Sobre el PSOL y su relación con el nuevo gobierno del PT

El ala mayoritaria del PSOL, encabezada por su presidente Juliano Medeiros y por Guilherme Boulos, ya ha dado declaraciones defendiendo abiertamente su participación en el nuevo gobierno de Lula, incluso asumiendo cargos. Para cualquiera que se considere representante de los trabajadores o un militante socialista, entrar en el gobierno de Lula es un enorme error. Es loable que haya sectores del PSOL en contra de esta decisión. Pero es curioso ubicar en torno a qué se está produciendo el debate.
Por: Júlio Anselmo
Sectores del PSOL, como el MES y Resistencia, se pronuncian en contra de entrar en el gobierno, con una posición de “apoyo con independencia ” o “apoyar las buenas medidas y condenar las malas ”. En la práctica, esta línea política significa apoyo permanente al gobierno de Lula. La diputada Sâmia Bonfim (PSOL-SP), por ejemplo, lo demostró cuando dijo que “estaremos en la línea de frente para que el programa de Lula pueda ser aplicado en el Brasil”, como declaró a la Folha de S. Paulo, el 4 de diciembre.
No se trata, por lo tanto, de una decisión sobre ser “situación” u “oposición”. El debate dentro del PSOL es sobre “apoyo incondicional” del partido al gobierno o “con condiciones”, con más o menos críticas. Pero ambos sectores coinciden en que el papel del PSOL es ayudar al gobierno de Lula. Lo que cambia es el grado y la forma de hacerlo.
Ni un gobierno para todos ni un gobierno en disputa
Lula y el PT utilizan la amplitud de la composición del gobierno como supuesta prueba de que el gobierno sería de todas las clases sociales y sectores de la sociedad. Juliano Medeiros y Boulos dicen que el gobierno, de hecho, estaría en disputa entre obreros y burgueses.
El problema es que los multimillonarios y la derecha tienen intereses antagónicos a los de los trabajadores, como vemos en una simple huelga. No es de extrañar que en la pandemia los multimillonarios se enriquecieran aún más, mientras el hambre y la miseria aumentaban entre la mayoría. De tal manera que se hace imposible tener un gobierno que funcione por encima de este antagonismo o que sirva tanto a los trabajadores como a la burguesía.
Con esto no queremos decir que todos los gobiernos sean iguales. Hay varios tipos de gobiernos. Pero no es posible un gobierno híbrido, que concilie los intereses entre dos clases cuyos intereses son irreconciliables. No existe tal cosa como un gobierno «mitad capitalista, mitad socialista». Defender que esto es posible es caer en el discurso liberal, que afirma que el socialismo sería “más Estado”, mientras el capitalismo sería menos.
Un supuesto gobierno de todos es, en realidad, un gobierno de la burguesía. No es un gobierno en disputa. Incluso porque ni siquiera es un problema numérico o de cuántos representantes tiene cada lado, sean de los trabajadores o de la burguesía. Se trata de definir y comprender qué medidas, qué sistema social, qué relaciones sociales, qué régimen político, apoya y defiende el gobierno.
Independientemente de si el PSOL tendrá uno o diez ministros, el gobierno de Lula será un gobierno de la burguesía para administrar el capitalismo brasileño y que, además, cuenta con el apoyo y el sostén incluso del imperialismo norteamericano.
¿Progresistas? La teoría de los campos en la versión PSOL
Desafortunadamente, es común en la izquierda reemplazar el análisis desde el punto de vista de clase por un análisis basado meramente en los llamados “campos políticos”. Así, el ala mayoritaria del PSOL ve y trata de explicar el país reduciendo la realidad a una lucha entre el campo burgués reaccionario de Bolsonaro y el campo burgués “progresivo” de Lula.
Es innegable que Bolsonaro y Lula son diferentes y expresan diferentes sectores burgueses, con diferentes programas. Y no hay dudas sobre proyecto autoritario y reaccionario de Bolsonaro.
Pero es erróneo concluir que debemos apoyar o ayudar a una de estas alas burguesas contra la otra, argumentando que una de ellas es supuestamente progresiva. Después de todo, no existe ningún sector burgués progresivo. ¿Dónde residiría el progresismo de Biden, del banquero multimillonario Jorge Paulo Lemann, dueño de Ambev? ¿O de Luiz Carlos Trabuco, del Bradesco? Y todos están en el campo de Lula. Sería realista hablar de un ala burguesa que apoya el proyecto de dictadura de Bolsonaro y un ala burguesa que se ubica del lado de la reacción democrática, a través de Lula.
No hay burguesía “progresiva”
Yendo más allá con esta teoría, para el PSOL, dentro de ese campo burgués de Lula, se trataría de combatir a su ala derecha, que impulsa hacia medidas capitalistas y reaccionarias. Primero, la definición de estas alas es confusa.
Por ejemplo, las centrales sindicales, que supuestamente serían parte del ala progresista contra los capitalistas, son ellas mismas contrarias a la derogación de la Reforma Laboral. E incluso el propio PT, que aunque sacase del gobierno a todos los sectores burgueses, seguiría defendiendo las medidas capitalistas y el sistema capitalista de siempre.
