Bolivia: elecciones y crisis

Por Alicia Sagra
En medio de una profunda crisis económica, política y social, se realizarán, el 17 de agosto, las elecciones presidenciales en Bolivia.
Como venimos diciendo en varios artículos, desde hace bastante tiempo, esa disputa electoral, viene generando un vergonzoso enfrentamiento entre quienes se presentaban como defensores de los trabajadores, de los campesinos, de los indígenas: El presidente Arce y Evo Morales.
Han utilizado a la base campesina y obrera en función de sus intereses electorales. No han tenido reparos en los medios utilizados: bloqueos de caminos, intento de autogolpe, llamado a huelga general, enfrentamientos de organizaciones sindicales y sociales que responde a uno u otro dirigente, acusaciones de corrupción, de pedofilia….
Finalmente, Evo Morales, está impedido de ser candidato por el Tribunal Electoral, que es acusado por los evistas[1] de estar influenciado por el gobierno. Y fueron inhabilitados dos partidos que se disponían a levantar la candidatura de Morales. Mientras que Arce renunció a su postulación, según dice en “aras de la unidad”.[2]
Según el informe de las autoridades, están legalizadas 3 fórmulas presidenciales del MAS y disidencias: Eduardo del Castillo y Milán Berna (MAS); Andrónico Rodríguez y Mariana Prado (Alianza Popular); Eva Copa e Jorge Richter (Morena).
Y 7 fórmulas alineadas con la derecha y grupos empresariales, de las cuales las más competitivas serían: Samuel Doria Medina y José Luis Lupe (Alianza Unidad); Tutu Quiroga y Juan Pablo Velazco (Alianza Libertad y Democracia); Manfred Reyes y Juan Medrano (APB-Súmate).
El candidato Andrónico Rodríguez [3], ha lanzado un llamado a la unidad de las fórmulas de izquierda, para evitar el “cambio de rumbo” de Bolivia. Su preocupación tiene bases sólidas ya que la segunda encuesta nacional de intención de voto encargada por la Red Uno a la empresa Captura Consulting SRT no mostró buenos resultados para los candidatos identificados como de izquierda. Por ejemplo, Alianza Popular con Andrónico tiene el 13,7%; El MAS, con Eduardo del Castillo, 1,4%, y Eva Copa, del Movimiento de Renovación Nacional (Morena), 1,1%.[4]
Los resultados nacionales muestran que el mayor porcentaje corresponde a quienes no saben por quién votar, y a aquellos que no darían su voto a ningún candidato, en total el 27,9%: indecisos 15,5%, blanco 5% y nulo 7,4%.
En cuanto a los candidatos favoritos, esa misma encuesta indica: Alianza Unidad, Samuel Doria Medina 19,6%, Tuto Quiroga, 16,6%, y Andrónico Rodríguez: 13,7.
Así, con proscripciones, inhabilitaciones, enfrentamientos, muertos, y un gran número de indecisos se está desarrollando la campaña electoral. En los analistas de la prensa burguesa se ve temor ante esta realidad electoral, que según manifiestan, podría dar origen a un gobierno extremadamente débil incapaz de enfrentar la crítica situación del país.
La gran frustración popular
El gobierno de un presidente indígena despertó gran expectativa, no sólo en Bolivia, sino en todo Latinoamérica, en especial Ecuador, Perú, Colombia y sus pueblos originarios, oprimidos durante siglos. Y, como ya hemos mencionado en otros artículos, ese gobierno sólo se pudo dar como subproducto de los grandes procesos de revolución obrera y popular de 2003-2005.
En realidad, ese gobierno fue aceptado por la burguesía y el imperialismo, como forma de desviar esos importantes procesos revolucionarios que cuestionaban el poder. Ese objetivo fue conseguido. Con el gobierno de Evo, el proceso se fue encarrilando en el sistema burgués. Pero, como el proceso revolucionario fue profundo, Evo se vio obligado aplicar, y la burguesía a aceptar, políticas de reivindicación cultural y de participación campesina e indígena, que significaron importantes conquistas democráticas para los pueblos oprimidos. Eso fue acompañado por una situación económica internacional favorable que posibilitó el crecimiento de la economía que fue conocido como “el milagro boliviano”.
Pero esa situación económica comenzó a cambiar a partir de 2014, lo que fue acompañado por una decadencia de la figura de Evo después de la represión a la marcha indígena en defensa del TIPNIS[5], y además comenzó a ser cuestionado por su última reelección que no respetó lo planteado por la constitución. Eso fue aprovechado por la derecha para impulsar el golpe militar de 2019.
Pero la decadencia de Evo no fue absoluta, la resistencia popular al golpe fue muy fuerte y no permitió la estabilización del gobierno golpista. Así, en las elecciones de 2020, se volvió a imponer el MAS con Luis Arce, indicado por Morales desde el exilio, como presidente.
Pero ya la situación económica era muy diferente, y Arce continuó con lo ya había iniciado Evo, de entrega de los recursos naturales, en especial el LITIO y sin poder controlar los graves problemas de escases de combustible, falta de dólares, aumento de los alimentos, que fueron provocando permanentes protestas obreras y populares durante todo su gobierno. En ese marco, se da la vuelta de Evo y la pelea por recuperar su lugar en el MAS y centralmente ser el futuro candidato presidencial.
