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Estados Unidos

Construir un movimiento de solidaridad con Palestina que enfrente la represión

noviembre 7, 2024

Por Erwin Freed

El 15 de octubre, los gobiernos de Estados Unidos y Canadá designaron a la organización de solidaridad con los presos palestinos, Samidoun, por brindar «apoyo material a organizaciones terroristas». Simultáneamente, Holanda prohibió al coordinador europeo de Samidoun, Mohammed Khatib, que también se enfrenta a la revocación de su asilo en Bélgica. Ningún grupo ni gobierno ha presentado pruebas que demuestren estas acusaciones. De hecho, en un dossier especial elaborado por el gobierno israelí para presentar este caso sólo se afirma que «es probable que las donaciones realizadas a través del sitio web de Samidoun beneficiaran a Barakat y al FPLP» (página 24).

Como señala la publicación socialista canadiense Spring Mag, «Aunque no se ha vinculado a Samidoun con ningún atentado, violencia o actividad financiera, … el razonamiento dado en el comunicado de prensa del gobierno [canadiense] gira en gran medida en torno a sus vínculos con el FPLP [Frente Popular para la Liberación de Palestina]. Estos vínculos parecen ser limitados a que comparten políticas similares y tegan miembros antiguos y actuales en común, sin pruebas de conexión financiera u otras formas más sustanciales de conexión».

El método de formular acusaciones vagas del «apoyo material al terrorismo» o «terrorismo interno» es utilizado por el gobierno para criminalizar el discurso y la organización de grupos e individuos que se oponen políticamente a las políticas favorecidas por el imperialismo estadounidense. Designar a Samidoun como organización que «apoya el terrorismo» es un intento de intimidar a cualquiera que se solidarice con Palestina para que guarde silencio.

La designación de Samidoun es sólo el último caso de un año en el que el gobierno estadounidense ha llevado a cabo algunos de los actos de represión más agresivos de los últimos años. Siguen encarcelados con 49 años restantes de condena tres acusados palestinos atrapados por la caza de brujas del gobierno contra El Holy Land Foundation HLF, Fondación Tierra Santa), en aquel momento, la mayor organización benéfica musulmana de Estados Unidos. Musulmanes Estadounidenses por Palestina sigue enfrentándose a una demanda, basada en las mismas afirmaciones falsas que se hicieron contra el HLF, que dizque los conecta con Hamás. Decenas de personas siguen atrapadas en la red de arrastre de Stop Cop City, acusadas de «terrorismo doméstico» por acciones de las que el gobierno nunca ha ofrecido ninguna prueba de su culpabilidad.

Al mismo tiempo, los activistas deben entender el momento actual como parte de una serie creciente de nuevas leyes, políticas y programas creados para vigilar, desbaratar y desarmar políticamente a los movimientos por la justicia social y contra el imperialismo. A menudo se desarrollan medidas y tecnologías prácticamente idénticas que apuntan a las comunidades oprimidas de EEUU, especialmente a los pueblos negro, indígena y latino. Y se utilizan tecnologías, estrategias e incluso organismos similares contra las poblaciones palestinas de Gaza y Cisjordania. Es importante considerar la represión interna como parte de la totalidad de las operaciones políticas y militares del imperialismo estadounidense.

Una campaña represiva contra la solidaridad con Palestina

En octubre de 2023, Israel ha implementado la limpieza étnica en Palestina con la más alta ferocidad que se ha visto desde la Nakba de 1948. Estos ataques cuentan con el apoyo fundamental de Estados Unidos, incluso mediante la defensa política, la transferencia de armas, la inteligencia operacional y la orientación militar. A principios de este mes, más de 100 soldados estadounidenses fueron enviados a Israel como parte del ataque israelí contra Irán, respaldado por Estados Unidos, que comenzó a primera hora de la mañana, hora local, del 26 de octubre.

La solidaridad con los palestinos contra el genocidio estadounidense/israelí en Gaza estalló inmediatamente, sobre todo en las universidades. El movimiento es una inspiración para todos los que creen en la posibilidad de un futuro de la paz y justícia. La atención pública sobre el genocidio y el militarismo estadounidense/israelí en Oriente Medio expuso a cientos de miles de personas en Estados Unidos a la realidad del apartheid y la colonización de pobladores israelíes. Manifestaciones masivas  llevaron a cientos de miles de personas a la acción colectiva en Washington D.C. solo. En casi todos los estados se han producido movilizaciones, desde vigilias y manifestaciones hasta acampadas en los campus universitarios.

