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China: ¿Potencia mundial o submetrópoli dependiente?

marzo 16, 2012
El chino es un modelo basado en la superexplotación y en la dictadura, amenazado por la crisis mundial y por las luchas obreras.

Partimos del hecho de que el capitalismo fue restaurado en la China y su economía hoy está totalmente integrada a la economía capitalista mundial. Esta restauración, iniciada en 1978, se dio de forma subordinada al imperialismo. Basta recordar que, entre las primeras medidas de “apertura al mundo occidental” de Deng Xiaoping, estaba el establecimiento de Zonas Económicas Especiales abiertas a las inversiones privadas extranjeras, con la supresión del control estatal sobre el comercio exterior, dando origen al que es conocido como la “fábrica del mundo”.

Treinta años después, no ha habido ningún cambio de rumbo en esta política de apertura. Al contrario, ésta se amplió a todas las regiones del país. Las inversiones extranjeras directos (IED) aumentaron año a año, alcanzando 1,05 billones de dólares entre 1982 y 2009.

La afluencia de capital extranjero, el robo del ex-Estado obrero promovido por el PCCh (Partido Comunista Chino) , con la apropiación de empresas estatales por sus miembros transformados en nuevos burgueses, y la superexplotación de la clase obrera hicieron que el PIB creciera a un promedio anual de 10%, en las últimas tres décadas. Este crecimiento excepcional, sin embargo, benefició básicamente a la burguesía. La participación de los salarios en el PIB se redujo de 57% a 36,7% entre en 1983 y 2003.

El desarrollo subordinado al imperialismo benefició de entrada las multinacionales. Las empresas estatales redujeron su participación en la economía de 73% a 38%, entre 1988 y 2010, con una participación privada de entre 10 y 30% en sus acciones, después de la transformación de todas ellas en sociedades de capital abierto. Además, cada vez es mayor el peso de empresas productora de bienes de alto valor agregado, sector en que la participación de las multinacionales es dominante. 

Según Theodore H. Moran de la School of Foreign Service, Universidad de Georgetown, en 2006[1], éstas eran responsables por la exportación de 84% de estos bienes (45% en 1992). La burguesía china tiene presencia mayoritaria en la producción de productos de baja tecnología. La “fábrica del mundo” es, por lo tanto, una base de las multinacionales instaladas en el país, que son sus mayores beneficiarias: el valor de las exportaciones de productos de alto valor agregado llegó a 67% del total en 2005, un negocio de 500.000 millones de dólares anuales.

Así, se impone en China una “ley de dominación colonial”: cuanto mayor es el valor agregado de los productos fabricados en el país dependiente, mayor es  la participación de las multinacionales. En 2002, las empresas extranjeras representaban 39,2% del total de industrias textiles del país. Pero en la industria de computadores, estos valores suben a un impresionante 99,4%. En la industria de telecomunicación, el porcentaje de componentes importados es de 91,6.

Un ejemplo muestra la verdadera rapiña efectuada por las multinacionales en suelo chino: una pesquisa realizada por la Universidad de California[2] analiza que del precio de 299 dólares de un iPod, en 2005, “el valor añadido al producto a través del montaje en China es probablemente de algunos dólares a lo sumo”. El resto va directo a los bolsillos de los proveedores de componentes importados.

Eso no quiere decir que no exista una burguesía china que se beneficie de esa rapiña, pero lo hacen como socios más pequeños. Terry Gou, el taiwanés propietario de la Foxconn, donde se fabrica el iPod, tiene una fortuna de 5.700 millones de dólares. Para eso, necesita explotar un millón de trabajadores en sus fábricas que alquila a las multinacionales. Obviamente, los dirigentes del PCCh no se quedan afuera. Según Minki Li[3]: “Wen Jiabao, es uno de los primeros-ministros más ricos del mundo. Su hijo es propietario de la mayor empresa privada de China y su esposa controla la industria de joyería. Su fortuna es calculada en  4.65o millones. Se estima que Jiang Zemin (ex-presidente y secretario general del PCCh) posee 1.100 millones y Zhu Rongji (ex-primer ministro) 800 millones”. Ciertamente, todos ellos, dedicados “militantes” del PCCh, se aprovecharon de las ventajas de los cargos, de la influencia en las empresas estatales y de la corrupción desenfrenada (que, según Li, llega a mover 18% del PIB) para transformarse en un sector importante de la burguesía china.

