Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

Estalinismo y Panafricanismo – Parte V

En artículos anteriores recordamos las luchas nacionales de los pueblos coloniales y semicoloniales, particularmente en el continente africano; la creación de movimientos nacionalistas y panafricanistas; y la intervención de las organizaciones estalinistas que, a pesar de los zigzags, siempre tuvieron como objetivo la conciliación de clases y la capitulación al imperialismo.

Por: Américo Gomes

Este tema es de gran importancia en la medida en que las organizaciones neoestalinistas y los propios partidos comunistas, en varios países, intentan apropiarse de esta historia de lucha de los pueblos oprimidos [1] . Lo cual es una falsedad basada en las amalgamas y en las mentiras estalinistas construidas a lo largo de la historia.

Los revolucionarios marxistas siempre han considerado que la lucha anticolonial es altamente progresiva. Esto, porque libera a las poblaciones de los países coloniales de la dependencia extranjera, asestando poderosos golpes al corazón del imperialismo, debilitándolo y, ayudando en la lucha por el socialismo de los trabajadores de estos países imperialistas y de los trabajadores del mundo entero; junto con esto inicia el combate contra los sistemas internos de dominación de clase (castas, monarquías sanguinarias, etc.), allanando el camino para la conquista de libertades democráticas y avances económicos nacionales.

Trotsky atribuyó a Lenin “el mérito por el desarrollo de una estrategia revolucionaria para las nacionalidades oprimidas” [2] . Lenin se basaba en las obras de Marx [3] , y en su propia caracterización del inicio de la época imperialista, una época de decadencia del capitalismo que impulsa una política de opresión, anexiones y guerras al servicio del afán de ganancias de los grandes monopolios.

En medio de este fenómeno, surgieron movimientos nacionales e independentistas en estos países colonizados y oprimidos. Por eso Lenin reiteró con vehemencia: “Es necesario distinguir entre el nacionalismo de la nación opresora y el nacionalismo de la oprimida, entre el nacionalismo de la nación grande y el nacionalismo de la nación pequeña ”. [4] Diferenciando los países capitalistas que llamó “avanzados”, donde el nacionalismo no tiene nada de progresivo, del nacionalismo de las colonias y de los pueblos oprimidos. Lenin entendía que la lucha por la emancipación de las naciones oprimidas y de los pueblos colonizados es un componente fundamental de la revolución socialista mundial [5] .

El estalinismo no es leninismo

Este elemento de la política revolucionaria fue abruptamente alterado por la política estalinista basada en la teoría del socialismo en un solo país, la conciliación de clases y la coexistencia pacífica con el imperialismo. Como explicamos anteriormente, esto creó obstáculos y oposición a la política revolucionaria de defensa y promoción de la lucha anticolonial.

La política estalinista produjo casos vergonzosos, absurdos y emblemáticos como el de la sección portuguesa del Partido Comunista, que reivindica la propia ocupación imperialista de África como progresiva. José Augusto Esteves [6] , afirma que es necesario “ distinguir” aspectos de la colonización, pues a pesar de ser parte significativa y sanguinaria de la acumulación capitalista primitiva y responsable de la trata de esclavos, también “significó avanzar en el conocimiento humano en diversos dominios ( …) que retomaron el camino de la historia de la Humanidad, ignorándolos o viéndolos como simple episodio de expansión europea, hegemónica y colonialista ” [7]José Augusto Esteves subestima la esclavitud y la opresión de toda la raza negra y de naciones del continente africano que derivó en un tráfico de esclavos que movió alrededor de 12 a 13 millones de seres humanos, desarraigados de África y llevados al Brasil y el Caribe, transportados en condiciones terribles por navíos negreros portugueses (además de españoles, holandeses, ingleses y franceses), en 35.000 viajes entre 1514 y 1866, y de los cuales los navíos portugueses llevaron más de cinco millones y medio.

