Vie Jul 26, 2024
26 julio, 2024

Polo Socialista Revolucionario: balance y perspectivas

Estamos llegando al final de 2022, y es momento de discutir los resultados y perspectivas del Polo Socialista Revolucionario.

Por: Eduardo Almeida

En 2021 lanzamos el Polo, basado en un Manifiesto en defensa de una alternativa socialista y revolucionaria para nuestro país. Durante este período, debatimos diferentes propuestas programáticas en torno a la estrategia de la revolución socialista.

El Polo se expresó como un frente electoral alternativo en 2022 contra el bolsonarismo de ultraderecha y contra la alianza Lula-Alckmin. Estamos orgullosos de haber enfrentado una brutal polarización electoral manteniendo en alto las banderas socialistas y de independencia de clase, cuando la mayoría absoluta de las corrientes de izquierda capitularon a la conciliación de clases de la fórmula del PT.

Las elecciones estuvieron fuertemente polarizadas, con Lula y Bolsonaro obteniendo 91,6% de los votos. Esto afectó a los partidos burgueses, impidiendo el surgimiento de una tercera vía. Ciro Gomes obtuvo solo 3% de los votos. La polarización también afectó fuertemente a las corrientes de izquierda que presentaron sus propias candidaturas, alternativas a la de Lula, incluyéndonos.

Esto limitó la afluencia de activistas y grupos al Polo. Muchos activistas que simpatizaban con nuestras posiciones y no estaban de acuerdo con la alianza Lula-Alckmin terminaron apoyando la fórmula del PT, presionados por la política de voto útil adoptada por el PT. Tenemos que reconocer esta realidad como consecuencia de un proceso objetivo.

Aun en estas condiciones, nuestra evaluación es que fue muy importante haber presentado el Polo como una alternativa socialista y revolucionaria, enfrentando esta polarización tan fuerte y manteniendo en alto la bandera de la independencia de nuestra clase. Estamos orgullosos de ello.

Ahora es necesario pensar en el futuro, a partir de las perspectivas que se abren y las tareas que se plantean. Tendremos por delante un gobierno de Lula y, a diferencia de los primeros gobiernos del PT, una fuerte oposición de ultraderecha. La polarización que vimos en el proceso electoral, con otras características, puede y tiende a continuar.

Por otro lado, durante este período de existencia del Polo, pudimos ver el grado de acuerdos, así como las diferencias que tenemos entre nosotros, lo que nos permite discutir los pasos a seguir en este momento.

Nos gustaría expresar aquí nuestra opinión sobre estos temas, lo que para nosotros es fundamental.

¿Cuáles son las perspectivas de la lucha de clases en el Brasil?

El escenario mundial apunta a una ola a la baja de la economía mundial, imponiendo una perspectiva de continuidad de la decadencia del país, en franco proceso de desindustrialización, recolonización y saqueo.

Esta es la base para la implementación de planes cada vez más duros contra los trabajadores, generando una degradación general de las condiciones de vida de la clase en general, el aumento de elementos de barbarie en el país, con hambre, miseria y violencia.

Y, siendo esta la lógica de la burguesía en su conjunto, la crisis y la división entre los sectores del capital también es cada vez mayor. Hay un sector que se orienta hacia una lógica de imposición rápida y autoritaria de este plan. Y otro que busca negociar ritmos y plazos con los sectores de la burguesía y las direcciones sindicales y populares.

Este es un fenómeno mundial, y aquí en el Brasil se expresa en la polarización Lula vs. Bolsonaro. Es cierto que Bolsonaro es un gobierno de extrema derecha, que puede ir a un régimen autoritario. Pero un gobierno burgués “progresista” seguirá aplicando los planes del capital imperialista, atacará a los trabajadores. Y, con eso, la derrota estratégica de la extrema derecha ni siquiera está asegurada, sino todo lo contrario.

Bolsonaro, si estuviese en el gobierno, continuaría implementando un plan neoliberal más duro, que sigue el modelo del aplicado hasta su límite en Chile, con la privatización total de las empresas estatales, incluidas la Petrobras y el Banco do Brasil, así como los servicios públicos de salud y educación. Además, le gustaría, si tuviese fuerzas, cambiar el régimen político del Estado a una dictadura, y garantizar la aplicación de ese proyecto.

