El PDA entre la oposición y el acuerdo nacional

julio 15, 2010

El acuerdo hecho entre Samuel e Iván Moreno de la Anapo, Carlos Gaviria, el Partido Comunista (PC) y el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (Moir) en torno de la candidatura de Gustavo Petro intentó ocultar a las bases las posiciones uribistas de Julio Roberto Gómez y la mayoría de la Central General de Trabajadores (CGT) y también las de los sectores que desde la izquierda optaron por la campaña del voto en blanco como forma de protesta contra el régimen y contra la dirección del PDA. Después de las elecciones estas tendencias vuelven a aflorar: Julio Roberto Gómez busca un ministerio en el Acuerdo Nacional de Santos y Petro tiende puentes para dialogar con los sectores uribistas.
En 2006, Carlos Gaviria obtuvo 2.670.000 votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, lo que llevó al PDA a anunciar que en 2010 estarían en el gobierno. En la primera vuelta electoral de 2010, Gustavo Petro obtuvo 1.330.000 votos, lo que significa que contrario a lo anunciado, cuatro años después, el PDA perdió la mitad de su electorado.
Sin embargo, estos resultados fueron vistos como positivos al interior del Polo que esperaba un descenso mayor en su votación. La derrota de Carlos Gaviria en la consulta interna había dejado a los sectores de izquierda bajo las banderas de Gustavo Petro, que se presentaba como un defensor de la Seguridad Democrática, y después vendría la pérdida de varias curules en las elecciones parlamentarias.
Para las presidenciales, el PDA se vio obligado a firmar un acuerdo entre sus distintas tendencias que implicaba el nombre de Clara López Obregón como fórmula a la Vicepresidencia y un cambio en el discurso de Petro más hacia la promoción de reformas sociales. Sin embargo, varios sectores del PDA quedaron por fuera de este acuerdo, como el Movimiento por la Defensa de los Derechos del Pueblo (Modep), y la Corriente Socialistas en el Polo, quienes manifestaron que no bastaba con empujar a Petro un poco más a la izquierda sino que esta organización debía convocar un congreso extraordinario en el que se discutieran los ejes programáticos para enfrentar en nuevo gobierno uribista.
Ante esta crisis, el PDA consideró positivo el resultado, a pesar de perder el 50% de sus votantes y manifestó en el periódico El Polo Nº27 del mes de junio de 2010: “Pese a los ocho años de persecución y estigmatización del régimen uribista contra el PDA, la falta de garantías, las ‘chuzadas’ del DAS, las amenazas a buena parte de sus dirigentes y la capacidad del gobierno para apropiarse del voto de los sectores más marginados de la población a través de dádivas y subsidios, los resultados electorales de este partido de izquierda fueron satisfactorios, al haber logrado el 10% del respaldo de los sufragantes”.
Nada dice el PDA de las verdaderas razones que atraviesan su crisis interna: el parlamentarismo y la ausencia de democracia interna, la corrupción en sus administraciones locales y el abandono de la movilización y las luchas de los trabajadores y los sectores populares.
Segunda vuelta: deshojando el girasol de los Verdes
Para la segunda vuelta presidencial la crisis se hizo más profunda y se expresaron cuatro vertientes al interior del Polo. El primer bloque era el de Gustavo Petro y el PC, que proponían un acuerdo con el Partido Verde y con el Partido Liberal contra Juan Manuel Santos. El segundo bloque estaba liderado por el Moir, el senador Alexander López y otros sectores de izquierda que proponían la abstención. En el tercero estaban el Modep, Socialistas en el Polo, la Fundación Socialdemócrata de Izquierda y Presentes por el Socialismo apoyando el voto en blanco. Y el cuarto bloque fue el de Julio Roberto Gómez y la mayoría de la dirección de la Central General de Trabajadores, CGT, que plantearon su apoyo al Acuerdo Nacional de Juan Manuel Santos.
Estas nuevas diferencias mostraron, más que las de la primera vuelta, la profunda crisis en el PDA. Dos sectores divergentes como Petro y el PC coincidían en el acuerdo contra el uribismo desde posiciones distintas, Petro porque tiene la convicción que entre el PDA y el Partido Verde hay coincidencias programáticas y el PC porque tiene como estrategia la unidad con sectores progresistas de la burguesía para reformar el régimen político.
Al final llegaron a una fórmula que fue proponer una carta al Partido Verde para firmar un acuerdo político de cinco puntos:
1. Superación de la influencia de la mafia sobre el Estado colombiano.
2. Verdad, justicia y reparación sobre los crímenes de lesa humanidad y el cese del hostigamiento al poder judicial, a los partidos de oposición y a los movimientos sociales.
3. Aplicación de una política para extinguir la propiedad de la tierra en manos del narcotráfico y las mafias, y su entrega a los campesinos, a las víctimas y a los desplazados.
4. Acordar una nueva política de relaciones internacionales de Colombia basada en la soberanía política, económica y militar y fundada en el respeto a los principios del derecho internacional.
5. Creación de sistemas públicos en los que la salud y educación sean derechos humanos fundamentales.
El Partido Verde respondió con una carta en la que decía que no sostendría ningún acuerdo con ningún partido pero en otras declaraciones sostenían que las principales diferencias estaban en la posición del PDA contra las bases militares de Estados Unidos en Colombia y en la administración de Samuel Moreno en Bogotá. El Polo no tuvo una definición y prefirió deshojar el girasol de los Verdes en un ‘me quiere’ y ‘no me quiere’ que causó más desmoralización en sus bases.
