¡Es hora de volver a las calles e intensificar la lucha!
La lluvia fina y el frío cortante del miércoles 8 de agosto en Buenos Aires, no fueron suficientes para espantar a las personas que llenaron la Avenida de Mayo y los alrededores del Congreso argentino, donde los senadores debatían el proyecto de ley de legalización del aborto.
Por: Érika Andreassy, Secretaría de Mujeres del PSTU – Brasil
Se estima que, aún así, cerca de dos millones de personas comparecieron a la manifestación a lo largo de todo el día. Era un mar de gente, entre movimientos de mujeres, organizaciones políticas y sociales, entidades de clase; mujeres y hombres de todas las edades, en especial la juventud estudiantil, con sus pañuelos verdes en el cuello y una disposición de lucha y un poder de movilización impresionantes.
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió en junio cuando el proyecto fue aprobado en la Cámara de Diputados por la presión de las calles, esta vez, el lobby de los sectores conservadores, liderados por la Iglesia católica, los evangélicos, además de altas autoridades del gobierno Macri, como la vicepresidente Gabriela Michetti y la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, consiguió impedir el proyecto en el Senado.
Aunque el resultado no haya sido una sorpresa, el hecho es que la votación en sí por los senadores no cierra el asunto, por el contrario, el propio gobierno Macri ya habla de incluir la descriminalización del aborto en la reforma penal que deberá ser presentada en breve. No porque esté por la legalización del aborto, de la cual se declara definitivamente en contra, sino como forma de responder al proceso de luchas que se instaló e intentar canalizar el movimiento manteniendo el debate en el nivel institucional.
Eso porque la arrasadora marea verde a favor de la legalización fue capaz no solo de movilizar amplios sectores femeninos y juveniles sino, principalmente, de plantear con fuerza en la agenda política y social del día el tema del aborto, considerado hasta hace poco un enorme tabú.
No por casualidad, en vísperas de la votación lo que más se oía en las calles, en los medios de comunicación, en los medios sociales, etc., era la gente debatiendo y expresando sus opiniones sobre si debería o no legalizarse el aborto.
La propia contraofensiva que la Iglesia y los conservadores desataron este último mes y medio, para revertir la victoria en la Cámara de Diputados, es una expresión de cómo el debate tomó cuenta del país.
Es preciso seguir movilizadas
La conmemoración de los azules, como son llamados los sectores que se autodenominan pro vida, no equivale, de modo alguno, a una derrota aplastante del movimiento de lucha por la legalización de aborto. Lo que sí significa es que no podemos confiar en el parlamento burgués ni en la vía institucional para arrancar nuestras conquistas. Mucho menos en la buena voluntad del gobierno Macri y su base de apoyo, así como tampoco podemos confiar en los sectores que hoy están en la oposición al gobierno, incluyendo el kirchnerismo.
Cristina Kirchner, además, siempre se posicionó contra la legalización del aborto. Durante su gobierno se negó a pautar el tema, y si cambió el voto ahora y apoyó el proyecto es porque percibió la fuerza del movimiento y ya contabiliza el impacto que esto tendrá en las próximas elecciones.
Esos sectores burgueses no están ni un poco interesados en la suerte de millares de mujeres trabajadoras y pobres que mueren o quedan con secuelas todos los años, víctimas de abortos clandestinos; caso contrario, el aborto ya habría sido legalizado hace mucho tiempo.
Solamente en las calles, a través de la movilización, es que se puede de hecho imponer la legalización del aborto. De forma alguna el movimiento debe amarrarse al calendario parlamentario o electoral, como defienden algunos sectores, en especial el reformismo. Es fundamental que las mujeres sigan movilizadas, es hora de volver a las calles e intensificar las luchas por el aborto legal, seguro y gratuito.
Por otro lado, es preciso que la clase trabajadora, a través de sus organizaciones sindicales, se sume también a esa lucha. La legalización del aborto es un tema de vital interés para las mujeres trabajadoras, porque son ellas las principales víctimas del aborto clandestino.
En este sentido, es lamentable el papel de la burocracia sindical de la CGT y de la CTA que se niegan a organizar a los trabajadores y a impulsar esa lucha. No llamaron a paralizar, no apoyaron el movimiento y ni siquiera llevaron el debate a sus bases. Cumplieron, de esta forma, una vez más, un papel nefasto y traidor, ya que son las vidas de las mujeres trabajadoras que son puestas en riesgo mientras el aborto sea considerado crimen.
Nuestra lucha es internacional
El debate en la Argentina despertó el interés y generó demostraciones de solidaridad en varias partes del mundo, en particular en América Latina, donde 90% de las mujeres no tiene acceso al aborto legal y seguro.
De un lado, representantes de innumerables movimientos de mujeres y organizaciones políticas de países como el Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, solo para citar algunos ejemplos, vinieron a participar de este día histórico, con la expectativa de que si pasa la legalización del aborto en la Argentina se abre un enorme espacio para legalizarlo también en otros países. De otro, fueron varios actos y manifestaciones de apoyo en los países, demostrando que esa lucha no es solo de las mujeres argentinas sino de todas las latinoamericanas.
Desde el PSTU y la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI), organización de la cual hacemos parte, así como desde la CSP-Conlutas y el Movimiento Mujeres en Lucha (MML), el cual ayudamos a impulsar en el Brasil, también estuvimos y seguiremos estando presentes en esta lucha, tanto por la delegación que viajó a la Argentina para ayudar a fortalecer, junto con el PSTU argentino y el Lucha Mujer, ese 8A [8 de agosto], como, sobre todo, siendo parte de la organización de los actos de solidaridad que ocurrieron en nuestro país.
Es por la vida de las mujeres: ¡Aborto legal, seguro y gratuito ya!
Artículo publicado en www.pstu.org.br
Traducción: Natalia Estrada.
