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India

Gigantesca huelga en Samsung

octubre 5, 2024

Desde el 9 de setiembre, los trabajadores de la planta de Samsung en Sriperambudur, en el Estado de Tamil Nadu, en el sur de la India, están en huelga. Más de mil trabajadores están en huelga exigiendo un aumento salarial, entre otras demandas, para mejorar sus condiciones de trabajo. La intensidad y la militancia mostradas en la huelga han sido una inspiración. En el momento de redactar este artículo han transcurrido veinte días y la huelga ha inspirado acciones de protesta y de solidaridad de los trabajadores de todo el cinturón industrial.

Por Adhiraj – New Wave

Desde el 9 de setiembre, los trabajadores de la planta de Samsung en Sriperambudur, en el Estado de Tamil Nadu, en el sur de la India, están en huelga. Más de mil trabajadores están en huelga exigiendo un aumento salarial, entre otras demandas, para mejorar sus condiciones de trabajo. La intensidad y la militancia mostradas en la huelga han sido una inspiración. En el momento de redactar este artículo han transcurrido veinte días y la huelga ha inspirado acciones de protesta y de solidaridad de los trabajadores de todo el cinturón industrial.

La planta de Samsung en el Estado sureño de Tamil Nadu es una de las dos fábricas que hay en India; la otra está en Noida, en el norte del país. La fábrica de Sriperambudur fabrica los populares televisores, refrigeradores y lavadoras de Samsung, lo que representa un tercio de los 12.000 millones de dólares de ingresos de Samsung en India. Estos enormes ingresos se basan en la explotación de los trabajadores de sus fábricas en la India.

Hoy, los trabajadores de la fábrica de Tamil Nadu han estallado en huelga contra las condiciones que la empresa les impone. Desde el primer momento, la empresa y las autoridades policiales y estatales han intentado reprimir a los trabajadores. 118 trabajadores en huelga fueron detenidos, pero han sido liberados el 16 de setiembre, lo que se ha convertido en una primera victoria en su lucha.

Causas de la huelga

Las causas inmediatas de la huelga son dos. En primer lugar, el reconocimiento del Sindicato de Trabajadores de Samsung India (SIWU), pendiente desde julio de 2023, y el aumento de los salarios, que apenas alcanza para cubrir los gastos. El salario más alto ofrecido por la empresa es de apenas 30.000 rupias al mes, y el mayor aumento posible es de 3.000 rupias al mes. Sólo los gastos de escolaridad suponen 100.000 rupias anuales, lo que deja dos tercios del salario de un trabajador para cubrir necesidades básicas como alimentación, vivienda y electricidad. Aun los trabajadores de Samsung que alcanzan el máximo salarial no les alcanza y se ven atrapados en un ciclo de préstamos.

En la actualidad, la mayoría de los trabajadores de Samsung India, repartidos en los dos grandes centros de producción, son miembros del SIWU, y suman 1.500 de los 1.723 trabajadores. El SIWU está vinculado a la red sindical nacional CITU, afiliada al CPIM.

La lucha por el reconocimiento es una reivindicación de larga data del sindicato, y constituye una parte importante de la huelga. Aunque existen leyes que protegen el derecho a organizarse y formar sindicatos, no hay nada que obligue a las empresas a reconocer los sindicatos una vez formados. Muchas empresas se aprovechan de esta laguna, sobre todo las extranjeras que operan en India.

La huelga no hizo más que crecer después de que la empresa recurriera a tácticas coercitivas y a la detención masiva de 118 trabajadores.

Presencia de Samsung en India

Planta de Samsung en Chennai, en el Estado de Tamil Nadu.

Los capitales surcoreano y japonés tienen una presencia masiva en India, especialmente en el sector manufacturero y de la electrónica. Hyundai Motors acapara 15% del sector de automóviles de pasajeros en la India, LG, un importante conglomerado de productos electrónicos, tiene 15% del mercado de televisores inteligentes en la India, y su competidor Samsung tiene una participación de 16%. En el mercado de los refrigeradores, Samsung disfruta de una participación de 29%, mientras que su competidor LG controla 30%. Juntos, estos tres grandes chaebols coreanos controlan un sector considerable de las industrias de electrónica y de automóviles de pasajeros en la India.