Pero Lula también encabezará un gobierno burgués que aplicará un plan neoliberal, aunque con ritmos diferentes y utilizando preferentemente la negociación con los distintos sectores burgueses y la cooptación de las direcciones. Adoptando todas las prácticas comunes de la democracia burguesa brasileña: acuerdos por arriba con los empresarios y el “quid pro quo” en el Congreso Nacional, desconociendo las necesidades reales de la clase trabajadora. Todo en nombre del mal menor.

Bolsonaro marca fuertemente la realidad política del país, como expresión de una ultraderecha autoritaria que llegó para quedarse, con una base social, política y militar de peso sin precedentes en la historia brasileña. En las elecciones ganó un peso inédito en los gobiernos de los Estados, en el parlamento, y casi gana la presidencia. Las acciones golpistas, con bloqueos y actos frente a los cuarteles, articuladas en nivel nacional por Bolsonaro y sectores empresariales notoriamente del agronegocio, pero no solo, son muestras del futuro. Buscarán capitalizar el desgaste del futuro gobierno con las consecuencias sociales por mantener los planes neoliberales.

La polarización que vimos en las elecciones seguirá existiendo con el gobierno de Lula. Y el PT usará las amenazas de la ultraderecha para silenciar a los opositores de izquierda e imponer sus planes capitalistas sin resistencia. Los socialistas revolucionarios no tendremos una vida fácil en el próximo período.

Será fundamental trabajar para desarrollar la movilización independiente de los trabajadores y de la juventud en defensa de sus demandas y construir una oposición de izquierda al gobierno de Lula-Alckmin.

En ese sentido, es importante avanzar en la construcción de organizaciones de frente único para las luchas, como la CSP-Conlutas. Esta central sindical y popular surgió, no por casualidad, durante el primer gobierno de Lula, frente a la cooptación de la CUT y otras entidades del movimiento de masas al gobierno. No creemos que la CSP-Conlutas sea la única respuesta a esta necesidad, pero se trata de una alternativa independiente que debe ser valorada y fortalecida.

En la lucha en defensa de los derechos de nuestra clase, contra los patrones y contra los gobiernos, sean los que sean, podemos y debemos tratar de impulsar y apoyar todos los foros de unidad de acción que sean necesarios, siempre que estén al servicio de la unidad de la clase para luchar, y que preserven nuestra independencia política.

Pero ocuparnos de estas tareas no nos exime de la tarea principal: es urgente avanzar en la construcción de una sólida organización revolucionaria, que reúna a la vanguardia más consecuente de nuestra clase y que trabaje, desde ahora y de manera consciente, alrededor de una estrategia socialista y revolucionaria para las transformaciones que necesitamos hacer en nuestro país. Es decir, una organización leninista, de vanguardia, volcada para el combate, para la educación y organización de la clase en la perspectiva de la revolución socialista.

El papel del PSOL

El PSOL no pasó esta prueba de las elecciones de 2022, integrándose directamente a la campaña del PT y formando una federación con la Rede, un partido burgués.

Incluso el MES, que había sido parte de la izquierda de ese partido y se había opuesto a la composición con el PT, se unió a la campaña de Lula-Alckmin con armas y bagaje.

Y ahora PSOL participa en el comité de transición, preparándose para integrar el futuro gobierno de frente amplio.

Se trata del agotamiento de un proyecto de toda una generación de activistas que se encantaron con la idea de un “partido amplio, democrático, anticapitalista, que unía muchas corrientes”.

La experiencia del PSOL sigue el mismo camino del PT, aunque con características muy diferentes. A nuestro modo de ver, siguen este camino porque se integraron a la institucionalidad de la democracia burguesa, y fueron, con ritmos diferentes, dejando de lado cualquier perspectiva socialista y, a partir de allí, de independencia de clase. Los sectores fieles a estas ideas, que existían en estos partidos, fueron siendo derrotados y marginados.

El PSOL sigue el mismo camino que los otros grandes partidos anticapitalistas y amplios en Europa y el del PT en el Brasil. Siendo un partido electoral, adaptado a la institucionalidad de la democracia burguesa, su dinámica está siendo dada por los parlamentarios, y la perspectiva de actuación del partido estará cada vez más limitada por el horizonte de la democracia burguesa, del régimen de dominación capitalista en el que vivimos.

