¿Qué pasa en el MAS de Bolivia?
Los enfrentamientos entre Evo Morales y Luis Arce, el presidente boliviano, están teniendo gran repercusión en la izquierda boliviana e internacional. Luis Arce fue por varios años ministro de economía de Evo Morales y el candidato del MAS que se impuso en las elecciones presidenciales de 2020, después de que las masas derrotaron el golpe de 2019 e impidieron la consolidación del reaccionario gobierno de Jeanine Añez y la posibilidad de un gobierno de extrema derecha.
Por Alicia Sagra
El enfrentamiento es duro y ha dividido a organizaciones sociales que los tenían como referentes. El Congreso del MAS realizado el 3 y 4 de octubre reciente, dirigido por Evo, expulsó a al presidente Arce, al vicepresidente David Choquehuanca y cerca de 20 dirigentes entre diputados y figuras públicas. De contrapartida, Luis Arce y Choquehuanca, han desconocido ese congreso y llamaron a un Cabildo Abierto con el apoyo de la dirección de la COB, de sindicatos mineros y del Pacto Unidad[1] para el 17 de octubre en la ciudad de El Alto.
¿Qué es lo que está por detrás de este enfrentamiento, que se da en medio del descenso de la popularidad de los dos dirigentes[2] y en momentos de caída de la economía como consecuencia de la baja en el precio y en la venta del gas?
Según los diferentes analistas, tanto de los principales medios burgueses, como de los alternativos, tanto de derecha como de izquierda, lo que estaría por detrás es la disputa electoral. Los dos quieren ser el candidato a presidente en las próximas elecciones.
A pesar de su discurso alternativo, el MAS muestra que no tiene gran diferencia con los partidos tradicionales. La disputa por el poder, obviamente íntimamente ligada a intereses económicos, es lo que centralmente mueve a sus principales figuras.
¿Qué pasó con el Estado Plurinacional y el Proceso de Cambio?
El Gobierno del MAS no se explica sin la revolución obrera, indígena y popular de 2003 y 2005 que derrocó tres gobiernos burgueses Goni, Mesa y Vaca Diez.
El desvío de ese proceso fue electoral hacia el MAS y luego por la vía de la Asamblea Constituyente que desde el inicio fue pactado con la burguesía.
La otra forma de contener el ascenso fue con dos reformas: reformas políticas – democráticas: Estado Plurinacional y reformas económicas: nacionalizaciones a medias para incremento de las rentas del gas e hidrocarburo (bonanza económica).
El Estado Plurinacional se contuvo dentro lo simbólico y su mayor expresión material es la ampliación de la representación indígena campesina, obrera y popular en el Estado, diputados, funcionarios públicos y gobiernos locales. Muchos de los cargos son definidos por el partido, pero al mismo tiempo por las organizaciones sindicales e indígenas que están dentro del MAS. Hay cuotas de cargos según sindicatos y organizaciones.
El presidente “indígena” con su poncho y su vestimenta tradicional, ministros y ministras que hablaban en aymara, la educación bilingüe, la wipala como símbolo nacional …, todo eso fueron conquistas democráticas que tenían un simbolismo muy importante para pueblos que vivieron sufriendo la opresión, la discriminación, durante siglos, que hasta antes de la revolución de 1952 no podían entrar al centro de las ciudades y tenían prohibido alfabetizarse.
Qué límites tenían esas conquistas, que hicieron que gran parte de la izquierda mundial se encandilara con Evo y que, olvidando las lecciones de la historia, creyeran que se podía resolver el problema de los campesinos pobres, de los indígenas, de los obreros, sin romper con la burguesía y sus instituciones, el parlamento, la justicia, el ejército.
