Catalunya | A 5 años del 1 de octubre
El gobierno de ERC y Junts se encuentra integrado en los mecanismos autonomistas de la Monarquía española y enredados en trifulcas penosas por la incapacidad de llevar a cabo políticas consecuentes con la autodeterminación. El diálogo tramposo con el Estado, a través de la Mesa de Diálogo, ha encajado cada partido dentro del Régimen del 78, un Régimen heredero del franquismo que ya se ha dejado de cuestionar. Mediante este falso diálogo, la última novedad ha sido el anuncio de Pere Aragonès defendiendo un nuevo referéndum pactado con el Estado (vía Canadiense). ERC apoya el gobierno de Pedro Sánchez, un gobierno que va en contra de las reivindicaciones nacionales de Catalunya y contra los intereses básicos de la clase trabajadora.
Por si no fuera poco, ahora que ya han dialogado con el Estado y tienen su silla autonómica protegida y su Amnistía, han dejado de preocuparse por las represaliadas que surgieron a raíz de la defensa del referéndum del 1-O y la defensa de los presos políticos. La Generalitat sigue como acusación particular en más de treinta casos, utilizando las declaraciones de los Mossos d’Esquadra como prueba para judicializar a las y los activistas. No apreciamos en ninguna parte la Amnistía de la que hablan: queda claro que las promesas de Aragonès son una estafa y que no llevarán a cabo una Amnistía real, más allá de la de Oriol Junqueras y compañía.
A partir de este abandono en la defensa de la República catalana, la ANC cuestiona a todos los partidos independentistas, incluyendo a la CUP. De hecho, no es tan extraño. La CUP hace tiempo que forma parte del “bloque de gobernabilidad”, junto con los partidos independentistas del Gobierno. (https://www.corrienteroja.net/la-cup-de-fuerza-rupturista-al-bloque-de-gobernabilidad/). A pesar de esta crítica, la ANC vuelve a repetir la misma estrategia equivocada de la cual se queja, poniendo el peso solo en los políticos traidores, y mostrando un exceso de confianza en las instituciones de este Régimen, repitiendo la misma fórmula que hacía Junts pel Sí en las Elecciones Autonómicas de 2015. Todo esto se ve reflejado en cómo utiliza la movilización popular con el objetivo de llevarla a unas nuevas Elecciones, donde la ANC se presentaría con una lista cívica compuesta por diferentes personalidades y miembros de la ciudadanía: «O independencia o elecciones». Aun así, confía que cuando el Régimen ataque a través de la represión, la lucha no violenta será la única estrategia para combatirla. Frente a esta distorsión de la realidad, no olvidamos los golpes de porra y las agresiones al pueblo organizado con las actuaciones de la Policía Nacional y de la Guardia Civil el 1 de Octubre, o de la respuesta contundente de los antidisturbios, incluidos los Mossos d’Esquadra, en las movilizaciones post-sentencia. Corriente Roja defendemos la autodefensa organizada para combatir la represión del Estado.
Aun así, la ANC se olvida que los dirigentes de la ANC (y Òmnium) participaron de esta orientación y que fueron cómplices necesarios legitimando la política derrotista de los partidos independentistas oficiales. Tampoco la ANC dice nada de la confianza ciega que promovieron (ella también) en la Unión Europea, cuando la realidad demostró que la UE era, y continúa siendo, uno de los mayores enemigos de la República catalana.
Seguimos por la República catalana y el Socialismo
La experiencia nos muestra que con el Estado español y sus instituciones, el derecho a decidir del pueblo catalán no tiene cabida. Nunca podremos conseguir la República catalana a la cual aspiramos si no nos cuestionamos el sistema social y político capitalista en que vivimos, que lleva a la juventud a la miseria, a la clase trabajadora a la pobreza y continúa enriqueciendo a costa nuestra los bancos, las grandes empresas y los políticos que gobiernan para los de arriba.
Por otro lado, sin cuestionar la Unión Europea no podemos esperar una República catalana que sea social o soberana. Cambiar de amo de Madrid a Bruselas con las mismas legislaciones opresoras, como los tratados internacionales de la OTAN, la Ley de extranjería, los recortes en sanidad y educación o no fomentar un modelo público de pensiones, no llevará a ninguna mejora social. La Unión Europea es una prisión de pueblos oprimidos y una herramienta de guerra contra la clase trabajadora.
Corriente Roja defendemos que un plan de lucha por la construcción del socialismo conseguirá antes la autodeterminación que el proceso “independentista” parlamentario llevado desde el capitalismo. Sin lucha social no habrá liberación nacional.
Reiteramos que este gobierno burgués será incapaz de defender la autodeterminación, la Amnistía de las represaliadas y la lengua catalana, puesto que esto significaría movilizar a la clase trabajadora y el pueblo, construir la autoorganización y autodefensa colectiva y satisfacer las reivindicaciones obreras y sociales más urgentes expropiando los bancos y las grandes empresas.
Si a 5 años del 1-O queremos avanzar en la lucha por la autodeterminación de Catalunya y arrancar del Estado la Amnistía de los y las presas políticas, necesitamos volver a salir a la calle, cuestionando los partidos políticos independentistas y su programa, para organizarnos desde abajo como clase trabajadora.
La República catalana será obra de la lucha independiente de l@s trabajador@s y del pueblo. La clase obrera es la única que, por sus lazos sociales e históricos, puede ganar las simpatías y la solidaridad activa del resto de la clase obrera del Estado español y de Europa. Para ganar a la mayoría de la clase trabajadora catalana para esta lucha, es necesario asociar la batalla por la República catalana a las tareas sociales que debe hacer suyas, es decir, luchar por la derogación inmediata de las Reformas Laborales; defender el Sistema Público de Pensiones, elevando su cuantía al IPC y garantizándolas por los presupuestos; revertir los recortes en todos los ámbitos (sanidad, educación, etc.); prohibir los desahucios; y naturalmente, ante la crisis energética que vivimos y en el abuso de las facturas de la luz, la nacionalización de las empresas eléctricas y estratégicas que nos lleven a planificar la economía, saliendo así de la crisis económica en que estamos inmersos.
Tenemos el convencimiento que sólo desde el respeto al derecho de los pueblos a decidir se puede establecer una relación fraternal entre ellos. Solo así podremos lograr una República catalana que rompa con el Régimen monárquico, que sea vanguardia de la lucha por una Unión Libre de Repúblicas Libres con los demás pueblos del Estado español, y por una Europa socialista de las y los trabajadores y los pueblos.