Lun Jun 17, 2024
17 junio, 2024

¿Qué son las milicias en Brasil?

La violencia es uno de los temas más sentidos por la clase trabajadora en su vida cotidiana. En Río de Janeiro y en la región metropolitana, los índices de violencia no solo se encuentran entre los más altos del país, sino que asumen características muy particulares.

Por: Emilia Tolosa y Ramiro Antunes

La violencia se expresa de diferentes formas, desde casos de hurto y pequeños robos hasta asesinatos y masacres provocadas por armas de fuego. Datos recientes mostraron que la crisis económica en el Estado de Rio de janeiro y el consecuente aumento exponencial del desempleo y de la miseria provocaron un fuerte aumento de los casos de violencia en el Estado. También existe una reorganización permanente del dominio de partes del territorio de la ciudad debido a disputas entre los agentes y grupos legales, ilegales y semilegales armados que operan en la ciudad y que utilizan la violencia como método para alcanzar sus objetivos económicos y políticos.

Como sabemos, la violencia no resulta solo del accionar de os agentes que operan ilegalmente en el territorio de la ciudad, tradicionalmente retratados en la figura de narcotraficantes, que operan en favelas y comunidades y que ya han sido representados en varias ocasiones en películas, en novelas y en los medios de comunicación en general. También es un actor importante el Estado burgués, que actúa a través de sus fuerzas de seguridad, promoviendo la violencia contra la población. Más recientemente, las milicias se han integrado a las filas de quienes utilizan en su accionar el método de la violencia contra la población. En este texto hablaremos del problema de las milicias en Rio de Janeiro, sus relaciones con estos otros agentes, y desarrollaremos un esbozo de programa para enfrentarlo.

Los nuevos datos sobre el tamaño y la proporción que han ido ganando las milicias en Rio de Janeiro muestran que 57% del territorio de la ciudad estaría controlado por milicias armadas, y que esta región está habitada por alrededor de 3,7 millones de personas. La profunda relación de las milicias con el Estado demuestra la gravedad del problema por un lado y, por otro, la degeneración y barbarie de la democracia en el capitalismo [1] .

Qué son las milicias

En primer lugar, es importante entender que está por detrás del concepto de milicia. Milicia surgió como concepto periodístico, en un reportaje de la Red Globo en 2005, titulado “Milícias de PMs expulsan el tráfico” [2]. Al leer el reportaje, se hace evidente la intención de la periodista de legitimar la acción de estos grupos. Así, la elección del término milicia en lugar de grupo paramilitar o “mineira” (como se designaba popularmente a estos grupos en la Zona Oeste de Rio y particularmente en Rio das Pedras) sería un eufemismo con una finalidad legitimadora. Cabe recordar que, a esa altura, no solo la periodista legitimaba la práctica de estos grupos, sino también varios políticos; desde Eduardo Paes hasta los Bolsonaros, justificaban sus acciones como un “mal menor”. La difusión de este término fue popularizada por los medios de comunicación y establecida a partir de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) de las milicias, dirigida por Marcelo Freixo (PSOL). Hoy, el término forma parte del léxico popular, jurídico, periodístico y académico.

Centralmente, las milicias son una asociación criminal de agentes de seguridad pública con fines de lucro, un negocio capitalista ilegal. A partir de entonces, las variaciones de su composición, negocios a los que se dedican, dominación territorial, son innumerables. Son distintas de algunos escuadrones de exterminio o escuadrones de la muerte como la Scuderie Le Cocq, cuyos fines eran asesinar a personas consideradas peligrosas tanto para el régimen militar (como serían los militantes de izquierda) como sospechosas de crímenes comunes (invariablemente negros y pobres, independientemente de que fueran criminales o no). La milicia también se distingue de otras prácticas ilegales de los agentes de seguridad del Estado, como la extorsión y el llamado “arreglo” (una especie de soborno periódico que los narcotraficantes pagan a los policías), ya que en este caso el dinero obtenido de otros criminales, en especial narcotraficantes, involucra coacción.