La clave de la influencia de Samsung en el mercado indio de refrigeradores y televisores es la fábrica de Sriperumbudur, en Tamil Nadu, la misma que hoy está en huelga. No se puede subestimar el impacto de la huelga. A pesar de todos los intentos por contrarrestar el impacto de la huelga, la producción en la planta sigue siendo baja. La producción de compresores se ha reducido casi a la mitad, de 13.800 unidades diarias a 8.000, la de refrigeradores de 10.000 unidades diarias a 700, y la de lavadoras de 3.000 a 1.400 unidades diarias. En la planta de Sriperumbudur sólo trabaja una quinta parte de la fuerza laboral.

La India no sólo representa un mercado importante para las empresas surcoreanas, sino también una base de producción clave para ellas. El crecimiento económico de la India, impulsado por la agresiva proletarización del campo y el auge de los monopolios a expensas del pequeño capital, da a un número cada vez mayor de proletarios nada que vender salvo su fuerza de trabajo. Con el envejecimiento de la mano de obra de China y del sudeste asiático y el aumento de los salarios, la India es considerada la siguiente nación más rentable para la industria manufacturera.

Bajo el gobierno de derecha del BJP, se ha debilitado la legislación laboral y se crean las condiciones para invitar al capital extranjero a la industria manufacturera. “Make in India” es el lema para abrir la clase trabajadora india a la explotación a manos de empresas manufactureras extranjeras. Las empresas coreanas como Samsung están deseosas de aprovechar esta oportunidad. En este contexto, Samsung ha anunciado la creación de la mayor fábrica de teléfonos móviles del mundo en Noida, cerca de Delhi.

Mientras las empresas coreanas se benefician de la explotación liberal la mano de obra india, la clase trabajadora tiene que hacer frente al acoso y la opresión, ya que sus derechos son atacados. La influencia del capital coreano sobre la electrónica y la industria manufacturera no se limita a la India, sino que se deja sentir en todo el mundo. El imperio comercial global de Samsung se ha construido sobre la base de la explotación brutal de su fuerza de trabajo. Al igual que en la India, también en Corea del Sur Samsung explota a sus trabajadores. Ganan miles de millones manteniendo a sus trabajadores al borde de la quiebra. Los trabajadores coreanos se han rebelado contra la empresa en Seúl, la capital de Corea del Sur. Los trabajadores de Sriperumbudur han expresado su solidaridad con sus camaradas coreanos. Los trabajadores de Corea han expresado su solidaridad con sus camaradas indios.

El capitalismo coreano y los chaebols

La historia de Corea es una historia de colonización y conquista. Los japoneses fueron los primeros en colonizar la península de Corea, comenzando por expandir su influencia hasta anexarse abiertamente el país. El período de colonización vio el nacimiento de una naciente clase capitalista coreana, junto con la profunda penetración del capital japonés en todos los sectores de la vida y la sociedad. El Imperio japonés había aplastado brutalmente la antigua monarquía aislacionista confuciana y había abierto la economía a la explotación, sembrando a su vez las semillas de una futura clase capitalista autóctona. Vale la pena mencionar que Samsung y LG (los dos conglomerados más grandes de Corea) se establecieron en el período colonial.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial en Asia, un proceso revolucionario en el este de Asia cobró fuerza y aseguró una victoria en China al final de una brutal guerra civil. El impacto de este proceso revolucionario también llegó a Corea. Los revolucionarios que habían sido entrenados y organizados por la lucha en China estaban listos para llevar la revolución a Corea. Sin embargo, las grandes potencias de la época, en particular la Unión Soviética, encabezada por Stalin, y Estados Unidos, se apresuraron a derrotar esa revolución. La política de las grandes potencias triunfó sobre cualquier deseo democrático del pueblo coreano. La revolución coreana sería aplastada por el poder dual del estalinismo y el imperialismo. Mientras Stalin sometió la revolución coreana a los dictados del Alto Mando Soviético y su títere, los Estados Unidos sometieron al pueblo coreano a una de las dictaduras de derecha más brutales de la década de 1950.

La capital de Corea del Sur se salvó bañando la península en sangre, mientras miles de trabajadores y campesinos eran masacrados, con el pleno respaldo de Estados Unidos. Mientras tanto, el Norte se organizó en torno al partido y el liderazgo de Kim Il Sung, bajo el modelo de una dictadura burocrática. Las dos fuerzas trabajaron en tándem para destruir el potencial de una revolución peninsular y abrieron el camino a la guerra. La guerra de Corea sería devastadora y la gota que colmó el vaso que destruyó la posibilidad de una revolución en Corea y con ella una revolución más amplia en Asia Oriental.