El antropólogo Pablo Regalsky[3], en un trabajo de 2013, confirma nuestra visión de porque Evo llega al gobierno: “El actual Gobierno encabezado por un dirigente campesino indígena, algo inverosímil en la historia latinoamericana, no hubiera podido acceder a la Administración del Estado y mantenerse allí, sino es por la fuerza de los procesos desencadenados a partir de la profunda crisis de Estado producida en 2003. Habiendo surgido de la crisis de Estado de 2003, logra remontarla pacificando el país en gran medida entre 2006 y 2009. El Gobierno de Evo Morales asume para ello el carácter de árbitro entre los sectores radicalizados del espectro étnico, económico y social del país”[4]
Es decir, la racista burguesía boliviana, para desviar el profundo proceso revolucionario que tuvo sus dos grandes expresiones en 2003 y 2005, acepta un presidente indígena que tome medidas “progresivas” como las mencionadas anteriormente. Para eso recurre a Evo Morales, dirigente cocalero[5] que había ganado gran prestigio por haber encabezado los enfrentamientos de los campesinos productores de coca con la DEA[6].
Trotsky explicaba, que gobiernos que no rompen con la burguesía, pueden tomar medidas “progresivas”, pero las ponía entre comillas y decía que no se las puede apoyar (aunque sí defender cuando son atacadas por la reacción), porque esas medidas hacen parte de un plan contrarrevolucionario. ¿Cuál era el plan contrarrevolucionario de Evo? El que planea Regalsky, pacificar el país, es decir desviar la revolución.
Se podría pensar que Evo comenzó a actuar con su plan mucho tiempo después. Pero no fue así. En el trabajo ya citado, Regalsky explica cómo se dio ese proceso:
“A raíz de los movimientos de octubre de 2003 los movimientos indígenas, campesinos e incluso afrobolivianos lograron integrarse en lo que ellos mismos denominaron el Pacto de Unidad de las organizaciones indígenas, originarias, campesinas y afrobolivianas.
El Pacto, formado en 2004, tuvo un rol esencial para la organización de la Asamblea Constituyente en 2006. El Pacto formuló un proyecto de ley de convocatoria de la Asamblea en el cual se establecía que la misma tenía carácter fundacional, era soberana y originaria. Es decir, que todos los poderes del Estado quedarían subordinados a la Asamblea. Además, el proyecto de ley establecía que, junto a la representación de los ciudadanos por voto directo y secreto, el 30% de los asambleístas serían elegidos por usos y costumbres directamente de los pueblos originarios.
Ese proyecto fue desechado por el Movimiento al Socialismo (MAS) que elaboró un proyecto completamente diferente y lo acordó en forma secreta con los representantes de los partidos políticos de la derecha en el Parlamento.
El Pacto de Unidad elaboró durante el año 2005 y parte del 2006 el anteproyecto de una
nueva Constitución que estuvo en el centro del debate en la Asamblea. De ese proyecto solo
sale una versión modificada y desteñida en 2008, y posteriormente otra aún más distorsionada en las negociaciones con la “derecha” y que es la actual en vigencia.
Los ejes del proyecto del Pacto son la libre determinación de los pueblos, la devolución de soberanía a los pueblos, el reconocimiento de la preexistencia de los pueblos indígenas, el establecimiento de las autonomías indígenas en pie de igualdad con otras formas de autonomía como la reclamada por los departamentos. Todo ello en base al reconocimiento de un pluralismo jurídico radical, con jurisdicciones indígenas independientes de la justicia civil y penal. Estas serían las bases para el establecimiento de un Estado refundado con participación o consolidación[7] de todas las naciones existentes, es decir, un Estado plurinacional.”
Ese estado plurinacional que reclamaban los pueblos originarios nunca existió. Lo que existió fueron algunas cuestiones formales, simbólicamente significativas, pero que de ninguna manera cambiaron el carácter del estado burgués, semicolonial, boliviano. Y esa caricatura de estado plurinacional se la siguió utilizando para desviar las luchas, y jugó un papel importante en el programa de alianza de clases del MAS. El resultado fue, no sólo que no resolvió los problemas de la clase obrera, sino que tampoco lo hizo con el movimiento indígena que lo veía como su gobierno y así se llega a la paradoja de la que habla Regalsky:
“La perspectiva desde la cual los indígenas reclamaron una Asamblea Constituyente
Soberana y Fundacional no solo busca el reconocimiento de las naciones y pueblos indígenas como preexistentes a la colonia y a la república de Bolivia. Su perspectiva colectiva apunta a la recuperación de soberanía. Vistas con la perspectiva de los 40 años durante los que he tenido la fortuna de asistir al proceso, las etapas atravesadas por los movimientos indígenas desde los años setenta describen una curva de crecimiento y maduración política extraordinaria de los varios pueblos unidos en su diversidad en una lucha común.