Esta teoría neoestalinista del PC portugués lleva a la conclusión actual de que “ Portugal no es un país racista ” y, como consecuencia política concreta, el PCP se opone actualmente a una política de cuotas u otras medidas de acción afirmativa, defendiendo de manera general “políticas públicas universales de base ”. El PCP también se opuso al principal reclamo de la campaña por otra ley de nacionalidad, que defendía el derecho de suelo de todos los nacidos en territorio portugués, independientemente del país de origen de sus padres.

Este razonamiento también fundamenta el apoyo a gobiernos burgueses nacionalistas y proimperialistas, abandonando así la lucha por una real independencia nacional, principalmente en África y Asia. En el Brasil, Jones Manoel, del Partido Comunista Brasileño (PCB), sostiene que Ghana, bajo la dirección de Nkrumah, allanaba el camino para la construcción de una sociedad socialista; de la misma menra que en Burkina Faso, bajo el mando de Thomas Sankara, y en Guinea Bissau bajo la dirección del Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC).

Actualmente, vemos que la no construcción de direcciones revolucionarias en estos países ha llevado a que hoy, a pesar de la heroica lucha de independencia nacional, la clase trabajadora y el pueblo pobre de estos países estén completamente sometidos a los intereses imperialistas, a través de gobiernos dictatoriales y burocratizados. En ninguno de estos países se expropiaron las propiedades burguesas e imperialistas, además, no permitieron la acción independiente de la clase trabajadora, a través de sus organizaciones, por el contrario, reprimieron las luchas que los trabajadores llegaron a desarrollar.

Jones Manoel y los PC, del Brasil y de Portugal, defienden, hasta hoy, que las dictaduras burocráticas construidas en Angola y Mozambique, después de la independencia colonial, serían ejemplos deEestados gobernados por los trabajadores.

En Ghana, bajo la dirección de Numa, hubo una lucha por una nueva ideología panafricanista, basada en un “socialismo con valores africanos”; Amílcar Cabral buscó dar una dirección revolucionaria a la lucha por la independencia de Guinea; y Thomas Sanara, como muchos otros, fue un combatiente nacionalista. Sin embargo, ninguno de estos países ha llegado a tomar siquiera algunas medidas hacia una sociedad socialista, ni los trabajadores han llegado a gobernar estos Estados.

Angola y Mozambique: la construcción de nuevas burguesías sobre bases autoritarias

En Mozambique y Angola, luego de una gloriosa y heroica lucha de estos pueblos por liberarse de la opresión colonial portuguesa, el estalinismo y el castrismo, como organizaciones internacionales, en la década de 1970 establecieron sanguinarias dictaduras estalinistas que dieron base a la formación de nuevas burguesías.

En el caso de Angola, Agostinho Neto y el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), con el pretexto de acabar con cualquier divergencia interna, eliminaron físicamente a varios dirigentes y cuadros del propio MPLA en masacres consecutivas. Masacres como la ocurrida en mayo de 1977, cuando, se estima, fueron asesinadas entre 30.000 y 80.000 personas, además de los cientos de miles de presos en la cárcel de São Paulo en Luanda, y en campos de concentración esparcidos por diferentes partes del país, con prisiones de miembros de movimientos revolucionarios como “Revuelta Activa” y jóvenes de la “Organización Comunista de Angola” (OCA), que defendían la construcción de una sociedad socialista.

A su muerte en Moscú, en setiembre de 1979, Agostinho Neto dejó el país bajo el mando del MPLA y del corrupto, nepotista y dictatorial José Eduardo dos Santos, quien hizo de su familia una de las más ricas del continente. Su hija, Isabel dos Santos, es considerada la mujer más rica de África, con inversiones en Portugal que alcanzan los tres mil millones de euros, provenientes de la apropiación del patrimonio nacional angoleño.

Angola es el segundo país africano en producción de petróleo y el quinto productor mundial de diamantes. Aun así, casi 36 % de la población vive por debajo de la línea de pobreza, 70 % vive con menos de dos dólares al día y, en 2015, el país registró la tasa de mortalidad infantil más alta del mundo y la segunda peor tasa de esperanza de vida. según un informe de 2016 de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, solo 30% de la población tiene acceso a la electricidad.