La asociación de agentes de seguridad pública es fundamental ya que garantiza paz y tranquilidad para los negocios. Como demostraremos más adelante en este artículo, las áreas dominadas por milicias no son objeto de operaciones policiales y, además, las disputas entre milicias rara vez se dan por enfrentamientos abiertos, y sí por la ejecución de líderes o incluso el desencadenamiento de investigaciones crimainales legales.

Todo lo demás puede variar: el tipo de negocio a que se dedican (cobro de tasas de seguridad, internet, gasolina, furgonetas, narcotráfico, decomisos, compraventas inmobiliarias, etc.), el dominio territorial más o menos rígido, o los vínculos con el Poder Legislativo y con el Ejecutivo.

Las milicias pueden dedicarse a cualquier negocio ilegal, incluido el tráfico de drogas. Entre las ramas de negocio están el cobro de tasas de “seguridad”, la venta de cilindros de gas, agua mineral y canastas básicas de alimentos, el transporte en camionetas (incluso tienen un sistema de transporte por balsas entre los barrios de Rio das Pedras y el metro Jardim Oceânico ), distribución de internet, construcción e invasión de edificios (véase el caso de Muzema, donde se derrumbaron dos edificios irregulares) y explotación de material para la construcción, como la grava. Dada la vasta población que dominan, logran altas tasas de ganancia en estos negocios, más aún porque no pagan impuestos y tasas al Estado, incluso superiores a los del narcotráfico.

Origen y expansión de las milicias en Río

Lo que hoy se llama milicia no tiene un solo origen, sino al menos dos, o tres realidades distintas, a saber: los grupos de exterminio de Rio y de la Baixada Fluminense, la “mineira” de Rio das Pedras, y la Liga da Justiça en Campo Grande, esta últimoa probablemente ya surgió a partir de la influencia de la “mineira” de Rio das Pedras.

La historia de estos grupos y su evolución es extensa y va más allá de las posibilidades de este texto, dada su complejidad y cómo su historia se entremezcla con la historia de Rio de Janeiro, de sus comunidades, y del crimen organizado en lo que hoy es la región metropolitana de Rio.

La primera gran expansión de las milicias, tal como las conocemos hoy, en la ciudad de Rio tuvo lugar en la década de 2000. Para que hubiese un salto inicial, fue fundamental favorecer, muchas veces de manera explícita, a los gobiernos, el Poder Legislativo y las fuerzas de seguridad. efectivo. No fueron solo los miembros de la familia Bolsonaro quienes defendieron la actuación de los milicianos para combatir facciones del narcotráfico en la ciudad. Los gobiernos de Anthony y Rosinha Garotinho favorecieron categóricamente la expansión de las milicias en la Zona Oeste de Rio. El delegado de la policía federal Marcelo Itagiba, por ejemplo, quien era secretario de seguridad pública de Rosinha Garotinho, tenía en la época relaciones muy notorias con la milicia de Rio das Pedras en, a pesar de que nunca fue acusado formalmente. [3]

Pero también la tolerancia de la población fue un factor importante. A principios de la década de 2000, estalló un gran conflicto entre las principales facciones de narcotraficantes en Río de Janeiro, CV, TC y ADA, para asumir el dominio territorial del comercio minorista de drogas en Rio de Janeiro. El resultado fue un aumento significativo de los conflictos armados y el consecuente aumento de la tasa de letalidad [4] . Para aumentar aún más la sensación de inseguridad, hechos mediáticos como la muerte del periodista Tim Lopes, bárbaramente torturado y quemado vivo por Elias Maluco y otros miembros del Comando Vermelho [CV] [5], y una rebelión de prisioneros en Bangu 1 liderada por Marcinho VP, jefe del CV, transmitida en vivo. La rebelión tuvo lugar en setiembre de 2002 [6], tres meses después del asesinato de Tim Lopes; los rebelados destruyeron la prisión de máxima seguridad, ataron a los rehenes a un botellón de gas y amenazaron con hacerlos explotar. Las facciones del narcotráfico se tornaban así en el enemigo público número uno en el imaginario de la población, fuente de toda violencia y barbarie de la sociedad. En este ambiente de terror, la expansión de las milicias aparece como un mal menor, el precio a pagar por la paz en muchas comunidades de la periferia.