Las empresas estatales también volvieron a tener importancia, con participación mayoritaria en los ramos de energía, petróleo y gas natural, telecomunicaciones y armamentos. El gobierno chino se aprovechó de la crisis económica mundial para fortalecerlas con una generosa financiación, inclusive con la adquisición de empresas en el exterior. En el ranking de la revista Fortune, entre las 10 empresas de mayor valor de mercado del mundo (valor de las acciones negociadas en Bolsa), en 2010, cuatro son estatales chinas: China Mobile, con sede en Hong Kong; Petrochina, el Banco Industrial y Comercial y el Banco de Construcción. Las otras seis mayores son estadounidenses. Esta poderosa presencia china es más difusa si consideremos las 50 mayores empresas: 25 son estadounidenses y siete son estatales chinas.

Este fortalecimiento puede tener dos causas. La primera es el aumento general de los precios de las commodities, debido a la demanda creciente por materias primas en los países imperialistas. La segunda es la necesidad de la propia China de alimentar su hambre por energía, de mantener el control dictatorial de las comunicaciones en el país y de controlar el capital financiero, como fuente de crédito y de corrupción. Este es, por diversas señales, el próximo sector a ser abierto al capital internacional.

En este contexto, definimos la China como una sub-metrópoli del imperialismo, con algunas diferencias en relación a las características apuntadas para el Brasil, pero con una igualdad esencial: ambos son países económicamente dependientes del imperialismo y no tienen como librarse de esa dependencia a no ser a través de una guerra de clases bajo la dirección de la clase obrera.

Además, las riquezas chinas son saqueadas por el imperialismo. No las riquezas naturales, que son una de las principales carencias de China, sino la riqueza de su fuerza de trabajo. Existe, también, un fortalecimiento de la burguesía nacional, que busca expandirse a la sombra y como socia menor del imperialismo, lo que puede generar choques con el propio imperialismo. Por fin, China es utilizada como plataforma de exportación de productos industrializados; y no sólo para los países vecinos, sino para todo el mundo.

Sin embargo, China no tiene una deuda externa impagable. Al contrario, es acreedora del principal imperialismo, EEUU, y no está sometida al capital financiero internacional (desde el punto de vista monetario). Por eso, es necesario ver más de cerca la relación EEUU-China.

La relación EEUU-China
 
{module Propaganda 30 anos}La prensa describe esta relación como “simbiótica” (la “Chimérica”). Es decir, cada uno dependería del otro para sobrevivir. China se beneficia del mercado norteamericano para sus exportaciones y EEUU de los precios bajos de los productos chinos. Esto mantiene una inflación insignificante en EEUU, que pueden tener intereses bajísimos para alimentar el crédito, y China es beneficiada con un enorme superávit de su balanza comercial. El círculo es cerrado con el retorno de este superávit a EEUU por medio de la venta de títulos del Tesoro y la realimentación del crédito norteamericano. Además, este mecanismo crea una situación de pleno empleo en los dos países, uno en el sector industrial y el otro en el de servicios. Así, los dos países crecerían indefinidamente, en una especie de moderno moto-perpetuo económico.

No se contaba con la crisis económica mundial, que transformó el moto-perpetuo en un “sálvese quién pueda”. Así, tras la primera década del nuevo milenio rellenada de elogios al “modelo chino”[4], el gobierno estadounidense pasó a expresar amargas críticas contra las leyes proteccionistas para participar de las licitaciones del gobierno chino, la amenaza militar a las instalaciones de EEUU en Asia, el agigantamiento de las estatales en detrimento de las empresas privadas, la apropiación de tecnología y, finalmente, el mantenimiento de una tasa artificial de cambio y el déficit comercial estadounidense[5].  

