP del petróleo muestra que a los capitalistas no les importa el calentamiento global. Desde que se celebran las conferencias medioambientales –a partir de la de Río de Janeiro en 1992– no ha habido ninguna reducción de las emisiones de CO2. Por el contrario, el calentamiento climático no ha hecho más que aumentar, al igual que la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. 

¿Qué dice la ciencia? El planeta al borde del precipicio
 

El calentamiento global es una realidad y está haciendo que los eventos climáticos sean más frecuentes y cada vez más intensos, como El Niño, fenómeno climático producido por el calentamiento de las aguas ecuatoriales del océano Pacífico. Veamos: 

→ Según el observatorio europeo Copérnico, se espera que 2023 sea el año más caluroso en 125.000 años. 

→ La concentración de CO2 en la atmósfera alcanzó un nivel récord de 424 ppm, la concentración más alta en 800.000 años, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA). Esta es la concentración más alta de CO2 jamás vivida por la especie humana desde que comenzamos a caminar sobre la Tierra hace 200.000 años. 

→ En 2023, por primera vez, el mundo registró un día con una temperatura media global 2 °C superior a la de la era preindustrial. Fue el 17 de noviembre, cuando la temperatura registrada fue de 2,07 °C. 

→ La COP del petróleo en Dubai hizo estallar los objetivos del Acuerdo de París. Según el acuerdo, para mantener el calentamiento entre 1,5 °C y 2 °C, el mundo necesitaría reducir las emisiones en 40% hasta 2030 y tener cero emisiones para 2050. Pero la “Carta de Descarbonización del Petróleo y del Gas”, celebrada por la COP-28 como “un gran primer paso”, sólo prevé acabar con la quema de gas (metano) de aquí a 2030. Una maniobra que deja intacto el CO2, principal gas responsable del efecto invernadero, producido por el petróleo y el carbón. 

¿Quiénes son los responsables? El 1% más rico tuvo las mismas emisiones de carbono que el 66% más pobre

→ Según Oxfam, en 2019, el 1% más rico fue responsable por las mismas emisiones de carbono que el 66% más pobre del mundo, es decir, 5.000 millones de personas. 

→ Las emisiones de carbono del 1% más rico anulan el beneficio generado por 1 millón de turbinas de viento. 

→ Los superricos son responsables por 16% de todas las emisiones de carbono del planeta desde 1990. 

Premio Fósil: en la COP del petróleo, Lula negocia entrada en la OPEP+

Lula fue a la COP y pronunció muchos discursos responsabilizando a los países ricos por la catástrofe ambiental. Sin embargo, pronto quedó claro otro interés del gobierno en la conferencia: ingresar a la OPEP+ (una especie de grupo ampliado del bloque de los mayores productores de petróleo). 

El movimiento refuerza el bloque de productores de petróleo y va en contra de la urgente y necesaria transición energética que Brasil y el mundo necesitan para combatir la crisis climática. 

Durante la conferencia, el presidente de la Petrobras, Jean Paul Prates, firmó acuerdos con petroleras e incluso tuvo tiempo para intentar vender la Braskem al presidente de la COP, Al-Jaber. También afirmó que la Petrobras será una de las últimas en dejar de explorar petróleo en el mundo. Lula fue en la misma dirección y dijo: “Petrobras no dejará de buscar petróleo, hay que recordar esto, porque los combustibles fósiles seguirán funcionando en la economía mundial durante mucho tiempo”.

Petróleo en la Amazonía

Lula no oculta su “sueño” de explorar petróleo en la Amazonía, lo que en realidad sería una pesadilla para los pueblos de la región y para gran parte de la humanidad. Un estudio de Agência Pública/Seeg concluyó que si se explorara todo el petróleo del Margen Ecuatorial, las emisiones de gases de efecto invernadero resultantes de su quema anularían, para el planeta, los beneficios obtenidos con la reducción la deforestación de la Amazonía. Según el estudio, “si se quemara todo ese petróleo, se emitirían entre 4.000 y 13.000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero. Eso es casi lo que emitieron Estados Unidos (5.300 millones) y China (12.300 millones de toneladas) en 2020”. 

El estudio también muestra que las emisiones por la quema de petróleo del Margen Ecuatorial serían el triple de lo que el Brasil se comprometió a emitir en 2030, en la meta presentada en el Acuerdo de París.  