Esta dinámica política se apoya y consolida a partir de la base material que viene con la institucionalización de los partidos. Estos partidos no se sostienen con la contribución voluntaria de los trabajadores de sus bases, sino con los fondos del Estado burgués. El PT, solo de fondo electoral, ganará este año R$ 503 millones y el PSOL R$ 100 millones. A esto se suman los miles de cargos gubernamentales (ahora el federal), y de parlamentarios, con sus altos sueldos y presupuestos.

Los cuadros de estos partidos comienzan a girar sus vidas alrededor de cómo mantener mandatos y cargos, en los límites del orden y del sistema capitalista. En la medida en que su programa no se ordena por la búsqueda de la derrota del sistema y del Estado capitalista y por el socialismo, se limita cada vez más a una propuesta de reformas en el capitalismo, cada vez más adaptadas a la lógica del mal menor en medio de decadencia capitalista. Los procesos electorales se convierten en el centro de actividades de estos partidos. 

Nosotros defendemos la participación en los procesos electorales, pero como recomienda la resolución de la Tercera Internacional, la práctica de los partidos revolucionarios debe estar centrada en la lucha directa de las masas. Estos partidos reformistas hacen lo opuesto, se enfocan en los procesos electorales para mantener y ampliar sus puestos.

La convivencia directa y la alianza con sectores de la burguesía acaba por estrechar los lazos directos con ella en el financiamiento de las campañas electorales. Algunos de ellos se aburguesan directamente, como se expresa en los vínculos directos de Lula y José Dirceu con grandes empresas.

La dinámica de estos partidos electorales está dada por los parlamentarios (y/o gobernantes electos), que tienen más prestigio, más relación con los medios, más cargos y dinero. También son los que pueden ganar los “congresos”, moviéndose con más aparato o directamente comprando los afiliados para votar.

Por eso, en general, la trayectoria de estos partidos es hacia la derecha. La socialdemocracia europea es bien conocida en la gestión de los planes neoliberales. La gran prueba de los partidos anticapitalistas y su política de partidos amplios llegó cuando Syriza, en 2015, ganó las elecciones en Grecia. En el gobierno, aplicó el mismo plan del FMI (Fondo Monetario Internacional) y de la Unión Europea, aun después de su rechazo por la población del país en el plebiscito.

En Italia, Refundación Comunista fue parte del gobierno burgués de Romano Prodi entre 2006 y 2008. Lo pagó caro, sin recuperarse nunca de una profunda crisis que casi la hace desaparecer.

En el Estado español, Podemos se ha integrado en el gobierno del PSOE, y está en plena decadencia. En Portugal, el Bloco de Esquerda participa en el gobierno del Partido Socialista y sufre una crisis importante.

En estos partidos, los sectores más de izquierda que los integraban terminaron siendo marginados, desmoralizados y derrotados.

Las conclusiones de estas experiencias nos muestran que, en lugar de acortar el camino, de fortalecer la lucha de nuestra clase por una transformación socialista de la sociedad en la que vivimos, estos partidos retrasaron y debilitaron la batalla por el avance de movilización, conciencia y organización de la clase trabajadora para este fin. Se revelaron estériles para este objetivo, llevando a la desorganización y desmoralización de los sectores más consecuentes y socialistas que quieren dedicarse a la tarea de organizar la vanguardia de nuestra clase en una perspectiva revolucionaria.

¿Cuáles son las perspectivas para el Polo?

En ese contexto, es necesario definir las perspectivas del Polo. Y, además de la alternativa mencionada anteriormente, en las discusiones que se dieron en la coordinación del Polo se expresaron diferentes estrategias: ¿hacia un Frente de Izquierda con el PC y la UP? ¿Construir un Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad (FIT-U) en el Brasil? ¿O incluso construir un nuevo partido anticapitalista de izquierda? ¿O mantener Polo indefinidamente?

Nos gustaría expresar aquí nuestra opinión sobre este tema.

¿Un frente de izquierda con el PCB y la UP?

Una parte de los compañeros del Polo defiende que Polo avance a un frente político con el PCB y la UP.

Durante la campaña electoral, estos mismos compañeros defendieron este frente en el terreno de las elecciones con el PCB y la UP. El frente no fue efectivo, según estos compañeros, por una postura sectaria, tanto del PSTU como del PCB y de la UP.