Según el Congreso estadounidense, “desde la entrada de China en la OMC, el déficit comercial de los EEUU llegó a US$ 1,76 billones. China adoptó medidas para encorajar a las empresas extranjeras a transferir su producción, tecnología y pesquisa en pago de acceso a su mercado… En julio de 2008, en respuesta a la crisis financiera global, China congeló la tasa de cambio de su moneda… Hasta el 13 de octubre de 2010, el yuan se había valorizado sólo 2,3%, muy abajo de lo estimado entre 20 y 40%”.

Cuando el imperialismo reclama del "expansionismo y proteccionismo" chino, es para obtener aún más concesiones, no porque haya una amenaza real a su hegemonía. Con la retracción de la economía mundial en el próximo período y las perspectivas poco animadoras en EEUU, no hay posibilidad de ganancia para todos.

La transferencia de la plusvalía obtenida por las empresas extranjeras en China a través de la compraventa de títulos del Tesoro no es más satisfactoria para el conjunto de la burguesía estadounidense, aunque continúe siéndolo para las empresas instaladas allá. Ahora, es necesario extraer directamente la plusvalía de la clase obrera estadounidense, que tiene sus salarios rebajados por los acuerdos colectivos firmados por la burocracia sindical y tiene una productividad mucho mayor.

China, por su parte, no aprovecha su aparente posición de “superioridad”, Frente a la cuestión de las reservas y del tipo de cambio dólar-yuan, mantiene la compraventa de títulos, aunque a un nivel menor[6], y vuelve a valorizar el yuan. Después del descenso de la calificación de los títulos estadounidenses y la caída de las bolsas, el Banco Central de China anunció la valorización del yuan en 0,23%,  la mayor desde noviembre pasado, para “contener” una caída de los títulos.

Para dejar claro que no está habiendo “proteccionismo”, Bai Ming, del Ministerio de Comercio, afirmó que “en consonancia con el 12º Plan Quinquenal, China hará más esfuerzos para mejorar el clima de inversiones y ofrecer más oportunidades de inversiones a las empresas extranjeras”. 

China acumuló una reserva de 3 billones, la mitad en títulos del Tesoro de EEUU. Eso no la vuelve más fuerte e independiente. Bastaría dar la impresión de que va a vender sus títulos para causar una “corrida vendedora” entre todos los países, lo que provocaría una enorme devaluación del dólar. Sería un suicidio financiero para China. Esto es así porque el dólar, a pesar de su debilitamiento, aún es la moneda más fuerte del mundo. Su fuerza es sólo un reflejo financiero del peso del país que la emite. 

¿El PIB es la prueba definitiva?
 
Sin embargo, si China aún es dependiente de EEUU, existe una gran polémica en torno a su futuro, con una cantidad enorme de libros y escritos calificando a China de “nueva potencia mundial”[7]. Para esto, la mayoría de estos autores utiliza el criterio del aumento del PIB o del comercio, un criterio similar pues el PIB es una medida de consumo (de las personas, del capital y del gobierno) de un determinado país.

El propio FMI hizo la previsión de que, en 2016, China rebasará los EEUU en el valor del PIB (por poder adquisitivo)[8] que, en 2010, fue de 10,1 y 14,7 billones, respectivamente, con una tasa de crecimiento constante del PIB de 2,7% para EEUU y 9,5% para China.  El PIB de China, inclusive, ya sobrepasó los de Alemania y Japón.

¿El crecimiento del PIB es suficiente para determinar la posición de fuerza relativa entre los países? Es decir, ¿el hecho de que China tenga el segundo mayor PIB del mundo la transforma en la segunda potencia mundial?  Por ejemplo, Argentina fue la 5ª economía del mundo en la década de 1930, la "década infame", y, sin embargo, era una colonia financiera de Inglaterra. Brasil fue la octava economía del mundo durante el "milagro económico" y vivió una década de “crecimiento chino, con índices medios de aumento del PIB de 8,9%, entre 1970 y 1980, pero su crecimiento estaba basado en la exportación de capitales de los EEUU.  Los dos países tenían una posición privilegiada en el comercio mundial y su industrialización avanzaba, pero nunca dejaron de ser dependientes y sometidos al imperialismo hegemónico en cada época, y nunca cuestionaron esta hegemonía.