Mientras tanto, la Petrobras anunció la reducción de las inversiones destinadas a fuentes de energía renovables. De los 102.000 millones de dólares en inversiones previstas por la Petrobras hasta 2028, sólo 5,5 mil millones de dólares se destinarán a la energía eólica/solar y 5,5 mil millones de dólares al hidrógeno, una miseria. Se invierte poco para seguir engordando los bolsillos de los accionistas privados de la empresa, que el año pasado recibieron 215.000 millones de dólares en dividendos. 

No fue casualidad que el Brasil terminara siendo el ganador del Trofeo Fósil en la COP-28, un premio nada honorable para un país que desea liderar las acciones climáticas en el mundo. 

No existe capitalismo verde. El capitalismo fósil y la farsa de la transición energética 

Instalar nuevas fuentes de energía limpia es la única manera de limitar las temperaturas por debajo de los 2 °C. Pero esto requiere una transformación urgente, revolucionaria y sin precedentes en el suministro de energía, en escala global. 

En una sociedad socialista, basada en una economía planificada y controlada democráticamente por los trabajadores, el desarrollo de estas tecnologías daría un gigantesco salto. Pero, con las limitaciones del capitalismo, la transición energética no es más que una farsa. En los últimos años ha habido avances concretos en la tecnología disponible que puede sustituir la matriz fósil, pero el capitalismo es un obstáculo para su desarrollo y, por tanto, sólo sirve para que algunos multimillonarios puedan obtener algunos ingresos monopólicos. 

Los gobiernos otorgan enormes subsidios a la producción fósil. Se estima que hasta 2030 se gastarán 570.000 millones de dólares cada año en exploración de petróleo y gas. Al mismo tiempo, hay una carrera para explorar las últimas grandes reservas de petróleo, como las reservas de Alaska, que Joe Biden quiere explotar; el Margen Ecuatorial, soñado por Lula; el petróleo del Ártico ruso, codiciado por Putin; y las reservas frente a las costas de África Oriental, exploradas por China. 

La lógica capitalista imposibilita una verdadera transición de la matriz energética. De hecho, las soluciones presentadas (desde los coches eléctricos hasta el hidrógeno verde) sólo sirven para abrir nuevas fronteras para que los grandes capitalistas se beneficien, y no para impedir la destrucción de la biosfera. Como mucho, se creará un “mix” energético, una combinación entre fuentes de energía renovables con fuentes fósiles, incapaz de combatir el calentamiento global. 

 El “capitalismo verde” sólo sirve para crear nuevos nichos de mercado y que las empresas incorporen a sus marcas la etiqueta “sostenible” del marketing verde , el llamado greenwashing.

La transición energética exigirá una verdadera revolución en las fuerzas productivas, que sólo podrá lograrse en una sociedad socialista que libere a la ciencia y a los humanos de la explotación y de la opresión. O el capitalismo es superado por una nueva sociedad socialista que revolucione las relaciones de producción en escala global, o la barbarie climática caerá sobre la humanidad.

Programa: una propuesta socialista para combatir la catástrofe climática

Es necesario levantar un programa en el Brasil para combatir el calentamiento global, que debe pasar por la reducción de las emisiones de carbono y garantizar una transición energética soberana. Para lograrlo, proponemos: 

– ¡No a la exploración del Margen Ecuatorial! La Petrobras necesita invertir fuertemente en energías renovables, utilizando los ingresos del petróleo para transformarse en una empresa de energía sostenible. Esto sólo puede suceder con una Petrobras 100% estatal, bajo control de los trabajadores.

– Nacionalización de todas las fuentes de energía, incluidas las reservas de petróleo y gas. Estatización de las empresas contaminantes y causantes de desastres.

– Defender la Amazonía y el Cerrado del agronegocio y de la minería (principales vectores de la destrucción ambiental del país), que deben ser nacionalizados y puestos bajo control de los trabajadores.

– Por la interrupción de los proyectos de termoeléctricas y contra la expansión de los agrotóxicos.

– Exigimos de Lula el veto al Proyecto de Ley 11.247/2018, aprobado en la Cámara el último 29 de noviembre, que libera la construcción de más termoeléctricas (usinas de carbón) por el sector privado. También exigimos el veto del proyecto de ley (PL) del veneno (1.459/2022), aprobado el día 28 por el Senado. El proyecto ampliará el uso de pesticidas, que ya están prohibidos en otras partes del mundo, en una escala nunca antes vista.

Artículo publicado en www.opiniaosocialista.com.br, 6/12/2023.-

Traducción: Natalia Estrada.

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