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Perú: los obreros de Celima resisten en las calles a los despidos masivos

agosto 30, 2024

Los obreros de Celima, organizados en su combativo sindicato, han vuelto a dar muestra de lucha y dignidad obrera, haciendo frente al anuncio de despidos masivos por parte de la empresa, con plantones, marchas y llamados a la unidad de toda la clase obrera para enfrentar la norma que legaliza los Ceses Colectivos.

Por Víctor Montes

Este 28 de agosto el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) ratificó la improcedencia de la solicitud de inicio del procedimiento de Colectivo (despidos masivos) iniciado al caballazo por Cerámica Lima S.A., contra 220 obreros que laboran en las tres plantas que la empresa tiene en Lima. Más de la mitad pertenecen al Sindicato de Trabajadores de Celima S.A. y Conexos, incluye a toda su Junta Directiva y a los representantes de los trabajadores ante el Comité de Salud y Seguridad en el Trabajo.

El anuncio fue recibido con alegría y arengas de lucha por los obreros de Celima que, recibieron la notificación con una importante movilización y plantón frente a la Autoridad de Trabajo, exigiendo inmediata reposición y el pago de sus haberes, mientras preparan una nueva Asamblea para implementar las nuevas acciones  porque entienden que la lucha recién ha comenzado.

No cabe duda que la decisión del MTPE, en primera y ahora en segunda instancia, es un triunfo político de la lucha que iniciaron los obreros organizados en el Sindicato, apenas la empresa anunció el cese, el 6 de agosto último. Fecha desde la cual la empresa les ha impedido el ingreso a las plantas y aplicado la “suspensión perfecta de labores”, otro mecanismo legal pernicioso que permite a los patrones enviar a casa a los obreros sin percibir salario y atención médica.

¿De dónde viene este proceso?

Como escribió el activista obrero del Sindicato Celima, y militante del Partido Socialista de los Trabajadores, Manuel Fernández, desde principios de año la empresa había comenzado a dar muestras de la intención de despedir a un grupo importante de trabajadores. Al no poder hacerlo desde un inicio, impulsó una política de “renuncias voluntarias”, que hizo carne en un sector del Sindicato:

“…arrancamos el año con el aviso que los almacenes de productos terminados se encontraban en sobrestock, pese a las paradas de planta que se habían sucedido el año anterior. No demoró mucho para que la patronal decidiera paralizar algunas líneas de producción en la sede de San Martín de Porres (populoso distrito del norte de la ciudad de Lima) y luego convocar a los trabajadores de esas líneas para comunicarles que “ya no hay trabajo”, chantajeándolos para que acepten un acuerdo de “retiro voluntario” bajo la amenaza de ser despedidos.” (Fernández, M. Bandera Socialista 144)

La respuesta se organizó desde la base con un grupo de vanguardia del Sindicato, quienes rápidamente realizaron reuniones puerta de fábrica para discutir la problemática y proponiendo acciones de lucha para frenar las amenazas de despidos. Si no se avanzó más entonces, fue porque la dirección sindical optó por la negociación subestimando el ataque patronal que al final se descargaría en forma definitiva a inicios de agosto.

El cese no es un “rayo en cielo sereno”

La situación que viven los trabajadores de Celima no es, sin embargo, singular. Desde el 2023 la economía peruana se encuentra en recesión (cerró el año con una contracción de 0.55% del PIB). Y a pesar que los números que hablan de una recuperación de la economía, los principales gremios patronales, como la Sociedad Nacional de Industrias, muestran que la industria vive una muy débil recuperación de 1,5% en el primer semestre del año, los desagregados muestran que se explica por el crecimiento del sector fabril primario (8.3%) en contraste con el sector fabril no primario, lo que propiamente es la industria, que cerró el primer semestre con una caída del 0,4%. Por su parte, la inversión privada disminuyó en el país en 1,8% el primer trimestre del año y 0,4% el segundo.