En Mozambique, incluso antes de la independencia –cuando el país estaba bajo un gobierno de transición compartido con Portugal–, el Frente para la Liberación de Mozambique (FRELIMO) también eliminó a la oposición y sus disidentes al mejor (o peor) estilo estalinista. Sometidos a juicios sumarios, presididos por el propio Samora Machel, muchos fueron presos en “campos de reeducación”, siendo asesinados en un macabro espectáculo el 25 de junio de 1977 (segundo aniversario de la independencia de Mozambique), cuando varios presos políticos fueron quemados vivos.

En el poder, el FRELIMO desarrolló una política exterior de colaboración con el imperialismo, con Machel firmando un acuerdo de “buena vecindad” con Pieter Botha, el presidente ultrarracista de Sudáfrica durante el apartheid ; organizó acuerdos con el Banco Mundial y el FMI. Por estos servicios, Machel fue recibido por el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, en agosto de 1982, y recibió el Gran Collar de la Orden del Infante D. Henrique de Portugal. Internamente, los “cuadros” del FRELIMO ganaron cada vez más privilegios, apropiándose de bienes vetados a los demás ciudadanos mozambiqueños.

En suma, gobiernos como los de Angola y Mozambique formaron nuevas burguesías negras que continuaron y continúan explotando y oprimiendo a la mayoría de la población negra de sus países.

Por lo tanto, desde el punto de vista práctico, la política policlasista del panafricanismo y el estalinismo, en los países en los que llegaron al poder, mantuvo la explotación de la clase trabajadora negra, además de no romper con la subordinación al imperialismo. En consecuencia, de una forma u otra, esta situación ha llevado a la pérdida del apoyo popular y al restablecimiento de la fuerza de la política colonial del imperialismo, que se ve en mejores condiciones para instaurar nefastas dictaduras con dirigentes negros.

En vista de esto, podemos constatar que la estrategia panafricanista, que lideró varias luchas anticoloniales y tuvo valientes dirigentes, al haber sido guiada por la política de colaboración de clases, fracasó en derrotar la dominación imperialista y en eliminar la explotación y opresión de los trabajadores y del pueblo pobre en África.

Una política marxista revolucionaria para África no puede pasar por una alianza con la burguesía nacional, que siempre estará subordinada al imperialismo y –en la etapa actual de la historia– es incapaz de llevar a cabo tareas democráticas fundamentales como la reforma agraria, el combate a las opresiones, etc. Una política revolucionaria para los países africanos tiene que estar sólidamente basada en la independencia de clase del proletariado negro y en la lucha unificada con el proletariado de otras naciones y pueblos oprimidos del mundo.

Nuestros hermanos del continente africano hicieron revoluciones. Revoluciones victoriosas. Pero no avanzaron hacia el socialismo porque las direcciones de estos procesos impidieron que se cuestionase la explotación capitalista. Las direcciones no tenían una organización ni un programa socialista, tampoco se basaban en la clase trabajadora como el sujeto social que sería capaz de realizar las tareas de controlar políticamente el Estado y reorganizar la economía de forma planificada.

Los procesos revolucionarios siguen teniendo lugar en todos los continentes, sin embargo el desafío que se le plantea al proletariado y al pueblo pobre en África es el mismo que tenemos que resolver en América del Sur y en el resto del mundo: superar las direcciones reformistas y no revolucionarias y construir un verdadero partido revolucionario del proletariado, con un programa revolucionario que lleve a la clase trabajadora a liberarse definitivamente de sus cadenas.