El asesinato de periodistas del diario O Dia, en 2008, en la Favela do Batan, Realengo (Zona Oeste de Rio), dominada por las milicias, y la consecuente CPI [investigación parlamentaria] de las milicias, dirigida por Marcelo Freixo, cambia esta realidad, y tanto en los medios como en la opinión pública se consolida la imagen de la milicia como una organización criminal tanto o más violenta que el narcotráfico.

Después de la CPI sobre las milicias, y ya en pleno gobierno de Sérgio Cabral (MDB), aunque este mantuvo la apariencia de que el Estado combatía las milicias, estas siguieron expandiéndose a todo vapor. Dos factores importantes contribuyeron a esta expansión: el proyecto Minha Casa, Minha Vida y las Unidades de Policía Pacificadora (UPP). [7]

El proyecto Minha Casa, Minha Vida desarrolló una gran cantidad de nuevos conjuntos habitacionales, especialmente en la Zona Oeste. Se trataba de urbanizaciones de reciente aparición que aún no eran controladas por ninguna organización criminal tradicional de la ciudad. Con la complacencia y connivencia de los batallones de la PM de la Zona Oeste, las milicias asumieron el control de estos conjuntos habitacionales, imponiendo tasas de seguridad, gatonet, venta de gas, y un largo etcétera.

Las UPP asestaron un profundo golpe a las facciones de narcotraficantes, especialmente al Comando Vermelho. Casi todas las favelas ocupadas por las unidades pacificadoras eran dominadas por narcotraficantes vinculados al Comando Vermelho, con excepción de Favela do Batan, reducto de la milicia. Como era de esperarse, las UPP no acabaron con el narcotráfico en Rio, solo cambiaron la correlación de fuerzas entre las facciones que se disputaban el comercio minorista. Con el Comando Vermelho debilitado, y sin ninguna fuerza restrictiva que frenase su expansión, las milicias aumentaron exponencialmente su territorio [8]. Actualmente, no solo tienen el control de las comunidades, sino de barrios enteros, como Campo Grande y Santa Cruz; alrededor de 2,2 millones de personas viven en áreas controladas por milicias en Rio de Janeiro, la mayoría de la población que vive en comunidades está bajo el dominio de la milicia (60%). Esto sin contar las comunidades en que el TCP y las milicias están asociados.

En el territorio de la milicia, el Estado baja sus armas

Una de las regiones con menor número de muertes violentas y muertes por intervención del Estado, es decir, por agentes de seguridad del Estado, es Santa Cruz en la Zona Oeste. Según un informe de la UOL, en agosto de 2019, las áreas de las milicias fueron escenario de solo 88 intercambios de disparos con las fuerzas de seguridad entre 2016 y 2019, lo que representa 2,97 % del total de tiroteos. Por otro lado, se produjeron 2.333 tiroteos en las favelas dominadas por las tres principales facciones de narcotraficantes del Estado, lo que equivale a 78,8 % de todos los tiroteos que involucran a agentes de seguridad [9] . Otra noticia de UOL de la misma época demostraba la misma tendencia, de los 881 asesinados por la policía en los primeros seis meses de 2019, ninguno había sido en áreas de milicia. [10]

La comunidad de Rio das Pedras, por ejemplo, controlada por milicias desde hace al menos dos décadas, registró solo un tiroteo con presencia policial desde julio de 2016. En Gardênia Azul, otra comunidad de Jacarepaguá, dominada por paramilitares, también hubo solo un tiroteo. Hay muchos otros ejemplos como estos.

