El 18 de junio, el Estado de Israel anunció sus planes de invadir el Líbano, sin presentar plazos. El mismo día, el diplomático estadounidense Amos Hochstein se reunió con el primer ministro libanés Najib Mikati y el presidente del parlamento, Nabih Berri, y envió un mensaje a Hezbollah: en cinco semanas, las tropas israelíes concluirán la ofensiva sobre Rafah y comenzarán una ofensiva limitada contra Hezbollah en el Líbano, con apoyo de Washington, y que, por lo tanto, es mejor buscar una negociación con Israel(1).
Por Fabio Bosco
Hezbollah publicó imágenes detalladas de la ciudad de Haifa, su puerto, unidades militares y de la industria bélica, tomadas por un dron que apunta estar preparado para un ataque mortal contra Israel. El día 20, su líder Hassan Nasrallah explicó que si Israel lanza un ataque en gran escala contra el Líbano, Hezbollah responderá sin reglas ni límites, a diferencia de lo que ha hecho hasta ahora. E incluso amenazó con atacar a Chipre si este apoyaba la ofensiva israelí. Finalmente, afirmó que Hezbollah cesará los ataques contra Israel tan pronto como haya un alto el fuego en Gaza.
Sin embargo, la verdadera intención de Hezbollah es evitar cualquier expansión del conflicto hoy, por su parte, limitado a la franja fronteriza y las granjas de Shebaa, un pequeño territorio libanés ocupado por el Estado de Israel en 1967. La prioridad regional de Hezbollah es la defensa de régimen iraní y no de los palestinos o incluso de Hamas.
Por otro lado, el comando militar israelí entiende que es necesario invadir el Líbano para expulsar a Hezbollah de la frontera. Esta opinión cuenta con el apoyo de 65% de la población judaica israelí. El primer ministro Benjamin Netanyahu necesita algo para llamar de victoria, ya que el genocidio en Gaza es un desastre que no sólo ha hecho que Israel pierda la batalla por los corazones y las mentes en todo el mundo, sino que también divide al propio gobierno israelí y lo pone en conflicto con el comando militar.
El portavoz de las fuerzas armadas israelíes, Daniel Hagari, criticó públicamente al gobierno israelí por no tener un plan para Gaza tras la ofensiva de Rafah. Para los militares, la falta de una definición estratégica para Gaza plantea dos horizontes indeseables: un costoso control militar frente a la hostilidad de la población y acciones guerrilleras de la resistencia palestina, o una administración de Hamas como era antes del 7 de octubre.
Los militares apoyan más las propuestas de la administración Biden de reemplazar la ocupación militar israelí de Gaza con soldados de los países árabes aliados con el gobierno colaboracionista de la Autoridad Palestina, que estarían a cargo de eliminar la resistencia palestina, tal como lo hacen en Cisjordania en cooperación en materia de seguridad con el Estado de Israel. Según fuentes del gobierno estadounidense, entrenar a los entre 6.000 y 8.000 agentes de policía necesarios para que la Autoridad Palestina controle Gaza llevaría diez meses y requeriría financiación(2).
Los militares tampoco están satisfechos con la exención hecha por el gobierno del servicio militar obligatorio para los judíos ultraortodoxos, que la mayoría de la población considera un privilegio inaceptable. Pero la permanencia del gobierno de Netanyahu depende de su alianza con los dos partidos que representan a los ultraortodoxos, además de los partidos que representan a los colonos de ultraderecha (que son llamados terroristas judíos por los propios servicios de inteligencia israelíes).
Netanyahu ve en la invasión del Líbano una posibilidad de presentar una victoria para la población israelí, ya que en Gaza las tropas israelíes cometieron muchas atrocidades que representan un genocidio, pero no logran eliminar a los líderes militares de Hamas ni destruir completamente sus capacidades militares, lo cual es visto como una derrota.
El gran obstáculo para la invasión del Líbano es la resistencia libanesa, que ya expulsó a las fuerzas israelíes después de 18 años de ocupación en el año 2000, y la posición del imperialismo occidental, en particular del gobierno estadounidense, que trabaja para impedir la expansión del conflicto a Medio Oriente, con fuerte impacto en la economía mundial y en los gastos del gobierno de Biden, cuya prioridad es la disputa interimperialista con China y no con los palestinos o los libaneses.
Entonces, Netanyahu duda y busca ganar tiempo manteniendo la ocupación militar en Gaza (lo que podría abrir la perspectiva de establecer colonias sionistas, algo que sería bien visto por su base electoral), y manteniendo la perspectiva de invadir el Líbano, ampliando las provocaciones militares sin configurar una ofensiva general.
En sus provocaciones militares, el Estado de Israel ya ha llevado a cabo alrededor de 10.000 ataques, asesinando a casi 500 libaneses y esparciendo fósforo blanco por toda la franja fronteriza dentro del Líbano para hacerlo inhabitable. Hezbollah, por su parte, llevó a cabo alrededor de 2.000 ataques que causaron alrededor de 30 muertes(3).
(1) https://www.middleeasteye.net/news/us-signals-hezbollah-it-will-back-israeli-offensive-frustration-gaza-ceasefire-grows
(2) https://www.middleeasteye.net/news/us-weighs-plan-centcom-coordinate-directly-gaza-palestinian-authority-security-forces
(3) https://www.aljazeera.com/news/longform/2024/4/15/mapping-israel-lebanon-cross-border-attacks
Traducción: Natalia Estrada.