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Turquía

El presidente Erdogan y el propósito del Estado de Emergencia

febrero 16, 2023

Los terremotos ocurren bajo tierra, pero los desastres ocurren en la superficie. Esta no es una relación espontánea directa. Está moldeada por manos humanas. El hecho mencionado muchas veces convierte las áreas donde ocurren los desastres en escenas del crimen llenas de «huellas digitales» y «pruebas de asesinato».

Por: Hakkı Yükselen

Esto se debe a que son las actividades humanas en diversos campos las que transforman un fenómeno natural en una catástrofe social. Estamos hablando aquí de órdenes sociales construidos por manos humanas y de acuerdo con ciertos intereses económicos y políticos, objetivos, preferencias e intenciones. En suma, el problema es un problema de orden político y social, un problema del régimen político con su pasado, presente y futuro. Con base en esto, podemos decir que los terremotos no son evitables, pero los desastres que provocan sí lo son.

Sin embargo, no solo no evita un desastre, sino que además el régimen de arriba, con sus políticas, prácticas y cuadros formados por el método de distribución de «favores», tiene la «capacidad» de convertir casi todo en un desastre, como lo ha hecho en multitud de ocasiones de incendios forestales, inundaciones, pandemias, etc. Esta es la realidad que el régimen palaciego autocrático trata de encubrir con historias como «plan del destino» o «providencia».

El terremoto del Golfo, en 1999, abrió la puerta para el colapso del antiguo régimen. Los terremotos de Pazarcık-Elbistan de 2023, que afectaron a una región mucho más grande y de forma mucho más severa, también acabarán con este régimen. Los representantes del régimen son conscientes de esta realidad y está es la razón de su creciente irritabilidad, amenazas y ataques. Este régimen ha perdido por completo su capacidad de gobernar y está verdaderamente en bancarrota. No importa qué historias «divinas» cuenten, ya no les es posible ocultar el hecho de que son los principales responsables de la catástrofe. Es evidente que bajo las ruinas de estos edificios quedó sepultada una economía de alquiler basada en la construcción y el saqueo de tierras. Edificios totalmente nuevos en la zona sísmica, que supuestamente fueron construidos de acuerdo con las normas sísmicas, se hicieron añicos y se derrumbaron bajo este régimen podrido.

Cuando miramos las carreteras destruidas, las pistas de aterrizaje inutilizables y los hospitales en ruinas en la misma región, es claro que las justificaciones de los defensores del régimen como «Sí, pero ellos construyeron carreteras de dos carriles, puentes, hospitales, aeropuertos», etc. no son válidas. Las enormes «obras» garantizadas por el erario de los gobernantes, basadas en la transferencia de renta y recursos al capital privado y la recepción de bonos y comisiones, repentinamente convertidas en escombros, revelan la verdadera naturaleza del régimen.

La verdadera cara del Estado de Emergencia

Además de los sobornos electorales, cuyo precio seguramente será pagado por los trabajadores, este régimen fallido no tiene más remedio que usar la fuerza de alguna forma para sobrevivir. La declaración de Estado de Emergencia (OHAL) en diez provincias de la zona del sismo, por razones poco probables como la «prevención de saqueos», así lo demuestra. Esta catástrofe tendrá inevitables consecuencias económicas, políticas y sociales y un alto precio. La declaración de Estado de Emergencia, a pesar de que existen leyes adecuadas sobre desastres y de los poderes presidenciales, se relaciona principalmente con el proceso electoral. El régimen, que no pudo encontrar la oportunidad para un operativo militar fronterizo que pudiese afectar los resultados con la represión y prohibiciones impuestas antes de las elecciones, pretende cerrar esta “brecha” con el Estado de Emergencia declarado por el terremoto. Y, por la naturaleza de este régimen, las oportunidades para la opresión y la tiranía que brindará el Estado de Emergencia se extenderán al resto de Turquía por una serie de razones igualmente improbables. Es inevitable que lo ocurrido en la zona del desastre y el fracaso del Estado en los momentos más críticos tras el terremoto afectarán las reacciones sociales y las tendencias electorales en todo el país. Consciente de ello, el régimen busca aislar la zona del desastre –en realidad, la «escena del crimen» repleto de sus «huellas digitales»– y evitar cualquier tipo de protesta, exigencia, comunicación, y cualquier tipo de actividad e iniciativa de la oposición política y/o de ONGs, a fin de evitar que este efecto crezca aún más. De esta manera, la región puede ser transformada en una «zona de seguridad» completamente controlada y cerrada. El hecho de que elementos oficiales y no oficiales del régimen intenten cada vez más prevenir, amenazar y alejar a las personas de la región, que vinieron de todas partes de Turquía para ayudar a las víctimas y se movilizaron por iniciativa propia, da una idea de las posibles aplicaciones del Estado Emergencia en los próximos días.

La gran catástrofe, acompañada de la pregunta «¿dónde está este Estado?», expuso la falsedad de las reivindicaciones de «Estado fuerte» de los gobernantes arrogantes. Se vio una vez más que el poder de este Estado es solo suficiente para intimidar a su propio pueblo y para actividades militares fronterizas. Una de las lecciones más importantes de este terremoto, así como el de 1999, es que son los propios trabajadores quienes pueden acudir en auxilio del pueblo y de los trabajadores afectados. Esta es la verdad que el Estado, el régimen y sus partidarios, que gritan consignas e insultan a esto y aquello en las colinas de los escombros, están tratando de encubrir.

Aquí es donde llegó Turquía «con las instrucciones de nuestro presidente». El problema no es nuevo, pero bajo este régimen se ha vuelto mucho más severo y mortal.

El Estado de Emergencia no tiene nada que ver con «curar las heridas» de la zona del terremoto y «garantizar la seguridad del pueblo». El objetivo es puramente político y se trata de mantener por la fuerza un régimen decadente. Entonces, al contrario de las afirmaciones del régimen de que «ahora no es hora de política» y tratando de esconderse detrás de historias de «unidad nacional y solidaridad «, ahora es hora de política, y de política revolucionaria…

Traducción: Natalia Estrada.

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