México: la lucha por los reclamos de las mujeres trabajadoras

El 8 de Marzo hubo marchas y actos de protesta en diversas ciudades de México, además de incontables actividades virtuales para hacer oír la voz de las mujeres que reclaman contra los feminicidios, la trata y la violencia contra ellas. La marcha más importante tuvo lugar en el Zócalo de la Ciudad de México. Eran miles y fueron reprimidas por el gobierno, quien permanentemente trata de estigmatizar el movimiento de mujeres. Por eso en México, como en todo el mundo, las mujeres seguimos luchando. Como aporte a esta lucha, desde Corriente Socialista de los Trabajadores-CST publicamos la ponencia de la compañera Guadalupe Reyes, trabajadora y delegada sindical de taquilla del Metro de la ciudad, en nuestra conferencia de conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Por: CST-México
México es considerado uno de los países con mayor desigualdad en América Latina, donde 52% de la población son mujeres.
Según informe del IMSS y el INEGI[1], la crisis golpeó más a las mujeres desde marzo 2020 a enero 2021. La reducción de empleos formales fue de 3.9% para los hombres y de 11.3% para las mujeres trabajadoras. En 2020 ganaron 18.5% menos que los trabajadores y tienen 1.8 veces más probabilidad de perder el empleo. Su participación en la actividad económica pasó de 74.9% en enero 2020 a 40.5% en enero 2021. En cambio los hombres pasaron de 76.4% a 73.3%.
Según datos de Claudia Villegas, directora de la revista Fortuna, 23 millones de mujeres cuentan con trabajo formal y más de 18 millones de mujeres están en el sector informal.
De acuerdo con un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) entre 2017 y el primer bimestre de 2020, antes de la crisis por COVID 19, una mexicana promedio ganaba $85 pesos por cada $100 que recibía un mexicano promedio. Destaca que para las mujeres menos preparadas y que tienen condiciones de empleo más vulnerables, como las trabajadoras del sector informal, la brecha salarial es aún más amplia. México es el quinto país de la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico (OCDE) con mayor brecha salarial, después de Corea, Japón, Israel y Finlandia.
Con la pandemia y el confinamiento, las mujeres se han enfrentado no solo con tener que trabajar desde casa, sin horario fijo; con los quehaceres domésticos; con los cuidados de los enfermos; con funciones de maestra, aumentando el estrés y el cansancio, y disminuyendo el tiempo para el descanso. Con la pandemia, muchas mujeres perdieron el trabajo, sobre todo trabajos informales (ejemplo, las trabajadoras domésticas), aun siendo la mayoría de ellas jefas de familia, lo que las ha obligado a cambiar de vivienda, buscando lugares más baratos, y a vivir en la precariedad.
El confinamiento y la crisis económica también aumentaron la violencia hacia las mujeres, niñas, niños y adolescentes. Cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) reporta que en 2020 hubo 939 víctimas de feminicidio y 2.791 más por homicidio doloso. Es decir, a 11 mujeres les arrebataron la vida intencionalmente cada día.
En 2020, un total de 97.778 mujeres sufrieron algún tipo de violencia: trata, violación, lesiones físicas y psicológicas. De ellas, 57.495 mujeres tienen lesiones dolosas hechas, en la mayoría de los casos, por su pareja sentimental, es decir, 157.5 mujeres sufren lesiones dolosas al día. El 97% de las denuncias y procesos por violencia contra las mujeres quedaron impunes hasta el momento.
Ante esta situación de violencia y discriminación, las mujeres mexicanas seguimos luchando. Acaba de cumplirse un año del paro nacional “Un día sin nosotras” con la consigna “Hoy 9 nadie se mueve”, cuando se pedía ninguna mujer en las calles ni en el trabajo ni en las escuelas ni en los comercios, con la intención de que se revalore nuestro lugar en la sociedad. El paro fue considerado un éxito, pues se notó la ausencia de las trabajadoras, y fue emblemática la ausencia de las mujeres trabajadoras de taquilla del Metro de la Ciudad de México.