No nos parece que esto sea correcto. Quizás esto exprese una visión lineal, que equipara la necesaria unidad de acción en las luchas directas con un frente único electoral. En el caso de elecciones, lo fundamental es que se presenten los programas de los partidos. Esta fue la razón fundamental de la negativa tanto del PSTU como del PCB y de la UP al frente electoral. Nosotros señalamos que había dos diferencias fundamentales en este tema.

En el terreno nacional, la UP y el PCB presentaron sus propias candidaturas, pero no se enfrentaron con la candidatura del PT. Al percibir el atractivo electoral lulista, evitaron confrontar programática y políticamente al PT a lo largo de toda la campaña. Luego, en la segunda vuelta, el PSTU llamó a votar críticamente a Lula, sin apoyar su proyecto de gobierno. Tanto el PCB como la UP apoyaron acríticamente a Lula. Lo que está en juego aquí es un problema fundamental: la independencia de clase, que para estas organizaciones parece ser una cuestión táctica.

En el terreno internacional, hubo y aún hay diferencias fundamentales. Y esto a menudo se subestima, como si no importara. Por ejemplo, ante la guerra Rusia-Ucrania –principal hecho de la realidad mundial– ni el PCB ni la UP apoyan la resistencia ucraniana contra la invasión rusa. Nosotros, así como nuestros compañeros de la CST (Corrente Socialista dos Trabalhadores – PSOL), apoyamos la heroica resistencia de los ucranianos contra Putin y saludamos la victoria en Jerson en este momento.

Asimismo, ni el PCB ni la UP defienden la liberación de los presos políticos en Cuba. Son cientos de activistas, algunos menores de edad, que fueron duramente reprimidos y condenados a prisión por la dictadura cubana, en una dura y autoritaria reacción ante las movilizaciones populares que estallaron contra el gobierno de ese país el 11 de julio de 2021. Tanto nosotros como la CST y el MRT (Movimiento Revolucionario de los Trabajadores) defendemos la liberación de los presos políticos cubanos.

Estas diferencias con el PCB y la UP, nos parece, tienen que ver con la matriz estalinista, por lo tanto, reformista que conforma la estructura ideológica, teórica y programática de estas corrientes.

Frente al nuevo gobierno de Lula, es muy importante avanzar juntos en las luchas directas de los trabajadores, de forma independiente del gobierno. ¿Serán el PCB y la UP políticamente independientes con relación a Lula?

Nuestra caracterización es que el gobierno del PT buscará por todos los medios cooptar a las direcciones sindicales, populares, de opresiones y juveniles. Esto afecta profundamente al movimiento de masas. Basta recordar que la CUT se convirtió en una central “blanca” cetral con los gobiernos anteriores del PT. Bueno, ahora el PCB se ha unido a la CUT para que la ANDES se desvincule de la CSP-Conlutas, lo que obviamente debilitaría la lucha independiente de la clase frente al gobierno del PT.

Repetimos, será fundamental articular unitariamente las luchas que se den, incluso con el PCB, la UP y todas las demás organizaciones que quieran luchar en defensa de los derechos de los trabajadores. Podemos, a través de la CSP-Conlutas, o de una iniciativa más amplia que reúna a los sectores en lucha, encaminar la unidad.

Sin embargo, para construir una alternativa política de nuestra clase para el país, una dirección revolucionaria, los criterios son otros. No entendemos cómo correcto el frente electoral con estos sectores durante las elecciones. Y menos aún vemos la posibilidad de que un frente político permanente con el PC o la UP sea un camino que nos lleve a la construcción de un partido socialista revolucionario.

¿La alternativa sería la construcción de un FIT-U, similar al de la Argentina?

Los compañeros del MRT defienden la construcción de un FIT-U en el Brasil, así como extienden esta propuesta a todos los países en los que actúan.

El FIT-U es un frente electoral permanente, que existe desde 2011 en Argentina. Incluye partidos de origen trotskista, como el PTS, PO, Izquierda Unida y MST. Ha tenido resultados electorales que lo ubican como la tercera fuerza electoral del país. Pero eso no quiere decir que esta sea una receta para todos los países en todas las situaciones de la lucha de clases.

Un frente electoral con un programa socialista, revolucionario y de independencia de clase puede ser una buena táctica. Pero una táctica electoral no puede transformarse en una estrategia.

Nuestra estrategia para el Brasil no puede ser una estrategia electoral, que implica un frente electoral permanente. Una estrategia revolucionaria puede tener una expresión táctica electoral. Pero la táctica electoral no se puede transformar en estrategia.