Trotsky tampoco concordaba con la “dictadura del PIB”. Incluso en caso de la joven URSS, cuyo crecimiento podría amenazar concretamente al imperialismo, por tratarse de un estado obrero (a no ser, claro, por la política de la burocracia soviética), en La Revolución Traicionada, él decía: “Cuando nos dicen que la URSS ocupará, en 1936, el primer lugar en Europa en cuanto a la producción industrial, se desprecia no solo la calidad y el precio de costo, sino aún el número de la población. Ora, el nivel de desarrollo general del país y, más particularmente, la condición material de las masas no pueden ser determinadas, a no ser en rasgos generales, sino dividiendo la producción por el número de consumidores”. En relación a eso, basta acordar que el PIB per cápita (por poder adquisitivo) de EEUU previsto por el FMI, para 2016, continuaría siendo cuatro veces mayor que el de China.

Además de eso, para Trotsky: “La correlación de fuerzas, hoy, es determinada no por la dinámica de crecimiento, sino por la contraposición del todo el poderío de ambos campos de fuerza, expresada en la acumulación material, en la técnica, en la cultura y, sobre todo, en la productividad del trabajo humano”.

En cada uno de estos ítems (acumulación material, técnica y cultura) la superioridad de las actuales potencias mundiales, con EEUU al frente, es evidente. Pero la productividad[9] es el factor determinante, lo que nos lleva a preguntar cuál es la productividad china en relación con los países avanzados.

Según Carsten A. Hozl[10], investigador de la Universidad de Princeton (EEUU), “conforme el trabajo es transferido de la agricultura de baja productividad hacia los sectores de industria y servicios de alta productividad, el PIB real por trabajador, es decir, la productividad del trabajo, aumenta, solamente porque estos trabajadores que cambiaron de sector ahora producen un múltiplo de su producción anterior”. Este es el caso de la China, con más de 200 millones de migrantes del campo transferidos para los trabajos industriales en las grandes ciudades. Mientras esta migración continúe, la productividad del trabajo en China continuará aumentando “naturalmente”, pero sólo para alcanzar una media bastante inferior comparada con los países industrializados.

Según el economista Robert Y. Scott[11], en 2010, “las empresas extranjeras emplearon 3% de la fuerza de trabajo china, pero generaron cerca de 22% de su producción. Su productividad general era nueve veces mayor que las empresas chinas. En la manufactura, esta relación era de 4:1, siendo responsables por cerca de 40% del reciente crecimiento económico de China”

Carsten Holz confirma estos números: “China permaneció en esta franja estrecha de (bajo) desarrollo, con la productividad del trabajo de solo 1,2 a 3,4% del nivel norteamericano… la tasa de crecimiento de la productividad del trabajo fue relativamente alta, del 9%”.

Esta alta tasa del 9%, debido a la transferencia de trabajadores del campo hacia la ciudad, tiende a ser reducida cuando la productividad de la propia industria pasar a ser preponderante en el conjunto de la sociedad. Para eso, es necesaria una mejora de la técnica, la mayor formación del trabajador, el aumento del ritmo del trabajo, etc. A la vez, la productividad de los países imperialistas continuará creciendo, debido a la presión de la competencia. En EEUU, el país con la mayor productividad del mundo, la tasa anual de productividad industrial fue del 7,3% en 2002 y solo fue negativa en 2008 y 2009 (-0,4%), años que siguieron a la explosión de la “burbuja” inmobiliaria.

El crecimiento vertiginoso de China en esta década ocurrió debido a su posición en la división mundial del trabajo definida por el imperialismo y de una forma subordinada al conjunto de la economía mundializada. Dicho de otra forma, la condición de sub-metrópoli del imperialismo fue determinada y no escogida por el gobierno chino, a partir del momento en que la restauración del capitalismo fue iniciada. La ruptura de esta subordinación no se dará por medios puramente económicos, sino por la lucha de clases y, ciertamente, no será realizado por la dictadura china.

