Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Visibilidad Lésbica: una lucha contra la negligencia y la opresión

En el Brasil, desde 1997 se celebra, el 29 de agosto, el Día Nacional de la Visibilidad Lésbica. Este día de lucha surgió de la necesidad de las mujeres bisexuales y lésbicas, que presentaron sus demandas y denunciaron el preconcepto y la discriminación que sufren. Sin embargo, la realidad se presenta de manera variada dependiendo del país; así, la homofobia combinada con el machismo victimiza cotidianamente a millones de mujeres en todo el mundo. La omisión ante esta situación es lo que llamamos de “invisibilidad lésbica”. Para romper con este silencio y cambiar esta situación existe este día de lucha en el Brasil, así como diversas iniciativas por la “visibilidad lésbica” en este y en otros países, como marchas, protestas, campañas y actividades culturales.

Por: Babi Borges*

Trayendo un poco de visibilidad

Ser lésbica o bisexual significa sufrir preconcepto y discriminación en todas las esferas de la vida. Las mujeres ricas y las pobres son atacadas por la homofobia y por el machismo, de forma muy diferente.

La sexualidad de las mujeres lésbicas es tratada como un mito. El derecho de amar y de tener placer fue históricamente negado a las mujeres, siempre tratadas como objeto sexual masculino o reducidas al papel de reproductoras, siendo ellas las responsables por el cuidado de los hijos/as y de las tareas domésticas.

El desconocimiento en relación con las mujeres trans es aún peor. Se ignora el hecho de que la identidad de género (femenino, por ejemplo) y la orientación sexual (homo, hétero o bisexual), son cosas distintas. Así, muchas trans son lésbicas o bisexuales.

La salud pública no ofrece una estructura capaz de atender las especificidades de las mujeres. La discriminación y la vergüenza son recurrentes. La transexualidad es considerada una patología. Y las mujeres trans son siempre asociadas a dolencias sexualmente trasmisibles por tener un número grande de colaboradores, al uso de drogas y a todo lo que es considerado negativo en la sociedad.

El mercado, incluso, no desarrolló métodos de protección contra la DST’s (Dolencias Sexualmente Trasmitidas), para que las mujeres que se relacionan con mujeres ejerzan su sexualidad con seguridad (hay, solamente, métodos artesanales). No hay siquiera información.

En el caso de las trans, tener acceso a hormonas o a la realización de cirugías, cuando lo deseen, es un proceso extremadamente dificultoso.

Los inocentes chistes, que son escuchados desde la infancia, destruyen la autoestima y llevan a las lésbicas y bisexuales al aislamiento. No son pocos los casos de depresión y hasta suicidios.

Las falsas ideologías sobre que estas mujeres son inferiores son también promovidas por la educación formal. En la escuela se legitima solamente el modelo hétero-normativo de familia. Todo aquello que escapa a esto es rechazado.

Los medios cumplen el mismo fin. Cuando no lo invisibiliza, trata a las mujeres lésbicas y bisexuales como ridículas, repugnantes, viles o cualquier cosa que no sea un ejemplo a ser seguido. Hay, recientemente, algunas producciones que se salen de esta regla, lo que se explica por el público que es el objetivo de consumo o por las presiones de un creciente movimiento LGBT. Otras veces, tratan a la mujer lésbica como producto excéntrico volcado al placer masculino. La lésbica es un fetiche.

Esto es tan perverso que contribuye para que entre las mujeres lésbicas o bisexuales, cis o trans, la chance de ser violadas sea mucho mayor.

Lamentablemente, no hay muchos datos que traduzcan esta realidad, hecho que también debe ser leído como desdén. Pero, en diversas partes del mundo, el “estupro correctivo” se convirtió en una evidente preocupación. Este crimen horrendo se basa en la absurda idea de que la homosexualidad femenina puede ser curada o corregida, y que la mujer no-hétero debe ser castigada a través de la violación.

Recientemente, en el Perú, los crecientes casos de este tipo de crimen llevaron a organizaciones de la sociedad civil a reivindicar acciones del Poder Público, y algunos casos fueron noticia en diversos países. En el Brasil, en 2011, hubo denuncias de que las lésbicas de favelas “pacificadas”, eran rutinariamente violadas por la policía en Rio de Janeiro. En África del Sur, desde 2007, cuando una pareja de enamoradas sufrió violación seguida de asesinato, el silencio acerca de los “estupros correctivos” fue roto. En 2011, el caso de la jugadora de la selección de fútbol sudafricana, Eudy Simelane, fue un escándalo. Ella fue la primera lésbica famosa y asumida en el país y, como consecuencia de su orientación sexual, fue violada por horas y apuñalada. Se realizó una campaña internacional para que el gobierno de África del Sur pusiese fin a la impunidad. Una investigación demostró que 70% de los hombres entrevistados se sentían con el deber y el derecho de violar a una lésbica.

