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COP30

COP 30: La farsa de la transición energética bajo el mando del capital

La lucha por la justicia climática es inseparable de la lucha contra el capitalismo y sus estructuras de opresión.

Lena Souza

noviembre 7, 2025

La COP 29, celebrada en Azerbaiyán en diciembre de 2024, se marcó como una victoria más de los combustibles fósiles[1]. Mientras las catástrofes climáticas se multiplicaban por el planeta, la conferencia fue dominada por lobistas de la industria petrolera, que superaron numéricamente a las delegaciones de muchos países pobres. En lugar de una eliminación acelerada de los fósiles, se firmaron compromisos genéricos, que ni de lejos podrían trazar el camino de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

Como era de esperar, la exploración de petróleo se intensificó en 2025, ya que el interés en las ganancias de los ricos está muy por encima de la necesidad de los miles de millones de trabajadores/as, juventud, mujeres, negros/as, indígenas, es decir, la mayoría de la población del planeta, pobre y oprimida, que recibe todos los impactos de la crisis ambiental provocada por el calentamiento global.

Aumento en la producción de petróleo

A pesar del compromiso en palabras de varios países en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la producción de petróleo aumenta cada año. El resultado está en los números divulgados por la AIE (Agencia Internacional de Energía): “La producción de petróleo deberá alcanzar un promedio de 105,8 millones de barriles de petróleo crudo por día en 2025, 2,7 millones de barriles más que en 2024. En 2026, la producción global deberá alcanzar 107,9 millones de barriles de petróleo por día, un aumento de 2,1 millones”.[2]

Plan para aumentar en un 120% hasta 2030

Acompañando la producción, la explotación de combustibles fósiles en el mundo alcanzó niveles récord y sigue en franca expansión, revelando el abismo entre el discurso climático y las prácticas reales. Según el informe Production Gap 2025, citado por el portal Click Petróleo & Gás[3], los países planean producir hasta un 120% más de petróleo, gas y carbón, hasta 2030, de lo que sería compatible con el límite de calentamiento global de 1,5 °C, y un 77% por encima del escenario de 2 °C. De los 20 mayores productores, 17 pretenden ampliar la extracción y 11 ya han revisado sus metas al alza desde 2023.

¡Petróleo en la Amazonía No!

Esta expansión del extractivismo fósil adquiere contornos aún mayores y graves en la Amazonía, que se ha convertido en una de las nuevas fronteras globales del petróleo. Según un estudio de InfoAmazonia[4], casi el 20% de las reservas identificadas entre 2022 y 2024 se encuentran en la región amazónica, y cientos de bloques exploratorios  invaden territorios indígenas, unidades de conservación y zonas de gran biodiversidad. Esta realidad, por un lado, acelera la destrucción de bosques, contamina ríos y compromete el equilibrio climático y, por otro, brutaliza aún más la dominación sobre los pueblos originarios y comunidades tradicionales, cuya existencia depende de la preservación de sus territorios y ecosistemas.

La exploración de petróleo en la margen ecuatorial atrae a las grandes petroleras y capitales extranjeros que solo ven en la Amazonía un reservorio de lucro fósil y se está convirtiendo en el campo de una nueva carrera imperialista por energía, dejando atrás destrucción ambiental, violencia territorial y la erosión de la soberanía de los pueblos de la región.

Hacia el colapso

En Brasil, esta realidad es muy evidente y desnuda la gran contradicción: el gobierno que va a albergar la COP30 expande el pre-sal y la exploración de la Margen Ecuatorial. La carrera por petróleo, gas y carbón, disfrazada de desarrollo y soberanía energética, es en realidad la reafirmación de un modelo colonial que empuja al planeta hacia el colapso en nombre de la ganancia y revela cada vez más el choque entre el sistema capitalista y la preservación del planeta y de la mayoría de la población.

La devastación de la Amazonía no afecta solo a los países que comparten este ecosistema —sobre todo Brasil—, sino que compromete la estabilidad climática mundial. Cada pozo perforado en la selva es un golpe contra los mecanismos naturales que regulan la temperatura y el ciclo de las lluvias del planeta.