Situación de la clase trabajadora
 
¿Que pasa con la clase obrera china? ¿Y con el campesinado? El último censo (2010) estimó un 50% de población urbana. Dentro de ella, un número enorme de personas viven abajo de la línea de pobreza. Según la Secretaría Nacional de Estadísticas, eran entre 20 y 30 millones de trabajadores con registro urbano que, sumados a los miembros de sus familias, llegaban a 40 o 50 millones. A ellos, es necesario añadir los migrantes. Entre ellos, se calcula que de 15 a 20% viven abajo de la línea de pobreza, generando un total que alcanzaba 70 millones en 2001[12]. No hay motivos para creer que estos números hayan sufrido modificaciones esenciales. Conviene recordar que existen provincias con un salario mínimo entre 108 y 120 dólares mensuales que no son considerados por debajo de la línea de pobreza moderada (60 dólares). En 2008, había 278 millones de trabajadores urbanos (en la industria y los servicios[13]), de los cuales 140 millones eran migrantes. De estos, cerca de 80% no poseían ningún tipo de beneficio social y 75% recibían el salario mínimo, que correspondía a 55% del salario medio de los trabajadores con registro urbano[14]

En el campesinado, la situación es aún peor. La renta media de la familia campesina es cerca de 3 veces más pequeña que la urbana y entre el 42% que vive con menos de dos dólares por día (540 millones de personas, de las que 170 millones viven con menos de un dólar), la mayoría es campesina. Las viviendas campesinas son, en general, de madera, de un solo ambiente, con piso de tierra, y solo algunas sillas y una mesa como mobiliario[15].

Sobre esta situación material, la clase obrera china vive un ascenso continuado desde hace varios años, alcanzando un nuevo nivel con las huelgas en las empresas automotrices, en el primer semestre de 2010. Antes de 2008, las huelgas eran defensivas, por el pago de salarios atrasados, indemnizaciones por despido o contra las pésimas condiciones de trabajo, y envolvían trabajadores sin especialización. En 2010, las huelgas se dieron por aumento salarial e involucraron obreros especializados, en general jóvenes con formación técnica, causando una reacción en cadena en decenas de fábricas con huelgas victoriosas, lo que forzó el gobierno a decretar un aumento generalizado del salario mínimo para evitar una convulsión social. El salario mínimo de Guangzhou, capital de la provincia de Guangdong, con una enorme concentración de fábricas en los márgenes del Río de las Perlas, pasó de 160 dólares en 2010 a 200 en 2011.

Sin embargo, las luchas continúan creciendo año a año. De 10.000 “incidentes de masas”, en 1993, se pasó a 74.000, en 2004. Según Sun Liping, sociólogo de la Universidad de Tsinghua, estos números se duplicaron entre 2006 y 2010, llegando a la cifra impresionante de 180.000 acciones del movimiento de masas, el año pasado (¡490 por día!)[16].  El crecimiento económico aumenta la confianza de los trabajadores en sus fuerzas y ayuda la formación de una “nueva” clase obrera, llamada de “segunda generación de migrantes”, más exigente, con más formación técnica y más conciencia de clase. La dictadura china sabe eso y una de sus prioridades es mantener la “estabilidad social”.

La dictadura actúa con cautela, evita el enfrentamiento directo con la clase obrera, hace concesiones económicas parciales, pero impide cualquier organización independiente de los trabajadores a través de la prisión de los líderes, lo que involucra malos tratos, tortura, agresión psicológica, hasta la pena de muerte y la prohibición de cualquier organización “ilegal”.

Su política es desviar las luchas, con la aprobación de leyes laborales y una fuerte campaña de “gobernar en consonancia con la ley”, forzando los trabajadores a recurrir a los tribunales en vez de la acción directa. Para eso, el gobierno cuenta con su brazo sindical, la Federación de los Sindicatos de China, la única organización sindical legal del país, totalmente subordinada al PCCh. Su burocracia tiene lazos materiales con la burguesía china, además de ser propietaria de empresas, como hoteles. Fue una de las mayores patrocinadoras de la aprobación de la Ley del Contrato de Trabajo, en 2007, y su función es impedir cualquier movilización de enfrentamiento con el gobierno.