Este es el marco económico de los ceses colectivos, una norma a la medida de los intereses patronales que pone las ganancias por encima del derecho humano al trabajo.   Lo cierto es que la patronal envalentonada viene aprovechando el marco económico para golpear a las camadas de obreros y obreras que, en los últimos 20 años, reconstruyeron sus sindicatos y ganaron, con lucha, incrementos en sus salarios y el respeto a sus derechos laborales.

Por eso a principios de año, la fábrica Bosch, que en nuestro país se dedicaba a fabricar cocinas y congeladoras, cerró operaciones en el país y echó a la totalidad de los obreros (más de 400), 80 de ellos sindicalizados. Ya antes, en noviembre de 2023, Embotelladora Graco S.A.C. – Subsidiaria del Grupo Económico AJE, también había echado, por medio de un cese colectivo a 208 trabajadores, incluyendo varios sindicalizados. Otras empresas con procesos de cese colectivo son Cifarma y Ollas Record, entre otros.

El aval del gobierno

Además de los elementos que componen la coyuntura económica, y su impacto en el país, la patronal se siente fortalecida por el aval que le otorga el gobierno de Dina Boluarte y el Congreso dominado por el fujimorismo y sus acólitos.

La imposición del gobierno, sobre el asesinato directo, a manos de la policía y el Ejército, de 49 luchadores, le ha dado a la patronal confianza en que su ofensiva será resguardada a sangre y fuego por un gobierno advenedizo que depende enteramente de su apoyo, expresado en la complicidad de un Congreso impresentable, lleno de corruptos, personajes ligados a los crímienes contra los derechos humanos en la dictadura fujimorista, y otros tantos ligados a la minería ilegal, entre otras.

La política de las direcciones conciliadoras

Sin embargo, no ha sido solo la represión la que ha creado un momento que la patronal considera adecuado para su ofensiva. Al mismo tiempo que el gobierno asesinaba en el sur, las dirigencias de las organizaciones del movimiento obrero, sobre todo la dirigencia de la CGTP, dividieron la lucha que provenía del sur e impuso una dinámica de conciliación con el gobierno asesino, sembrando desmoralización en el conjunto de los luchadores y luchadoras.

De ahí que la clase obrera y el pueblo se encuentren, en los hechos, desarmados ante los diversos ataques que la patronal asesta, tanto en las fábricas y minas del país, como desde el Congreso, aprobando leyes draconianas.

Los obreros de Celima enfrentan los ceses en las calles

Los obreros y obreras del Sindicato Celima han tomado las calles desde el mismo día del anuncio del cese colectivo, dando ejemplo de como defender sus derechos más elementales.

Ya el 7 de agosto, se realizaron combativos plantones frente a la puerta de las plantas ubicadas en San Martín de Porres y San Juan de Lurigancho (distrito del este de Lima). Desde entonces, se han producido varias Asambleas Generales y 3 movilizaciones al MTPE, así como el llamado a las dirigencias de la Federación de Trabajadores de la Industria Peruana (FETRIMAP) y de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), a realizar un paro que unifique la lucha obrera contra los ceses colectivos y los despidos en general.

En ese mismo marco, el Sindicato ha recibido la solidaridad internacional de organizaciones sindicales y activistas de Colombia, Argentina, Ecuador y Costa Rica, quienes rápidamente han respondido al llamado realizado por el Comité de Lucha creado desde la base del sindicato a pronunciarse contra los ceses.

En la actualidad, la necesidad de concretar un plan de lucha unitario, que movilice a los más amplios sectores de la clase obrera contra los ceses, resulta clave para derrotarlos. Lo decimos fuerte y claro: ¡No hay solución a los ceses colectivos en el terreno de la vía judicial! ¡El único camino cierto para los trabajadores y trabajadoras del país que enfrentan los despidos es el de la movilización combativa y unitaria a lo largo y ancho del país!

Ese es el camino declarado de los obreros de Celima, que en los hechos se ponen al frente de toda la clase obrera peruana en esta lucha contra el abuso patronal y la explotación. Por eso urge también rodearlos de solidaridad activa, a ellos y a sus familias, que en total suman no menos de 1000 personas, cuya subsistencia se encuentra en el aire, por la acción de Celima S.A.

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