Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Elly Schlein: un nuevo maquillaje para la burguesía de siempre

Antes de comentar la victoria de Elly Schlein en las primarias del Partido Demócrata, parece útil comenzar con un viejo proverbio: el hábito no hace al monje. No lo hace, añadimos, sobre todo si el portador es un conocido sinvergüenza que durante algún tiempo ha mostrado las peores atrocidades.

Por: Fabiana Stefanoni

En el caso del Partido Demócrata, nos parece que muchos están cometiendo errores. ¿De verdad es lícito pensar que basta un vestido nuevo para cambiar la naturaleza del partido que más que ningún otro en los últimos años ha aplicado con mayor ferocidad, cuando estuvo en el gobierno, las políticas antiobreras de los banqueros y de los patrones? Pero vayamos en orden y analicemos los hechos. 

¿Una nueva fase en el Partido Demócrata?

Entre los argumentos que más se utilizan para adular la elección de Elly Schlein está aquel según el cual ahora se abriría una “nueva fase en el Partido Demócrata”. El Partido Demócrata, a pesar de sus lejanos orígenes de partido obrero estalinista (el PCI, del que nació el DS que luego se fusionó con lo que quedaba de la Democracia Cristiana, dando vida al Partido Demócrata), ha sido durante décadas un partido completamente burgués.

Escribimos completamente no por acaso: es quizás el partido que, cuando estuvo en el gobierno, más aplicó las políticas más agresivas en beneficio de la burguesía. Baste recordar la famosa reforma de las pensiones de Fornero en la época del gobierno de Monti (una reforma mucho peor que aquella contra la que luchan los trabajadores y trabajadoras franceses) o la llamada Buena Escuela (que transformó las escuelas en empresas, introduciendo esa alternancia escuela-trabajo que causó hasta tres víctimas entre los estudiantes). Por no hablar de las políticas de privatización, las leyes antihuelgas (incluida la ley 146/90, una de las peores del mundo, que prohíbe las huelgas prolongadas en los sectores considerados «esenciales» y en el sector público), las medidas draconianas contra los trabajadores del sector público, los decretos racistas (del Turco-Napolitano a los Decretos Minniti, hasta la aplicación de los Decretos Salvini en la época del gobierno Conte2), la precariedad del trabajo (Pacchetto Treu), las políticas de guerra. Algunas de estas medidas, dicho sea de paso, fueron puestas en marcha por los gobiernos de Prodi con el apoyo de Refundación Comunista.

La lista de atrocidades firmadas por el Partido Demócrata es muy larga y no es necesario entrar en detalles para entender cuán lejos está este partido de la clase obrera y sus reivindicaciones. Es suficiente con ir a una fábrica y hablar con las obreras y los obreros: el recuerdo de los ataques de los gobiernos del Partido Demócrata está muy vivo en muchos trabajadores.

De hecho, es precisamente la conciencia de las políticas antiobreras del Partido Demócrata lo que ha hecho que amplios sectores de la clase obrera depositaran erróneamente su confianza electoral en partidos de derecha (populistas) con base pequeñoburguesa: menos vinculados en forma directa –precisamente por su base pequeñoburguesa– que el PD a los intereses de la gran burguesía italiana, la Liga, el M5s y el FdI han construido sus fortunas electorales mimetizando una oposición (de fachada) a las políticas de austeridad firmadas por el PD. Si en el tema de las pensiones la «Cuota 100» de la Liga les parecía algo bueno a amplios sectores de la clase trabajadora, ciertamente no es por los méritos de la Liga, sino por los desméritos del PD: debiendo elegir entre la sartén («Cuota 100») y las brasas (la ley Fornero), muchos obreros han optado por la sartén.

Con ese recordatorio, pongamos manos a la obra. ¿Cuál es la verdadera razón de este cambio por el vértice? El Partido Demócrata ha perdido gran parte de su peso electoral. Muchos de sus ex votantes, afectados directamente por la crisis y por las políticas a sangre y lágrimas llevadas a cabo por ese partido, han dejado de votarlo. De hecho, el partido necesita simular un «giro» para recuperar votos.

Pero ¿se trata realmente de una «nueva fase»? Así como las fases lunares no cambian la luna, tal o cual vocero no puede cambiar la naturaleza del PD. Más bien –hagamos una predicción fácil–, pronto será la nueva secretaria la que abandonará la cháchara inicial para representar para mejor la naturaleza de clase (burguesa) del Partido Demócrata. Creer en la idea de que un asesino puede convertirse en filántropo solo porque se cambia de ropa significa alimentar ilusiones peligrosas, destinadas a llevar agua al molino de la gran burguesía italiana.

¿Por qué precisamente Elly Schlein?