Hoy, contrariamente a las apariencias, ese proceso de maduración se ha visto desfigurado
y parece haberse detenido momentáneamente en la confusión. Los territorios reconocidos
como indígenas están siendo continuamente invadidos por terratenientes y cocaleros,
bajo cobertura de dirigencias cooptadas por el mismo Gobierno “indígena” de Evo Morales,
por lo que son subordinadas así a un Estado aún neocolonial. La denominación que ha asumido el Estado boliviano como plurinacional se ha tornado en una ironía y una paradoja que no es fácil explicar.” [8]
La situación actual
Evo fue derrocado por un golpe del ejército con el apoyo de la ultra reaccionaria burguesía del Oriente boliviano. Pero su prestigio venía cayendo desde hacía un tiempo.
A pesar de que tenía a su favor una buena situación económica por los altos precios del gas, tuvo que enfrentar fuertes reclamos salariales de diferentes sectores y el descontento de los pueblos originarios que veían sus tierras invadidas por los plantadores de coca, apoyados por su gobierno.
Sectores de la clase obrera (fábrica de las ciudades) se fueron alejando porque el gobierno reprimió e impidió la reforma de la Ley de Pensiones (estuvo contra de la jubilación con 100% del salario) y no actuó contra los despidos de las patronales.
Perdió el apoyo de las clases medias urbanas y de una parte de sectores indígenas, después de la represión marcha indígenas en el conflicto del TIPNIS. Hecho que enfrió el idilio que tenía con gran parte de la izquierda a nivel latinoamericana.
La defensa del Territorio Indígena del Parque Isiboro Sécure (TIPNIS) venía desde varios años atrás. Pero esa reivindicación tomó más fuerza ante el proyecto del gobierno de construir una mega carretera que dividiría en dos al territorio, provocando grandes daños ambientales.
La marcha, que había comenzado el 15 de agosto de 2011 y en la que participaban unos 1.500 indígenas, con mujeres, niños ancianos, fue disuelta violentamente, el 25 de setiembre, cerca del pueblo de Yucumo, a más de 300 kilómetros de La Paz.
Esa represión provocó una ola de protestas en todo el país. Sindicatos, asociaciones indígenas, partidos de oposición y grupos ecologistas y de defensa de los derechos humanos organizaron vigilias, huelgas de hambre y bloqueos para respaldar a los indígenas. La COB decretó un paro nacional[9], hubo paros departamentales y grandes movilizaciones contra el gobierno.
Después se sumó el cuestionamiento a Evo de no cumplir con la Constitución al querer presentarse para un cuarto mandato
Todo eso contribuyó al desgaste de Evo y del MAS. Pero ese desgaste no fue absoluto y el movimiento de masas enfrentó y derrotó el golpe reaccionario.
Hoy, pesar de la baja en la popularidad, el MAS sigue siendo el referente más importante de los sectores campesinos, obreros y populares, no se ve un vuelco hacia la derecha, que en este momento está derrotada, aunque una división del MAS la puede ayudar a recomponerse.
Precisamente, la pelea entre Evo y Arce es tan fuerte porque, por los datos actuales, el candidato del MAS es el que se impondría en la próxima elección presidencial, y los dos quieren ser ese candidato.
El enfrentamiento entre ellos, no se debe a diferencias políticas. Aunque Evo intenta aparecer un poco más a la izquierda, como en el caso del actual enfrentamiento Israel-Palestina, los dos defienden el mismo programa de alianza de clases, de continuidad del sistema capitalista.
Su preocupación no es cómo mejor resolver la situación de los sectores que dicen defender. Lo que los enfrentan son sus apetencias electorales. Eso es lo único que los motiva.
El caso del MAS no es original
El caso del gobierno del MAS, y en especial de Evo, tiene la particularidad de que es la expresión distorsionada de un profundo proceso revolucionario que unificó en la lucha a diferentes sectores explotados y oprimidos, en donde tuvieron un peso muy grande los campesinos pobres que, en general, hacen parte de los pueblos originarios.
