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El Salvador

La salud en El Salvador sigue gravemente enferma

julio 17, 2025

Por Pablo Puentes (PT – El Salvador)

En El Salvador la aún vigente Constitución burguesa se reconoce, en sus artículos 65 al 67, a la salud como un bien público y se establece la obligación del Estado de velar por su conservación y restablecimiento. Además, garantiza asistencia gratuita a las personas enfermas sin recursos y a todos los habitantes en la prevención de enfermedades transmisibles. También se aborda la protección de las personas trabajadoras en salud, incluyendo accidentes laborales y enfermedades profesionales (los que ocurren en el ámbito laboral o las que aparecen como consecuencia de las tareas o profesiones desempeñadas).

Para nadie es un secreto que estos mandatos constitucionales no se cumplen en el país. Es más, en los últimos años, tanto el personal que trabaja en salud como las personas  usuarias de los servicios de salud, vienen denunciando gravísimos retrocesos en el tema. No se trata de decir que antes todo estaba bien, No; Se trata más bien de reconocer que a pesar de la fastuosa publicidad y de los enormes esfuerzos de maquillaje, el régimen de Bukele no ha logrado, ni ha querido superar las históricas deficiencias que el sistema de salud salvadoreño adolece y lo peor es que con muchas de las decisiones que el régimen ha puesto en marcha, la crisis en el sistema sanitario  salvadoreño se ha profundizado y agudizado, como vamos a demostrar más adelante en estas líneas.

Revisaremos a continuación los enfoques y ejes de salud presentados en el Plan Cuscatlán 1, por el entonces candidato Bukele, para las elecciones de 2019 (en negrita lo ofertado en el plan):

  • Mejorar la calidad de la atención médica (modernizando la infraestructura, capacitando al personal e implementando tecnología). Lo cierto es que aún no hay “nuevo” Hospital Rosales ni tampoco “hospital de la zona norte”. Si bien se han reconstruido y remodelado Unidades de Salud (algunas recibieron una buena dosis de pintura e iluminación, nada más), también es verdad que el ISSS ha anunciado el cierre de clínicas comunales y se sigue despidiendo personal tanto en MINSAL como en otras dependencias, además de la terminación y no renovación de contratos de otros prestadores de servicios (vigilancia, conserjes, unidades móviles de FOSALUD y otros). Se ha hablado de nuevas tecnologías para justificar que gigantes tecnológicos tengan lujosas oficinas en el país, pero a día de hoy, no hay concretamente nada de esas ofertas en el sistema de salud. La inversión que cada tanto se anuncia termina muchas veces siendo para reponer equipo dañado o que ya cumplió su vida útil y no para fortalecer las capacidades de respuesta a la demanda de estudios de laboratorio o gabinete o incluso de procedimientos quirúrgicos. Basta con preguntarles a los derechohabientes del ISSS para cuando tienen su próxima cita… (tiempos de espera exageradamente largos de meses y años). La clase trabajadora salvadoreña sabe también que si no hay suficiente personal, insumos y medicamentos tampoco habrá atención pronta y de calidad aunque se inauguren pomposas nuevas infraestructuras. No es suficiente tener edificios bien pintados o iluminados que no cuenten con los recursos humanos y materiales que permitan atender a la población de manera digna y eficaz.
  • Fortalecer el primer nivel de atención. Un indicador básico de primer nivel de atención es la vacunación y hay graves denuncias de retroceso en este tema. Tanto así que la OMS informo que incluso durante un mes del 2022 no hubo existencia de tres tipos de vacunas en el país 2 y para ese año cobertura de vacunación fue del 76% (la meta es vacunar al 95% de la población meta). Si bien se agregaron nuevas vacunas al esquema nacional de vacunación, este hecho no tendrá el impacto sobre la salud del país sino se alcanzan las metas recomendadas de población meta vacunada. Agreguemos a esto que continúan con los despidos en el primer nivel de atención de una manera punitiva y autoritaria al amedrentar al personal de salud que tiene prohibido denunciar e incluso comentar las deficiencias del sistema tanto y en cuanto a escasez de insumos como a desabastecimiento de medicamentos.
  • Garantizar el acceso a servicios de salud para todos. Las enormes diferencias entre el campo y la ciudad siguen existiendo y se agudizan con los cierres de los ECOS familiares que acercaban la salud a las zonas más recónditas del país. Se anuncian extensiones de horarios de atención, pero no existe suficiente personal para cubrir la demanda de atenciones y tampoco medicamentos suficientes y de calidad para entregar a los usuarios. Uno de los eslógan publicitarios favoritos del régimen es que en salud lo público tiene que ser incluso mejor que en lo privado. Si a un salvadoreño de escasos recursos que va saliendo de su consulta médica por la que tuvo que esperar meses le dicen esa frase, va a terminar por expresar toda su frustración, pues en El Salvador todavía quien tiene el dinero tiene medicinas y atenciones. No hay que olvidar que este año se han recortado más de 90 millones de dólares al presupuesto del MINSAL 3 y que la inversión en salud aun dista mucho de alcanzar niveles que permitan hablar de mejoras en el acceso y la calidad de la salud.
  • Promover la participación ciudadana. Existe de manera generaliza una enorme opacidad en el manejo de la cosa pública en El Salvador. Graves retrocesos en la rendición de cuentas y en el acceso a la información incluso aquella clasificada previamente como publica y oficiosa. Todo lo anterior ante cuantiosas denuncias de corrupción en las altas esferas ministeriales y de la alta gerencia en todo el aparato de salud tanto en el MINSAL como en el ISSS, ISBM y FOSALUD. La gente no tiene opciones reales de influir en la toma de decisiones en beneficio de su propia salud y cuando el pueblo se manifiesta contra alguna política que es contraria a su derecho a la salud, el régimen o la ignora o la aplasta,          