Es incoherente que África del Sur sea uno de los primeros países en tener una legislación que protege a los homosexuales, y que exhiba esta realidad. Pero eso puede ser comprendido como una medida ilusoria e insuficiente, post-apartheid, para maquillar un Estado donde hay mucha opresión. No es diferente que en Israel el Estado sea gay friendly (orgullo gay) y masacre al pueblo árabe para hacer creer que no discrimina.

En relación con el trabajo, se sabe que mujeres, negros y LGBT’s son más explotados, recibiendo menores salarios y ocupando los puestos más precarizados. También sobre las mujeres lésbicas y bisexuales, el asedio sexual y moral es mayor.

En el caso de las mujeres que son travestis o transexuales, la realidad es aún más severa. En la mayoría de los países, sin tener derecho siquiera al nombre social, estas mujeres son sometidas, frecuentemente, a toda suerte de humillaciones y bochornos. Expulsadas de la casa desde muy jóvenes, la mayor parte de ellas son obligadas a prostituirse para sobrevivir, haciéndose así, muy vulnerables a toda suerte de dificultades y violencia. A estas mujeres, muchas veces, hasta el derecho a usar el cuarto de baño les es negado.

En el Brasil, las investigaciones señalan que 90% de las trans se prostituye. La transfobia hace que la expectativa de vida de una trans sea de 35 años, o sea, la mitad de la expectativa de vida de las demás mujeres.

Un poco de nuestra historia

Es importante rescatar el papel que las lésbicas cumplieron en diversos procesos históricos y como se dio su organización en la izquierda y en los espacios de lucha contra la opresión. En este sentido, vale citar algunos hechos que demuestran la dificultad de organización de estas mujeres, tanto en las organizaciones feministas como en aquellas que enfrentaban la homofobia.

Ya hacia finales del siglo XIX había un fuerte movimiento homosexual en Alemania, cuyo centro era el Comité Científico Humanitario, dirigido por un médico activista, llamado Magnus Hirschfeld. El movimiento feminista también estaba luchando activamente por la legalización del aborto, derecho al divorcio, acceso a la salud, y otros. En aquel momento, unificar las luchas feministas y contra la homofobia era ya intención de muchos militantes pero, para las lésbicas, era una necesidad muy sentida. En un encuentro anual del Comité, en 1904, Anna Ruhlling, una feminista lésbica, hizo un discurso de gran impacto. Ella elogió a aquel movimiento por incluir a las lésbicas y criticó al movimiento de las mujeres por no atender las preocupaciones de los homosexuales, dado que muchas de las más destacadas dirigentes feministas eran lésbicas. El discurso fue de repercusión histórica; muchas activistas condenaron el discurso de Ruhlling, afirmando que ella ensuciaba al movimiento feminista.

Durante la Revolución Rusa, el gobierno bolchevique acabó con las leyes que reprimían el ejercicio libre de la sexualidad y promovió importantes garantías para que las mujeres se liberasen de la opresión. Las conquistas y avances fueron tan inmensos que ni en las décadas y décadas que siguieron los países capitalistas fueron capaces de igualarse. Lamentablemente, el ascenso de Stalin hizo retroceder este escenario.

Hacia finales de los años ’40, en EEUU, Lisa Ben (seudónimo de Edith Eyde y anagrama de lesbian, que significa “lésbica” en inglés), creó la primera publicación lésbica moderna: la revista “Vice-versa”. La publicación corría por los guetos frecuentados por homosexuales y abrió las puertas para el inicio del movimiento LGBT actual. Las dos primeras organizaciones de homosexuales que surgieron en aquel país eran predominantemente masculinas, y el machismo al interior de estas organizaciones llevó a las mujeres a crear organizaciones solamente de lésbicas. Si antes, en Alemania, era evidenciada la homofobia en el movimiento feminista, ahora era el machismo el que impedía a las lésbicas organizarse junto con los homosexuales.

La primera organización norteamericana de lésbicas, la Daughters of Bilitis, surgió en 1955. En esta organización, las mujeres insistieron en disputar políticas para los movimientos homosexual y feminista, para la superación del sexismo, de la homofobia y del machismo. A pesar de este aspecto positivo, el reformismo era el límite. El aislamiento de las lésbicas en relación con las luchas más generales solo se rompió en la década siguiente, cuando el movimiento homosexual tuvo referencia en las luchas de los Panteras Negras, contra la guerra de Vietnam, por ejemplo, y en la rebelión de Stonewall 1, en 1969.