Conclusiones
 
El crecimiento de China está apoyado en un trípode: la superexplotación de la clase trabajadora, el papel de plataforma de exportación conferido por el imperialismo para aprovechar esta mano de obra barata, y la garantía de la explotación y de las inversiones extranjeros dada por la dictadura.
 
Con la crisis económica mundial, el imperialismo estadounidense quiere un cambio del actual “modelo”: la reducción de las exportaciones chinas y el aumento de las importaciones, a través de la valorización del yuan. Para eso, el nuevo Plan Quinquenal chino prevé la orientación de la economía china al mercado interno y la producción de mercaderías de mayor valor agregado. Esto abrirá un nuevo mercado para inversiones en los sectores de servicios y financiero y para exportación de bienes de capital a China, para mecanizar sus fábricas.

Al mismo tiempo, este movimiento dará a las empresas instaladas en EEUU mejores condiciones de competencia. Dos noticias ilustran bien este último caso. Terry Gou declaró que instalará un millón de robots en sus fábricas hasta 2013, para “mover para arriba la cadena de valor”. Es decir, para reducir el capital variable por el despido de trabajadores y aumentar la productividad. Un estudio de Boston Consulting Group (BCG) reveló que, si se tuviera en cuenta la mayor productividad y la actual precarización del trabajo en EEUU, la diferencia de coste salarial entre China y los estados del sur los EEUU cae para 30%. Aumentos salariales medios de la orden del 17% anual en China y la valorización del yuan llevarían los costos de producción y transporte a igualarse en 2015.

De hecho, algunas empresas ya están instalando fábricas en EEUU en vez de China, y hasta trayendo unidades de vuelta. Caterpillar anunció la expansão de su fábrica de excavadoras en Texas; NCR Corporation está trayendo de vuelta la producción de sus máquinas ATM para Georgia e incluso una fábrica de juguetes, Wham-O Inc, cerró la producción de 50% de algunas líneas de sus productos en China para fabricarlos en EEUU. La justificación no podría ser más cínica: “Trabajadores y sindicatos están más receptivos a aceptar concesiones para traer los empleos de vuelta a EEUU. El apoyo del Estado y gobiernos locales puede cambiar la balanza”, dijo Michael Zinser, de la BCG.

Para mantener sus negocios en China, sin sufrir con los aumentos salariales ocurridos en los últimos años[17], la burguesía está trasladando sus fábricas para el interior, con el fin de explotar a los camposinos expulsados de sus tierras (diez millones en los últimos cinco años) o atraídos por la posibilidad de mejora en sus vidas, sin la necesidad de migrar para las grandes ciudades del litoral. La población rural en China aún es muy grande (50%)[18] y significa un enorme “ejército campesino” de reserva para presionar los salarios hacia abajo. La mecanización de las industrias también llevará a la reducción de los puestos de trabajo y al aumento del desempleo.

La joven clase obrera china (la segunda generación de migrantes) consolidada en años de luchas contra la exploración no dejará que sus condiciones de vida empeoren aún más, y siempre encontrará enfrentándola a la dictadura militar del PCCh y su brazo sindical, no a la débil burguesía china.

El gobierno chino también enfrenta múltiples problemas en la conducción de la economía desde que lanzó el paquete de estímulo de 585.000 millones, en 2009. Consiguió “ablandar” la crisis pero creó varias “burbujas” debido al crédito fácil, subsidios e incentivos al consumo.

En la construcción civil, se hicieron famosas las “ciudades fantasmas”; el ramo automovilístico está sufriendo retracción de consumo con el fin de los subsidios y, principalmente, en el ramo financiero. El aumento de los medios de pago ampliados (M2) es de 64,3% desde 2009, superando en mucho su crecimiento en los EEUU (10,4% en el mismo periodo). La explosión de esa burbuja tendrá el mismo significado para China que la quiebra del Lehman Brothers tuvo para EEUU.