Pero no es un fenómeno nuevo, hace parte de los llamados “gobiernos progresistas”[10], que plantean la alianza de clases, a los que la burguesía recurre para desviar procesos revolucionarios o, en forma preventiva, para evitarlos.
Uno de los que alcanzó mayor desarrollo fue el gobierno de Allende en Chile (1970-1973), que tuvo un gran apoyo de la clase obrera, a la que desarmó llamando a confiar en las Fuerzas Armadas “democráticas”, abriendo así las puertas al sangriento golpe de Pinochet. Características similares son las de los gobiernos de Correa en Ecuador, de Chávez en Venezuela, los Kirchner en Argentina, de Petro en Colombia, Lula y Dilma en Brasil.
Todos ellos tienen el mismo objetivo, confundir a la clase obrera y los sectores oprimidos, haciéndoles creer que ese es su gobierno al que deben apoyar. Todos ellos al provocar la desmoralización de los trabajadores que confiaron en ellos, terminan dando paso a proyectos de la burguesía más reaccionaria.
Hubo una sola experiencia con gobiernos de esas características que terminó a favor de los trabajadores. Fue el de la revolución rusa de 1917. Allí como producto de la revolución que derribó al Zar, surgió un gobierno de ese tipo, del que participaban, junto a dirigentes de la burguesía, los principales partidos de izquierda con gran peso en la clase obrera y en los campesinos[11]. Pero, a diferencia de los casos mencionados, allí existió un partido obrero, revolucionario, internacionalista, el partido bolchevique, que no participaba del gobierno, sino que orientó las luchas obreras contra él. Ese gobierno fue destruido y reemplazado por el gobierno de los soviets (consejos de obreros, soldados y campesinos), con sus miembros revocables en cualquier momento, que concentraba los tres poderes del Estado.
Aunque esa gran experiencia fue deturpada por la contrarrevolución estalinista,
hasta hoy, no se ha encontrado un camino mejor que el aplicado por los bolcheviques. Se hace necesario poner todos los esfuerzos en construir un partido de esas características, para que nuevas experiencias revolucionarias no terminen en nuevas frustraciones.
[1] Pacto firmado en 2004 entre movimientos indígenas, campesinos y afrobolivianos.
[2] Hay un descenso de la popularidad, pero… no es absoluto. De momento el MAS es el único partido con posibilidades de ganar las elecciones si se presenta unificado, la derecha esta derrotada y atomizada, por eso también se disputan porque pueden ganar si logran ser el candidato único del MAS
[3] Antropólogo, fundador y director de CENDA (Centro de Comunicación y Desarrollo Andino Cochabamba), investigador asociado en el Centro de Estudios Superiores Universitarios
de la Universidad Mayor de San Simón (CESUUMSS) Autor de Etnicidad y clase. El Estado boliviano y las estrategias andinas de manejo de su espacio, La Paz, CEIDIS/CESU-UMSS/CENDA y Plural editores, 2003. Asesor del Pacto de Unidad en la Asamblea Constituyente 2006/7.
[4] Pablo Regalsky, Del estado nación al estado plurinacional.
[5] Dueño de plantaciones de coca en Cochabamba, Bolivia
[6] En la década del 90 del siglo pasado, la DEA actuaba en Bolivia como si fuese el patio trasero de EE.UU. Los campesinos cocaleros defendían su derecho a producir lo que les diera más ganancia, mientras que la DEA (una de las fuerzas de represión más corruptas) los enfrentaba violentamente como parte de su política de controlar todo lo que estuviera alguna relación con el narcotráfico, de donde extraían sus grandes beneficios.
[7] Término que se emplea para definir sistemas políticos que se caracterizan por la coexistencia de diferentes comunidades culturales
[8] Pablo Regalsky, trabajo citado
[9] Aunque eso no significó que rompiese. Rápidamente volvió a dar todo el apoyo al gobierno de Evo y ahora al de Arce.
[10] En algunos de esos gobiernos participan dirigentes obreros, indígenas, organizaciones obreras y populares. En otros no, pero tienen el apoyo de esos sectores y todos dicen enfrentar a la derecha y al neoliberalismo.
[11] Mencheviques y Socialismo Revolucionario.