Santa Cruz fue durante mucho tiempo reducto de la facción Comando Vermelho (CV). En 2018, la última comunidad de este barrio fue tomada por un grupo miliciano. Desde mediados de 2016 hasta la conquista definitiva de los milicianos, Santa Cruz tuvo 37 enfrentamientos con policías. De estos, 29 ocurrieron en comunidades controladas por el tráfico y solo cuatro en territorios de milicianos. Después de octubre de 2018, solo se registraron dos enfrentamientos con policías. [11]

Otros ejemplos de esta disparidad abundan y llevan a las mismas conclusiones, el número de homicidios aumenta cuando hay disputas territoriales entre facciones, en este caso entre la milicia y el narcotráfico. Por otro lado, cuando hay disputas entre facciones, también aumentan los operativos policiales con el objetivo de debilitar a la facción narcotraficante que domina el territorio. Cuando la milicia logra expulsar a los narcotraficantes, todos los índices de letalidad disminuyen, así como el número de otros delitos (robo de autos, robo callejero, robo de carga). Aunque estos no dejan de ocurrir, ya que la milicia pasa a controlar todas las actividades ilegales, incluido el robo de carga y tráfico.

Nada de esto sería posible sin la connivencia de los batallones de la PM de los territorios adyacentes ocupados por milicias.

Otro aspecto de las actividades de las milicias es la desaparición de personas que residen en sus territorios. Las dos comisarías con mayor número de desaparecidos están en áreas de milicia: Taquara y Campo Grande. Se estima que la milicia es responsable por la desaparición de una persona cada dos días en la región metropolitana [12] . La milicia controla los territorios imponiendo el miedo, amenazando la vida y la integridad física. Rara vez se registran los homicidios porque la denuncia acaba siendo hecha a quien cometió el crimen o tiene relaciones con quien lo practicó.

El narcotráfico y la milicia

El mito de que las milicias actuaban para expulsar el tráfico de las comunidades siempre ha tenido poco de verdad, pues ya se ha demostrado que la mayoría de las comunidades ocupadas por milicias no estaban dominadas por ninguna facción [13 ] . En otras ocasiones, las milicias “tajaban la boca” tal como otros comercios.

Si por un lado la lucratividad del tráfico de drogas atrajo a los milicianos, por otro lado, la ausencia de enfrentamientos con el Estado, e incluso la protección de las fuerzas de seguridad pública contra la invasión de facciones rivales tornaron las áreas dominadas por milicias el territorio ideal para el narcotráfico.

Esta “paz” en los territorios dominados por las milicias garantiza su lucratividad. Para tener una idea de cuánto significan los gastos con la defensa armada de un territorio controlado por el narcotráfico, dejo el siguiente testimonio, presente en el libro República das milícias de Bruno Paes Manso: “El traficante paga 8.000 reales por kilo de crack al por mayor para ganar 3.000 por kilo al por menor. En el caso de un polvo bueno, este cuesta de 14.000 a 15.000 reales, para tener 6.000 de ganancia en venta minorista. Para tener 60.000 de ganancia hay que vender por lo menos diez kilos”. En la estructura de dos centenas de empleados que él comandaba, aseguraba haber ganado alrededor de 400.000 a 500.000 reales mensuales, con una ganancia bruta de 150.000 a 200.000 reales. Estos ingresos, sin embargo, eran utilizados para controlar las externalidades del comercio, que generaban gastos enormes. “Municiones, armas, arreglos para policías, gastos con soldados, todo eso es parte. En la favela que está en guerra, el negocio no sale adelante porque los costos son muy altos. Queda poco dinero para invertir. Hice dinero para mucha gente, incluida la policía.

Pero no me puedo quejar porque estos arreglos me mantuvieron vivo. Solo que nadie se enriquece con el comercio minorista de drogas”. [14]

Además de no gastar dinero en enfrentamientos armados, las armas también son de más fácil acceso, una buena parte de ellas desviadas de las instalaciones de seguridad pública. El negocio perfecto.