Las fuerzas de la «contrainsurgencia» nacional se pusieron inmediatamente en marcha. Ya el 10 de octubre de 2023, el presidente Biden hizo una declaración en X, diciendo: «No se trata de una tragedia lejana: los lazos entre Israel y Estados Unidos son profundos. … En ciudades de todo el país, las fuerzas del orden locales y federales están vigilando de cerca cualquier amenaza interna relacionada con los horribles atentados terroristas en Israel».

En el mismo periodo, miembros de la comunidad musulmana y árabe empezaron a denunciar visitas y  interrogatorios sin base por parte de agentes de la Oficina Federal de Investigación (FBI). Un artículo de The Intercept explica que estas investigaciones «incluyeron la visita de agentes del FBI a una mezquita de Texas para reunirse con los dirigentes y preguntar sobre cualquier “alborotador” en la comunidad, y también los agentes del FBI que trataron de interrogar a una persona que habia sido detenido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas… por un asunto relacionado con la tarjeta de residencia».

El director del FBI, Christopher Wray, advirtió en una declaración del 15 de noviembre de 2023 ante el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes que, desde el 7 de octubre, «una galería de pícaros de grupos terroristas extranjeros ha hecho llamamientos a cometer atentados contra estadounidenses y nuestros aliados». A continuación, enumeró una serie de reivindicaciones de grupos islamistas dispares sin conexión aparente con Estados Unidos ni entre sí.

En un intento de avivar las llamas de la islamofobia y de fomentar la fe en las agencias federales de inteligencia, Wray señaló acciones concretas que el FBI había emprendido entre el 7 de octubre y la reunión del comité. Dijo: «En todo el país, el FBI ha contrarrestado agresivamente la violencia de los extremistas citando el conflicto en curso como inspiración. En Houston, detuvimos a un hombre que había estado estudiando la fabricación de bombas y había publicado mensajes sobre matar a judíos. En las afueras de Chicago, tenemos una investigación federal por delito de odio sobre el asesinato de un niño musulmán de seis años. En la Universidad de Cornell, detuvimos a un hombre que amenazó con matar a miembros de la comunidad judía de esa universidad. Y en Los Ángeles, detuvimos a un hombre por amenazar al director general y a otros miembros de la Liga Antidifamación».

Todas estas afirmaciones eran intentos hiperbólicos de justificar políticamente las operaciones de contrainteligencia y vigilancia masiva contra las comunidades oprimidas y el movimiento de solidaridad con Palestina.

Examinar brevemente las detenciones concretas mencionadas por Wray ayuda a desmitificar la denominada estrategia «antiterrorista» del FBI. El primer ejemplo, en Houston, parece haber sido Sohaib Abuayyash, palestino-jordano de 20 años solicitante de asilo. El FBI utilizó la detención de Abuayyash por cargos menores de posesión de armas en octubre de 2023 como forma de difamarlo públicamente y crear la narrativa de que un grupo de árabes «radicales» estaban amenazando a los judíos, a pesar de que esto no tenía nada que ver con la detención real.

Tras la declaración de Wray ante el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, la prensa dominante se desbocó, informando de que Abuayyash había sido detenido por realizar complots concretos contra organizaciones de la comunidad judía. Las bases de esta ofensiva propagandística se sentaron en un artículo de la CNN del 2 de noviembre de 2023. El titular decía: «El jordano detenido en Houston apoyaba el asesinato de “individuos de determinadas creencias”, según la orden del juez». La «orden del juez» a la que se hacía referencia parece ser una orden por la que se pedía la prisión preventiva de Abuayyash , presentada el 24 de octubre de 2023. La orden incluye efectivamente estas citas. Sin embargo, todas las pruebas presentadas tanto por la acusación como por la defensa permanecen selladas.

Ese artículo incluye también una cita atribuida a una «fuente policial» anónima que afirma específicamente que Abuayyash conspiraba en realidad para matar judíos, acusación que no se presentó en la causa judicial real. Un artículo del Jewish Chronicle, titulado «Detenido un jordano por un plan para “atacar una reunión judía”», hace el trabajo sucio del artículo original de la CNN. Aquí el periódico combina la «fuente policial» anónima con la orden del juez, duplicando las implicaciones infundadas del primer artículo. Mediante un juego de manos, la información irresponsable se convirtió en «hecho».