La naturaleza de la organización que necesitamos construir como alternativa para nuestra clase está determinada por esta opción: ¿nuestra estrategia es elecciones o la revolución socialista?

Sería importante observar que el FIT-U, precisamente por sus éxitos electorales, está llevando a sus partidos componentes a colocar las elecciones en el centro de sus actividades. Ahí se revela la consecuencia de que una táctica se ha transformado en una estrategia electoral. A partir de ahí, también se expresa la presión de la institucionalidad burguesa, con el peso material de la financiación del Estado a estos partidos.

Además de estos problemas, sería necesario construir un FIT-U en el Brasil, definir con quién. Por razones obvias, sería imposible construir un frente electoral de independencia de clase con el PSOL o el PT. Tampoco nos parece correcto un frente electoral con el PCB o con la UP, organizaciones estalinistas, como ya dijimos, que no defienden la independencia de clase.

La realidad brasileña es diferente a la de Argentina, tanto en la situación política general como en relación con la izquierda. Están el PTS, PO, IS y MST. Aquí en el Brasil, nosotros del PSTU estábamos a favor del Polo Socialista Revolucionario, en estas elecciones, como un frente electoral de independencia de clase. Pero, como ya dijimos, para nosotros una táctica electoral no es una estrategia permanente.

¿Un nuevo partido anticapitalista más a la izquierda?

¿Vale la pena construir un nuevo partido anticapitalista después del desastre del PSOL? Si repite las características de este tipo de partidos, acabará repitiendo la misma historia que el PT y el PSOL.

La propuesta de un partido que reúna corrientes reformistas y revolucionarias conduce a la adopción de un programa reformista, como un denominador común. Eso determina un carácter reformista para el conjunto del partido, aun si incluye activistas y grupos que defiendan posiciones revolucionarias.

Al ser un partido electoral, la tendencia –y ya se ha comprobado– es adaptarse a la institucionalidad burguesa. Y como se demuestra en la evolución de todos los partidos anticapitalistas, los sectores reformistas terminarán dando la dinámica, precisamente porque ser consecuentes con la característica central del partido.

Si este partido tiene la estructura socialdemócrata del PT y del PSOL, terminará teniendo la misma dinámica de ser dirigido burocráticamente por los parlamentarios, sin ningún peso de las bases.

La evolución de estos partidos hace que, con el tiempo, los reformistas vayan derrotando a los grupos y activistas de izquierda revolucionaria. La “unidad entre reformistas y revolucionarios” se convierte inevitablemente en hegemonía reformista.

Algunos compañeros pueden sentir que esta es una evaluación sectaria nuestra. No es así. Es lo que ha demostrado por la evolución no solo del PT y del PSOL, sino de todos esos partidos reformistas electorales en el mundo.

Por lo tanto, no vemos esta opción, porque siguiendo el mismo camino llegaremos al mismo lugar donde hoy se encuentran el PT y el PSOL: la adaptación a la institucionalidad burguesa.

La necesidad de construir un partido revolucionario

Esta, sin duda, es la estrategia más difícil. Y la que, probablemente, llevará más tiempo. Pero, a nuestro juicio, sumamente necesaria porque es la única que responde a la necesidad histórica de nuestra clase: tener un instrumento político de agitación y propaganda socialistas, que aliente, organice y dirija su lucha hacia la revolución.

Cuando hablamos de construir un partido revolucionario, nos criticaron, en la coordinación del Polo, por defender que “la única salida que proponemos es ingresar al PSTU”. Eso no es verdad. Ya nos hemos referido a la necesidad de organismos de frentes único para las luchas. Además, no presentamos al PSTU como “el partido revolucionario ya construido”. Señalamos la necesidad de construir un partido revolucionario, y decimos que el PSTU es un embrión de ese partido. Puede haber otros.

Tener un programa y una política revolucionarios, que defienda la revolución socialista, un partido de combate, centralizado democráticamente, es la única alternativa que puede llevar a la clase trabajadora a la victoria. Esta es la conclusión, si queremos avanzar hacia una transformación revolucionaria de la sociedad. Particularmente en este momento en que vivimos, cuando la crueldad de la explotación capitalista plantea de manera viva y cruel la disyuntiva socialismo o barbarie.

