Sobre el libro Anti-Dimitrov de Francisco Martins Rodrigues
Para una crítica marxista completa a la estrategia de Frente Popular del estalinismo.
Por: Joana Salay, Portugal
Algunos sectores y activistas de izquierda han rescatado la obra “Anti-Dimitrov” de Francisco Martins Rodrigues (FMR), teórico y militante comunista portugués, quien hace una dura crítica a la adhesión del frente popular como estrategia en la Internacional Comunista desde su VII Congreso.
El rescate de la obra se da en un contexto de resurgimiento de varios gobiernos de colaboración de clases, principalmente en América Latina, y en el que está bastante extendida la defensa de la amplia unidad de los sectores “progresistas” contra el ascenso de las fuerzas reaccionarias. El trabajo de FMR gana adhesión en un sector que comienza a ver los límites de la construcción del frente amplio y busca respuestas teóricas a los errores que identifican en la actuación del estalinismo a lo largo de la historia. En este artículo, entonces, queremos discutir el contexto de la crítica que hace FMR al frente popular, la esencia de la política del frente popular en el movimiento estalinista y los límites que identificamos en la crítica de FMR al estalinismo y, con eso, discutir qué programa debemos oponer a la estrategia de frente popular.
Orígenes de la ruptura de FMR con el PCP
Militante del PCP [Partido Comunista Portugués] en plena dictadura portuguesa, FMR empezó a acumular críticas a la línea del partido, pues creía que la lucha contra la «desviación oportunista» que la mayoría del Comité Central (CC) libraba contra Fogaça, dirigente del partido que defendía la idea de que Salazar (dictador portugués) pudiera ser sacado del poder pacíficamente, era incompleta, ya que era necesario sacar de las orientaciones del partido la búsqueda de una alianza estratégica con la burguesía liberal para el derrocamiento del fascismo, la concreción de la táctica de frente popular en Portugal.
Fue en la URSS, en una reunión del CC del PCP en agosto de 1963, que FMR presentó la sistematización de sus críticas a la línea oficial del partido en Portugal. En el texto “Lucha Pacífica y Lucha Armada en Nuestro Movimiento” sistematiza su ruptura en tres divergencias centrales: la vía al levantamiento nacional y la cuestión de la lucha armada; la dirección proletaria de la revolución y la política de unidad nacional antifascista; y la línea del movimiento comunista internacional y la lucha contra el imperialismo y el revisionismo.
A partir de entonces, y habiendo visitado China y Albania en 1964, FMR sería protagonista en la construcción del maoísmo en Portugal. En 1983 FMR rompió con la UDP (Unión Democrática Popular), uno de los grupos que formaron parte de la fundación del actual Bloco de Esquerda, por considerar que habían caído en las mismas desviaciones que el PCP.
En su carrera política fundó varios grupos identificados como de extrema izquierda en el país, el último de ellos fue el Política Operária en 1985, donde militó hasta su muerte en 2008.
Su crítica a la estrategia de Frente Popular, escrita en 1985 en el libro Anti-Dimitrov. 1935-1985, meio século de derrotas da revolução [“Anti-Dimitrov. 1935-1985, medio siglo de derrotas de la revolución”], es la expresión teórica de las conclusiones que sacó de su experiencia con el estalinismo y el maoísmo.
El libro afirma que la estrategia de frente popular presentada por Dimitrov, secretario general de la Internacional Comunista entre 1934 y 1943, y aprobada en 1935 en el VII Congreso de la Internacional Comunista (IC), habría puesto a los comunistas en defensa de la democracia burguesa. FMR retoma varios momentos importantes de la historia del movimiento obrero internacional, como la Guerra Civil Española, la Revolución China y la propia Revolución Portuguesa, para demostrar cómo la política de unidad con sectores de la burguesía llevaba a la derrota de los revolucionarios, principalmente porque quitaba el protagonismo político de la clase obrera.
La teoría del frente popular
En su libro Os governos de Frente Popular na História [“Los gobiernos de frente popular en la historia”], publicado en el Brasil por la Editora Sundermann, Nahuel Moreno hace una buena sistematización de las bases materiales y teóricas del surgimiento de la teoría de frente popular y sus variantes. Retoma que es ya con el menchevismo que surge la orientación de que, para acumular fuerzas y vencer, el movimiento obrero debe buscar la unidad con sectores burgueses, y principalmente, demuestra cómo [esta orientación] fue duramente combatida por Lenin y Trotsky.