La asociación de las milicias con el narcotráfico ha ganado protagonismo en los medios de comunicación en los últimos años, acuñando otro término periodístico, las “narcomilicias”. Sin embargo, esta asociación no es tan nueva. Fernandinho Guarabu era un nombre muy conocido en el mundo del narcotráfico en Rio, el jefe de Dendê, fue el “dueño” del morro más longevo de Rio de Janeiro de 2004 a 2019, cuando fue asesinado en una operación con cerca de 100 hombres. En ese operativo también fue asesinado su número 2, Batoré, expolicía militar del 17° Batallón. En un reportaje de la UOL sobre Guarabu, se dice lo siguiente: “Guarabu y la cuadrilla todavía manejaban un esquema de venta de cilindros de gas, instalación de televisión por cable pirateada y exploración de transporte alternativo en la región” [15]. Pero este no fue el único cargo de Batoré en el mundo del crimen, también estuvo en el alto mando de la Oficina del Crimen [16], un grupo miliciano comandado por Adriano da Nóbrega, quien a su vez fue asesinado en febrero de 2020 en un operativo policial con todos los colores de quema de archivo…

La mayoría de las veces, las milicias tercerizaban el tráfico de drogas, “alquilaban la boca” [lugar de venta], como dijimos. Con la expansión de las milicias y su necesidad de aumentar sus tasas de ganancia, se produjo un aumento progresivo del peso del narcotráfico en las actividades de las milicias, dando lugar a lo que ahora se denomina “narcomilicias”. En este caso, en lugar de alquilar la “boca de fumo”, la milicia asume directamente el control del tráfico en una determinada región. Se estima que las narcomilicias operan en alrededor de 180 comunidades de Rio y continúan expandiéndose. [17]

Notas:

[1] https://brasil.elpais.com/brasil/2020-10-19/milicias-ja-dominam-um-quarto-dos-bairros-do-rio-de-janeiro-com-quase-60-do-territorio-da-cidade.html#:~:text=As%20mil%C3%ADcias%20cariocas%20j%C3%A1%20controlam,15%2C4%25%20do%20territ%C3%B3rio.

[2] https://oglobo.globo.com/rio/milicias-de-pms-expulsam-trafico-4560083

[3] https://static.congressoemfoco.uol.com.br/2018/12/relatorio_milicia.pdf

[4]  https://www1.folha.uol.com.br/fsp/cotidian/ff0203200015.htm

[5] https://extra.globo.com/casos-de-policia/relembre-morte-de-tim-lopes-torturado-executado-por-traficantes-da-vila-cruzeiro-24654674.html

[6] https://brasil.estadao.com.br/noticias/geral,traficante-marcinho-vp-teria-chefiado-rebeliao-em-bangu-1,20020918p19887

[7] https://theintercept.com/2018/04/05/milicia-controle-rio-de-janeiro/

[8] http://of.org.br/wp-content/uploads/2018/03/Relat%C3%B3rio-Sobre-Seguran%C3%A7a-P%C3%BAblica-e-Dilemas-da-UPP.pdf

[9]https://noticias.uol.com.br/reportagens-especiais/com-milicia-em-expansao-confrontos-policiais-no-rio-miram-trafico-e-somam-so-3-em-areas-de-milicianos/

[10] https://noticias.uol.com.br/cotidiano/ultimas-noticias/2019/08/20/policias-mataram-881-pessoas-em-6-meses-no-rj-nenhuma-em-area-de-milicia.htm

[11] https://noticias.uol.com.br/reportagens-especiais/com-milicia-em-expansao-confrontos-policiais-no-rio-miram-trafico-e-somam-so-3-em-areas-de-milicianos/

[12] https://oglobo.globo.com/rio/milicias-desaparecem-com-uma-pessoa-cada-dois-dias-no-rio-23919741

[13] https://static.congressoemfoco.uol.com.br/2018/12/relatorio_milicia.pdf

[14] A república das Milicias, Bruno Paes Manso p. 63.

[15] https://www.bol.uol.com.br/noticias/2019/06/28/rj-mata-traficante-que-ficou-mais-tempo-no-cargo-sem-ser-preso-16-anos.htm

[16] https://www.metropoles.com/brasil/ex-pm-morto-na-bahia-deixa-18-homicidios-nao-esclarecidos

[17] https://oglobo.globo.com/rio/narcomilicias-traficantes-milicianos-se-unem-em-180-areas-do-rio-segundo-investigacao-24007664

Artículo publicado en www.pstu.org.br, 14/3/2023.-

Traducción: Natalia Estrada.

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