Por supuesto, los federales nunca probaron ninguna de las afirmaciones anteriores, y Abuayyash fue absuelto de los cargos de posesión de armas por un jurado en febrero, aunque no fue puesto en libertad, sino en detención de inmigrantes. Se ha informado muy poco sobre su absolución, sobre todo teniendo en cuenta la histeria provocada por los medios de comunicación durante su detención y encarcelamiento iniciales.

El incidente de Cornell fue el de Patrick Dai, que publicó declaraciones antisemitas amenazadoras en un foro de debate orientado a los estudiantes. El papel del propio FBI se limitó a obtener información sobre Dai de los administradores del foro y de Charter Communications y a entrevistar a Dai.

El caso Dai es desafortunado y un tanto extraño, pero desde luego no alcanza el nivel de una conspiración terrorista internacional. Incluso los fiscales están de acuerdo en que Dai tiene problemas de salud mental. Además, Dai afirma que en realidad estaba desempeñando el papel de un provocador. Posteriormente se disculpó anónimamente en el mismo foro. Según el abogado de Dai, «creyó, erróneamente, que los mensajes provocarían un “contragolpe” contra lo que él percibía como cobertura mediática antiisraelí y sentimiento pro Hamás en el campus».

No hay información pública aparente sobre la supuesta detención en Los Ángeles de «un hombre… que amenazaba al director general y a otros miembros de la Liga Antidifamación».

Por último, el FBI no tuvo nada que ver con la detención de Joseph Czuba, el casero de Chicago que asesinó a su inquilina palestina de seis años, Wadea Al Fayoume. Tras una llamada al 911, Czuba fue detenido inmediatamente después de matar a Fayoume y apuñalar a su madre.

Represión en los campus universitarios

Tras las salvas iniciales del FBI y otras agencias alfabeticas, la policía local, los políticos y los administradores universitarios -en coordinación con organizaciones sionistas sin ánimo de lucro como la Alianza en Defensa de la Libertad (ADL)- se encargaron abiertamente de pacificar el movimiento de solidaridad con Palestina. Más de un año después, aunque no se ha descubierto ningún «complot terrorista» relacionado con el movimiento de solidaridad con Palestina, la represión política no ha hecho más que agravarse.

Las grandes medidas represivas comenzaron durante el movimiento de acampada de Primavera 2024. Como parte de un plan de ataque que fue reproducido por potencialmente cientos de departamentos de policía diferentes, los administradores universitarios llamaron a la policía contra campamentos pacíficos, que luego fueron brutalmente asaltados. Sólo entre abril y mayo fueron detenidos 3.000 estudiantes, muchos de los cuales siguen a la espera de juicios o de una «rehabilitación acelerada» negociada.

Simultáneamente, en mayo de 2024, la clase dominante estadounidense dejó claro a los administradores universitarios que esta política se aplica sin tregua, sometiéndolos a humillantes audiencias públicas ante comités del Congreso. En algunos casos, este tipo de medidas ayudó a empujar a los administradores (que en realidad no necesitaban mucho «empujón») a intensificar la brutalidad de las medidas represivas en los campus. Quizá lo más atroz fue la situación en la Universidad de Columbia, donde la policía utilizó tácticas muy militarizadas e incluso disparó un arma dentro de un edificio durante una operación para despejar una ocupación de manifestantes estudiantiles.

La UAW ha estado en muchos aspectos a la vanguardia de la solidaridad sindical con Palestina. Existe un fuerte empuje desde las bases, especialmente entre los miembros estudiantes posgrados de la UAW. Los sindicatos locales han adoptado posturas audaces contra la represión y a favor de Palestina, incluida la histórica huelga de 48.000 miembros del sindicato local 4811 en el sistema de la Universidad de California. En una descarada extralimitación de sus objetivos declarados, el observador federal asignado para supervisar las elecciones de la UAW hizo dos declaraciones condenando al sindicato por adoptar posturas a favor de Palestina.

