Abril Negro – El PREC en África
«El 25 de abril nació en África». Cada vez es (afortunadamente) más común escuchar esta afirmación, basada en la derrota política y militar del régimen colonial portugués en Guinea-Bissau, cuya declaración unilateral de independencia en las Zonas Liberadas por el ejército del PAIGC el 24 de setiembre de 1973 fue la estocada final.
Por: Antonio Tonga
Pero para entender el proceso que se agudizó el 24 de setiembre de 1973, necesitamos ir más atrás en un proceso a escala global. Las luchas anticoloniales y las independencias en África, a semejanza de muchos países de Asia, se vieron aceleradas por la sangría militar, económica y política que la Segunda Guerra Mundial causó en el imperialismo europeo, incapaz, así, de contener los vientos independentistas que se propagaban por el continente.
Era “La hora de África” y las independencias inevitables. Así, el imperialismo europeo trató de entregar los anillos para conservar los dedos y abrir perspectivas de continuidad de su supremacía económica, buscando contener al máximo las chispas de lo que para sí representaban auténticos incendios, pero eran para los africanos verdaderos faros de lucha, como fue el caso de las luchas de liberación de los Mau Mau, en Kenia, y la del Frente de Liberación Nacional, en Argelia.
Los pueblos africanos desarrollaron sus luchas en el marco de la Guerra Fría, siendo inevitablemente disputados entre EE.UU. y la URSS. Así, aquellas direcciones que pretendían una ruptura con el imperialismo y la colonización tendían hacia el polo soviético; aquellas que pretendían incorporarse al mercado mundial, manteniendo privilegios burgueses en el acceso al mundo occidental, y posicionándose como los nuevos gestores del capital en África estaban con el imperialismo estadounidense, de los cuales destacamos el caso de Mobutu Sese Seko, dictador del Zaire, actual República Democrática del Congo.
El bloque de la URSS, supuestamente progresista, representaba de hecho la tradición antidemocrática estalinista y maoísta de la política de conciliación de clases expresada en los frentes populares, de silenciamiento y aplastamiento de las organizaciones de la clase trabajadora, y de oposición artificial entre clases explotadas, o en la dicotomía campo-ciudad. Por lo tanto, no cumplió con la demanda de socialismo en el continente. Estos son los ejemplos de la Tanzania de Julius Nyerere y la Zambia de Kenneth Kaunda, junto con la Ghana de Kwame Nkrumah, los principales dirigentes progresistas de África.
¿Y el 25 de Abril?
Como sabemos, Portugal, a la altura del inicio del proceso que culminó con el derrocamiento del fascismo, era una nación imperialista decadente, un socio menor del imperialismo europeo, que tenía su salvavidas en sus colonias africanas. En un país donde el nivel de vida estaba completamente desfasado del resto del continente europeo, la pérdida de las «provincias de ultramar» no era una discusión en el seno de la dictadura.
De ahí la necesidad de destruir por la raíz cualquier pensamiento de insurrección, que determinó la política de fuerte represión que desembocó en la Masacre de Batepá, en Santo Tomé y Príncipe (1953), Pdijiguiti, en Guinea-Bissau (1959), e incluso en la feroz represión de la Revuelta de Baixa de Cassange, en Angola (1961). Estos episodios fueron fundamentales para el inicio de la marcha histórica de los pueblos africanos hacia el fin del colonialismo, y la guerra colonial (1961-1974) fue también el acelerador fundamental de la juventud portuguesa desplazada para la guerra. La presencia hegemónica del frente guineano entre los oficiales del MFA no es casual. Tampoco que la Descolonización sea una de las 3 D’s junto con el desarrollo y la democracia [Los 3 D’s de la Revolución de los Claveles eran: Descolonización, Desarrollo y Democracia, ndt.].
Otra de las contradicciones mortales del régimen portugués, y no por casualidad también de las independencias, fue el origen de las direcciones del MPLA, PAIGC, FRELIMO, MLSTP: en los primeros lugares estaban los exestudiantes que hicieron parte de su formación política en la Casa de los Estudiantes del Imperio, en la metrópoli. Fueron estos hijos de las pequeñas elites locales de asimilados que, por su instrucción y contacto con las ideas y prácticas de las luchas en ascenso por todo el mundo y de la lucha antifascista en Portugal, solidificaron direcciones y presentaron proyectos de una nación independiente sin el colono en el poder.