La esencia de la política menchevique era la búsqueda por formar “un frente común de colaboración política con el enemigo de clase”, que después se concretó en una visión de la revolución por etapas, donde primero es necesario realizar la revolución burguesa y desarrollar el capitalismo para, sólo después, hacer la revolución socialista. En oposición a esta estrategia, y afirmando que la división fundamental de la sociedad rusa era entre la clase burguesa y el proletariado, Lenin y Trotsky, por caminos diferentes, desarrollaron una política cuya estrategia era la conquista del poder por el proletariado. Es con esta visión estratégica que Lenin orienta la línea de ningún apoyo al gobierno de Kerensky, y de que la tarea del partido bolchevique era explicar pacientemente a las masas el carácter burgués de este gobierno.
Sin embargo, fue con Stalin y Dimitrov que esta concepción de los “campos burgueses progresivos” se elevó a nivel de una teoría general, de aplicación permanentemente por los partidos obreros en todos los países y circunstancias, sistematizada en la estrategia del frente popular.
En el contexto de ascenso del fascismo en Europa, después de aplicar una política ultraizquierdista y sectaria en Alemania, negándose a formar un frente único con la socialdemocracia para derrotar el nazismo, se fueron al extremo opuesto, concluyeron que “era necesaria la más sólida unidad de todas las fuerzas ‘democráticas’ y ‘progresistas’, de todos los ‘amigos de la paz’ para la defensa de la Unión Soviética, por un lado, y de la democracia occidental, por otro». [1] Entre las fuerzas llamadas amigas de la paz estaban el gobierno de Blum en Francia, Largo Caballero y Negrín en el Estado español y los imperialismos francés, británico y norteamericano.
Mao-Tse-Tung [Zedong] elevó esta teoría a un principio teórico filosófico con la teoría de las contradicciones. Relativizando la principal contradicción de la sociedad capitalista a depender de los conflictos del momento, Mao construyó una justificación teórico-filosófica para la defensa de la construcción de un campo progresista de la “nación”, dirigido por la burguesía nacional, contra el campo integrado por el imperialismo y por el “pequeño número de traidores” que lo apoya.
Del “socialismo en un solo país” a la búsqueda de campos burgueses progresivos
La teoría de los frentes populares ya tuvo diversas variantes, como en los países semicoloniales, donde los estalinistas buscaban formar “frentes antiimperialistas” con la llamada “burguesía nacional” o “antimonopolista”. La esencia es siempre la misma: la conformación del campo burgués progresista.
Sin embargo, es importante comprender que las bases teóricas de la teoría del frente popular no están en 1935 con Dimitrov/Stalin, como hace pensar el libro de FMR, sino en la teoría que consolidó al estalinismo como fuerza expresiva de la burocratización de la URSS, la teoría del “socialismo en un solo país”, formulada en 1924 en el sexto congreso de la IC por el propio Stalin. Asentada en una contradicción real de la revolución rusa, que era el aislamiento de la URSS tras la derrota de la revolución alemana, la teoría significaba en la práctica el abandono de la estrategia de la revolución internacional y de la clase obrera como dirección revolucionaria en nombre de una futura “acumulación de fuerzas nacional” y allanó el camino para la restauración capitalista.
Como afirma Moreno, la teoría del “socialismo en un solo país” es la teoría de los campos burgueses progresivos en dos niveles, el nacional y el internacional. En el ámbito nacional se expresa en la colaboración con sectores de los campesinos ricos y los hombres de la NEP, sectores explotadores de la ciudad, y en el ámbito internacional es la colaboración con el imperialismo expresada en la coexistencia pacífica. En este sentido, comprender las bases de la Teoría del Frente Popular de Dimitrov implica analizar el proceso de burocratización de la URSS que no se inició en 1935 sino en 1924 y que ya demuestra su estrategia de colaboración de clases con la teoría reaccionaria del “socialismo en un solo país” y con la concepción etapista de la revolución.
Si no es Dimitrov, ¿cuál es la orientación estratégica?