La expansión monetaria llevó al aumento de la inflación, que llegó a 6,5% anualizado en junio, superando en mucho la meta del 4% (economistas independientes dicen que la inflación real puede llegar al doble de lo divulgado). El gobierno viene adoptando medidas fiscales para combatirla, como el aumento de los intereses y el retiro de subsidios. Planea, también, una reducción del crecimiento del PIB a cerca de 7% en los prójimos 5 años, para “enfriar” la economía.

El recrudecimiento de la crisis en los países imperialistas podrá hacer explotar el trípode del crecimiento chino. Pero para eso será fundamental que la clase obrera apunte sus armas hacia un ajuste de cuentas con la dictadura. La lucha contra la explotación debe ser combinada con la lucha por las libertades democráticas, como las de organización sindical y política y de expresión, para la transformación de las huelgas aisladas en una única lucha nacional, uniendo a los sectores oprimidos de la ciudad y del campo, con el objetivo de derribar al gobierno opresor.


[1] – Declaración ante la U.S.-China Economic and Security Review Commission del Congreso estadounidense, marzo de 2010.

[2] – Greg Linden, Kenneth L, Kraemer, Jason Dedrick, Who Captures Value in a Global Innovation System? The case of Apple’s iPod, University of California, 2007.

[3] – Mink Li, The rise of the working class and the future of the Chinese revolution, Monthly Review, v. 63, junio de 2011.

[4] – En agosto de 2005, el Consejo de Negocios EEUU-China (USCBC) publicó una encuesta entre sus miembros. 58% de las empresas consideraron a China como “prioridad mundial”, 74% afirmaron que aumentarían su compromiso con China y 67% vieron aumentadas sus ganancias.

[5] – Informe de la comisión sobre las relaciones económicas y de seguridad entre EEUU y China (US-China Economic and Security Review Comission) del Congreso de EEUU, 2010.

[6] – Algunos economistas sugieren que la compra pude incluso haber aumentado a través de mercados paralelos, por ejemplo, de Londres, porque el superávit comercial chino continúa aumentando.

[7] – Cito algunos: Gunder Frank, Reorient: global economy in the Asian age; G. Murray, China: the next superpower; E. Timperlake, Red Dragon rising: Communist China’s military threat to America.

[8] – EL PIB ppa, ou PIB por paridad de poder adquisitivo (parity power purchase), busca eliminar la diferencia del poder de compra entre los países. Se define una “canasta básica” y se dividen los precios encontrados, cuyo resultado es un factor que “mide” esta diferencia. En el caso de EEUU y China, el factor era de 3,95 en 2010: el costo de vida en EEUA era casi cuatro veces mayor que en China.

[9] – La productividad es, groseramente, la cantidad de mercaderías producida en un país/sector/fábrica dividida por el número de horas trabajadas.

[10] – Carsten Holz, China’s economic growth 1978-2025: what we know today about China’s economic growth tomorrow, World Development, v. 36, n. 10, 2008.

[11] – Robert E. Scott, testemunho perante a U.S. China Economic and Security Review Commission, março 2011.

[12] – Dorothy J. Solinger, The creation of a new underclass in China and its implications, International Institute for Environment and Development, www.eau.sagepub.com.

[13] – Una encuesta del Departamento de Estadística del Trabajo de EEUU estimaba 112 millones de obreros industriales en 2006.

[14] – Qi Dongtao, Chinese working class in predicament, www.eai.nus.edu.sg/Vol2No2_QiDongtao.pdf.

[15] – http://factsanddetails.com/china.php?itemid=155&catid=11&subcatid=70

[16] – Mink Li, The rise of the working class and the future of the Chinese revolution, Monthly Review, v. 63, junio de 2011. “Incidentes de masas” es una clasificación del gobierno chino para todos los tipos de movilizaciones en el país, desde huelgas hasta revueltas. Esos números dejaron de ser informados oficialmente en 2005.

[17] – Los aumentos nominales, sin descontar la inflación fueron: 4,7% en 2005, 10% en 2006, 6,4% en 2007, 3,2% en 2008, 17% en 2009 e 2010.

[18] – Este número incluye los migrantes por tener visa de residencia en el campo. La población rural en EEUU es 18% y en América Latina de 20%.

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