No estamos hablando de un partido estalinista, anquilosado y burocrático. Sino de un partido vivo, que alimente un proceso vivo y permanente de debate político interno. Un partido apoyado en el estudio del marxismo y, al mismo tiempo, de la realidad. Solo así esa organización podrá preservarse de las presiones que inevitablemente sufrirá, de la realidad en la que actúa, como la propia democracia burguesa, del sindicalismo, etc.

A contrario del centralismo burocrático estalinista, hay debate libre en el interior de nuestros partidos. A contrario del centralismo burocrático socialdemócrata, son los votos emitidos por la base del partido en nuestros congresos los que determinan la política del conjunto de los militantes. Nosotros defendemos una estructura centralista democrática, leninista.

La democracia interna es fundamental para garantizar la centralización externa, porque nuestro objetivo es la construcción de una revolución socialista, y no simplemente la participación en una campaña electoral.

El partido revolucionario es una organización dedicada a la lucha de la clase contra el sistema, y ​​eso no es posible sin una centralización de su acción en el movimiento de masas.

Una estructura centralista burocrática, del tipo socialdemócrata, es adecuada para un partido electoral, dirigida por parlamentarios. Una estructura centralista democrática es expresión del voto de la base en los congresos, previa discusión libre, de la política que se aplicará hasta el próximo congreso. La elaboración de esta política es imposible sin la participación directa del conjunto de la militancia, su aplicación en la realidad, y las conclusiones que de ahí se extraen, de esa experiencia colectiva, con los inevitables y ricos debates de las diferencias y las necesarias correcciones de la política.

Las direcciones son elegidas y las políticas votadas por los delegados en congresos, en los que pueden formarse libremente tendencias y fracciones.

Un partido revolucionario debe construirse como parte de una internacional revolucionaria. Esta es nuestra concepción, por entender la revolución socialista como un proceso internacional, porque el capitalismo es internacional. El PSTU es parte de la LIT –Liga Internacional de los Trabajadores–, también un embrión de reconstrucción de la IV Internacional.

El PSTU no es “el partido” ya listo. Nosotros defendemos el PSTU como un embrión para ese partido, que solo puede construirse a través de la unificación con grupos y corrientes socialistas y revolucionarias, así como la incorporación de los activistas que estén de acuerdo con un programa revolucionario y un régimen centralista democrático.

¿Mantener el Polo indefinidamente?

Algunos compañeros opinan que, a pesar de estas diferencias estratégicas, deberíamos mantener el Polo indefinidamente. Nos parece un error.

Estas diferencias surgieron durante los casi dos años de existencia del Polo. Las diferencias programáticas y políticas entre los grupos y activistas dentro del Polo muchas veces nos impidieron tener políticas comunes, por ejemplo, sobre la política concreta de autodefensa, sobre la relación con el PCB y la UP, sobre las cuestiones internacionales, sobre la táctica en la segunda vuelta electoral.

Nuestra unidad concreta en las luchas en curso en el país se puede mantener perfectamente a través de los foros del movimiento, como la CSP-Conlutas, por ejemplo. Tampoco hay obstáculo para que lleguemos a acuerdos puntuales ante un determinado acontecimiento político de la realidad y desde ahí se despliegan tareas comunes. Debemos estar abiertos a eso.

En este caso, la permanencia del Polo sirviendo únicamente para una permanente coordinación de debates entre las corrientes presentes en su interior en ese momento, nos parece que sería improductivo.

Los frentes políticos entre sectores de izquierda pueden y deben formarse cuando se necesitan, no como una táctica permanente. Podemos volver a concretar un frente político en el futuro, cuando sea necesario.

Lo que es necesario, y debe ser permanente en la actuación de una organización, es la construcción de su estrategia. Las discusiones que hemos realizado en el interior del Polo hasta ahora no apuntan una estrategia común. Puede ser que esto cambie, que los caminos de la lucha de clases modifiquen este escenario, lo cual sería muy bueno; por eso es importante que mantengamos la cabeza abierta pensando en el futuro. Pero no podemos convertir esta hipótesis en un hecho dado, eso sería un error.

Esto es lo que creemos que hay que concluir en este momento, preservando el balance positivo de lo que hicimos, del Polo como una expresión de una posición programática y política socialista y revolucionaria en un momento tan tumultuoso del país.

Artículo publicado en www.pstu.org.br, 20/11/2022.-

Traducción: Natalia Estrada.

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