La guerra de Corea dio como resultado una península dividida, con un Norte autoproclamado “comunista” y un Sur capitalista. La guerra destruyó por completo gran parte del Norte, y el Sur sufrió bajo una brutal dictadura de derecha. La dictadura sembró las semillas para el crecimiento futuro de los conglomerados coreanos, respaldados generosamente por Estados Unidos, que ahora necesitaba un baluarte contra la Unión Soviética y China. Esta situación creó las condiciones para el ascenso meteórico del capitalismo de Corea del Sur, que hoy se ubica en sofisticación e influencia entre las naciones más poderosas del mundo. En el centro de este crecimiento se encuentra el conglomerado Samsung.

Tras el fin de la guerra, Corea del Sur se convirtió en una dictadura capitalista militarizada. La dictadura de Syngman Rhee sentó las bases del crecimiento de una estructura de conglomerado de estilo exclusivamente coreano, los Chaebols. Los Chaebols son conglomerados dirigidos por el fundador de la empresa y su familia, estrechamente controlados y bien conectados con el aparato gubernamental. El control de los Chaebols sobre la economía surcoreana es tan vasto como profundo. El más poderoso de los Chaebols es Samsung, cuyo presidente es considerado a veces más poderoso que el Presidente del país. Sólo Samsung representa más de una quinta parte de los ingresos por exportaciones de Corea del Sur, que asciende a 1,74 billones de dólares. Samsung mantiene un extenso imperio comercial mundial, una parte clave del cual se encuentra en la India.

El capitalismo surcoreano se benefició con la dictadura y el régimen que la sucedió. Se aplastaron los derechos de los trabajadores, se aterrorizó a los sindicatos y los chaebols pudieron crecer explotando intensamente a su mano de obra, respaldados por un Estado dictatorial dispuesto a acabar con cualquier amenaza de «comunismo». Las empresas tenían libertad para establecer una cultura laboral tóxica, que continúa hasta hoy.

Inspirados en las despiadadas técnicas de gestión del Imperio japonés, los capitalistas surcoreanos instauraron un sistema llamado «gapjil», en el que la dirección del lugar de trabajo, llamada «gap», supervisaba a los subordinados, llamados «jil». El «jil» debe someterse al «gap». La rigidez y toxicidad del lugar de trabajo sirvió a los intereses del capitalista para hacer crecer rápidamente su empresa. El control de la fuerzalaboral va de la mano con el mantenimiento de los salarios lo más bajos posible.

La dictadura terminó en 1987, tras las protestas del 10 de julio. La revolución en sí fue una revolución democrática, pero no podría haberse logrado sin los trabajadores militantes de Corea del Sur. En 1985 y 1986, los trabajadores hicieron huelga en todas las industrias de Corea del Sur. La dictadura militar cayó, pero la nueva república siguió en manos de los Chaebols y los capitalistas.

Diez años después del levantamiento del 10 de julio, Corea del Sur vivió la mayor huelga general de la historia del país, esta vez en protesta contra una nueva ley que facilitaba la contratación y el despido de trabajadores y reprimía la organización laboral. La nueva ley también aumentaba en 12 horas la semana laboral legal, permitía a las empresas decidir y modificar las horas de trabajo y utilizar esquiroles para romper las huelgas. La victoria de la huelga obligó al nuevo gobierno republicano a retroceder y los Chaebols fueron derrotados.

Mejoraron mucho las condiciones de trabajo e hizo que los trabajadores surcoreanos estuvieran entre los mejor pagados de toda Asia. Esta derrota no fue el fin de los Chaebols, su insaciable deseo de ganancia y de poder les hizo abandonar los límites de Corea del Sur y establecer fábricas por todo el Este y Sudeste asiático. Llegaron a la India en 1995, justo a tiempo para explotar la mano de obra india en un momento en que el país se abría al capital extranjero y desmantelaba la vieja estructura capitalista de Estado.

Los Chaebols coreanos, y en especial Samsung, mantienen una fuerte influencia sobre Corea del Sur y tienen una presencia dominante en su economía. Con la crisis financiera de 2008, y las crisis más recientes por la pandemia de Covid y la guerra ruso-ucraniana, la economía coreana está en crisis. Como siempre ocurre con las crisis capitalistas, son los trabajadores los que pagan la factura. Los trabajadores han vuelto a la huelga en protesta por los bajos salarios, que no se ajustan al costo de la vida. Hace apenas un mes, los trabajadores de Samsung, del sindicato de electricistas, National Samsung Electrics Union (NSEU), hicieron huelga durante cuatro días. Su huelga resonó también entre los trabajadores de la India.

