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Brasil

¿Qué anunció realmente Haddad en la televisión?

diciembre 4, 2024

El gobierno de Lula encuadra el ajuste del salario mínimo en las reglas del marco fiscal, limitando su reajuste.

Por Diego Cruz

El Ministro de Hacienda, Fernando Haddad, hizo una declaración en la radio y la televisión nacional la tarde del miércoles 27 de noviembre para anunciar un conjunto de medidas de ajuste fiscal. Se trata de un paquete para lograr el tan deseado “superávit primario” (ingresos menos gastos, excluidos los gastos con la deuda) y mantener el marco fiscal, el nuevo techo de gastos que reemplazó al de Temer.

Para dar a conocer este conjunto de medidas que afectan plenamente los salarios y los derechos de la clase trabajadora, manteniendo intacto el piso de arriba, el gobierno de Lula llenó el paquete con adornos navideños. Pero eso no cambia su esencia: lo que parece un regalo de fin de año es, en realidad, un ataque brutal a los salarios y los derechos para garantizar el marco, o, en otras palabras, el pago de intereses a los banqueros a través de la deuda pública, de los subsidios multimillonarios a las grandes empresas y el agronegocio.

Salario mínimo

La principal medida anunciada por Haddad es la alteración en las reglas de reajuste del salario mínimo. Según Haddad, “el salario mínimo seguirá aumentando por encima de la inflación, dentro de las reglas fiscales”. ¿Qué quiere decir esto? Hoy, el reajuste se produce según la antigua regla de los anteriores gobiernos del PT: la variación del PBI de dos años anteriores, más la corrección de la inflación. Colocar el salario mínimo “dentro de las reglas fiscales” significa que el aumento del salario mínimo no podrá exceder los 2,5% establecido por el marco para los gastos del Presupuesto.

Después de imponer un techo general sobre los gastos públicos, el gobierno Lula impone un techo sobre el salario mínimo, lo que frenará su reajuste (ya anémico) en los próximos años. Es decir, si ya era un salario mínimo de hambre, con un reajuste insuficiente incluso para alcanzar lo establecido por la Constitución (calculado en R$ 6.294,71 por el Dieese), ahora empeorará aún más.

En los últimos meses se ha dicho mucho, e incluso se ha testeado, a través de la prensa, sobre una propuesta con la que soñaba el ministro bolsonarista, Paulo Guedes: desindexar todos los beneficios del salario mínimo, incluidas las pensiones. Evidentemente, esta medida generó un gran desgaste. En cambio, Haddad y el gobierno Lula mantuvieron la indexación (por hora), pero decidieron bajar el reajuste salarial en general.

Esta nueva política afectará a las jubilaciones, las pensiones, las prestaciones como el propio BPC (Beneficio de Pretación Continuada, que se paga a personas mayores necesitadas y personas con deficiencia), además del seguro de desempleo y el bono salarial. Es decir, todo lo vinculado al salario mínimo. Afecta, indirectamente, a los trabajadores que están en informalidad, la mayoría de la clase, ya que se bajan los salarios en general.

Ataques a los derechos

Además de cambiar la regla del salario mínimo, Haddad anunció la restricción del derecho a la bonificación salarial, que actualmente se paga a quienes reciben hasta dos salarios mínimos (2.824 reales), una especie de decimocuarto salario. Según la nueva regla, este índice sólo se reajustará por la inflación en el próximo período y se detendrá cuando alcance un salario mínimo y medio. Un ataque precisamente a los trabajadores más pobres.

Además, continuarán los recortes disfrazados de “correcciones”, como el reciente recorte de 6.000 millones de reales del BPC, que perjudicó precisamente a la población más vulnerable. Además de criterios más “rígidos” para imponer una restricción aún mayor en la concesión de derechos como la propia Bolsa Família.

Los multimillonarios son los verdaderos exentos

El gobierno Lula transformó el anuncio del paquete de ataques y ajuste fiscal en lo que sería el cumplimiento de su promesa de campaña: la exención del Impuesto a la Renta para quienes reciben hasta R$ 5.000. Esto se compensaría aumentando el impuesto para quienes ganan más de R$ 50.000 al mes. Esto, en principio, eliminaría la brecha en la tabla del IR para esta primera franja de ingresos.

