Haití: gangsterismo, miseria y crisis de la dominación capitalista
Por Otávio Calegari
Haití vive una profunda crisis económica, política y social hace varios años. Esta crisis ahora se está profundizando y llevando a un verdadero caos en el país.
Antes de entender la situación actual, debemos volver un poco atrás. En 2022, como respuesta a la dura realidad que vivía la clase trabajadora y el pueblo pobre, hubo enormes manifestaciones e importantes procesos de huelga, continuidad de un proceso iniciado en 2018. En ese momento escribimos que Haití vivía una verdadera rebelión popular.[1] Nuestros compañeros de Batay Ouvriyé (Batalla Obrera), central sindical haitiana con fuerte presencia en la clase obrera industrial de Puerto Príncipe, hicieron varios llamados a movilizaciones.[2]
Desde el asesinato del expresidente de Haití, Juvenal Moïse (julio de 2021), el gobierno haitiano está a cargo de Ariel Henry, nombrado por Moïse como primer ministro dos días antes de su asesinato. A finales de 2021, Henry suspendió las elecciones presidenciales y parlamentarias que estaban previstas (el parlamento ya había sido disuelto por el término de su mandato), manteniendo un poder “casi” unipersonal, apoyado por el verdadero poder en el país, Estados Unidos. Debido a la enorme inestabilidad política, que se hace aún más explosiva por las manifestaciones de masas, el poder de las pandillas y la fragilidad de la policía haitiana[3], Moïse hace meses viene solicitando una nueva misión de la ONU para “estabilizar” el país.
Debido a la descomposición del estado haitiano y a la incapacidad de la burguesía haitiana en llegar a acuerdos para implantar su dominación en el país, los grupos armados ligados a determinados políticos, partidos y empresarios se han multiplicado, cada uno con intereses y negocios propios. Hoy algunos líderes de esas pandillas tienen más poder que la Policía Nacional. Los más conocidos y mediáticos son Jimmy Chérizier (de apodo Barbecue), expolicía y actualmente jefe del G9, grupo que reúne a 9 grupos armados y fue muy cercano al expresidente Moïse. Otro es Johnson André ( de apodo Izo) que lidera el grupo Vilaj de Dye – 5 Segonn. Según estudiosos del gansterismo en Haití (que extranjeros y sin presencia en el país) existen otros líderes incluso más poderosos, pero menos mediáticos.[4] Estos grupos han tenido fuertes relaciones con el aparato estatal desde hace décadas.
La crisis ha escalado en las últimas semanas, con ataques coordinados de varias pandillas a instituciones públicas y privadas, exigiendo la renuncia de Henry. El último jueves (14 de marzo), la casa del director general de la Policía Nacional Haitiana fue incendiada por uno de esos grupos.
Los choferes de buses denuncian que las pandillas controlan las carreteras, cobrando peajes a los transportistas,[5] lo que ha hecho subir los precios de los alimentos y ha provocado una disminución considerable en el transporte de mercancías a los distintos puntos del país. Las pandillas también mantienen bajo su control el principal puerto de Haití, en Puerto Príncipe, dificultando el abastecimiento de combustible a la ciudad. El combustible está desapareciendo de las bencineras (gasolineras) y ya es vendido por el doble del precio en el mercado paralelo.[6]
Según un análisis de la ONU, en las próximas semanas puede haber una hambruna devastadora en el país. Los niveles de hambruna en Puerto Príncipe ya se asemejan al de las zonas de guerra.[7] El principal problema hoy, no es la producción de alimentos y sí el transporte de bienes hacia las grandes ciudades y su distribución.[8] Esta situación caótica ya ha hecho, en los últimos años, que más de 360 mil personas se hayan desplazado internamente para poder buscar condiciones de sobrevivencia.
Con la escalada de la crisis, hace pocos días Ariel Henry anunció su renuncia. Henry se encontraba en Puerto Rico y no pudo retornar a Haití. El primer ministro anunció que renunciará inmediatamente cuando se conforme el Consejo Presidencial de Transición (CPT), un órgano que pretende asumir el timón del Estado como un gobierno de unidad nacional entre los distintos partidos burgueses y organizaciones empresariales. El CPT está siendo conformado a partir de reuniones realizadas por el CARICOM (Comunidad del Caribe) en Jamaica, con la presencia de partidos y organizaciones empresariales haitianas y del secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken.
La formación del nuevo gobierno todavía no es una realidad, ya que sigue abierta la profunda crisis del estado haitiano, totalmente incapaz de organizar la dominación burguesa e imperialista en el país.
La posibilidad de una nueva ocupación militar
El imperialismo norteamericano ha tenido dificultades para organizar nueva misión de ocupación, ya que la mayoría de los estados que cumplieron ese rol en 2004 (con el inicio de la Minustah), hoy muestran reticencias en realizar una nueva invasión. Hace algunas semanas, el Estado de Kenya aceptó liderar la nueva intervención militar, lo que hasta ahora no ha salido del papel debido a las exigencias del gobierno kenyano (de ocupar el país solamente después de la conformación del CPT) y a la dificultad de Estados Unidos, de liberar dinero para el traslado de las tropas de Kenya (el Partido Republicano está poniendo trabas al gobierno Demócrata).[9] Los gobiernos de Estados Unidos y Canadá son los principales impulsores de la nueva ocupación y sus principales financiadores. Es muy probable que se inicie la ocupación en las próximas semanas, con la conformación del CPT, aunque debido a la magnitud de la crisis también existe la posibilidad de que no se logren las condiciones para la conformación del gobierno provisional y la ocupación bajo los moldes actuales.