“Transacción Energética”

La inversión en energías limpias tiene como objetivo el lucro

Por otro lado, como para el capital el límite es la ganancia, en 2025, según la Agencia Internacional de Energía (IEA), las inversiones en energías limpias — solar, eólica, redes de transmisión y distribución y baterías — deben superar los 2,2 billones de dólares, casi el doble de lo que se invierte en petróleo, gas y carbón[5].
Para quienes analizan los datos de forma ingenua, el aumento de las inversiones en energía limpia puede parecer una señal de conciencia ecológica de las élites y de los grandes inversores del planeta. Pero eso es una ilusión. No hay un compromiso ambiental real, solo hay una estrategia de lucro.

Fingiendo responsabilidad ambiental

El capital va donde hay un retorno rápido, y las energías llamadas “limpias” se han convertido en un nuevo negocio multimillonario. Con la caída de los costos de la energía solar, la expansión de la eólica y los generosos subsidios estatales, los bancos, fondos y petroleras se han apresurado a hacerse con este mercado. Son los mismos que llenaron sus bolsillos con petróleo y carbón que ahora se visten de verde, fingiendo responsabilidad ambiental.

Lo que realmente están buscando no es la resolución de la crisis ambiental, sino el control de las nuevas cadenas globales de energía y minería. Los poderosos compiten por quién va a dominar el litio, el cobre y el cobalto del futuro. La llamada “transición energética”, llevada a cabo por el sistema capitalista, no es más que una reorganización del saqueo, concentración de poder y explotación de los pueblos. Una “transacción” para obtener más beneficios.

Mientras tanto, las emisiones continúan creciendo, la deforestación avanza y el calentamiento global se acelera. Las empresas no están abandonando el petróleo, están lucrando por ambos lados: explorando combustibles fósiles y, al mismo tiempo, presentándose como salvadoras del clima utilizando las mismas prácticas de saqueo de tierras, destrucción ambiental y exclusión social.

Explosión de la minería

Y, para sostener esta carrera “verde”, crece el extractivismo mineral sobre los países empobrecidos. Litio, cobre, níquel, cobalto —todos indispensables para las baterías y turbinas— están siendo arrancados de América Latina, África y Asia a costa de la destrucción y la violencia. En Chile, Bolivia y Perú, la minería de litio seca lagos y contamina comunidades indígenas. En Congo, la extracción de cobalto involucra trabajo infantil y violencia paramilitar. En varios países africanos y latinoamericanos, empresas extranjeras toman territorios, destruyen ecosistemas y dejan atrás pobreza y contaminación, apoyados por gobiernos serviles y aliados al imperialismo.

Por lo tanto, el aumento de las inversiones en energía limpia no es una señal de esperanza, sino que muestra que el capitalismo se está reorganizando para lucrar también con la crisis climática. La catástrofe ambiental se ha convertido en una oportunidad de negocio y la propia salvación del planeta ha sido transformada en mercancía.

Como se puede concluir, la lucha por una verdadera transición energética no vendrá de los mercados, ni de los gobiernos sometidos al imperialismo.

Capitalismo insostenible

El retraso de las metas  expone la incompatibilidad del capitalismo con la reducción de emisiones

Las NDCs (Contribuciones Nacionalmente Determinadas) son los compromisos asumidos por cada país, dentro del Acuerdo de París (2015) para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los impactos del cambio climático. En el marco de la COP30, los países deberían presentar nuevas NDCs para 2035, ya que lo establecido por el acuerdo exige que las metas sean progresivamente más rigurosas y alineadas con el objetivo central de limitar el calentamiento global a 1,5 °C[6].   

No obstante, en el plazo oficial, establecido para el 10 de febrero de 2025, solo 13 países han presentado sus NDCs y hasta mediados de septiembre, llegó a solo 34 países que representan alrededor del 24 % de las emisiones globales[7]. Las NDCs se establecieron para cumplir con las metas de llegar hasta 2030 con una reducción del 42% (comparado con 2019), y hasta 2035, una reducción del 57%. El objetivo es alcanzar la “Net Zero”[8] hasta 2050, pero los países necesitan mostrar cómo van a llegar allí.