Con al MAS boliviano, se repitió lo que ya sucedió con los gobiernos de Chávez y Maduro en Venezuela, los Kirchner en Argentina, Lula en Brasil. Esos gobiernos, llamados “progresistas”, que no rompen con la burguesía ni con el imperialismo y que lamentablemente reciben el apoyo de la mayoría de la izquierda internacional, cuando se acaba el viento de cola a favor, no dudan en entregar las riquezas del país, en aplicar planes contra los trabajadores, e incluso en recurrir a la represión cuando les resulta necesario. Y en el caso del MAS, sus dirigentes no dudaron en enfrentar trabajador contra trabajador en función de sus apetencias electorales, ligadas naturalmente a suculentos beneficios económicos.
La crisis social
Junto a las tan publicitadas acciones motivadas por la disputa electoral de los dirigentes del MAS, durante todo el gobierno de Arce se vienen dando acciones, marchas, bloqueos, de trabajadores mineros, de la salud, maestros, campesinos, transportistas, que reclaman frente a la grave crisis económica que se vuelca contra ellos.
En las diferentes acciones se ven ejes comunes: la crisis económica por los altos precios de la canasta familiar, que se agudiza con la falta de combustible y de dólares, junto a la incapacidad del Gobierno para solucionar estos temas.
De las diferentes acciones se van perfilando reivindicaciones y propuestas.[6] Ante la escasez y el constante alza de precios de la canasta básica, surge el planteo que la mayoría de estos productos, el arroz, aceite, azúcar, harina, pollo, carne de vaca, huevo, etc. son productos de la agroindustria, exportados a los países vecinos de forma legal o por contrabando. Los movilizados dicen que el contrabando siempre existió, pero que nunca generó semejante escasez como la de ahora. El problema actual es que el gobierno en alianza con el agropoder (aunque los agroindustriales no votaron por Arce), les liberó de los famosos cupos de exportación. La lógica de estos cupos era que se puede exportar siempre y cuando se haya satisfecho la demanda del mercado interno.
De ahí surge la propuesta de restitución de los cupos de exportación de productos de primera necesidad y un control más fuerte a la lucha contra el contrabando, ya que muchos policías y militares hacen su negocio en las fronteras.
La escasez de combustibles y de dólares son otros dos ejes centrales que ahondan la crisis. Causó mucha indignación en los movilizados los negociados y corrupción en YPFB (caso Botrading), donde el gobierno decidió comprar combustible por contratación directa y con sobreprecio, eliminando el precio referencial y la licitación pública.
Es así que se concreta otra propuesta: el Estado debe importar diésel y gasolina sin intermediarios y sin corrupción, restituyendo el precio referencial y la licitación pública.
En cuanto a los dólares, tanto la agroindustria como la minería cooperativizada son dos de los sectores que generan más dólares por exportaciones. Los movilizados indican que estos sectores se benefician de los combustibles subvencionados por todos los bolivianos, aparte de créditos productivos a tasas preferenciales y otros beneficios más que les permiten exportar competitivamente y generar esos dólares. El problema es que no traen esos dólares, lo dejan afuera, lo poco que retorna al país o son subastados a los bancos pidiendo quien da más, o lo acomodan en el mercado negro a librecambistas.
Es así que sale otra propuesta: el Estado debe obligar a los exportadores a que traigan los dólares a la economía, y eliminar la cadena de agio y especulación.
Así, de las propias movilizaciones, van surgiendo una serie de puntos que podrían ir conformando un programa de lucha.
Es trágico ver que cuando los trabajadores de la ciudad y el campo, se movilizan, arriesgando su libertad y a veces su vida, cuando de sus propias movilizaciones va surgiendo un programa de lucha, sus dirigentes los ignoran. A esos dirigentes, lo único que les preocupa es como ubicarse para para mejor recibir las dádivas de los grandes capitalistas, por eso entregan la vida en la disputa electoral
No hay dudas de la urgente necesidad de avanzar en la construcción de una dirección revolucionaria, que no sólo se ponga a la cabeza de esas luchas, sino que las oriente a enfrentar al gobierno de turno y todos los representantes y amigos de la burguesía, para así avanzar hacia el poder de los trabajadores y la construcción de una nueva sociedad sin explotados ni oprimidos.
Es una tarea difícil, pero es la única que puede plantear una perspectiva de salida.
[1] Apoyadores de Evo
[2] Pero los enfrentamientos continúan. Marchas en La Paz de los defensores de Evo, exigiendo que se lo habilite como candidato, enfrentamientos con la policía en el Chapare con el resultado de 4 policías muertos, y con la policía exigiendo garantías de seguridad para volver a la región.
[3] Activista cocalero, presidente del senado, el candidato más joven y a quien se ve como un posible sucesor de la tradición del MAS.
[4] La Razón, 30-06-25
[5] La represión fue motivada por el objetivo de construir una mega carretera a través del TIPNIS, territorio Indígena del Parque Isidoro Sécure,
[6] La Razón 30-06