Existen indicadores internacionales que nos permiten dimensionar un poco más estas afectaciones. Para el año 2023 en El Salvador existían 2,2 enfermeras y parteras certificadas por cada 1 mil habitantes y había 1,6 médicos por cada 1 mil habitantes (se recomienda que existan 3 enfermeras por cada médico) 4. Según la OMS para que un país aspire a una buena salud deben existir por lo menos 2.3 médicos por cada 1 mil habitantes. Los fríos números nos muestras lo lejos que estamos de estar bien y peor aún si consideramos que comparado con el 2018 la cantidad de recurso humano en salud en El Salvador en lugar de aumentar ha disminuido (no lo decimos nosotros sino el Banco Mundial en sus indicadores por país 5. A esta dura realidad hay que agregar que nuevamente, como cada año, ha vuelto a aparecer la problemática que los estudiantes de medicina que están listos para realizar su internado rotario y que no tienen plaza para poderlo hacer. El régimen no ha querido resolver este problema tampoco a pesar de que el mismo Bukele y su ministro se comprometieron en 2019 a que existirían 1,200 plazas para tanto para médicos en internado rotario como en servicio social e incluso realizando residencias medicas para especializarse 6. Lo que vemos al contrario es fuga de recurso especializado valioso de las instituciones al sufrir explotación laboral, acoso y no contar con lo mínimo necesario para ayudar a resolver las necesidades de los pacientes.

Finalmente podríamos preguntarnos ¿porque se siguen cronificando todas estas situaciones? La respuesta pasa por entender que el régimen no está realmente interesado en resolver de raíz los problemas de salud de la gente. Tampoco tiene interés en mejorar la calidad de vida de quienes trabajan en salud. El régimen entiende la salud como una mercancía, como algo con lo que puede hacer negocio. Por eso, mientras nos sigan gobernando políticos capitalistas, nunca lo público va a ser mejor que lo privado, porque además su intención de negociar con la salud pasa por volver cada vez más ineficiente el actual sistema y entonces comenzar su discurso de que es necesario privatizar la salud en El Salvador. Como siempre usarán subterfugios, dirán que son concesiones, que es introducir nuevos actores y que todo va a redundar en beneficios para la gente. Tal como lo hicieron los gobiernos de ARENA y el FMLN antes, pretendiendo engañar al pueblo. De hecho los procesos privatizadores, disfrazados por ejemplo bajo la figura de compra de servicios (muchas veces con mecanismos opacos de asignación), están instalados desde hace algún tiempo en el sistema pudiendo mencionar exámenes de laboratorio y gabinete, para derechohabientes del ISSS y de ISBM, que son realizados en clínicas privadas con dinero público que en lugar de fortalecer las instituciones públicas pasa a privados.

El proceso de hacer cada vez más ineficiente el sistema sanitario pasa por la “unificación” del sistema de salud salvadoreño que está  altamente fragmentado. Tener un ente rector (el MINSAL) no es malo. Lo malo es que, en este caso, el régimen sólo busca que el MINSAL pueda utilizar los dineros del ISSS, del ISBM y del FOSALUD. Esto no va a significar que el usuario de las unidades de salud va a tener una atención como la que tienen un asegurado en el ISSS o en ISBM. No. Significará que la calidad de los servicios y las atenciones van a desmejorar aún más para todos los usuarios independientemente a donde les toque consultar. Ese será el golpe definitivo previo a la privatización de la salud y esa es en el fondo la verdadera intención del régimen mercantilista que gobierna actualmente.

Por estas razones es que se vuelve aún más necesaria la unificación de todos: pacientes y personal de todas las profesiones que laboran en salud. No es casualidad que los sindicatos de salud hayan sido de los primeros y actualmente de los más fuertemente golpeados con los despidos, persecuciones y amenazas del régimen. Pero solo la unidad permitirá defender la salud y arrebatársela de las manos sucias de los que hacen negocios con el dolor de la enfermedad. Está claro que es momento difícil para las organizaciones sindicales, pero no debemos claudicar en el esfuerzo de unidad y defensa no solo de las fuentes de sustento de miles de personas que trabajan en salud sino también del derecho humano a la salud que se sigue pisoteando por los mercantilistas y capitalistas que nos gobiernan. Es urgente recomponer el movimiento sindical y popular por la defensa de la Salud Pública, Sindicatos, organizaciones de usuarios, médicos, enfermeras, y la población en general debe recuperar el espíritu de las gloriosas marchas blancas de 2001 que nos salvaron de la privatización, la tarea está planteada, que la Clase Trabajadora Organizada retome su organización y movilización es tarea de todas y todos.

POR UNA SALUD PUBLICA DE CALIDAD

NO A LA PRIVATIZACION DE LA SALUD


  1. https://mcpelsalvador.org.sv/wp-content/uploads/2021/02/1.6-Plan-Cuscatlan-Salud.pdf
  • https://data.who.int/es/indicators/i/B54EB15/5C8435F

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