En el Metro de la Ciudad de México hay un control férreo de la empresa y de Fernando Espino Arévalo, el dirigente burocrático del sindicato mayoritario, sobre las mujeres trabajadoras en general. Pero, sobre todo, del personal de taquilla, sobre quienes pende la amenaza de la desaparición del área sin ninguna seguridad de reubicación dentro de la empresa, al ser sustituidas por máquinas expendedoras y de recargas de tarjetas que ya están funcionando en más de la mitad de las estaciones del Metro. Por esta situación, la idea de ausentarnos un día de nuestro puesto de trabajo cobró fuerza. Los representantes sindicales, inicialmente –a través de Enriqueta García Villareal, secretaria seccional– hicieron un llamado para asistir a nuestras labores aquel lunes 9 de Marzo. Según ella: “porque somos un área fuerte”. La fuerza de la lucha de las mujeres en nivel nacional y en particular por la presión de las propias trabajadoras del Metro, obligó a la empresa y al sindicato a conceder el día 9 con goce de salario. Ese día, la ausencia de las taquilleras fue ampliamente divulgada en los medios de comunicación. City Banamex, realizó un estudio en el que calculó que ese día las mujeres dejaron de contribuir a la economía 43 mil millones de pesos[2].
Con la pandemia se han violentado los derechos de las y los trabajadores, como disminución de prestaciones del servicio médico, atención de especialidades, falta de medicamentos, falta de pago de estímulos, tardanza en el pago del tiempo extra, cambios de lugares de trabajo y de horarios laborales, atención adecuada a las y los trabajadores contagiados por COVID 19, entre los cuales muchas y muchos han fallecido. Sin que tengamos datos exactos, ya que la empresa intenta ocultar la cifra real.
Con el proyecto privatizador de la empresa, respaldado por el dirigente del sindicato mayoritario y por el silencio cómplice de la secretaria general del Sindicato Democrático Independiente, se pretende disminuir la plantilla laboral, comenzando por las mujeres, el sector más vulnerado. Además, con tanta violencia machista y años de sufrir postergación y sumisión, tendemos a asustarnos ante cualquier ataque y a callar las injusticias. Trabajamos para el Metro, pero además somos cobradoras de otras empresas de transporte como el MetroBus, Tren Ligero, Ecobici y próximamente Teleférico. Todo a cambio de un miserable salario, con promesas de una retabulación que nunca llega.
Tenemos que reflexionar sobre nuestra problemática como mujeres trabajadoras y organizarnos entre nosotras para luchar, para defendernos de los ataques que nos amenazan y de la pérdida de derechos, por arrancar conquistas contra todas las formas de discriminación, opresión y explotación que soportamos. Defender nuestra fuente de trabajo, un salario digno, derecho a la salud y a la vida. En esta lucha, nuestros aliados son todos los trabajadores de base del Metro, mujeres y hombres de cualquier sector. Porque todos estamos amenazados y desde ahora decimos: ¡No a la privatización del Metro! ¡Por la defensa de los derechos de la mujer, basta de violaciones, abusos y acoso contra la mujer trabajadora!
La violencia laboral se traduce en pérdida de derechos laborales, pero también en acoso por parte de los jefes hombres o mujeres, y de los y las dirigentes sindicales, en abusos sexuales que pocas veces son denunciados, y si se denuncian, las hacen ver como culpables, señaladas por la política machista.
¿Qué podemos hacer las mujeres trabajadoras ante el aumento de violencia doméstica y laboral? ¿Debemos luchar solas contra la discriminación y la precarización? ¿Es solo con un cambio de educación o un cambio de cultura como lograremos terminar con los abusos, la desigualdad salarial y los crímenes de odio hacia las mujeres?
Desde la CST y la LIT-CI decimos que tenemos que acabar con el sistema capitalista, que es el que sustenta el machismo, el individualismo, los roles establecidos en la familia, las leyes que permiten la discriminación de género, la desigualdad salarial, y que promueve, cuando le conviene, que existan varios sindicatos para dividir a la clase trabajadora. Al capitalismo y su Estado burgués debemos encararlo con una lucha decidida, revolucionaria, basada en la unidad de los explotados y oprimidos y no en la unidad de género. En las organizaciones políticas y sindicales debe discutirse el combate al machismo, la protección a las mujeres en sus lugares de trabajo, en los hogares, en las calles, con formación de brigadas de apoyo y de autodefensa para disminuir los feminicidios y las violaciones contra las mujeres trabajadoras. Que existan sistemas de apoyo y de alerta para que toda la población se movilice contra los acosadores y no solo las mujeres. La vida e integridad de las mujeres trabajadoras debe convocar a la organización y fuerza de toda la clase trabajadora. Debemos luchar juntos, mujeres y hombres, por la defensa del trabajo, el derecho a la salud y a una vida digna.
Las mujeres socialistas y revolucionarias estamos llamadas a impulsar esta lucha junto con nuestros compañeros de clase. Ninguna tolerancia al comportamiento machista ni a actos que vulneren nuestra integridad. Nos pronunciamos por una sociedad socialista libre de todas las opresiones y la explotación.
[1] IMSS – Instituto Mexicano del Seguro Social. INEGI – Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
[2] Más de 2 mil millones de dólares.