Sin embargo, la doble opresión formó parte de un debate permanente dentro de los movimientos. En el movimiento feminista, durante la “segunda oleada”, las mujeres no querían su lucha por la liberación sexual asociada a las cuestiones de las lésbicas, ni ver sus “imágenes” confundidas –el feminismo no podía representar “masculinización” de las mujeres–. Otras encontraban, simplemente, que las banderas específicas de las lésbicas eran de poca importancia. Hubo una dificultad histórica para que las lésbicas impusieran sus banderas.

En el Brasil surgió en 1979 la primera organización homosexual, denominada “Somos”. En virtud del machismo al interior del grupo, un segmento de mujeres que componían el grupo decidió romper y fundar su propio espacio, el GALF (Grupo de Acción Lésbico-Feminista). Estas organizaciones surgieron incluso durante la dictadura. Fue en 1980 que se realizó el primer acto público del “Movimiento Homosexual Brasileño”, el MHB. La protesta se dio por la violencia policial que victimaba constantemente a los LGBT’s. El acto reunió cientos de manifestantes en San Pablo y contó con el apoyo de feministas, estudiantes y del movimiento negro.

En aquel mismo año, el poder público promovió la “Operación Sapatão”, que llevó a cientos de lésbicas y bisexuales a la cárcel, y cuya liberación dependía de la extorsión promovida por la policía. Así, la lucha contra la homofobia en el Brasil nació inseparable de la lucha contra la dictadura, contando con una importante articulación y apoyo de otros movimientos y de la clase trabajadora que se organizaba. Por lo tanto, luchar por libertades individuales significaba luchar contra un Estado militar represivo, violento y profundamente moralista. Convergencia Socialista, una de las organizaciones que dio origen al PSTU brasileño, estuvo presente en estas luchas.

En el Brasil, es necesario salir a las calles y enfrentar al gobierno

Para enfrentar la crisis política, el gobierno de Dilma negoció con el Senado una serie de medidas. Para conseguir apoyo, el gobierno se comprometió a aplicar diversos ataques a la remuneración de los trabajadores y a sus derechos históricos. Con el ajuste fiscal, Dilma ya había recortado casi R$ 80 mil millones (US$ 21.30 mil millones) del presupuesto de este año, comprometiendo aún más la salud y la educación. Todo para mantener la ganancia de pocos banqueros. Ahora, con la Agenda Brasil, la salud dejará de ser gratuita y las tercerizaciones proliferarán. Si en la salud falta estructura para atender las especificidades de los LGBT’s, con menos dinero eso se vuelve aún peor. Lo mismo sucederá en relación con la educación, la seguridad, y las demás áreas.

Dilma se reeligió reafirmando sus compromisos con los sectores más conservadores y reaccionarios y, ante este escenario, es aún más cierto que nada será para los trabajadores y oprimidos sino más males. Quien derrotó a Feliciano y sus planes, como el de la “cura gay”, debe regresar a las calles y derrotar a Eduardo Cunha, a Temer y a Dilma Roussef. Es un error defender al gobierno ante tantos ataques, y también lo es dejar que este congreso corrupto decida quién debe gobernar el país. Es necesario construir una alternativa. Negros, mujeres y LGBT’s deben ser parte de esta lucha.

Aunque la historia nos muestra que es imprescindible que la lucha contra las opresiones sea elaborada y llevada adelante, de forma conjunta, con las luchas más generales de la clase trabajadora, hasta hoy, las lésbicas y bisexuales, lo que incluye a muchas mujeres trans, encuentran inmensas dificultades para organizarse.

Contradictoriamente, incluso el movimiento LGBT y el movimiento feminista hegemónicos aún son espacios que reproducen la homofobia, el machismo y la transfobia. Muchas organizaciones que están contra la opresión se limitan a enfrentar la homofobia a través de las instituciones y teniendo por objetivo algunas reformas, pero si está claro que el capitalismo es un sistema que reproduce y se beneficia de las opresiones para mejor explotar a los trabajadores, la lucha por el fin de las opresiones no puede ser una lucha solamente por reformas o por asimilación.

Nuestra liberación solo se logrará co la superación de este sistema político, económico y social. La lucha por el fin del machismo, del racismo, de la homofobia y de la transfobia es una lucha por el socialismo.

*Secretaría Nacional LGBT del PSTU

Traducción Laura Sánchez

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