Continúa la crisis boliviana: La marcha de Evo
Por Alicia Sagra
Como venimos diciendo en varios artículos, en medio de una importante crisis económica (expresada en la escasez de combustible y de dólares) que dejó para atrás el llamado “milagro económico boliviano”, Bolivia transita por una enorme crisis política generada por el enfrentamiento entre el presidente del país, Luis Arce y el ex presidente Evo Morales.
Como hemos dicho anteriormente, el actual enfrentamiento entre estos antiguos compañeros del MAS[1] no está basado en cuestiones políticas ni, muchos menos, en preocupaciones por la situación de vida de los campesinos y obreros bolivianos. Su pelea tiene que ver con la disputa electoral, los dos quieren ser candidato a presidente por el MAS en las elecciones de 2025.
Este enfrentamiento ya pasó por bloqueos de caminos, maniobras con sectores de las fuerzas armadas, acusaciones de autogolpe, denuncias mutuas ante la justicia y ahora se manifiesta con la llamada “Marcha para salvar a Bolivia” impulsada y dirigida por Evo Morales.
Esta marcha entre Caracollo y La Paz (189 km) que según la prensa boliviana fue multitudinaria, duró una semana. Partió el 17 de setiembre de Caracollo y llegó el lunes 23 a La Paz, donde fue recibida por un importante mitin. En dicho mitin Evo hizo un discurso en el que se refirió al gobierno diciendo que se había transformado en una dictadura y que las bases debían recuperar a democracia, manifestando que le daba 24 hs de plazo para resolver el problema del combustible y la disponibilidad de dólares, y que de no hacerlo continuarían las movilizaciones.
Guerra de comunicados por las alturas
Durante los siete días de marcha hubo una guerra de declaraciones cruzadas. Desde el gobierno y desde los sectores arcistas, acusaban a Evo de “incentivar l a guerra civil”, de “promover un golpe de estado”; mientras que Evo denunciaba al gobierno por crear un “cerco mediático” para desvirtuar el carácter reivindicativo de la marcha.
Desde sectores arcistas, incluyendo la central campesina CSUTCB, se exigía el apresamiento de Evo Morales por no respetar la Constitución y desestabilizar al gobierno, mientras que desde sectores evistas se pedía la renuncia de Arce y del vice Choquehuanca, para que asuma el presidente del senado, el evista Andrógino Rodríguez.
La guerra de denuncias no quedó sólo a nivel nacional. Evo Morales envió una carta al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, solicitándole laintervención del organismo, a fin de impedir que el Gobierno “desbarate” su protesta con “grupos de choque que son en realidad grupos paramilitares”.
En tanto que, un día después de la llegada de la marcha a La Paz, el Ministerio de Relaciones Exteriores denunció ante la comunidad internacional que la marcha que lideró Morales amenazó directamente la “continuidad del orden democrático” al darle un ultimátum a la gestión de Luis Arce
Enfrentamientos físicos y heridos por la base
Esos enfrentamientos de las alturas, llevaron a enfrentamientos físicos por abajo. El domingo 22, seguidores de Luis Arce organizaron en ciudad de El Alto un mitin para pedir a la población que impida el paso de la marcha. El mitin fue disuelto por simpatizantes de Evo Morales, lo que llevó a un fuerte enfrentamiento con un saldo de varios heridos. Y el lunes se dio otro enfrentamiento similar en La Paz , cuando se estaba esperando el arribo de la marcha.
La situación de violencia existente llevó a que, el lunes, se suspendieran las clases en varias escuelas de El Alto y de La Paz.
El MAS no el instrumento político que los trabajadores necesitan
Los dos dirigentes se acusan mutuamente de corrupción, los dos se presentan como los defensores de la “democracia”, contra la “dictadura” de Arce o contra “el golpe de Evo”. Pero la verdad que lo único que los mueve es la candidatura presidencial y los negociados y prebendas que vienen con ese cargo. Y para eso, recurren a cualquier medio, incluso a impulsar el enfrentamiento entre la base campesina y popular.
La verdad es que el MAS, que despertó tantas expectativas entre los campesinos, los pueblos originarios y los obreros bolivianos y que, lamentablemente, contó con el apoyo de la mayoría de la izquierda latinoamericana e internacional, nunca dejó de defender el sistema capitalista y por eso no fue, ni es, el instrumento político que precisan los trabajadores de la ciudad y del campo. Para acabar con los sufrimientos de los obreros, de los campesinos, de los pobres, es necesario acabar con el capitalismo. Para lograr ese objetivo se necesita un instrumento político diferente, un partido obrero, socialista, revolucionario, internacionalista, que trabaje por una revolución como la de 1952, pero que esta vez le de el poder a los trabajadores e impulse la revolución latinoamericana para derrotar al imperialismo y avanzar hacia la construcción la sociedad socialista. Esa es la única forma de lograr verdaderamente un estado obrero plurinacional y multiétnico, libre de explotación y de opresión.
[1] Luis Arce fue ministro de economía de Evo y accedió a la presidencia con el apoyo de Morales.