Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

El derrumbe del puente de Génova: una matanza de Estado

El derrumbe del puente en Génova es solo la última y más flagrante de una serie de masacres que, cometidas en nombre de la ganancia, se suceden en Italia con una regularidad impresionante. Todo el sistema de infraestructura estatal italiana es administrado por empresas privadas, y el holding Atlantia, del cual la familia Benetton es la principal accionista, dirige más de la mitad de la red carretera italiana, extrayendo utilidades multimillonarias nunca reinvertidas sino con una parte irrisoria, en la reestructuración de las autopistas.

Por: Salvatore de Lorenzo – PdAC, Italia

Atlantia, que “administra” también el puente de Génova, ya es tristemente célebre en las noticias por su negligencia en el mantenimiento de los puentes: el 29 de julio de 2013 un pulman que viajaba en las inmediaciones de Monteforte, en la provincia de Avellino, se precipitó del puente Acqualonga, como consecuencia de que cedió un guardarail totalmente inadecuado para atenuar el impacto. Una dinámica absolutamente previsible, conocida por quien recorre ese tramo de la carretera, y que revela el carácter criminal de la gestión puramente mercantilista de la infraestructura italiana. Murieron 40 de las 49 personas a bordo.

El derrumbe del puente Morandi a Génova, el 14 de agosto pasado, que provocó la muerte de 43 personas, centenares de heridos y otros 500 evacuados de las viviendas alcanzadas por montones de hormigón desprendido del propio puente, es solo la enésima matanza anunciada: esa que podría haberse evitado si hubiese sido preventivamente intervenido con su reestructuración o su cierre. Por otra parte, esto es lo que emerge con absoluta claridad de las investigaciones periodísticas de estos días. Un monitoreo conducido por el Politécnico de Milán había revelado la situación anómala de ese puente, como revela una encuesta de L’Espresso. La eficiencia del tirante que sostenía en pie el puente estaba reducido en 20% y de esto había sido informado tanto el Ministerio de Infraestructura, administrado por el grillista Toninelli, como la propia Atlantia.

Entonces, la enésima masacre anunciada, perpetrada sobre el altar de las ganancias de un estrecho círculo de hombres de negocios, al que el Estado ha cedido en gestión millares de kilómetros de infraestructura sin nunca vigilar seriamente el real mantenimiento sobre aquellas obras.

El falso mito de la “democracia” burguesa

Estas catástrofes revelan al mismo tiempo la impotencia de las grandes masas frente a las decisiones estratégicas impuestas desde lo alto del Estado “democrático” burgués, en el cual la vida de las personas es puesta en segundo plano respecto de la lógica de la ganancia de un estrecho círculo de parásitos, al cual el Estado “democrático” ha dado en gestión un patrimonio de infraestructura realizada con el dinero y el trabajo de la clase obrera italiana. Eso demuestra la irresoluble contradicción de la “democracia” burguesa, que trae su legitimidad del consentimiento electoral de las clases subalternas, para luego operar opciones que chocan con las exigencias y las necesidades de aquellas clases.

Y es este un punto decisivo sobre el que es necesario que el proletariado desarrolle una serie de reflexiones, removiendo la incrustación de la ideología dominante, que trabaja constantemente a fin de que las masas consideren la “democracia” burguesa como el mayor y, de fondo, el único sistema posible.

En realidad, el progresivo empeoramiento de las condiciones de vida de las clases subalternas en los Estados occidentales ya debería permitir a las grandes masas aprovechar todas las contradicciones por tras de la retórica idealista de la “democracia” burguesa, basada sobre el mito de la participación democrática al voto y sobre la “imparcialidad” del sistema judicial, y la realidad desnuda de los hechos, que consiste en la absoluta impotencia de parte de las grandes masas de tener aunque sea una mínima voz en todas aquellas opciones estratégicas impuestas por los altos representantes políticos en el marco de la “democracia” burguesa. ¿Qué peso real tienen por ejemplo las comunidades locales respecto de la decisión impuesta por la “democracia” burguesa para realizar nuevas grandes infraestructuras como por ejemplo el Tav [Tren de Alta Velocidad]? ¿Tienen, quizás, las grandes masas, en el ámbito de la “democracia” burguesa, la posibilidad de establecer si es prioritario realizar nuevas grandes obras como el Tav o si en cambio no es más sensato invertir aquellos millones en la reestructuración de las tantísimas infraestructuras italianas actualmente en riesgo de derrumbe, como el puente de Génova?