Al mismo tiempo que la burguesía portuguesa formaba parte de sus verdugos en las colonias, también la posición de clase de estos hijos de la tierra limitaba sus proyectos independentistas. Sobre la base del interés material de sus sectores sociales en sustituir el aparato colonial, e instalarse como gestores de los Estados recién formados y de sus recursos, estos se cristalizaron como protoburguesías nacionales rentistas asentadas en la burocracia de los movimientos de Liberación, que vencieron las guerras civiles contra las fuerzas abiertamente proimperialistas de la RENAMO, UNITA y FNLA.
Revolución y contrarrevolución: el caso de Angola
Llegados a abril y el PREC [Proceso Revolucionario en Curso], el doble poder está en las calles, pero no solo en Portugal; también podemos constatar esta realidad en los PALOP [Países Africanos de Lengua Oficial Portuguesa]. El caso de Angola es quizás el más rico debido al papel central del país para el régimen. Como en Portugal, el doble poder fue una realidad, y los trabajadores y el pueblo angoleño crearon y participaron en Comisiones de Empresa y Comisiones de Barrio, garantizando la autodefensa, luchando por salarios y derechos, a veces incluso contra sus direcciones de lucha.
Estas direcciones tuvieron que derrotar la Revolución, en el caso portugués entregando el poder a la burguesía y permitiendo que los sectores más reaccionarios, como los comandos, reprimieran y derrotaran a los trabajadores en armas. Entre estos últimos, destacamos la figura de Jaime Neves (ídolo de la derecha portuguesa, figura central del 25 de Noviembre y, macabro título, uno de los principales responsables de la masacre de Wiryamu, donde fueron asesinados más de 400 civiles desarmados y luego quemados, junto con sus aldeas.
En el caso africano, la contrarrevolución se dio de manera brutal y sangrienta. La ausencia de una burguesía nacional a la que se pudiera confiar el poder con efectos inmediatos de democracias burguesas, así como la ausencia de una perspectiva de Revolución Permanente, en que la clase trabajadora y sus instituciones fuesen, de hecho, la base de los nuevos Estados, de las escuelas de la revolución y de la elevación del nivel teórico y práctico de las poblaciones; en que las hijas e hijos de la tierra pudiesen pensar y dar respuesta a los problemas de su país, significó que a los movimientos de liberación les cupiese el papel de ser también los sepultureros de los procesos revolucionarios.
Si, por un lado, la presión imperialista, en el caso de la invasión de Angola por el régimen del apartheid (1975-1992), la guerra civil mozambiqueña (1977-1992) y el asesinato de Amílcar Cabral en 1973 (principal figura de toda la lucha de liberación) fueron golpes que demostraron cuánto el imperialismo boicoteaba el camino de estos pueblos, no es menos cierto señalar que episodios como el golpe de Estado de 1980, que aceleró la pudrición de la dirección del PAIGC en Guinea, y la sangrienta represión del 27 de mayo de 1977 en Angola, que mató a una generación de decenas de miles de los mejores militantes que formó el país en la lucha anticolonial por la superación del yugo imperialista, fueron el tapete sobre el que se asentó el fin del PREC en los PALOP, y el principal elemento para el avance de la política neocolonialista en estos países.
En esta tarea, como en cualquier proceso revolucionario internacionalista, la falta de una dirección revolucionaria en cualquiera de los frentes del PREC contribuyó a la derrota de los procesos. Recordar Abril y las independencias es recordar que la principal tarea, la de construir una dirección internacionalista que fortalezca y se fortalezca en las clases explotadas, es lo que nos separa de la continuación de la barbarie en el mundo y la toma del poder y hacer la revolución socialista para poner la necesidad del conjunto en el orden del día.
Texto publicado originalmente en el periódico Em Luta, N° 10 (abril de 2023)
Traducción: Natalia Estrada.