Después del Anti-Dimitrov, FMR acelera un curso de elaboraciones y críticas y acaba por concluir que la URSS nunca fue un Estado Obrero, sino un capitalismo de Estado, fundamentalmente por el hecho de que el proletariado no estaba en el poder. Por otro lado, iguala el trotskismo y el estalinismo, afirmando que ambos serían parte de un proyecto burocrático y de colaboración de clases, toda vez que el trotskismo continuó defendiendo la URSS como Estado Obrero e identificando los partidos estalinistas como parte del movimiento obrero. Desafortunadamente, este artículo no podrá desarrollar esta parte de la polémica con FMR, sin embargo, creemos que es importante mostrar brevemente el camino del trotskismo y el programa que presentó como salida a impasses creados por la degeneración soviética.
El trotskismo se afirma como corriente en la lucha sistemática contra la degeneración de la URSS y sus expresiones teóricas, comenzando por el “socialismo en un solo país”. Los únicos que combatieron la estrategia del Frente Popular en general, en el período de su aprobación en el VII Congreso, y en particular en Francia en los años 1934 y 1935, fueron Trotsky y la Oposición de Izquierda.
Trotsky funda la IV Internacional en 1938, después de muchos años de duro combate contra el estalinismo, lo que llevó a una persecución sistemática del aparato soviético contra la Oposición de Izquierda.
La IV Internacional se funda para reafirmar la estrategia revolucionaria leninista y por ello reivindica los cuatro primeros congresos de la IC como patrimonio político teórico. Sin embargo, frente al proceso de degeneración estalinista, entiende que es necesaria una lectura completa del proceso.
Por eso Trotsky construye un programa que, comprendiendo la degeneración estalinista como fruto de la burocratización y del aislamiento de la revolución y viendo el proceso de revisionismo desde 1924, se sostiene en algunos pilares: la defensa de la revolución permanente, que defiende al proletariado como sujeto de los procesos revolucionarios y afirma la independencia de clase y la estrategia internacionalista de que la revolución se desarrolla en el ámbito nacional e internacional; la necesidad de la defensa de la democracia obrera como método y estrategia; y también la defensa de la propia URSS, que, a pesar de la burocratización, aún expresaba las bases sociales obreras conquistadas por la Revolución de Octubre, y estaba amenazada no sólo por la contrarrevolución imperialista, sino también por la propia contrarrevolución burocrática, y por eso era necesaria una revolución política. En oposición a la colaboración de clases del estalinismo, el trotskismo construyó un programa de independencia de clase e internacionalista.
¿Qué llevó a la construcción de la estrategia de frente popular en el seno del movimiento obrero?
Por eso, creemos que, siendo fundamental la crítica al Frente Popular de Dimitrov, es necesario encontrar su origen, que nace como expresión del proceso que ya estaba contenido en el ascenso del estalinismo y en la teoría del “socialismo en un solo país». El riesgo de separar los dos procesos y de no comprender las bases materiales y políticas de la degeneración soviética puede conducir a dos caminos: tirar el bebé con el agua sucia, como hizo FMR al concluir que la URSS era un capitalismo de Estado, o el de hacer una crítica incompleta al estalinismo y no romper con las bases teóricas que llevaron a una estrategia de colaboración de clases, que es el camino que recorre parte importante de los “exestalinistas”. Y ambos acaban por no presentar una alternativa revolucionaria, bolchevique. FMR, por ejemplo, a pesar de haber fundado varios grupos en Portugal, nunca se dedicó a construir una Internacional.
Las rupturas parciales con el estalinismo terminaron por mantener pilares importantes de su contenido contrarrevolucionario, o de la defensa de la revolución por etapas, de la conciliación de clases o el socialismo en un solo país. Incluso los grupos guerrilleros se radicalizaron hacia la lucha armada, pero en su estrategia construyeron una salida reformista, capitalista. En el Brasil, el propio Caio Prado Júnior, que rompe con la elaboración de que el Brasil tenía una economía feudal, sigue sin ver el país como parte de una totalidad mundial capitalista y defendiendo una revolución por etapas cuando elabora una etapa previa a la revolución socialista con la necesidad de la eliminación de los rasgos coloniales. No comprende que estos rasgos sólo serán eliminados por la revolución socialista. Así, al romper parcialmente con las elaboraciones estalinistas y no ir a los orígenes de la degeneración, acaban por quedar a medio camino y no consiguen retomar o construir un camino realmente revolucionario.