El ascenso de Tamil Nadu como centro industrial

Tamil Nadu formaba parte anteriormente del Estado de Madrás, formado a partir de la presidencia del Raj británico en Madrás. Chennai, antes Madrás, fue uno de los tres principales centros urbanos desarrollados por el Imperio británico. Madrás era el centro urbano e industrial clave del sur de la India y dominaba la economía del sur del país. Tras la independencia, la clase capitalista india se centró en gran medida en el desarrollo a lo largo del eje Bombay-Delhi, concentrando las inversiones en la región en torno a la capital, Nueva Delhi, y la capital financiera de Bombay (actual Mumbai). Al mismo tiempo, la partición y la inestabilidad llevaron a la decadencia de la metrópoli oriental de Calcuta (actual Kolkata) y la consiguiente fuga de capital industrial de Este a Oeste.

Las inversiones en educación, en el sur de la India, en las últimas décadas del dominio británico, así como durante la era nehruviana, crearon una base de clase trabajadora educada en la India peninsular. Sin embargo, con la inversión industrial y financiera concentrada en el oeste y el norte de la India, el sur quedó en gran medida rezagado. Esto fue así hasta los años de 1980 y 1990, cuando la India empezó a abrirse al capital extranjero.

La burguesía regional del sur aprovechó la oportunidad que ofrecía la decadencia de Bengala Occidental y de la India Oriental. Al mismo tiempo, Bombay y la India occidental empezaban a estancarse a medida que los viejos centros industriales comenzaban a saturarse. Bombay vio cómo cerraban sus grandes fábricas textiles y cómo la industria se desplazaba hacia el interior de Maharashtra. Delhi y el norte de la India seguían subdesarrollados debido a la mala infraestructura y a la influencia burocrática de la capital nacional. El sur del país, con su gran reserva de mano de obra barata y los bajos alquileres, junto con gobiernos burgueses cooperativos dispuestos a frenar cualquier militancia de la clase trabajadora, presentaba una buena oportunidad para el desarrollo industrial.

El crecimiento del sur de la India coincidió con la afluencia de capital extranjero tras las reformas liberalizadoras iniciadas en 1991. La mano de obra cualificada del sur de la India estaba perfectamente preparada para satisfacer la demanda laboral del sector de las tecnologías de la información, cuyo crecimiento atraería luego inversiones en otras áreas. Chennai (antes Madrás) se convirtió en un centro de fabricación de automóviles y, con el tiempo, de productos electrónicos. Samsung entró en escena en los años 1990 y pronto construyó un enorme complejo en Sriperumbudur, en Tamil Nadu.

El crecimiento de Tamil Nadu como centro industrial no se podría haber logrado sin la doble fuerza de la fuerte proletarización del campo y un gobierno implacablemente procapitalista que acogiera a la industria con los brazos abiertos.

La importancia de la huelga

Combinada con la huelga de los trabajadores de Samsung en Seúl, la huelga de los trabajadores de Samsung en Corea del Sur desafía todo un sistema de explotación que construyó los Chaebols coreanos. La riqueza y el poder del capital coreano se alimentan de la explotación más despiadada de la clase trabajadora. Los trabajadores coreanos lucharon contra ella para obtener beneficios, ahora lucha la clase obrera india.

Es doblemente significativo que los trabajadores indios y coreanos sean solidarios entre sí. La huelga de Seúl fue apoyada por el sindicato SIWU de la India, y la huelga de NSEU fue apoyada por los trabajadores en la India. La táctica probada y comprobada de la burguesía es dividir y gobernar, el poder de las corporaciones transnacionales es su capacidad para trasladar la producción de un centro a otro, donde los salarios son más bajos o los trabajadores no están organizados.

Desafiar esto requiere solidaridad, no sólo dentro de un sector industrial, sino más allá de las fronteras nacionales. Sólo a través de la solidaridad se puede desafiar el poder de los capitalistas.

La huelga de Samsung desafía las prácticas del capitalismo coreano y ha suscitado el apoyo de los trabajadores de todo el cinturón industrial. Del mismo modo que la huelga de Honda en Manesar desafió el sistema explotador de Manesar Gurgaon. ¡Los trabajadores necesitan y merecen todo nuestro apoyo!

¡NACIONALIZAR SAMSUNG! ¡NACIONALIZAR TODOS LOS ACTIVOS EXTRANJEROS!

¡SALARIOS VINCULADOS A LA INFLACIÓN!¡APLICAR ESTRICTAMENTE LA JORNADA LABORAL DE 8 HORAS!

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