Si esta medida, por un lado, grava a quienes ganan más, por otro, mantiene exenta a la verdadera cima de la pirámide social. Los verdaderos capitalistas seguirán beneficiándose de las exenciones fiscales de 546.000 millones de reales que el propio Ministerio de Hacienda anunció recientemente. Los dividendos de miles de millones de dólares pagados a los accionistas de empresas como la Petrobras o la Vale también seguirán exentos, yendo directamente a las arcas de megafondos financieros y de banqueros internacionales.

Parte de las medidas para garantizar la aceptación del paquete incluye también tímidos cambios en las pensiones militares y la reducción de los “súper salarios” en el sector público, sin especificar qué se hará realmente.

Sacando con una mano y tomando dos veces más con la otra

La exención del Impuesto a la Renta debería beneficiar a 36 millones de trabajadores formales, según un relevamiento de la Unafisco. Por otro lado, los más de 37 millones de jubilados y pensionados sufrirán con el reajuste menor del salario mínimo. Además de las más de 20 millones de familias que sobreviven con la Bolsa Família. Y los 4,7 millones de personas mayores y personas con deficiencia que dependen de BPC.

De hecho, la reducción del reajuste del salario mínimo afecta a la población y a toda la clase trabajadora, formal o informal, se beneficie o no de algún programa social, en general. Desde el trabajador formalizado que gana 2 salarios mínimos, hasta la anciana carenciada que depende de un beneficio como el BPC. O el trabajador informal que vive de trabajos ocasionales, ya que se reducirá toda la base salarial.

No se detendrá ahí

El gobierno Lula espera “economizar”, según Haddad, 70.000 millones de reales este año y el próximo, para alcanzar un déficit cero. A modo de comparación, sólo en intereses de la deuda a los banqueros, el país pagó 649.000 millones de reales el año pasado. Por no hablar del infame Plan Safra, que garantizó una cantidad sin precedentes de 400.000 millones de reales al gran agronegocio que incendió el país este año, que destruye el medio ambiente, que persigue a los indígenas y, eso sí, prácticamente no paga impuestos. En su declaración, Haddad tampoco especificó de dónde procederán esos 70.000 millones de reales, lo que deberá ser detallado en los próximos días.

Cuando el gobierno Lula aprobó el marco fiscal, en 2023, ya era evidente que ese nuevo techo era incompatible no sólo con el reajuste del salario mínimo, sino también con otros beneficios sociales. E, incluso, con los mínimos constitucionales para Salud y Educación, actualmente fijados en 15% y 18%, respectivamente. Por eso, los ataques no se detendrán aquí. Ya hay una campaña en curso, y negociaciones de corredor en el Congreso Nacional, para derribar estos pisos y mantener el marco. La tramitación de estas medidas en el Congreso Nacional podría empeorar aún más esas medidas, pues ya existe una “propuesta paralela” de la derecha que recrudece estos ataques.

El ataque al salario mínimo y a los derechos sociales anunciado por Haddad, en cualquier caso, es otro ajuste brutal sobre las espaldas de la clase trabajadora y del pueblo pobre, a favor de una política económica que sólo beneficia a los multimillonarios, el agronegocio, las grandes empresas, el rentismo, y a los banqueros. La ampliación de la exención del Impuesto de Renta, una lucha muy importante llevada a cabo durante décadas, está siendo utilizada para imponer una política neoliberal y de austeridad. 

A lo largo del día, el mercado actuó como se esperaba: especulando con el dólar, sabiendo que no se avecinaba nada realmente amenazador. En su discurso, Haddad afirmó que “el Brasil de hoy ya no es el Brasil que cerraba los ojos ante las desigualdades y las dificultades de nuestro pueblo. El que gana más debe contribuir más”. Los de arriba, los verdaderos capitalistas, los multimillonarios que controlan más de 70% de la economía, sin embargo, no “contribuirán más”. La desigualdad continuará y los trabajadores y el pueblo pobre serán, una vez más, quienes pagarán la cuenta.

Artículo publicado en www.opiniaosocialista.com.br, 27/11/2024.

Traducción: Natalia Estrada.

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