Pero ¿debido a qué grandes sectores del aparato de Pd –desde Boccia a Orlando, desde Franceschini a Zingaretti– han decidido apoyar a Schlein, con el aplauso de la gran burguesía (y con el respaldo de los grandes órganos de prensa y medios, pensemos en la campaña basada en la La7 a favor de Elly Schlein)? La respuesta es simple: Elly Schlein no solo es confiable en la representación de los intereses burgueses, sino que puede hacer su trabajo antiobrero de manera particularmente eficaz, ocultándolo bajo un disfraz de «izquierda».

Ya escribimos un artículo (1) en el pasado en el que analizábamos el trabajo de Elly Sclein en la época de la coalición «Coraggiosa» [«Valiente»] (antes de su reingreso al PD): Schlein participó con convicción en la construcción de la Europa de los banqueros, poniendo como máximo unas cuantas pulgas, pero sin cuestionar las políticas de la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional) y convirtiéndose, así, en una activa promotora en el Parlamento Europeo del Reglamento de Dublín, funcional a expulsar a los inmigrantes de Italia para distribuirlos en otros países. Schlein, que hoy, tras la tragedia de Crotone, afirma que quiere «ir más allá de los tratados de Dublín», olvida precisar que ella misma los aprobó (2).

Sobre todo, Schlein ha demostrado su fiabilidad ante la burguesía local en los últimos años de gobierno en Emilia Romagna, una de las zonas más ricas del país, donde residen algunas de las industrias más grandes y rentables –desde Ferrari hasta Lamborghini, desde Barilla hasta los gigantes de la cerámica y de la química (solo por nombrar algunos)– y donde el capital financiero también tiene su posición estratégica (piense en Intesa San Paolo, Credito Emiliano, etc.).

De febrero de 2020 a octubre de 2022 fue vicepresidente de la Región, manejando en primera persona las políticas burguesas: financiación de la sanidad privada (que hizo miles de millones durante las fases más agudas de la pandemia), masacre económica de amplios sectores sociales (proletarios y pequeños burgueses) durante el llamado lock down, reducción de la financiación de los centros antiviolencia, privatización del transporte público, despidos en masa. En 2020, durante el gobierno de la «feminista» Schlein, se perdieron en Emilia Romaña 68.000 puestos de trabajo (sin contar el trabajo no contratado), de los cuales 52.000 eran mujeres (3). También durante su mandato, ha regalado cientos de miles de euros a escuelas privadas –en su mayoría confesionales– de la Emilia Romagna (un financiamiento de dos millones repartido entre 174 institutos estatales y… ¡57 escuelas privadas con el mismo estatus!). Por no hablar, como decíamos al principio, de cuánto se ha enriquecido la sanidad privada (Aoip) en estos años de administración Bonaccini-Schlein… (4)

Los capitalistas italianos confían más en Elly Schlein. Su origen familiar del que tanto se habla –es decir, el hecho de que proviene de una familia adinerada– cuenta muy poco: lo que importa, para patrones y banqueros, es la credibilidad política de la nueva secretaria del Partido Demócrata.
Por eso, importantes sectores de la burguesía italiana han comenzado a apostar por la carta de Schlein: una mujer capaz de acceder al electorado más joven con un nuevo lenguaje, simulando un «giro a la izquierda». Por supuesto, el capitalismo italiano no es un monolito. Entre sus sectores hay a veces intereses contrapuestos e incluso el Partido Demócrata no es homogéneo: existen diferentes corrientes dentro de él, cada una de las cuales representa un vínculo más o menos directo con tal o cual sector de la burguesía. Algunos patrones hubieran preferido a Bonaccini, menos proclive a la complacencia, en el lenguaje, a sectores del movimiento como Friday for future, colectivos feministas y lgbt+, etc. Pero los sectores más astutos de nuestra gran burguesía local son conscientes de que solo la ilusión de la «renovación del Partido Demócrata» podrá favorecer una recuperación electoral del partido que es más que nadie capaz de llevar adelante políticas burguesas en un clima de relativa paz social. Y para ello esperan con esperanzaz la nueva gestión de Schlein.

Gran confusión a la izquierda

Si los capitalistas italianos tienen ideas claras sobre los intereses de clase que representa Schlein –precisamente sus intereses de clase– el asunto no está tan claro para las organizaciones políticas de la izquierda italiana. Es necesaria una aclaración: por izquierda no nos referimos aquí a aquellos partidos que se sitúan en los escaños de izquierda en el Parlamento italiano. Allí, entre las bancadas de izquierda de lo que Rosa Luxemburgo definió efectivamente como el «gallinero de la democracia burguesa», encontramos a los principales representantes de las patronales y de los banqueros. Con el término izquierda queremos referirnos a organizaciones que mantienen, al menos en su programa proclamado y en sus símbolos, un cierto vínculo con el proletariado y la clase obrera (independientemente del carácter reformista de ese programa). Por lo tanto, excluimos a todo el PD de las filas de la izquierda.

