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México | Polarización política y social: hablan de golpes, hacen chantajes

noviembre 7, 2019

El operativo fallido en Culiacán, generó un verdadero sismo político en las altas esferas, que sigue dando réplicas. Se abrió una crisis del régimen que está lejos de superarse. El discurso leído, cinco días después del operativo, por el general retirado Carlos Gaytán Ochoa, con profundas críticas al jefe supremo del poder ejecutivo, ante 500 generales retirados en una reunión periódica que convoca el Secretario de Defensa, General Sandoval Rodríguez, fue motivo de una serie de declaraciones e interpretaciones de todo el espectro político. La primera reacción de AMLO fue decir que Gaytán Ochoa tenía “todo su derecho a opinar”.
Pero el fin de semana circularon ampliamente mensajes de López Obrador, agitando el fantasma de un Golpe de Estado.

Por: CST México

Tomó como referencia el derrocamiento y asesinato de Francisco I. Madero en 1913, para emparentarlo con la Cuarta Transformación que él encabeza y advertir que “Aquí no hay la más mínima oportunidad para los Huertas, los Francos, los Hitler o los Pinochet. El México de hoy no es tierra fértil para el genocidio ni para canallas que lo imploren”…
No compartimos las analogías históricas que hace el presidente. Pero sí nos parece realista su diagnóstico político: Hoy aquí no hay la más mínima oportunidad para los Pinochet, ni para el genocidio ni para canallas que lo imploren. ¿Por qué?

Justamente, por lo que se lamenta el reaccionario general Gaytán Ochoa: “Actualmente vivimos en una sociedad polarizada políticamente, porque… acumularon durante años un gran resentimiento”… “Hoy tenemos un gobierno que representa aproximadamente a treinta millones de mexicanos, cuya esperanza es el cambio. Un cambio que les permita subsanar lo que ellos consideran un déficit del Estado para dicho sector poblacional”…

¿De qué polarización habla Gaytán Ochoa? Habla del hartazgo social, del odio obrero y popular acumulado durante años, que desde el 2014 al 2017 se encaminaba hacia una insurrección. La indignación por los 43 de Ayotzinapa, por el ataque a los maestros, por la masacre de Nochixtlan, por el Gasolinazo –que anunciaba cientos de violentos levantamientos populares como el de Ixmiquilpan– se canalizó temporariamente por la vía electoral… Y provisoriamente “amarraron al tigre”.

Pero el general Gaytán Ochoa fue más allá y confesó su miedo e impotencia actuales: “más de uno quisiéramos soluciones mágicas, o peor, drásticas, ante un entorno histórico que lo que requiere a gritos, es pacificar, educar y mantener sano a México… Y concluye, depositando su confianza en su comandante, el Secretario de Defensa, General Sandoval: “Por ello reconozco que el alto mando sostiene hoy sobre sus espaldas, la muy alta responsabilidad de mantener cohesionado al país; de coadyuvar a su pacificación a la brevedad posible, de hacerlo todo con el menor costo social, y la mayor eficacia”.

Es decir, amarraron al tigre con la “esperanza de cambio”… Pero aún no lo “pacificaron”, como ellos acostumbran, matando, desapareciendo, aunque intentan seguirlo haciendo, como acallar a Samir Flores que resistía a la Termoeléctrica en Morelos… Por eso temen y algunos “imprudentes” como Gaytán Ochoa externan su pánico.

Y hay otras razones de mucho peso para que las fuerzas armadas no se lancen a una aventura golpista. Primera: en México, no ha habido una rebelión militar desde 1938 y ninguna ha resultado triunfante desde 1921. Segunda: el contexto internacional. Los militares mexicanos entienden muy bien las consecuencias que tuvo para sus colegas de otros países latinoamericanos la participación directa en golpes de estado y encabezar gobiernos. En Argentina la rebelión popular de 1982 derrocó a la Junta militar golpista de 1976 y sus generales fueron condenados a prisión perpetua. En Chile la actual rebelión de masas apunta a ajustar cuentas con los seguidores de Pinochet…

Y en el México de hoy ¿Quién podría estar detrás de proyectos golpistas? ¿Donald Trump que ha logrado de AMLO y Ebrard cuánto ha exigido y más? ¿Los oligarcas como Slim, Bailleres, Salinas Pliego, Larrea… que mantienen toda la política oficial al servicio de sus intereses? ¿Cuándo ahora junto a Romo Garza son “respetables y necesarios empresarios”, los mismos que ayer eran llamados la “mafia del poder”? ¿Acaso tienen motivos para conspirar estos capitalistas y las trasnacionales, que a diferencia del “Chapo” y los chapitos, hace décadas han ingresado al “selecto club” de los que trafican y explotan “dentro de su ley” y hoy cuentan con las ahora encumbradas Fuerzas Armadas del Estado y la Guardia Nacional para cuidar sus negocios?

Pero ahí es donde se evidencian gruesas contradicciones en el comportamiento político del presidente. ¿Si el golpismo no tiene hoy ninguna posibilidad de concretar sus fines, para qué agita hoy el peligro de golpe? ¿Quiere desviar la atención del “tigre amarrado”? ¿Un mensaje de chantaje a los 30 millones, que a casi un año de gobierno sienten decepción porque no ven concretadas sus “esperanzas de cambio”?

Pero supongamos que en algún momento futuro existiera ese peligro. ¿Cómo piensa AMLO defender la voluntad de cambio y justicia de amplios sectores del pueblo trabajador? ¿Jerarquizando y empoderando a los militares, como ha hecho al reformar la Constitución para que puedan reprimir en las calles de todo México? ¿Movilizando y armando “el respaldo de una mayoría libre y consciente, justa y amante de la legalidad y de la paz”, que juzgue a todos los militares asesinos y corruptos o rodeándose de generales “conservadores y sus halcones”? Por ahora sólo vemos al presidente reuniéndose todos los días a primera hora con generales, almirantes y policías.

No olvidemos que el general retirado Gaytán Ochoa, fue Subsecretario de Defensa Nacional y también el general retirado Rodríguez Bucio, actual Jefe de la Guardia Nacional y tantos otros generales del Ejército y almirantes de la Marina, fueron parte de la cúpula militar responsable de asesinatos, desapariciones forzadas, torturas y violaciones durante los gobiernos del PRIAN. Y, a pesar de que dicen defender la bandera mexicana, todos ellos son hijos ideológicos de la Escuela de las Américas del Ejército de Estados Unidos. Como el general Homero Mendoza Ruiz, jefe del Estado mayor de SEDENA, que el 3 de octubre “confesó” su amargura ante representantes de la Embajada de Estados Unidos, de la DEA y del Departamento de Estado norteamericano: “Estamos en un proceso de desgaste muy fuerte, sin embargo el soldado mexicano se desdobla, se esfuerza en satisfacer todos los requerimientos que ha hecho el Poder Ejecutivo”.

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