El pasado 15 de abril, los trabajadores de la Siderúrgica del Orinoco (SIDOR) decidieron no aceptar más atropellos del patrono e iniciaron una huelga de brazos caídos que se extendió desde el área de palanquillas hasta el resto de las áreas operativas de la planta.
Por: Hipólito Cedeño
¿Las razones? La falta de congruencia entre lo que estaban cobrando como salario y lo decretado por el Gobierno de Nicolás Maduro como aumento salarial. Sin embargo, ésa sólo fue la gota que derramó el vaso de un sinnúmero de irregularidades que se han venido sucediendo en la empresa.
ANTECEDENTES
En Venezuela, país que fue llamado en los años 80 del siglo pasado la “Vitrina de América Latina”, por tener uno de los ingresos per cápita más altos de la región, gracias a la exportación petrolera, que proporcionaba más del 90% de las divisas que entraban al país, degeneró en una crisis económica, política y social, provocada por el saqueo de la burguesía local y trasnacional y un endeudamiento corrupto que provocaron una insurrección popular en 1989, dos intentos de golpe de Estado en 1992, una destitución presidencial en 1993 y el triunfo electoral presidencial del autor del primer intento de los golpes de Estado mencionados, Hugo Chávez, en 1998.
A pesar de contar con un inmenso apoyo popular, que lo restituyeron en el poder, luego del golpe de Estado de abril de 2002, de haber promulgado una nueva Constitución de la República en 1999, de haber contado con todos los poderes – luego que la oposición decidiera no participar en las elecciones legislativas de 2004 – y de contar con los mayores ingresos de divisas por exportaciones petroleras que jamás otro gobierno tuvo. En 17 años, Chávez administró ingresos por el orden de 960 millardos de dólares, promediando los 56 millardos anuales, 4 veces más que su predecesor, Rafael Caldera, pero la crisis multisectorial se mantiene.
Bajo el gobierno de Nicolás Maduro, continuidad del anterior, hoy la crisis económica, social y política se manifiesta de variadas formas. El gobierno, que se dice socialista, achacaba, en sus inicios, todos los males del país a la herencia nefasta de gobiernos anteriores. Pero luego que, entre dos presidentes, suman 23 años gobernando al país, se les acabó la excusa anterior y vienen enarbolando a otros culpables: la guerra económica (es decir, la típica competencia desleal, el afán de lucro a toda costa, normal en el capitalismo) y las sanciones y bloqueos impuestos por Estados Unidos (a pesar de que las aplicadas al país vienen del 2017, mientras la crisis se destapa en el 2013-2014).
Desde el 2018, luego de la tercera y penúltima reconversión monetaria, vienen implementando una política de recortes de gastos sociales, derechos laborales y sociales, desconocimiento de contratos colectivos, congelamiento de la discusión de los mismos, así como de obstaculizar elecciones sindicales, en el marco de la implementación no declarada de una política neoliberal, con exención de impuestos y subsidios a las empresas. Ha implementado una inconstitucional “Ley Antibloqueo”, con la que pretende pasar por encima de la Constitución Nacional y las Leyes Orgánicas, para implementar su plan neoliberal. Y recientemente ha anunciado la venta de acciones de las empresas del Estado en la Bolsa de Valores, continuando así su privatización paulatina, ya concretada en algunas empresas menores como Abastos Bicentenario y hoteles de Venetur, entre otras.
LA EMPRESA PARALIZADA (Y LAS GOTAS QUE LLENARON EL VASO)
SIDOR es una de las empresas básicas de Guayana, región amazónica situada al sur del país, donde se concentra la producción minera y transformadora de minerales de hierro y aluminio, principalmente. Fundada en 1962 por el Estado con una capacidad instalada de 5.100.000 toneladas métricas (TM), fue privatizada en 1997 y vuelta a nacionalizar en 2009.
Ya SIDOR trabajaba en condiciones inciertas. Con una baja sustancial en las inversiones necesarias para su mantenimiento, SIDOR pasó de producir el 20% de su capacidad instalada en agosto de 2021, a producir tan sólo el 3% al cierre del mismo año. Por la misma causa, en ese mismo año se conocieron tres accidentes, afortunadamente sin fatalidades, en los cuales se produjeron rupturas o descoyuntamientos de los cucharones de coladas (área de palanquillas), provocando derrames de la colada de acero líquido. El último, ocurrido el 22/12/21, derramó 150 TM de acero líquido. En ese contexto, SIDOR ha dejado de dotar a sus trabajadores de Equipos de Protección Personal (botas de seguridad, lentes, guantes, cascos y ropa ignífuga) y los accidentes laborales no se reportan desde hace dos años.
Al igual que en otras empresas del Estado, los trabajadores de SIDOR han sido sometidos a jubilaciones forzosas (fuera de ley, principalmente sindicalistas), contándose 100 casos para julio de 2021. Igualmente, han sido sometidos a un proceso de achatamiento del tabulador salarial, donde la diferencia entre el salario más bajo y el más alto no difiere mucho, independientemente de los años de servicio, nivel de estudio o grado de responsabilidad. Para cerrar el panorama, desde hace dos años los trabajadores no reciben listín de pago, donde se reflejen los conceptos pagados y descontados, por lo que los trabajadores no saben qué están cobrando.