Hecha esta aclaración, dijimos que a la izquierda hay gran confusión bajo el cielo. Citamos aquí solo dos ejemplos (pero se podrían dar varios otros, lamentablemente): Refundación Comunista y la organización llamada trotskista SCR.

El secretario del PRC, Acerbo, al día siguiente de la victoria de Schlein en las primarias, emitió un comunicado titulado «Felicitaciones a Schlein» (5), en el que espera que «su victoria suponga un giro frente al habitual PD neoliberal y belicista que he conocido desde 2008 hasta hoy». Acerbo necesita algunas lecciones sobre el abecé del marxismo: lo que caracteriza el carácter de clase de un partido no es la fraseología de quienes lo dirigen, sino las políticas que concretamente implementa en la sociedad. Un partido, como el Partido Demócrata, atado de pies y manos a los intereses de los grandes bancos y del gran capital industrial no cambia su naturaleza por una operación de maquillaje en la cúpula. Que el partido que en los últimos años ha manejado directamente las más feroces políticas de ataque a la clase obrera deje de ser “neoliberal y belicista” es un tema que tiene más que ver con la ciencia ficción que con el análisis político. Que sectores de masas puedan ilusionarse por una opción burguesa no es de extrañar: recientemente hemos sido testigos de las ilusiones de amplios sectores de los trabajadores para con la reaccionaria Meloni, que ha reunido un gran apoyo electoral en fábricas y barrios populares. Pero que sean los dirigentes de los partidos de izquierda quienes alimenten esta ilusión es particularmente grave.

Como dijimos, incluso un partido que se autoproclama trotskista –solo para apoyar gobiernos burgueses, como lo ha hecho durante años con el venezolano y como lo sigue haciendo con el cubano; o sin declarar la propia neutralidad entre el opresor ruso y las masas ucranianas atacadas militarmente– alimenta esta lectura de una «Schlein reformista». En un artículo (6), uno de los principales dirigentes de SCR, Claudio Bellotti, sostiene que «Elly Schlein abre una nueva fase en la historia del Partido Demócrata», definiéndola como representante de una «izquierda reformista», aunque un «reformismo tímido» (sic!). Hablar de «reformismo tímido» en relación con el Partido Demócrata es la expresión de la falta total de un análisis de clase incluso en ciertas organizaciones que se autodefinen marxistas y «revolucionarias». En el caso específico, este artículo de SCR confirma lo que ya hemos escrito en otros artículos (7). Haciendo alarde de la boca para afuera del marxismo (y del trotskismo) olvidan la lección fundamental, a saber, que los marxistas, como nos lo han explicado todos los grandes revolucionarios de la historia, no acompañan a las masas en sus ilusiones: al contrario, su tarea es precisamente contrarrestar estas ilusiones. Tanto más si, como en este caso, sectores de masa se ilusionan con la posibilidad de un «giro a la izquierda» del principal partido de la burguesía italiana (el «giro a la izquierda» que, según Bellotti, podría ser un «camino obligado para toda una fase»… sic!). El pobre Trotsky se revuelve en su tumba… (8).

La única «buena noticia»

Solo hay una buena noticia –por así decirlo– en la victoria de Schlein. Es el hecho de que hoy, cualquier representante de la burguesía, para obtener consenso, no puede dejar de referirse a los temas planteados por los movimientos de masa de los últimos años: el medio ambiente, los derechos de las mujeres, de las personas LGBT+ y de los otros sectores oprimidos. Las grandes movilizaciones de jóvenes en defensa del medio ambiente, de mujeres contra el machismo, de personas LGBT+ por una sexualidad libre están obligando incluso a los dirigentes de los partidos liberales burgueses a poner los temas ambientales y de género en el centro de su retórica.
Pero la «buena noticia» se detiene ahí. Somos muy conscientes de que ningún partido burgués, aunque esté dirigido por una mujer LGBT que reivindica las movilizaciones de los Friday for future, podrá jamás dar respuestas reales a los reclamos de estos movimientos. De hecho, ya los ha traicionado en las políticas gubernamentales –nacionales y locales– en defensa de los intereses de clase del gran capital.

El «nuevo modelo de desarrollo» del que habla Schlein es un modelo capitalista, destinado a continuar la obra de destrucción del planeta que venimos presenciando en los últimos años. Dar miles de millones del dinero público a las industrias «verdes» –que a menudo son las que más han contaminado en el pasado– no cambiará las cosas. La industria automovilística, tras décadas contaminando, se frota las manos ante las enormes ventajas económicas que obtendrá de la financiación por la producción de autos eléctricos. Salvo que luego se compruebe, probablemente dentro de un tiempo, que en un contexto capitalista no se dan las condiciones para una difusión real de este tipo de vehículos. 