Durante el verano, los administradores de los campus universitarios trabajaron con organizaciones privadas, la policía local y las agencias federales de inteligencia para desarrollar una estrategia común de represión del movimiento de solidaridad con Palestina en las universidades. Un ejemplo notable es la «Operación Asegurar Nuestros Campus» conjunta de Hillel y la Red de Comunidades Seguras (SCN).

Según una declaración de Hillel de agosto de 2024, el esfuerzo «aprovechará los recursos nacionales, regionales y locales de la SCN, junto con la red nacional de profesionales de la seguridad, para desplegar recursos críticos con el fin de proteger a los estudiantes judíos en los colegios y universidades, para incluir: analistas de inteligencia a tiempo completo dedicados a supervisar los acontecimientos en los campus y proporcionar apoyo de inteligencia; evaluaciones de las instalaciones judías en los campus; consultas directas sobre seguridad física y planes y procedimientos de emergencia; y una mayor coordinación con las fuerzas del orden y los funcionarios de seguridad pública y los centros de la vida judía.»

Secure Community Network se define a sí misma como «la organización oficial de seguridad y protección de la comunidad judía de Norteamérica». La dirección del grupo está formada por antiguos agentes y oficiales del FBI, la CIA, el DHS y la policía urbana. El SCN tiene acceso directo a la inteligencia de, al menos, el FBI y la Administración de Seguridad Nacional (NSA) a través del Programa de Intercambio Analítico Público-Privado dirigido por la Oficina del Director de Inteligencia Nacional. El grupo también tiene su propio «Centro de Mando de Operaciones de Seguridad Nacional Judía» (JSOCC) en Chicago, financiado con fondos privados, que según el SCN funciona «24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año» y «recibe y analiza inteligencia e información, proporcionando información oportuna y creíble sobre amenazas e incidentes tanto a las fuerzas del orden como a los socios de la comunidad».

Al anunciar la «Operación Asegurar Nuestros Campus», Hillel reconoció que «antes del nuevo curso académico, el SCN coorganizó una mesa redonda sobre la seguridad en los campus con la Asociación de Jefes de las Grandes Ciudades, que contó con la participación de funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y de la seguridad pública de 92 universidades de 24 estados, incluidos representantes del FBI, dirigentes de asociaciones encargadas de hacer cumplir la ley y profesionales judíos de la seguridad».

Organizaciones privadas como el SCN y la Coalición Israel en el Campus (ICC) colaboran con la policía y las agencias de inteligencia estadounidenses e israelíes, al tiempo que mantienen listas de personas que expresan sentimientos propalestinos para su posible inclusión en listas negras, chantaje y doxxing a través de iniciativas como el Proyecto Canarias. Estas redes sionistas de espionaje civil son frecuentes en muchos campus universitarios y ya existían mucho antes de este auge actual.

Josh Nathan-Kazis, escribiendo para el sitio web judío Forward en 2018, señala: «La lista de grupos judíos que hacen trabajo anti-BDS [Boicot, Desinversión, Sanciones] en los campus es desconcertantemente larga. Un recuento parcial incluye a StandWithUs, AEPi, CAMERA, el Proyecto David, el Centro para la Libertad David Horowitz, Jerusalem U, AIPAC, el Grupo de Trabajo Macabeo de Sheldon Adelson y la Organización Sionista de América. La cantidad total de fondos judíos estadounidenses y del gobierno israelí que inundan el esfuerzo anti-BDS se cifra fácilmente en decenas de millones de dólares cada año».

Nathan-Kazis continúa explicando el papel organizador concreto que desempeña la ICC: «La Coalición Israel en el Campus, que originalmente era un equipo local de Hillel y ahora es una entidad independiente, desempeña el papel de control de tráfico aéreo entre los grupos anti-BDS. Cuando surge una resolución de BDS, la ICC convoca conferencias telefónicas, coordina esfuerzos y ofrece apoyo a los profesionales de Hillel». El ICC también mantiene su propio centro privado de inteligencia de alta tecnología, valorado en millones de dólares y con una red de informadores.