A diferencia de una política policlasista y centrada exclusivamente en la cuestión racial –como la defendida por el estalinismo y el panafricanismo–, el socialismo revolucionario debe, utilizando el método del Programa de Transición, combinar de manera dialéctica, las llamadas banderas democráticas con la lucha contra el imperialismo mundial y la necesidad de una revolución socialista. Esto es lo que dijo Trotsky en la Revolución Permanente : “El peso específico de las diversas reivindicaciones democráticas en la lucha del proletariado, sus mutuas relaciones y su orden de sucesión están determinados por las particularidades y por las condiciones propias de cada país atrasado, en particular por el grado de su atraso. Sin embargo, la dirección general del desarrollo revolucionario puede ser determinada por la fórmula de la REVOLUCIÓN PERMANENTE, en el sentido que le fue definitivamente dado por las tres revoluciones en Rusia (1905, febrero de 1917, octubre de 1917)”.

Un programa revolucionario

La “Tesis sobre la Cuestión Negra”, aprobada en el IV Congreso de la Internacional Comunista, en noviembre de 1922, caracterizó que después de la Primera Guerra Mundial creció la resistencia contra la dominación del capital mundial a través del sistema imperialista. Ella se expresó categóricamente en los países coloniales: “La lucha internacional de la raza negra es una lucha contra el enemigo común. Se debe organizar un movimiento negro internacional basado en esta lucha: en los Estados Unidos, el centro de la cultura negra y la protesta negra; en África, con su reserva de mano de obra humana para el desarrollo del capitalismo; en Centroamérica (Costa Rica, Guatemala, Colombia, Nicaragua y otros países “independientes”), donde el dominio del capitalismo norteamericano es absoluto; en Puerto Rico, Haití, Santo Domingo y otras islas del Caribe, donde el trato brutal de nuestros hermanos negros por la ocupación estadounidense provocó una protesta mundial de negros conscientes y trabajadores blancos revolucionarios; en Sudáfrica y Congo, donde la industrialización creciente de la población negra llevó a todo tipo de revueltas; y en el este de África, donde las incursiones del capital mundial llevó a la población local a iniciar un activo movimiento antiimperialista (…)”.

Hoy, una organización revolucionaria debe partir de esta base programática para la lucha anticolonial: “mostrar a los negros que ellos  son los únicos que sufren la opresión capitalista e imperialista, que los trabajadores y campesinos de Europa, Asia y América también son víctimas del imperialismo, que la lucha negra contra el imperialismo no es la lucha de un únicopueblo, sino de todos los pueblos del mundo”. Destacando que “la cuestión negra se ha convertido en parte integrante de la revolución mundial”.

Trotsky concretó la necesidad de construir repúblicas negras en los países de África, donde hay mayoría de la población negra. Lo cual no excluye la igualdad total para los blancos ni “las relaciones fraternales entre las dos razas, dependiendo principalmente de la conducta de los blancos”. [8]

Siguiendo estas líneas, el dirigente Nahuel Moreno apiuntó programáticamente la perspectiva de una “Unión de Estados Sudafricanos, en una gran Federación de Repúblicas Socialistas Negras”, como una síntesis programática. [9]

Solo podremos cambiar radicalmente las sociedades africanas expropiando a la burguesía y colocando el poder político y económico en manos de la clase trabajadora negra africana, allanando el camino para la destrucción de las bases materiales de toda forma de opresión y explotación.


[1] En el Brasil, además del Partido Comunista, la Unidad Popular forma parte de estas organizaciones.

[2]  Trotsky, “A 90 años del Manifiesto Comunista”, octubre de 1937 (traducción nuestra).

[3] Marx, “ Un pueblo que oprime a otro no puede liberarse a sí mismo ”.

[4] Lenin, “La revolución socialista y el derecho de las naciones a la autodeterminación” (Tesis), febrero de 1916.

[5] Lenin. “Balance de la discusión sobre autodeterminación” (octubre de 1916), apartado VI.

[6] Dirigente del Partido Comunista Portugués (PCP).

[7] “De los descubrimientos a la realidad de Portugal de abril: el combate al colonialismo, el racismo y la xenofobia”.

[8] “las cuestiones agraria y nacional: observaciones sobre el Proyecto de Tesis del Partido de los Trabajadores de África del Sur”, abril de 1935.

[9] Moreno,  Angola: la Revolución Negra en Marcha.

Traducción: Natalia Estrada.

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