En segundo lugar, hay un problema lógico. Si hay un sector en este campo que necesita ser derrotado, o expulsado del gobierno, y el gobierno necesita ser disputado, entonces, ¿dónde está el progresismo de este campo? Si seguimos la línea de razonamiento, descubriremos que, al final de cuentas, para el PSOL el sector progresivo del gobierno burgués de Lula reside solo en el propio PSOL.
Es decir, el partido tendría que entrar en un supuesto gobierno progresista, que adquiere ese carácter precisamente por la presencia del propio PSOL, que tendría la tarea de derrotar a los demás sectores.
El problema de la correlación de fuerzas
También tratan de justificar su adhesión política al gobierno por el problema de la correlación de fuerzas. Minimizan así el apoyo del nuevo gobierno a Arthur Lira, las promiscuas negociaciones con la derecha y las medidas pro mercado que se diseñan.
El gobierno tendría poco margen de maniobra o apoyo para hacer más. Y de nada le serviría al PSOL oponerse y tratar de tomar el lugar del PT, ya que no hay correlación de fuerzas para superarlo y hacer algo diferente. La correlación de fuerzas adquiere poderes místicos e insuperables, reemplazando un análisis de los actores y hechos reales de la lucha de clases que constituyen la correlación de fuerzas.
Dada la coyuntura actual, ¿qué se podría hacer para mejorar la correlación de fuerzas a favor de los trabajadores? Si el problema del PT es la correlación de fuerzas, aliarse con la burguesía o establecer un gobierno capitalista no ayuda en nada a construir las condiciones para cambiar la correlación de fuerzas para mejor. Pero, sí, para empeorarla, como ya ha demostrado la historia reciente.
La oposición de ultraderecha bolsonarista
Boulos argumenta que los que se opondrán a Lula serán los bolsonaristas, por lo que el PSOL no puede ser oposición. Lo dice como si defender la construcción de una oposición de izquierda ayudara, obligatoriamente, a la oposición de derecha. Es evidente que la ultraderecha bolsonarista es peligrosa, sigue existiendo y hay que derrotarla con urgencia. Pero quien luchará contra la ultraderecha durante el gobierno de Lula es la oposición de izquierda.
Lula, por el contrario, no se propone profundizar la lucha contra el bolsonarismo, incluso utilizando el aparato estatal. Por lo contrario. El presidente electo ha estado buscando acomodarse y un pacto, incluso con los militares. ¿O alguien cree que el gobierno de Lula se enfrentará con la cúpula militar y avanzará en un proceso de desbolsonarización de las Fuerzas Armadas? Apoyar el gobierno de Lula no ayuda a derrotar a la ultraderecha. De hecho, ayuda a alimentarla.
Por supuesto, existe la posibilidad de que el gobierno y la democracia burguesa sean atacados por la ultraderecha, a través un intento de golpe o algo parecido. Ante situaciones reales como esas, nos uniríamos a los que gobiernan contra el golpismo. Pero para que eso suceda, es necesario que se lleven a cabo acciones concretas de este tipo. E incluso en este caso, haríamos eso sin dar ningún apoyo político al gobierno, exigiendo y denunciando implacablemente su carácter burgués.
¿Por qué esto es importante? Porque esa es la única manera de ayudar a disputar la conciencia de los trabajadores para la necesidad de que no confíen en la burguesía. No hay nada que pueda cambiar más la correlación de fuerzas que los trabajadores tomen conciencia de eso.
Otra cosa muy distinta es intentar transformar la justa lucha contra los ataques de la ultraderecha en una política permanente para ayudar al actual gobierno a negociar con la derecha. Esta es la política del PSOL en la transición de gobierno, hoy. Al recortar parcialmente la realidad, solo ven ataques de la derecha, ignorando los ataques que vendrán del propio gobierno y el papel que este jugará en la gestión de los negocios capitalistas.
Salida: la alternativa independiente de los trabajadores es la construcción de una oposición de izquierda
El papel de la oposición de izquierda no es apoyar las medidas del gobierno ni confundirse con la oposición bolsonarista de ultraderecha. Debe estar a la vanguardia de las movilizaciones para enfrentar al gobierno por las reivindicaciones de los trabajadores, combatiendo también a la oposición de derecha, pero apoyados en estas mismas luchas.
Es necesario reavivar en los trabajadores la llama de la lucha independiente de clase contra los capitalistas y representantes de la burguesía. Junto con esto, es necesario construir una política de exigencias y denuncias, para ayudar a que los trabajadores comprendan que este no es su gobierno, sino un gobierno de los ricos.
Asimismo, también es necesario explicar a los trabajadores y las trabajadoras que mientras ellos no tomen su destino en sus propias manos, luchando, organizándose y defendiendo un programa socialista y revolucionario, solo habrá más desgracia capitalista.
Artículo publicado en www.pstu.org.br, 13/12/2022.-
Traducción: Natalia Estrada.