China, responsable de casi un tercio de las emisiones globales, mantiene su meta de alcanzar el pico de emisiones aún en 2030, lo que significa seguir ampliando el consumo de carbón y petróleo en esta década, en plena escalada de la crisis climática. Estados Unidos, segundo mayor emisor, bajo el mando de Trump, se retiró del Acuerdo de París y por lo tanto no tiene ningún compromiso de NDCs establecido. Además de ser un defensor radical de la explotación de petróleo.

La India, por su parte, se esconde detrás del discurso de “derecho al desarrollo” para seguir apostando en la expansión del carbón, mientras presenta metas vagas y distantes, aunque sea el tercer mayor emisor del planeta. De la misma forma, el gobierno brasileño —cuyo país figura entre los diez mayores emisores de gases del planeta—, a pesar de haber presentado su NDC en noviembre de 2024, con la promesa de reducir entre el 59% y el 67% de las emisiones hasta 2035, sigue ampliando la exploración de petróleo y permitiendo la expansión desenfrenada de las fronteras agrícolas y pecuarias que avanzan sobre bosques. Al mismo tiempo, asiste pasivamente —y muchas veces apoya— la ofensiva parlamentaria que desmantela la legislación ambiental en nombre del agronegocio y de la minería.

El retraso y al mismo tiempo la insuficiencia de estas Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs) no son fruto del azar, sino resultado directo de un sistema capitalista que prioriza el crecimiento económico y la competitividad por encima de la supervivencia del planeta. Mientras las potencias defienden sus mercados y ganancias, los países en desarrollo se sostienen en el discurso de la necesidad de desarrollarse, y así van manteniendo intactos los márgenes de maniobra para que el capitalismo fósil sobreviva y la transición energética quede en manos de aquellos que no están interesados en nada más que sus ganancias.

¿Qué esperar de la COP30?

Otra vitrina de discursos vacíos

Siendo así, la COP30 se anuncia como una vitrina más de discursos vacíos, donde los ricos que dominan y sus gobiernos títeres intentarán disfrazar la continuidad de la destrucción planetaria con promesas verdes y metas mentirosas o ineficaces. No hay salida ecológica dentro de la lógica del lucro. La crisis climática es expresión directa de un sistema que vive de la explotación y de la desigualdad y que tiene nombre: sistema capitalista.

Solo la movilización de los pueblos, la organización de los/as trabajadores/as, de la juventud, de las mujeres, negros/as, movimientos indígenas, ambientales y populares podrá imponer una verdadera transición energética justa, solidaria y que seguramente se chocará con el sistema capitalista. La lucha por el clima es, más que nunca, una lucha contra el capital, por la supervivencia de la humanidad y por una sociedad socialista.


[1] COP 29: Punto para los combustibles fósiles – Liga Internacional de los TrabajadoresLiga Internacional de los Trabajadores

[2] La OPEP+ se prepara para extraer 500.000 barriles de petróleo adicionales cada día | Mercados Financieros | Cinco Días e Informe del Mercado del Petróleo – Septiembre 2025 – Análisis – AIE

[3] Los países corren en dirección contraria al clima y planean una exploración récord de fósiles, alerta un estudio de 2025 – CPG Click Petróleo y Gás

[4] La Amazonía se destaca como nueva frontera global del petróleo – InfoAmazonia

[5] Discurso especial del secretario general de la ONU: “Un Momento de Oportunidad – Impulsando la Nueva Era de la Energía” | Las Naciones Unidas en Brasil y Resumen ejecutivo – World Energy Outlook 2024 – Análisis – IEA

[6] Entiende lo que significa el límite de 1,5°C, crucial para el calentamiento global | WRI Brasil

[7] Las naciones presentan nuevas metas climáticas antes de la COP30 – DW – 24/09/2025

[8] Cero neto (o cero líquido) es el punto en el que la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) liberada a la atmósfera es igual a la cantidad eliminada de ella, creando un equilibrio. 

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