De modo similar, en el tema de los derechos de las mujeres, de las personas lgbt+, de los inmigrantes, sabemos bien que los capitalistas no tienen intención de renunciar a las ventajas económicas que obtienen de la explotación de los sectores oprimidos de la clase trabajadora: las mujeres proletarias seguirán sufriendo violencia (y feminicidios) en sus hogares sin apoyo económico y psicológico real, las personas LGBT+ seguirán sufriendo discriminación en los lugares de trabajo y de estudio.

Después de la masacre de Crotone se habla mucho de la ferocidad de un sistema que deja morir en el mar a mujeres, hombres y niños, dificultando incluso los rescates. El gobierno de Meloni es un gobierno brutal y criminal, pero no hay que olvidar que en los últimos años miles y miles de inmigrantes han muerto en el mar Mediterráneo a la sombra de los gobiernos del Partido Demócrata y con el beneplácito de la Unión Europea. Esa Unión Europea a la que Schlein hoy se refiere prometiendo un «giro» respecto de la gestión de Minniti y de Bossi Fini… para luego reiterar que el permiso de residencia debe estar «basado en el trabajo».

Solo un programa obrero y de clase podrá crear las condiciones para un cambio real en las condiciones del medio ambiente, de las mujeres, de las personas LGBT+, de los inmigrantes y de los migrantes. Solo la expropiación de grandes capitales industriales y financieros y la construcción de una economía colectiva, es decir, socialista, podrán garantizar las condiciones para una producción respetuosa del medio ambiente, por la independencia económica y la protección de las mujeres y las personas LGBT+, para una verdadera acogida de todas y todos los inmigrantes

Esta es la tarea urgente de la clase obrera, que necesita construir una dirección revolucionaria y combativa, no fomentar ilusiones sobre partidos de la burguesía.

Notas:

(1)www.partitodialternativacomunista.org/politica/nazionale/a-chi-giova-il-coraggio-di-elly-schlein-la-famiglia-allargata-di-zingaretti-e-dei-benetton

(2)https://www.basilicata24.it/2018/09/regolamento-dublino-la-riforma-sistema-piu-efficace-rispettoso-dei-diritti-fondamentali-dei-richiedenti-asilo-58758/

(3) https://www.dire.it/10-03-2021/610628-in-emilia-romagna-il-60-dei-posti-di-lavoro-persi-sono-di-donne/

(4)https://salute.regione.emilia-romagna.it/notizie/regione/2022/luglio/regione-emilia-romagna-e-aiop-ancora-insieme-per-il-recupero-delle-liste-d2019attesa

https://salute.regione.emilia-romagna.it/notizie/regione/2020/novembre/ce-laccordo-regione-e-sanita-privata-per-i-tamponi-rapidi-ai-dipendenti-delle-imprese-del-patto-per-il-lavoro

(5) http://www.rifondazione.it/primapagina/?p=52639

(6) https://www.rivoluzione.red/la-vittoria-di-elly-schlein-e-il-futuro-del-pd/

(7) https://www.partitodialternativacomunista.org/politica/nazionale/viaggio-tra-i-partiti-comunisti-2-puntata-le-nostre-differenze-con-scr

https://www.partitodialternativacomunista.org/politica/nazionale/a-proposito-della-dittatura-capitalista-di-cuba-polemica-con-scr-imt

 (8) Estas posiciones de SCR, por bizarras que sean, en realidad no nos sorprenden. SCR, de hecho, es la sección italiana de la IMT, una organización internacional que tiene su sección principal en Gran Bretaña (Socialist Appeal), donde hizo entrismo en el Partido Laborista –uno de los dos principales partidos de la rica burguesía británica– hasta que fue expulsada, apoyando internamente la candidatura de Corbyn (e incluso esperando un gobierno dirigido por Corbyn). Habría que añadir que, si fueran consecuentes con el marco político de su organización internacional, SCR hoy en Italia, tras la victoria de Schlein, debería entrar en el Partido Demócrata y dar allí la batalla contra la política de «conciliación entre las clases» (estaríamos curiosos por saber si encontrarían un atisbo de clase obrera en el Partido Demócrata…). Desconocemos la organización interna de la IMT, pero una discrepancia de tal magnitud en la intervención política hace pensar que –como también en el caso de otras supuestas internacionales que se reclaman del trotskismo– prevalece un enfoque federalista y laxo en torno a un «partido padre», en este caso el británico. Cada sección local hace lo que le da la gana mientras no se cuestione la dirección internacional (¿y su gurú?).

Artículo publicado en www.partitodialternativacomunista.org, 12/3/2023.-

Traducción: Natalia Estrada.

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