El PDA y el Acuerdo Nacional
Ahora la crisis es causada por la propuesta de Acuerdo Nacional de Juan Manuel Santos, que ya fue acogida por el sector de Julio Roberto Gómez. Por su parte, Gustavo Petro tiende puentes a un diálogo y un posible acuerdo como lo expresó en su carta a Santos y en una entrevista concedida a María Isabel Rueda en El Tiempo:
“Nunca oculté que quería un Polo Democrático propositivo. Hice implícita la consigna ‘acordemos el futuro’. Levanté la tesis de que el acuerdo nacional es una vía para construir democracia y superar la violencia, y eso fue lo que ganó”.
Es decir, que los acuerdos pactados con fines electorales lograron detener el desangre del PDA pero no su profunda crisis, y que quienes al interior del PDA se opusieron a apoyar la candidatura de Gustavo Petro tenían razón al denunciar su carácter oportunista.
Con esta nueva situación, lo que se pone en evidencia es que la crisis del PDA es estructural y que no sólo es producto, como sostiene Jorge Robledo, del Moir, de una persecución y difamación por parte del Gobierno, sino de haber abandonado la lucha social y la movilización para optar por el parlamentarismo y el clientelismo. Es más, a pesar de los asesinatos y agresiones que el saliente gobierno cometió contra líderes populares, el PDA no convocó a una sola movilización en protesta contra estos hechos. Las razones fundamentales de esta crisis se encuentran en el mismo PDA.
Los tres ‘huevos’ de la crisis
Y así como el uribismo cuida sus tres huevos (seguridad democrática, cooptación social y confianza para los inversionistas) el PDA apenas comienza a abordar los tres huevos de su crisis: el programa de defensa de la Constitución del 91, la hegemonía parlamentaria y la corrupción de sus gobiernos locales.
El primer ‘huevo de la crisis’ es el llamado Ideario de Unidad que permitió la cohesión de varias fuerzas políticas en el Polo Democrático, plantea la defensa del régimen político representado en la carta constitucional y en sus instituciones. Esto conlleva a una contradicción pues mientras la clase obrera y los sectores populares deben luchar contra el régimen para levantar unas mínimas reivindicaciones, una organización política que dice representarlos se plantea como su defensor. Esto se muestra en el constante llamado que hace el PDA a defender a la Corte Suprema y a la Corte Constitucional y, lo que es peor, a que las reivindicaciones sociales sean confiadas a la rama judicial, cuando lo que muestra la experiencia es que estas se logran siempre a través de la movilización.
El segundo ‘huevo de la crisis’ es el privilegio de la lucha parlamentaria y la táctica electoral. Es innegable la importancia de la acción parlamentaria como tribuna de denuncia, pero si esta no tiene como eje la movilización se convierte en un ejercicio mediático que tiene como fin el fortalecimiento de microempresas electorales partidarias y personales. Además, la hegemonía de los parlamentarios sobre cualquier otro organismo de dirección muestra que en el PDA no existe una democracia interna, que las bases no tienen ninguna forma de incidir en las decisiones políticas y que su participación se limita a votar.
Y el tercer ‘huevo de la crisis’ es la corrupción en sus administraciones locales. Es inocultable que estas administraciones han creado estructuras clientelares y carteles de la contratación que no sólo afectan la ‘imagen’ del Polo ante los medios de comunicación sino que han ido ganando espacios al interior de la organización en detrimento de las fuerzas de izquierda. Es así como Samuel e Iván Moreno logran una curul en la Cámara de Representantes por Bogotá dejando fuera al Partido Comunista que la había mantenido por dos períodos; o que un desconocido como Camilo Romero, cuya familia es la mayor contratista de estas administraciones, llega al Senado de la República, al igual que el hermano del Alcalde de Cali.
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Después de las elecciones
Se pensaría que el Polo Democrático debe abrir una discusión en torno al Ideario de Unidad y mirar hasta qué punto representa los intereses de la clase obrera y los sectores populares, si es posible la unidad sin principios que lleva a que algunos sectores como la CGT estén hoy con Juan Manuel Santos; que se debería pensar en cómo los parlamentarios acompañarían las luchas sociales en vez de pensar en cómo hacen acuerdos con la derecha para estar en las mesas directivas de las comisiones del Congreso; y que se abriría una gran discusión acerca de las administraciones locales del PDA y cómo ponerlas al servicio de la organización y la lucha social y no de los carteles de los puestos y los contratos.
Pero el periódico El Polo, que regresa después de una larga ausencia, no da muchas esperanzas. De sus ocho páginas dedica cinco a explicar sus yerros electorales (pérdida del 50% de la votación e intento de apoyar al partido Verde), dos a defender la cuestionada administración de Samuel Moreno con los publirreportajes ‘IDU hunde acelerador para mejorar movilidad e infraestructura física de Bogotá’ y ‘Bogotá social garantiza derechos de los ciudadanos’ y una página a la discusión acerca del futuro del PDA en el que hablan algunos concejales y parlamentarios pero en el que no se refleja la profunda discusión que se libra en sus bases.
Para nosotros, las discusiones abiertas al interior del Polo Democrático son importantes para la recuperación de la movilización y desde ya estamos dispuestos a preparar con los sectores más radicales las luchas contra el régimen político como principal tarea en este período.
Fuente: El Socialista n° 649, Julio 2010
Web: www.elsocialista.org