El aparato de espionaje público-privado estadounidense-israelí-sionista también lleva a cabo extrañas operaciones de guerra psicológica, como en 2018 en la Universidad George Washington, donde, en el periodo previo a una votación del senado estudiantil sobre una resolución propalestina, «aparecieron de la nada octavillas, sitios web y campañas en las redes sociales de Anonymous para atacar a los activistas estudiantiles». Y, el día de la votación, dos hombres adultos, vestidos de canarios, aparecieron para hacer un extraño baile en el vestíbulo del edificio universitario donde el gobierno estudiantil se disponía a votar”(https://forward.com/).

Quizá más que cualquier otra cosa, estas redes y organizaciones sirven para dar una dirección estratégica concreta a la represión de los activistas propalestinos. La realidad es que los administradores de las universidades y centros de enseñanza superior estadounidenses apoyan ampliamente los objetivos sionistas sin ningún tipo de instigación. Sin embargo, confían en los esfuerzos conjuntos de grupos como el SCN para ayudar a desarrollar planes operativos y coordinarse entre los campus.

Durante un verano de reuniones como la patrocinada por el SCN descrita anteriormente, los administradores de los campus pusieron en marcha nuevas normativas explícitamente contrarias a la libertad de expresión, a la reunión y a los palestinos. Un informe de Mother Jones enumera más de 30 sistemas escolares, que representan a más de 60 campus, que promulgaron nuevas políticas de protesta entre mayo y agosto de 2024. Esto, como reconocen, dista mucho de ser una lista completa.

Estas nuevas medidas incluyen la prohibición de «acampar», la prohibición de llevar máscaras (a pesar de la preocupación de las comunidades universitarias por la salud), el «registro» obligatorio de las protestas (entregando la información de los activistas directamente al estado o a la policía y, en muchos lugares, restringiendo eficazmente las manifestaciones de emergencia), la limitación de los lugares en los que las protestas están «permitidas» (dando a las fuerzas del orden una ventaja táctica, así como a la universidad más herramientas en su arsenal para acabar con las manifestaciones), la prohibición de «señalización no aprobada», la prohibición del «sonido amplificado», y mucho más.

La fusión de las organizaciones privadas de «seguridad», la policía federal y local, los intereses empresariales y las agencias de inteligencia para atacar a los movimientos sociales son aspectos importantes del estado de seguridad posterior al 11-S. Estas tendencias están encarnadas de forma más obvia por los llamados Centros de Fusión de Inteligencia, que buscan combinar la inteligencia de diferentes agencias, particulares y empresas, y departamentos de policía.

Los centros de fusión existen en todos los estados y han sido expuestos en múltiples ocasiones por vigilar en gran medida a grupos de movimientos sociales y a miembros de las comunidades negra y latina sin ningún tipo de causa probable. Los centros son un producto de la expansión de la vigilancia tras el 11-S y se han utilizado no sólo para vigilar las protestas, sino también para acusar a personas negras y latinas de «miembros de bandas» por el mero hecho de que les gusten publicaciones en las redes sociales.

En particular, el Centro de Información y Prevención del Crimen (CPIC), un centro de fusión con sede en Chicago, envióen mayo un equipo «antiterrorista» a instancias del bufete de abogados Greenberg Traurig. No hubo amenazas contra el bufete, pero los representantes se pusieron en contacto con el CPIC coincidiendo con un comunicado de prensa en el que se anunciaba una demanda infundada en la que se afirmaba que Musulmanes Estadounidenses por Palestina (AMP) «apoya» a Hamás.

Construir un movimiento capaz de hacer frente a la «contrainsurgencia»

En una entrevista con cámara oculta publicada como parte de una exposición, el director general Jacob Baime de la Coalición Israel en el Campus «describió la CCI básicamente como un comando militar israelí clandestino. Sigue el modelo de la estrategia de contrainsurgencia del general Stanley McCrystal en Irak. Hemos copiado mucho de esa estrategia que, en realidad, nos ha funcionado muy bien’» (The Nation). Debemos tomarnos en serio esta autoidentificación, pero también necesitamos comprender claramente el terreno político en el que se desarrolla esta lucha.

El encuadramiento militar de los movimientos pro palestinos, ecologistas y otros movimientos de justicia social como «insurgencias» por parte del gobierno estadounidense y sus aliados no es un accidente. Sin embargo, el objetivo principal de estos movimientos no tiene nada que ver con la acción «militar», sino más bien con ganar y organizar a las masas populares en torno a ideas políticas -como una Palestina libre, la liberación de los negros, una Tierra habitable, etc.-.

