Brasil | Voto útil es el voto por la independencia de clase y el socialismo

El PSTU y el Polo Socialista Revolucionario lanzaron la precandidatura de Vera a fin de presentar a la clase obrera una alternativa de independencia de clase y socialista en estas elecciones.
Por: Diego Cruz
¿De qué sirve lanzar una precandidatura minoritaria, que ya enfrenta un sistema electoral antidemocrático y la barrera de la gran prensa? ¿No es mejor apoyar a Lula-Alckmin y elegirlo en la primera vuelta? Esto es lo que la mayoría de las organizaciones de izquierda defienden como medio para evitar cualquier aventura golpista al estilo del Capitolio.
Una parte de los que ya votaron por Lula-Alckmin dice que todo mejorará después de octubre. Otros, intentan hacer un cierto contorsionismo: sabiendo que la ultraderecha no se derrota en las urnas, defienden derrotar a Bolsonaro votando por Lula, y el golpe “en las calles”. Muchos activistas todavía dicen algo como: hasta estoy de acuerdo con ustedes, no tengo expectativas en Lula o Alckmin, pero es urgente derrotar a Bolsonaro.
¿Cuál es el problema de eso? Primero, que esta alternativa no es capaz de resolver los problemas más urgentes de la clase trabajadora, como el desempleo, la precariedad, la carestía y el hambre. En segundo lugar, no derrotará definitivamente a la ultraderecha y el golpismo, al contrario, solo los fortalecerá aún más y preparará la derrota de la clase allá adelante. Y tercero, desarma a la clase no solo en relación con los enfrentamientos en el futuro, sino ahora mismo, jugando en contra de la movilización independiente de los trabajadores.
Una suma que resta
Una vez elegido, el gobierno Lula-Alckmin no tocará las ganancias y propiedades de los superricos y multimillonarios. Lula ya afirmó que no revocará la reforma laboral, llamó a los economistas del Plan Real a formular su proyecto económico, y la propia Gleisi Hoffman advirtió que mantendrá al presidente del Banco Central de Bolsonaro.
Un gobierno de conciliación de clases que se dedique a administrar la crisis capitalista, invariablemente resultará en ataques a la clase. Aquí al lado, en Chile, estamos viendo el resultado de eso. Gabriel Boric, elegido con enormes expectativas por la izquierda, además de no tocar en los graves problemas sociales que vive la población chilena, declaró Estado de Excepción en las regiones mapuches para reprimir la lucha de los indígenas contra las empresas mineras.
¿Y cuál es el problema de la desmoralización de un gobierno de conciliación en una situación de crisis y polarización? Eso fortalece a la extrema derecha. Trotsky ya lo sabía cuando, en la década de 1930, atacó la unión de los socialistas con la burguesía. Y la situación allí era mucho peor, con el riesgo inminente del fascismo. En febrero de 1934, una manifestación fascista armada provocó el derrocamiento de un gobierno burgués “democrático” y el surgimiento de un gobierno semi-bonapartista. Pues bien, en las siguientes elecciones, ya con restricciones a las libertades democráticas, Trotsky defendió la completa independencia de clase y la no participación en los gobiernos burgueses.
Un gobierno con la burguesía “no daría nada a los obreros o a las masas pequeñoburguesas, porque no podría socavar los cimientos de la propiedad privada. ,Y sin la expropiación de los bancos, de las grandes empresas comerciales, de las industrias clave, de los transportes, sin el monopolio del comercio exterior y sin una serie de otras medidas profundas no es posible, en absoluto, ayudar al campesino, al artesano o al pequeño comerciante”. (¿Adónde va Francia?). Trotsky predice que “por su pasividad, impotencia, mentiras”, un gobierno entre el entonces partido burgués de oposición y los socialistas desencadenaría una “revuelta en la pequeña burguesía y la empujaría definitivamente por el camino del fascismo”.
Fue lo que vimos, en cierta medida, después de la crisis del gobierno de Dilma y del PT, en la que surfeó el bolsonarismo y la ultraderecha. Ahora, imagínense esto en una situación de crisis aún mayor, con una ultraderecha armada y organizada, que cuenta con sectores de las Fuerzas Armadas.
Independencia de clase
Fortalecer la independencia de clase, la lucha y la organización independiente de los trabajadores es una necesidad, tanto para luchar por empleos, salarios y derechos como para enfrentar el golpe. Si la mayoría de la burguesía, e incluso el imperialismo, se oponen hoy a un proyecto de dictadura, también es seguro que no serán consecuentes ante un “hecho consumado”, mientras sigan ganando dinero.
Las instituciones de la democracia burguesa están mucho menos comprometidas con esta misma democracia de los ricos, como se ve en las vergonzosas capitulaciones del Supremo Tribunal Federal ante los militares, o las “consultas” de la dirección del PT al comando de las Fuerzas Armadas sobre si estas van o no a dar un golpe.
Defender una alianza y fomentar la ilusión en la burguesía, en la derecha y en el proceso electoral, por tanto, juega contra eso. Debilita la lucha, “en las calles”, contra Bolsonaro y el golpismo.
La primera vuelta es el momento de presentar un programa y una alternativa de lucha e independencia de clase. Más que una expresión de protesta, cada voto en una candidatura socialista fortalece la construcción de esa alternativa. Y el crecimiento de una alternativa de clase contra el capital fortalece la lucha contra Bolsonaro, la extrema derecha y cualquier otro gobierno que nos ataque.
Artículo publicado en www.pstu.org.br, 8/6/2022.-
Traducción: Natalia Estrada.