Sin embargo, para destruir el falso mito de la “democracia” burguesa es necesario comprender la naturaleza y los objetivos del Estado “democrático” burgués. En El Estado y la Revolución, Lenin explicó claramente que “para Marx el Eestado es el órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por la otra”; es la creación de un “orden” que legaliza y consolida esta opresión, moderando el conflicto entre las clases. Para los hombres políticos pequeñoburgueses, el orden es precisamente la conciliación de clases y no la opresión de una clase por otra; atenuar el conflicto quiere decir para ellos conciliar y no ya privar a las clases oprimidas de determinados instrumentos y medios de lucha para volcar contra los opresores”.

Aunque Lenin explicó claramente cuál es, según Marx, el objetivo del Estado: la opresión de la clase dominante sobre la clase adversaria. Y señaló, además, en la creación “del orden que legaliza y consolida esta opresión”, en nuestro caso la “democracia” burguesa, el medio a través del cual la clase dominante oprime a la clase adversaria. Así como en los tiempos de Lenin, aunque hoy por los intelectuales de la pequeña burguesía pseudo-progresista, por los reformistas, por los teóricos pacifistas de las revoluciones interiores, el conflicto entre las clases antagónicas queda al contrario conciliable y el instrumento de la conciliación es representado exactamente por la “democracia” burguesa. Cuánto son conciliables los intereses de los capitalistas como Benetton con aquellos de las grandes masas lo demuestra la masacre de Génova, donde 43 personas fueron sacrificadas sobre el altar de los sucios provechos de Atlantia.

Para los marxistas, al contrario, la “democracia” burguesa, esto es “el orden”, es el instrumento que, en el caso específico, hace legal y consolida la opresión de los parásitos como Benetton sobre el proletariado italiano, consintiendo a la clase dominante continuar oprimiendo a la clase dominada y privarla de los instrumentos de lucha para volcarlos contra los opresores.

Lenin explicitó posteriormente los límites de la democracia “burguesa”: “Hablar de democracia pura, de democracia en general, de igualdad, libertad, universalidad, mientras los obreros y todos los trabajadores vienen hambrientos, desnudos, condenados a la ruina y el agotamiento […] de la esclavitud salarial capitalista, [y] los capitalistas y los especuladores continúan a detentar la ‘propiedad’ conseguida y el aparato ‘ya pronto’ del poder estatal, significa burlarse de los trabajadores y los explotados. Significa romper bruscamente con la verdad fundamental del marxismo, el cual ha dicho a los obreros: deben utilizar la democracia burguesa como un inmenso progreso histórico respecto del feudalismo, pero no deben ni incluso por un instante olvidar el carácter burgués de esta ‘democracia’, su naturaleza históricamente condicionada y limitada, no deben compartir la ‘fe supersticiosa’ en el ‘Estado’, no deben olvidar que el Estado, incluso en la república más democrática, y no solo en el régimen monárquico, es solo una máquina de la opresión de una clase sobre la otra clase”.