La actualidad de la polémica
Retomamos todas estas polémicas históricas porque creemos que son parte de la respuesta revolucionaria para los desafíos actuales. Vemos un resurgimiento de gobiernos “progresistas” y, frente a estos gobiernos, algunas fuerzas de izquierda acaban por defender la alianza con los “que defienden la democracia” contra las fuerzas reaccionarias. Se trata, sin duda, de una nueva variante de la teoría de los campos burgueses progresivos que lleva al adormecimiento de la clase trabajadora y su sumisión política a sectores de la burguesía.
Frente a esta tendencia, ¿cómo deben afirmarse los revolucionarios?
Aquí queremos ubicar una discusión con el PCB. En primer lugar, a pesar de que algunos sectores del partido afirman públicamente la necesidad de romper con el dimitrovismo, a partir de la crítica (incompleta) de FMR como base, Jones Manoel relativiza el tema, afirma que Dimitrov fue mal interpretado y mal aplicado y que su teoría del Frente Popular no sería un error estratégico, ya que el “Frente Amplio es una táctica como cualquier otra”. Es decir, ni siquiera existe una ruptura total con la teoría del Frente Popular de Dimitrov. Veamos, entonces, cómo se concreta la política actual del PCB frente al gobierno de Lula.
En un artículo publicado en el sitio web del PCB el 8 de marzo, Gabriel Landi, aparentemente polemiza desde la izquierda con la idea de que el Gobierno de Lula estaría en disputa (en lo que estamos de acuerdo). A partir de una lectura cuidadosa del artículo de Landi, no pudimos determinar cuál sería entonces la línea frente a Gobierno de Frente Amplio de Lula. ¿Tenemos que confiar en el gobierno? ¿Disputar a la izquierda? Landi termina por afirmar que “dentro de ciertos límites, todo gobierno capitalista está “en disputa” y que “la disputa por los rumbos de la política burguesa se da mucho más contra el Estado que en su interior”.
En otras palabras, es necesario, por fuera de los aparatos del Estado, presionar la política burguesa para mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora. ¿Entonces, esta debe ser la línea de los revolucionarios frente al gobierno del PT? Evidentemente, no queremos negar aquí la necesidad de luchar por reformas y en defensa de las conquistas democráticas, estas son parte del proceso de la lucha de clases, y principalmente, son parte de la lucha para que el proletariado se afirme como sujeto de la revolución. Sin embargo, el objetivo de esa lucha no es la “disputa de los rumbos de la política burguesa”, sino la movilización independiente de la clase trabajadora y de sus sectores aliados.
Los camaradas del PCB no siguen las lecciones que nos dejó Lenin actuando contra el gobierno de Frente Popular de Kerensky: ningún apoyo al gobierno y explicar pacientemente a las masas su carácter. Reiteran un error similar al de la organización francesa OCI frente al gobierno de frente popular de Mitterrand (1981-1985), ya que no concretan ninguna política en relación con el gobierno Lula, acabando por traducirse en una capitulación en relación con las medidas del gobierno y de las expectativas de las masas con el mismo. No por casualidad, Jones Manoel defendió recientemente en Pernambuco la colaboración con João Paulo del PT “rumbo el socialismo”. Detrás de un ropaje socialista de izquierda, construye una nueva forma de colaboración de clases.
Las propuestas de los revolucionarios deben ir en sentido opuesto. Toda batalla, dentro y fuera del parlamento, debe servir para fortalecer la lucha y la organización independiente de la clase trabajadora contra el capitalismo y por la toma del poder a través de una revolución socialista, todo lo que sirva a la construcción de esta conciencia revolucionaria son tácticas válidas para nuestro movimiento. Todo lo que tienda a crear ilusiones en la “disputa de la política burguesa” o de sus gobiernos capitalistas, acaba por llevar agua al molino de la conciliación de clases y del frente popular. En ese sentido, los revolucionarios deben exponer abiertamente el carácter burgués del gobierno de Lula y explicar pacientemente este carácter a las masas; ese es el desafío que se le plantea a nuestro movimiento en el Brasil.
[1] Trotsky, “El congreso de liquidación de la Comintern”, en Escritos, t. VII, vol. 1, pp. 133 y 135-136.
Artículo republicado en www.pstu.org.br, 31/3/2023.-
Traducción: Natalia Estrada.