La teoría de la «contrainsurgencia» tiene muchos aspectos y escuelas diferentes. Un componente importante que es universal a todas las estrategias de contrainsurgencia es identificar y aislar a la «minoría activista» de una comunidad determinada. Por lo tanto, es importante que las organizaciones del movimiento no permitamos nuestro aislamiento por parte del Estado y de las diversas fuerzas sionistas y reaccionarias de la sociedad.

Las medidas enérgicas y los enfrentamientos con la policía, y en algunos casos con sionistas de extrema derecha, han producido una mentalidad contradictoria de descaro y miedo en muchos espacios organizativos palestinos. Por un lado, un núcleo de activistas siente que, mientras el Estado ya está haciendo todo lo posible por reprimir los movimientos, el genocidio continúa y la guerra de Israel contra Oriente Medio se amplía, a pesar de más de un año de movilizaciones. Por otra parte, entre algunos activistas existe la perspectiva de que la protección frente al aparato represivo requiere pequeños grupos «confirmados» de personas de confianza, a menudo extraídos de algun grupo de amigos.

Estas mentalidades se combinan organizativamente, por ejemplo, mediante grupos de estudiantes que aplican sus propias medidas internas para crear entornos de estricta homogeneidad política y secretismo externo. En una variante particularmente mala, los activistas se ven a sí mismos como mártires, dispuestos a soportar cargos disciplinarios y legales como «sacrificio» por Palestina. Al hacerlo, a menudo abandonan su propia defensa política como coste transaccional de la construcción de la «solidaridad». Sin embargo, cuando no nos defendemos a nosotros mismos y a otros en el movimiento de protesta, estamos permitiendo innecesariamente que el Estado perturbe la organización del movimiento.

Los activistas deben ser conscientes de que la represión contra individuos e incluso grupos no tiene como único o principal objetivo disuadir a esas personas de defender a Palestina. Por el contrario, estos ataques son una advertencia a la comunidad en general de que la actividad a favor de Palestina, e incluso el pensamiento, pueden meterte en problemas. Forman parte de la construcción de una narrativa según la cual los organizadores y las organizaciones son «peligrosos» y están fuera de la comunidad, sea lo que sea. Cuando se detiene a estudiantes, o a cualquier persona, en presunta relación con un movimiento social, puede producirse un impulso de miedo en el movimiento en su conjunto. Necesitamos estar en la mejor posición posible para luchar no sólo contra las detenciones y otros medios de subversión gubernamental, sino también contra el miedo que esto genera.

Para empezar, eso significa que los espacios deben tener direcciones claras, elegidas democráticamente y revocables; reivindicaciones claras que abran en lugar de cerrar las conversaciones con el 70% de las personas que apoyan el fin del genocidio; y responsabilizar directamente al estado de cualquier intento de represión del movimiento.

Estos objetivos pueden lograrse mediante una organización abierta y bien publicitada que reúna a todas las organizaciones y personas que estén de acuerdo básicamente con los principios enumerados anteriormente. La «seguridad» de nuestro movimiento en este país viene determinada en primera y última instancia por el apoyo que tiene dentro de la sociedad estadounidense en su conjunto y de la clase obrera en particular.

Los activistas tienen un temor racional de la disrupción por parte de organizaciones sionistas, incluido el Mossad, en colaboración con la inteligencia estadounidense, la policía local y los administradores y agentes del capital en los campus universitarios. Sin embargo, los métodos que se suelen adoptar para combatir la infiltración y la desorganización son lo contrario de lo que puede ser realmente eficaz para crear un movimiento fuerte y defendible.

La situación mencionada anteriormente, en la que un grupo ya existente pasa a ser más pequeño, más autónomo y cada vez más «militante» en su retórica, puede caer directamente en la trampa de la contrainsurgencia tendida por la policía. La policía y los líderes institucionales disponen de un pretexto fácil para tomar medidas enérgicas contra los líderes del movimiento, que han hecho el trabajo de aislarse de la base más amplia insistiendo en organizar a través de métodos incomprensibles para las personas ajenas al núcleo activista.