Y es entonces gracias a la máquina opresiva de la “democracia” burguesa que en Italia la administración de gran parte de la infraestructura, realizada obviamente con el dinero y el trabajo de la clase obrera italiana, ha sido regalada a una de las más célebres familias de tiburones del capitalismo mundial, que es la familia Benetton, que, con el poder corrupto de su capital ha adquirido, por ejemplo, en 1991, una parte entera de la Patagonia en Argentina, para luego someter a un auténtico genocidio y deportación al pueblo Mapuche que habitaba en esas tierras. Es la misma familia Benetton que transfiere en 2013 parte de su producción textil a Daca, en Bangladesh, donde por pocos euros al día explotaba el trabajo de mujeres y niños en una estructura ruinosa que se derrumbó a la primera avería en la instalación eléctrica

Y es siempre gracias a la máquina opresiva de la “democracia” burguesa que la Ferrotramviaria spa del “conde” Pasquini y de la hermana, la “condesita” Gloria Maria, ha visto regalar la administración de ese tramo de red ferroviaria a la vía única que conecta Andria y Corato en Apulia, a lo largo del que dos trenes, lanzados el uno contra el otro, se estrellaron en 2016 machacando los cuerpos de muchos obreros y jóvenes estudiantes.

Y es finalmente gracias a la máquina opresiva de la “democracia” burguesa que se consiente a la Rfi spa sacar ganancias de la “administración” de la casi totalidad de la red ferroviaria italiana y de que el tramo ferroviario de Pioltello, donde en enero se produjo el descarrilamiento de un tren, causado por el parche de un empalme ferroviario, que fue simplemente reemplazado, ha producido la muerte de cuatro personas y varias decenas de heridos. Todas matanzas producidas por el capitalismo en el ámbito del orden impuesto por la «democracia» burguesa.

Nacionalización, el delito perfecto

Y mientras el humo de los escombros envolvía los cadáveres de las víctimas de la enésima masacre producida por el capitalismo en Génova, los chacales que conducen el “gobierno del cambio” trataban de capitalizar la indignación popular por la tragedia. Así, el ministro del Interior Salvini aprovechó para dar un espectáculo delante de las cámaras de TV en que, por enésima vez, invocó el castigo a los culpables, que están todos extrañamente libres en este país, y avanzó la propuesta de nacionalizar la empresa. Olvidando, extrañamente, haber formado parte de aquel gobierno, entonces de centroderecha, que aprobó en 2008 el decreto «salva-Benetton», con el cual se permitió a la sociedad de autopistas no ser obligada a reinvertir parte de sus utilidades en el mantenimiento de las infraestructuras dadas en concesión.

Obviamente, si la propuesta de Salvini de nacionalizar la administración de las autopistas fuese realizada no sería otra cosa que el enésimo regalo a Benetton y a sus socios, porque una nacionalización sin la expropiación de las utilidades multimillonarias de la empresa, les permitiría a los Benetton realizar el delito perfecto, esto es, la extorsión de las ganancias derivadas de la administración de la infraestructura y el descargue sobre los trabajadores italianos de los costos necesarios para poner en seguridad las infraestructuras italianas ya desgastadas. Inmediatamente, las organizaciones colaboracionistas de la “democracia” burguesa, como por ejemplo Poder al Pueblo, se han acoplado a esta propuesta de “farsa de nacionalización” de Salvini, interesados, como también el gobierno, más de la apariencia que de la sustancia.

También por esto es importante aclarar cómo los revolucionarios se aproximan a este problema. Sin apoyar por un solo instante la propuesta del gobierno, y lejos de creer que la nacionalización en sí sea una solución “mágica”, no podemos renunciar a llevar adelante la lucha por una verdadera nacionalización, entonces, sin indemnización y así expropiando las utilidades logradas sobre la piel de los trabajadores, de toda la infraestructura del transporte, de las autopistas a las ferrovías y los aeropuertos, infraestructuras que deben ser puestas inmediatamente bajo el control de los trabajadores. Además de ser una medida que pone fin a la explotación salvaje de los trabajadores por liberalizaciones salvajes, cooperativas falsas y chantajes laborales varios, que en los últimos años lamentablemente han creado importantes divisiones entre los trabajadores, es la única solución que puede asegurar la seguridad de los transportes en el interés común de trabajadores y pasajeros.

Artículo tomado de https://www.partitodialternativacomunista.org/
13 de setiembre de 2018.

Traducción: Natalia Estrada.

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