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Colombia

Petro ante el Parlamento: un discurso radical, y una estrategia al servicio de la conciliación

julio 27, 2025

Por Partido Socialista de los Trabajadores (Colombia)

El 20 de julio con el inicio de nueva legislatura, última de su mandato, Gustavo Petro dio uno de sus acostumbrados largos discursos. Con datos históricos y cifras presentó críticas a la oposición y a los gobiernos anteriores, pero fundamentalmente presentó un balance triunfalista de los logros de su gobierno, con cifras que incluso la IA reconoce que son cuestionables en varios aspectos. La oposición aprovechó para hacer una réplica viral, cuya voz más vehemente fue la de la representante Lina Garrido de Cambio Radical vinculada familiarmente a escándalos de corrupción. Pero más allá del rifirrafe televisado y la puesta en escena de las bancadas, el discurso refleja la estrategia del Gobierno y el Pacto histórico, así como sus bases ideológicas.

¿Democracia para quién?

Cuando alguien habla de democracia nosotros siempre preguntamos: ¿democracia para quién?, o dicho de otra forma, ¿democracia para qué clase social? En la democracia capitalista que vivimos, esta es para la clase explotadora y sus partidos políticos, con la imposibilidad o limitación de que los trabajadores y sectores populares se expresen o participen en política, implica por ejemplo la libertad de votar por unos candidatos y la libertad de ser candidato… solo si se tiene el dinero para ello. Igualmente, uno de los pilares de esta democracia es la propiedad privada de los medios de producción y el derecho a explotar a la clase trabajadora; y así podríamos seguir.

Esta es la democracia que Petro reivindica cuando defiende los pilares de la Independencia (cuando la burguesía criolla fue una clase revolucionaria contra el Virreinato de la Nueva Granada), y la Constitución del 91, poniendo la democracia burguesa como el ideal a alcanzar; y al Estado Social de Derecho como el régimen político que garantizaría la equidad y la justicia social. Petro olvida o ignora conscientemente que la burguesía ya no es una clase social revolucionaria, y que no existe la justicia social en el marco del capitalismo imperialista. El llamado Estado Social de Derecho, presentado como la panacea de la democracia, sigue siendo un régimen político dentro del mismo estado burgués, es decir, una dictadura de la burguesía y los explotadores, solo que con medidas paliativas para el conjunto de la población y con división de poderes para permitir el control mutuo entre los distintos sectores burgueses.

En ese mismo sentido Petro ensalza y defiende las fuerzas armadas como neutrales, pero en realidad las fuerzas armadas son y serán el sostén del Estado burgués, y no van a servir al pueblo hasta que el mismo Estado no esté en manos de la clase trabajadora y el pueblo.

Cifras y logros limitados al marco del capitalismo

Las cifras de Petro, debatibles o no, demuestran que ha tenido éxito en su propósito de desarrollar el capitalismo en Colombia, y favorecer a sectores de la economía como el agronegocio, el turismo y en menor medida la industria manufacturera. Estos datos se presentan como si el llamado crecimiento económico beneficiara por igual a toda la población, ignorando abiertamente que en el sistema capitalista toda ganancia se basa en la explotación, y en el empobrecimiento constante de la clase trabajadora y la naturaleza.

Petro destacó logros como la formalización de 1.5 millones de hectáreas de tierra para los campesinos, la gratuidad de la educación superior y la reducción de la inflación, y el descenso de la mortalidad materna e infantil. Pero tras estas cifras se oculta que las hectáreas despojadas al campesinado oscilan entre 6 y 8 millones, y que varias de estas tierras han sido pagadas por orden del gobierno a los expropiadores que las robaron –irónicamente de la misma forma que se le pagó a los esclavistas por la libertad de los esclavos, hecho histórico cuestionado por Petro en su discurso–. Asimismo, el descenso de la inflación y el costo de los alimentos en las cifras oficiales contrasta con la experiencia diaria de los consumidores, pues realmente no ha habido una disminución de precios, sino un freno a la inflación: los precios se han estabilizado –en algunos productos hasta con el 100% de inflación– y no han regresado a los de antes de la pandemia.