En lugar de depender excusivamente de los «cuadros» ya activados, el movimiento necesita expandirse y utilizar todos los intentos de represión para difundir el mensaje de poner fin al apoyo estadounidense a Israel, luchar contra el nuevo macartismo y por una Palestina libre. Los activistas tienen que ser conscientes de la vigilancia y la infiltración y organizarse de forma que se pueda crear la audiencia y la participación más amplias posibles para cada acción.

Concretamente, esto significa dos cosas: Una es formular las reivindicaciones de forma que sean a la vez de principios, políticamente comprensibles y procesables para las capas más amplias de simpatizantes. Ahora mismo, un ejemplo de este tipo de reivindicación es: «Acabar con toda la financiación estadounidense a Israel». Mucha gente está de acuerdo con esta exigencia, y su aplicación pondría fin efectivamente al genocidio. Sin embargo, es completamente inaceptable para el imperialismo estadounidense. La clase dominante y sus representantes de arriba abajo no están dispuestos a poner fin realmente a la financiación estadounidense a Israel, salvo de forma modificada y condicionada.

La segunda parte consiste en estar preparados para defendernos políticamente a nosotros mismos y a nuestras libertades civiles. Israel desempeña un papel central en la estrategia imperialista estadounidense, sobre todo en Oriente Medio. Las razones para ello son sustanciales, desde el papel de Israel como intermediario en la controvertida venta de armas para Estados Unidos, el estado de guerra permanente que las FDI mantienen con sus vecinos y los campos de pruebas de vigilancia y policía que son Cisjordania y Gaza. En resumen, Israel es fundamental para el imperialismo estadounidense.

Ese simple hecho significa que, diga lo que diga nuestro movimiento y diga con toda claridad que somos los que estamos a favor de la paz y la estabilidad, las fuerzas de la policía política nacional se movilizan contra nosotros. Hay una larga y heroica historia de convertir estos ataques del Estado en un grito de guerra en torno al cual el movimiento construye su fuerza.

Muchos de los momentos más famosos de la izquierda estadounidense fueron campañas de defensa política que adquirieron un carácter masivo. ¡Liberar a Huey! ¡Liberar a Angela! ¡Liberar a los Siete de Chicago!

La estrategia general es organizar un comité de defensa de frente único a la mayor escala posible, que pueda llevar la historia a la comunidad y conseguir un apoyo verdadero. Un buen ejemplo de 1962 es la campaña Libertad para los Tres de Bloomington. Tres estudiantes de la Universidad de Indiana fueron detenidos acusados de «sedición» en virtud de la Ley Anticomunista de Indiana de 1951 por organizar una manifestación en la que se pedía el fin del bloqueo militar a Cuba y asistir a una charla del socialista revolucionario negro Leroy McRae titulada «La revuelta negra en América».

El Comité de Ayuda a los Estudiantes de Bloomington (CABS) estaba copresidido por dos destacados profesores, y la organización diaria corría a cargo de un equipo de activistas, procedentes en su mayoría del Partido Socialista de los Trabajadores y de la Alianza de Jóvenes Socialistas. Ese equipo creció enormemente cuando la campaña empezó en serio. Los esfuerzos incluyeron «la recaudación de fondos, la distribución de literatura, la obtención de un equipo jurídico, la consecución de destacados patrocinadores, y se coordinaron varias giras nacionales y regionales de los tres acusados con los CABS locales. … En 1965, más de 1.300 profesores de 95 campus universitarios se convirtieron en patrocinadores».

CABS también aprovechó la oportunidad para distribuir decenas de miles de copias de «La Revuelta Negra en América», compartiendo la obra mucho más allá de su audiencia original. El intento de la universidad y la policía de silenciar las ideas de la liberación negra y el marxismo fracasó por completo, y ocurrió exactamente lo contrario. El apoyo masivo a los Tres de Bloomington hizo que no sólo se retiraran los cargos, sino que se derogara la propia Ley Anticomunista de Indiana.

Estos son los mejores métodos que tenemos para luchar y ganar contra la represión política. Ambos partidos capitalistas están reprimiendo agresivamente al movimiento de solidaridad con Palestina. Podemos luchar y podemos ganar, pero eso significa tomarse en serio cada ataque contra nuestro movimiento y utilizarlo para difundir el mensaje de una Palestina Libre lo más ampliamente posible.

Foto: La policía detiene a un manifestante en el Instituto de Arte de Chicago en mayo de 2024. (Scott Olson / Getty Images)

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