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Brasil | Sin enfrentarse a los superricos, la desigualdad solo aumentará

diciembre 10, 2021

Al cerrar esta edición, salía otra encuesta que demostraba la obscena desigualdad social que persiste desde siempre en este país. Según el informe “Desigualdad Mundial”, el 10% más rico tiene un ingreso 29 veces mayor que el de la mitad más pobre de la población. Una de las mayores desigualdades de ingresos del mundo, solo superada por Sudáfrica entre las economías del G20.

Editorial Opinião Socialista n.° 627

Mientras el 50% más pobre gana, en promedio, R $ 8.800 al año, que es menos que un salario mínimo, el 10% más rico gana R $ 255.760. Ese mismo 10% en la cima de la pirámide detenta casi 60% de la renta nacional. Más arriba aún, el 1% más rico gana un promedio de R $ 1,2 millones, equivalente a 26,6% de la renta nacional. Mientras tanto, el 50% más pobre se lleva solo el 0,4%.

La encuesta muestra que años de programas de transferencia de ingresos, como Bolsa Família, no han tocado la riqueza de los ricos. El 10% más rico, por ejemplo, siempre tuvo más de 50% de los ingresos. La desigualdad de ingresos es grande, pero no captura el abismo real que existe entre los grandes poseedores del capital –los verdaderamente superricos que, como Paulo Guedes, guardan sus fortunas en los paraísos fiscales– y el resto de la población.

Desde el inicio de la pandemia, el Brasil ha visto surgir 75 nuevos multimillonarios, totalizando 315 personas en este grupo, que en conjunto acumulan una fortuna de R $ 1,9 billones. Para tener una idea, esto es 1/4 del PIB del país. Mientras tanto, los ingresos de los trabajadores descienden más de 11% por el desempleo y la inflación, las familias se endeudan y, en el país que produce más alimentos en el mundo, los niños sobreviven comiendo raíces y zarigüeyas.

Esta desigualdad es fruto del sistema capitalista, y su crisis exacerba aún más esta contradicción, agravada con la pandemia. En el mundo entero, los 520.000 más ricos, o el 0,01%, representan 11% de los ingresos. Solo en 2020, este grupo selecto ganó 3,7 billones de dólares, algo cercano al gasto total con salud en el planeta, en este período: 4 billones (lea un resumen del informe aquí ).

Para acabar con la desigualdad es necesario enfrentar al 0,1%

La desigualdad social es una constante en el Brasil porque todos los gobiernos, desde la Colonia hasta la República, actuaron de acuerdo con las necesidades de las elites y el imperialismo, lo que refuerza aún más la explotación y la rapiña. Ni siquiera los gobiernos del PT resolvieron o incluso aliviaron este problema, ya que no tocaron las ganancias y propiedades de los superricos.

Lo que hubo en los gobiernos petistas fue la distribución del ingreso entre los sectores medios bajos y los más pobres a través de programas de transferencias como el Bolsa Família. Se necesita un programa de emergencia de transferencia, como vimos en la pandemia, y ahora, cuando el gobierno Bolsonaro recorta la ayuda a 22 millones de familias. Pero este no resuelve el problema del hambre, el desempleo y la miseria. Esto solo se puede hacer con empleo e ingresos. Y solo es posible acabar con el desempleo y garantizar un salario digno para todos precisamente quitando a los superricos.

Es necesario reducir la jornada laboral sin reducir los salarios. Poner en marcha un plan de obras públicas para absorber la reserva de mano de obra desempleada (y abordar problemas estructurales como el saneamiento). Prohibir que las grandes empresas despidan y estatizar, sin indemnización, las que insisten en despedir trabajadores. Además de aumentar los salarios.

Evidentemente, Bolsonaro no va a hacer nada de esto. Muy por el contrario, su gobierno tiene la intención de radicalizar aún más los ataques contra el pueblo pobre, aumentar la explotación y la entrega del país. Incluso hasta las huelgas patronales quieren legalizar, al tiempo que prohíben a los trabajadores de aplicativos en la Consolidación de Leyes Laborales (CLT). O los candidatos de la “tercera vía”, como Sérgio Moro y João Doria, igualmente comprometidos con banqueros y grandes empresarios.

Ante esto, ¿sería realmente la candidatura de Lula una alternativa para la clase trabajadora y el pueblo pobre? Bolsonaro defiende un proyecto autoritario y dictatorial, pero la alternativa que representa Lula no es capaz de una real transformación social, de reducción de las desigualdades o incluso de solucionar los problemas más candentes como el desempleo y el hambre. Tampoco revocará las reformas laboral y previsional. Esto se debe a que el PT no se propone enfrentarse a los superricos y multimillonarios, sino gobernar con ellos. Garantizar los intereses de este 0,1% y, lo que quede, transformarlo en concesiones. Pero no estamos 2002, la crisis capitalista no tiene precedentes y no hay más margen de maniobra para conciliar intereses. O se enfrenta a los multimillonarios o continuamos en la misma.

El intento de formar una lista con el ex gobernador Geraldo Alckmin refuerza aún más la disposición de hacer un gobierno de alianza de clases, incapaz de cambiar efectivamente la vida de los trabajadores.

Para cambiar de verdad y tener empleos, ingresos, salario y servicios públicos, es necesario gravar a los superricos y las grandes fortunas. Parar de pagar la deuda a los grandes banqueros e impedir las remesas de lucro. Estatizar las grandes multinacionales que controlan 70% de la economía y ponerlas bajo dirección obrera para que actúen de acuerdo con los intereses de la población. Poner la Petrobras bajo el control de los trabajadores, retomando las acciones que actualmente están en manos de megainversores extranjeros, y poniéndola a producir combustible y gas a precio de costo. Reestatizar las empresas privatizadas, como la Vale y la Eletrobras.

Finalmente, se necesita un programa socialista que enfrente al gran capital, a los superricos y a los multimillonarios. El PSTU entiende que es necesaria una alternativa de la clase trabajadora que defienda este proyecto, tanto en las luchas como en las elecciones. Por eso, apoya y construye el Polo Socialista Revolucionario.

Artículo publicado en www.pstu.org.br, 8/12/2021.-
Traducción: Natalia Estrada.

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