Una nueva ocupación sin dudas significaría un retroceso para el pueblo haitiano. Un enfrentamiento entre tropas ocupantes y pandillas armadas podría significar un enorme derramamiento de sangre, que afectaría a cientos de miles de familias. También es posible que Estados Unidos logre negociar con algunas de esas pandillas, haciendo acuerdos para que éstas mantengan zonas de influencia en cambio de permitir la “gobernabilidad”.
El objetivo de una nueva ocupación es hacer lo mismo que hizo la MINUSTAH[10], o sea, garantizar cierta estabilidad política y económica para que las empresas extranjeras sigan explotando la mano de obra barata de la clase trabajadora haitiana y para contener el flujo migratorio de Haití hacia otros países, como Estados Unidos, Canadá, República Dominicana y otros países de Latinoamérica. La ONU ocupó Haití durante 13 años, bajo el mando de Estados Unidos, y ninguno de los problemas sociales básicos fue resuelto. Por ello, todas las organizaciones de la clase trabajadora a nivel mundial deben oponerse a una nueva ocupación, que solo traerá más sufrimiento y miseria para Haití.
Por otro lado, la situación actual es insostenible y puede llevar hacia una guerra civil o a una miseria aún más grande para el pueblo. Por eso, es necesario discutir una salida del pueblo trabajador a la crisis.
Es necesario reaccionar a la barbarie
No es una exageración decir que en Haití existe una situación de barbarie, principalmente en la capital del país. Los niveles de miseria y violencia llegan a umbrales desconocidos en otras naciones de América (acercándose mucho a las naciones más pobres de África). La población vive en un verdadero infierno, sin saber si tendrán qué comer al otro día o si sus familiares serán asesinados por la policía o por los grupos armados. Según relatos de nuestros compañeros de Batay Ouvriyé, la situación de las organizaciones populares es de total defensiva, ya que las manifestaciones populares frecuentemente son atacadas por grupos armados.
Desde la distancia, es muy difícil opinar sobre qué medidas podrían ser tomadas por las organizaciones obreras, populares y campesinas en el país, ya que las condiciones de seguridad para realizar de reuniones, asambleas o movilizaciones son mínimas. Hace algunos meses, hubo una importante reacción popular con linchamientos a miembros de las pandillas, como relatamos en junio del año pasado.[11] Este es un importante ejemplo de reacción popular.
Por la situación actual, cualquier posibilidad de tener una salida obrera y popular a la crisis pasa por la organización de la autodefensa de los sectores obreros, populares y campesinos, con la formación de milicias populares armadas. No existe otra manera de enfrentarse a las pandillas, a la policía y a una eventual ocupación si no es con el armamento de los trabajadores. No podemos decir de qué manera esto se puede realizar, si a través de la confiscación de armas que entran por los puertos, ataques sorpresa a las pandillas, asaltos a comisarías y cuarteles u otras formas.
Las milicias obreras, populares y campesinas deberían estar al servicio de la organización democrática de la clase trabajadora en las fábricas, barrios y en el campo. Una revolución obrera, campesina y popular que barra con las pandillas y con el decadente estado haitiano es la única forma de liberar el país de su crisis permanente.
Esa revolución debería replantearse toda la organización social y económica del país, empezando por nacionalizar los grandes bancos, empresas telefónicas, fábricas y las tierras de grandes terratenientes. Una de las prioridades debe ser garantizar el abastecimiento de las ciudades con los alimentos producidos en el campo. En Haití, gran parte de la producción agraria y del abastecimiento de las ciudades es realizada por pequeños empresarios. Es necesaria una alianza entre ese sector y el pueblo trabajador de las grandes ciudades.
La burguesía haitiana y el imperialismo han demostrado ser totalmente incapaces de solucionar la enorme crisis humanitaria que vive Haití hace varias décadas. Solo un gobierno de la clase trabajadora con el campesinado pobre podrá dictar otro rumbo para Haití.
[1] https://litci.org/es/una-nueva-rebelion-de-masas-sacude-haiti/
[2] https://litci.org/es/haiti-movilizar-movilizar-movilizar-para-paralizar/
[3] Las Fuerzas Armadas de Haití son casi inexistentes, debido a su disolución en 1994 -bajo órdenes de Estados Unidos- y su reciente reconstrucción en los últimos años
[4] https://www.bbc.com/news/world-latin-america-68534619
[5] https://kiosque.lenouvelliste.com/journal/lenouvelliste/2024-02-17/3093?token=lLiKRfhk4n9UQxEiQEQjzu3Dt5WLwOXUpjaTlRzEVtvfGbooAeJMHYF8xOua&redirect_url=https://lenouvelliste.com/kiosque/le-nouvelliste
[6] https://haitiantimes.com/2024/03/15/gang-haiti-chaos-causing-gas-shortage/
[7] Le chaos règne en Haïti et le risque de famine est élevé, selon le PAM . Le Nouvelliste
[8] Insécurité : Le cri d’un planteur face aux pertes agricoles . Le Nouvelliste
[9] Toujours pas de fonds américains pour financer le déploiement des policiers du Kenya en Haïti . Le Nouvelliste
[10] Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, que duró de 2004 a 2017, liderada por el gobierno brasileño bajo el mando de Estados Unidos.
[11] https://litci.org/es/haiti-avanza-reaccion-popular-a-la-barbarie/