En el año 2020, a raíz de la pandemia, los 13.600 trabajadores fueron separados en 5.600 “requeridos” para la continuidad operacional y 8.000 “no requeridos” o jubilables. De estos últimos, los que no fueron jubilados cobran el 25% del salario y bonos de un “requerido”, sin los beneficios de bolsa de alimentación.
EL DETONANTE
El 3 de marzo de este año, Maduro anunció un aumento del salario mínimo a 29 $ (estaba en 2.2 $), sin especificar cuándo se haría efectivo. Esto, sin ser para nada suficiente (el costo de la canasta básica ronda los 460 $), generó espectativas de empujar las tablas salariales hacia arriba. El 15 de abril, por fin los trabajadores reciben un incremento en sus ingresos, pero muy alejado al que esperaban, calculando la proporción del incremento anunciado.
El descontento acumulado no aguantó más y el turno diurno (7am a 3pm) de Planta de Palanquillas decide parar, luego lo hizo Pellas, Barra, Alambrón y Planchones. Se transmitieron videos que se hicieron virales por las redes sociales, ya que pocos medios de comunicación se hicieron eco de la noticia. El paro se contagió a los otros turnos. El turno nocturno (11 pm – 7 am) nota al salir un movimiento extraño de autobuses y de milicianos (trabajadores asimilados a la milicia de “defensa nacional”) poco usual y deciden devolverse. Evitan así que un grupo de milicianos y esquiroles provenientes de otras plantas arrancases las operaciones del horno 6 de Planchones. A pesar de la fuerte presencia de la Guardia Nacional, del SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) y del DGCIM (División General de Contrainteligencia Militar), quienes presionan para que no paren las operaciones, aún en condiciones inseguras, los trabajadores no se amilanan y logran impedir el arranque.
La solicitud formal del movimiento fue: Aumento salarial conforme al reflejado en el salario mínimo, distribución de los listines de pago donde se refleja lo pagado y descontado y reactivación de las operaciones para los trabajadores que están fuera (no requeridos).
El movimiento se extendió a las áreas auxiliares, como la Planta de Oxígeno, de Agua y Muelles, entre otros, logrando mantenerse firmes por una semana, a pesar de promesas vagas de las autoridades. Sin embargo, ante la promesa de un aumento salarial menor al aspirado, un pequeño sector aceptó reincorporarse a sus labores, quebrando la huelga. Hasta los momentos, se desconocen los términos exactos del acuerdo, el cual es muy frágil, pues fue verbal, sin acta firmada que lo avale.
TWITTAZO
Con la etiqueta #TodoElApoyoALosSidoristas, diversas organizaciones políticas y sindicales, entre ellas nuestra organización hermana en Venezuela, la Unidad Socialista de Trabajadores, convocaron un twittazo unitario el domingo 24/04/2022.
La intención fue darle difusión al justo e importante conflicto obrero del país, sobre el cual el gobierno trató de imponer un silencio mediático a fin de ocultar a nivel nacional e internacional la cruda realidad que viven los trabajadores venezolanos, en su afán de vender la idea de que el país vive una recuperación económica que se traduce en bienestar para los trabajadores y sectores populares y, sobre todo, en paz laboral y social, necesarios para atraer la inversión extranjera.
La visibilización de este conflicto muestra la falsedad de estas afirmaciones oficiales, especialmente para aquellos trabajadores, sectores populares y agrupaciones que aún tienen ilusiones en el gobierno y se creen su discurso oficial, tanto nacional como internacionalmente.
La etiqueta se posicionó en el séptimo lugar, lo cual es un modesto logro, pero importante en un país donde expresar una posición distinta a la del gobierno puede provocar desde suspensión de programas sociales y beneficios, acoso laboral, hasta detenciones arbitrarias.
EL DESCONTENTO PICA Y SE EXTIENDE
Aún así, este movimiento captó la atención de los trabajadores a nivel nacional, especialmente los de la región, como los de Ferrominera, quienes han decidido paralizar acciones desde el viernes 13/05/2022 por las mismas razones que los trabajadores de SIDOR, quienes estaban haciendo su última colada antes de paralizarse de nuevo, por incumplimiento de los acuerdos.
Al momento de cerrar esta edición carecemos de más elementos para informar del movimiento, debido al hermetismo de los medios de comunicación. Sólo podemos decir que hay un movimiento de paros espontáneos, aunque esporádicos en otras empresas básicas, como Bauxilum y Venalum (aluminio). Sin embargo, una cosa es segura, los trabajadores están perdiendo el miedo y perciben que están aumentando los ingresos del país, por lo que no quieren que otra vez se lo lleve la corrupción, dejando a los verdadores creadores de la riqueza nacional por fuera. El año pasado, los trabajadores de la cadena de farmacias privadas Farmatodo, paralizaron a nivel nacional exigiendo salarios justos y mejores condiciones laborales. La acción no trascendió por lo inesperado, fugaz y porque no tenía como objetivo empalmar con otras luchas. Pero demuestra que sólo falta una chispa para incendiar la pradera.
Un triunfo de los trabajadores de Guayana supondría un aliciente y una brújula para el resto de los trabajadores del país, proporcionando el combustible necesario para un cambio de situación, más favorable para las luchas de los trabajadores. Es necesario empalmar las luchas. Para los trabajadores de las diferentes empresas e instituciones del Estado, se trata de un mismo patrono, con la misma política antiobrera. Para el resto de los trabajadores venezolanos, se trata del principal responsable de los males que los aquejan: el Gobierno implementador de las políticas neoliberales.