Efectivamente, hay datos que muestran una mejora parcial como los datos de mortalidad materna e infantil. Esto comparado con la pandemia y postpandemia inmediata es un hecho de esperarse; pero la realidad es que estos datos solo muestran que incluso con intervenciones menores y con una inversión muy por debajo de la necesaria, estos indicadores tienden a mejorar, como parte del resultado parcial de las políticas keynesianas aplicadas y recomendadas por la OCDE. Las medidas de Petro no rompen con la estructura de clases ni desafían el dominio del capitalismo, limitándose a paliativos que no conducen a una transformación estructural de la sociedad, sino, por el contrario, tienen por objetivo estabilizar el país, impidiendo el avance de la movilización y un nuevo estallido social.

Finalmente, Petro denunció de nuevo el genocidio en Gaza y criticó la exportación de carbón a Israel, como si no fuera él mismo quien aprobó la excepción a la norma que permitió a la Glencore seguir exportando, según lo denuncia Luis Carlos Reyes, exministro del Ministro de Comercio, Industria y Turismo.

Mucho hablar para luego conciliar

Petro, tanto en Santa Marta como en Bogotá, se despachó con un discurso “rojo” en contra de la codicia, pero terminó apelando a la unidad nacional y la construcción de un proyecto común de nación, en donde, tanto explotados y explotadores supuestamente nos beneficiaríamos. Al apelar a un “pueblo” genérico y a la unidad nacional, niega la lucha de clases y basa su estrategia en una propuesta utópica, en la cual los explotadores ceden de su riqueza por el bien común.

Petro insiste en que es posible lograr la justicia social dentro del marco capitalista, con medidas paliativas que no rompen con la lógica del sistema y corren el riesgo de ser absorbidas por el capitalismo. Todo indica que, durante el último año de su mandato, Petro no tiene intenciones de desarrollar una política que confronte al capitalismo más allá del discurso, sino que, por el contrario, insistirá tozudamente en pasar por el Congreso las reivindicaciones de las masas, tales como la reforma a la salud en la cual, a pesar de sus discursos incendiarios, se insiste en mantener las EPS, aunque reformadas, y en mantener el sistema mixto con subsidio a la demanda. De hecho, destacó y celebró la aprobación de las reformas laboral y pensional, que no derogaron la Ley 50, la Ley 100, ni tampoco eliminaron las AFP (ver artículo sobre la reforma aprobada).

Petro tiene un año para cumplir con las promesas que hizo en campaña, y las que hace en sus discursos, por eso debemos exigir que cumpla por lo menos con:

*Alza general de salarios tal como prometió en el discurso del 20 de julio, ajustado al costo real de la canasta básica.

*Medidas para poner fin a la tercerización laboral.

*Plan de pleno empleo para toda la población en capacidad de laborar.

*Desmonte del ESMAD y del paramilitarismo, juicio y castigo a los responsables de la represión durante el paro nacional de 2021.

*Reforma a la salud que quite el negocio a los intermediarios y a los operadores privados, fortaleciendo el sistema público.

*Reforma agraria radical, expropiando a los expropiadores las tierras robadas.

Estas medidas pueden financiarse con el No pago de la deuda externa, ya que Petro mismo ha aceptado muchas veces que esta es el desangre del erario.

Además, debemos exigir que pase de la retórica a la acción antiimperialista cesando de inmediato las exportaciones de carbón a Israel (sin dilaciones ni mentiras) y los contratos de la policía y fuerzas armadas con Elbit Sistems; cumpliendo la promesa de retirar a Colombia de la OTAN y sacando los militares mercenarios norteamericanos del país.

Pero sabemos que su estrategia no es esa, la estrategia es seguir confiando en el congreso que lo desprecia, y hacer alianzas para las elecciones de 2026. Por eso, cobra especial importancia la organización independiente de los trabajadores, sectores populares y campesinos contra la burguesía. Los cambios provendrán de la organización y la lucha colectiva de la clase trabajadora, no de un líder carismático como Petro que empieza a mostrar rasgos autoritarios como se expresan en su relación con Francia Márquez.

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